Antonio Mandly Robles: Bajo los Caminos de Villuga (1546) entre Málaga y Sevilla. Contrapuntos ecológico-culturales |
Antonio Mandly, profesor titular del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla y miembro del Grupo de Investigación y Desarrollo Tecnológico 'Etnomedia CD', considera que el flamenco es una de las manifestaciones más complejas e interesantes del carácter indomable y de la actitud crítica e irreverente hacia el poder -a veces explícita, otras más soterrada- que ha tenido a lo largo de la historia la cultura popular andaluza. Una pulsión contrahegemónica que, en su opinión, le conecta con una antigua y extensa tradición de expresiones de cultura popular europeas que se han rebelado contra las lógicas y normatividades que en cada momento histórico y contexto geográfico imponían las élites. A juicio de Mandly, para encontrar el origen de esta tradición habría que remontarse a la época helenística de la Antigüedad clásica, cuando, como analizó el teórico y filósofo del lenguaje Mijaíl Bajtín, surgen y se desarrollan un conjunto de géneros literarios (de los diálogos socráticos a la poesía bucólica, de los panfletos a la sátira menipea)1 en los que el distanciamiento épico/trágico queda anulado o debilitado por la irrupción de una relatividad vitalista ligada a lo que Bajtin identifica como una percepción carnavalesca del mundo, posibilitando la emergencia de un sujeto que pierde su carácter concluso y que, como tal, se convierte en alguien "indefinible, ingobernable, inadministrable". Estas expresiones culturales fueron ignoradas por los discursos y relatos históricos que construyeron la imagen hegemónica de la Antigüedad clásica. "Pero eso", subrayó Antonio Mandly, "no significa que desaparecieran". Su sombra, como explica Bajtin en el ensayo Problemas de la poética de Dostoievski2, es muy alargada. Siguieron persistiendo bajo diversos nombres y prácticas, conformando una especie de "rama maldita" de la cultura popular europea que, a veces, lograba burlar los mecanismos de control de la cultura dominante y permitía que la voz de los sin voz se escuchara. Según Mandly, en Andalucía hemos tenido la suerte de que esa pulsión de rebelión y desobediencia ha dado lugar a una manifestación expresiva "tan jugosa y estéticamente valiosa" como el flamenco. En la intervención que abrió la sesión quinta ('Bajo los caminos y lugares del flamenco: siglos XVI a XIX') del encuentro que la PIE.FMC organizó en Sevilla entre los días 19 y 21 de noviembre de 2013, Antonio Mandly explicó que en sus estudios en torno al flamenco y, en especial, en su libro transmedia Los caminos del flamenco. Etnografía, cultura y comunicación en Andalucía (libro que publicó en el año 2010 la editorial Signatura y que le sirvió de punto de partida para su charla), ha intentado seguir en todo momento una metodología científica y racionalista; y ha tenido muy presente la recomendación del filósofo (epistemólogo), poeta, físico y crítico literario francés Gaston Bachelard de que hay que concebir los análisis y las investigaciones científicas como procesos abiertos (esto es, como algo que se puede -y debe- rehacer constantemente). Mandly también contó que su acercamiento al flamenco parte de un análisis fenomenológico en el que, como proponía el filósofo Maurice Merleau-Ponty, se asume que toda conciencia es siempre una consciencia perceptiva. O, dicho con otras palabras, que nuestra forma de percibir e interpretar la realidad, está siempre condicionada por nuestro aprendizaje cultural. "Por eso", subrayó, "tenemos muchas menos palabras y expresiones que los esquimales para referirnos a la nieve (a su color, a su textura, a su volumen...), o que los habitantes de la península arábiga para hablar del desierto". Igualmente, según Mandly, hay cosas vinculadas al flamenco que son muy difíciles de percibir para alguien que haya nacido fuera de Andalucía. "Son cosas", recalcó, "que solo podemos percibir porque las percibimos culturalmente, sin que seamos conscientes de cómo lo hacemos". Es decir, porque formamos parte de la cultura que generó este arte y es justo esa cultura con la que hemos aprendido a percibir la realidad. Otra influencia fundamental en su acercamiento analítico al flamenco han sido las teorías del ya citado Mijaíl Bajtín en torno a los procesos de configuración/comprensión de los enunciados y a las dinámicas de carnavalización que permiten que, temporalmente, se ponga en suspenso el orden establecido y que el poder quede en manos de quienes habitualmente no lo tienen: los tontos, los locos, los inocentes3. Bajtin considera que el lenguaje parte siempre del otro y que el hablante solo lo hace suyo cuando "lo puebla con su intención", cuando, al utilizarlo, es capaz de darle su propio acento. Según Mandly, en realidad esta idea está profundamente arraigada en el mundo del flamenco, donde no es raro escuchar a algunos aficionados afirmar que un "cante puede estar bien dicho, pero no bien hecho". Porque para que esté bien hecho, no basta con que, quien lo está ejecutando, lo haga con corrección; tiene que ser capaz de convertirlo en algo realmente suyo, de "incorporarlo" y dejarse impregnar por él, pero también de impregnarlo (con su acento, con su intención...) y reinventarlo para no ser un mero autómata que repite, sin más, los cantes que ha aprendido. Partiendo de estos postulados teóricos, en su libro transmedia Los caminos del flamenco. Etnografía, cultura y comunicación en Andalucía, Antonio Mandly realiza un estudio histórico y etnográfico sobre el papel que los caminos jugaron en la gestación y expansión de la cultura flamenca. Mandly centra su análisis en el camino entre Málaga y Sevilla que menciona y cartografía Pedro Juan Villuga en su "valiosísimo y preciso" estudio Repertorio de todos los caminos de España (1546)4. Un camino jalonado de ventas ("lugares de mestizajes en los que se cantaba y escuchaba cantar") y que pasa por localidades (Cártama, Álora, Osuna, La Puebla de Cazalla, Marchena, Mairena del Alcor...) que han sido claves en la historia del flamenco. El libro de Antonio Mandly incluye un mapa virtual de este camino en el que cada una de las ventas y localidades señaladas por Villuga contiene una pequeña ficha y un vídeo que explican la relación de estos lugares con el flamenco. Uno de dichos lugares es el pueblo de Álora, patria chica de la "malagueña cunera" y donde, según Mandly, el río Guadalhorce funciona como una especie de frontera invisible que separa dos zonas claramente diferenciadas por la tradición folclórica/flamenca que en ellas tiene más peso: los verdiales (en la modalidad de Almogía) y los llamados "cantes de ara". Otro de los enclaves mencionados por Villuga es la Venta de las Yeguas, hoy reconvertida en peña flamenca, que se encuentra muy cerca de la antigua Fuente de las Ánimas. Mandly señaló que esta fuente y otros espacios y elementos vinculados a la toponimia "Ánimas", nos "hablan" de los contrapuntos simbólico-culturales que subyacen tras las tradiciones folclóricas populares andaluzas. Hay que tener en cuenta que los llamados bailes o fiestas de ánimas, que se desarrollarán bajo diferentes nombres y características en diversos puntos de Andalucía (así como en otras zonas de España y de América Latina), fueron creados en el siglo XVI por las autoridades eclesiásticas (con la Orden de los Franciscanos a la cabeza) del recién erigido Reino de España para intentar consolidar su poder y promover su visión del mundo utilizando una manifestación de cultural popular pre-existente, las fiestas de los tontos o de las inocentes, que estaba ligada a la ancestral celebración del solsticio de invierno (las saturnalias). Pero afortunadamente, según Mandly, la cultura popular andaluza es tan potente que las autoridades eclesiásticas y políticas nunca llegaron a poder instrumentalizar por completo esta fiesta de los tontos reconvertida en fiestas de ánimas, hasta el punto de que a finales del siglo XIX se prohibieron e intentaron suprimir con el argumento de que, tras ellas, persistían y se reproducían costumbres paganas y pre-modernas. Antonio Mandly señaló que había titulado su charla "bajo los caminos de Villuga" porque quería resaltar que la gestación, expansión y conservación de las manifestaciones artísticas y culturales populares que dieron lugar a eso que hoy denominamos flamenco solo fue posible gracias a que, más allá de sus figuras más reconocibles, de artistas como Antonio Mairena, Pepe Marchena o Juan Trujillo 'El Perote'5, miles de personas anónimas se apropiaron de ellas y las hicieron suyas. Personas como Pepe la Barbarita, un arriero retirado de la Puebla de Cazalla que ahora regenta una quincallería y en el que "el flamenco persiste como juego de lenguaje, como forma de vida". Para cerrar su conferencia, Mandly puso un vídeo incluido en su libro Los caminos del flamenco. Etnografía, cultura y comunicación en Andalucía en el que Pepe la Barbarita habla de lo que para él es el flamenco y se arranca con una soleá que le escuchó cantar, cuando todavía era arriero, a un hombre que estaba trabajando en un arado "entre el cortijo Ríos y el cortijo de Los Pereas". Cuando tras interpretar la soleá, uno de los asistentes le pregunta si lo que ha cantado es un cante castellano o gitano, Pepe la Barbarita se limita a responder: "yo es que lo que creo es que los cantes son todos andaluces".
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