Resumen de la conferencia de Nick Thoburn: The Material Form of the Political Magazine |
Nick Thoburn, profesor de la School of Social Sciences de la Universidad de Manchester y autor del libro Deleuze, Marx and Politics, concibe la revista no como un mero vehículo de contenidos críticos, sino como una "forma material", como una entidad genérica que puede tener múltiples variaciones pero manteniendo siempre unos elementos invariables, algo que nos hace reconocerla como tal, una especie de "calidad intrínseca de revista" o de "revisticidad". En el seminario-encuentro Publicaciones (no solo) de arte: usos culturales, sociales y políticos, Thoburn primero intentó analizar cuál es la forma material de la revista política en un contexto como el actual (marcado por el desarrollo tecnológico que, de algún modo, convierte a este medio en un medio anacrónico). Y después examinó dos aspectos específicos de su "revisticidad" -la voz editorial y la estructura financiera- para ver cómo estos pueden ser politizados. En el inicio de su intervención Nick Thoburn recordó que Toni Negri, "que ha pasado mucho tiempo trabajando para, entre y con revistas políticas", al hablar de su experiencia como editor en la publicación post-autonomista Futur Antérieur, señala que una buena revista política se asemeja a un pulpo y que su alma reside en su "determinación radical a dar sentido a todo lo que toca para intentar construir una tendencia teórica y vincularla a un mecanismo de actividad práctica". Según Thoburn, de esta reflexión de Negri podemos extraer una definición mínima de la revista política, pero el filósofo italiano no está interesado en su forma material y las metáforas a las que recurre -"pulpo", "alma"- no son especialmente productivas si queremos evocar el conjunto de propiedades materiales y de procesos relacionados con ella. A su juicio, la imagen del pulpo, que sugiere un movimiento continuo de extensión y contracción, se adecúa mejor a la forma material del libro que a la de la revista. De hecho, se puede ver como una actualización de la formulación de Mallarmé de que todo lo que tiene existencia terrenal debe, en última instancia, estar contenido en un libro. Una formulación que es, a su vez, la adaptación en clave vanguardista de una idea que tiene su origen en los textos sagrados de las tres grandes religiones monoteístas -el cristianismo, el judaísmo y el islam-, a las que no en vano se les denomina las "religiones del libro". Es decir, el libro concebido como el vehículo a través del cual la Verdad (revelada por Dios o alcanzada tras un largo proceso de evolución histórica) se expresa, desde la Biblia o el Corán al Libro Rojo de Mao o el Libro Verde del recién depuesto Muamar el Gadafi. Gilles Deleuze y Félix Guattari plantearon que frente a esta idea del "State form-book" (el libro como forma estatal y, por tanto, como forma autoritaria), lo ideal sería que en él todo esté puesto en un plano de exterioridad, que fuera como un campo abierto atravesado por conceptos, eventos, estructuras, formulaciones individuales y colectivas..., sin que se establezca entre estos elementos una relación jerárquica ni haya un centro organizador en torno al cual dichos elementos giren. Según Nick Thoburn, esta reflexión de Deleuze y Guattari nos da ya una imagen aproximada de lo que él entiende por revista política, pero sigue siendo insuficiente porque en ella no se tiene en cuenta ni sus propiedades materiales ni el espacio específico que ésta ocupa. Para afinar un poco más su aproximación a la definición de la forma material de la revista política, Thoburn recurrió a un documento que publicó Mute en el año 2002, The Magazine which Mistook Its Reader for a Hat, al que ya hizo referencia Pauline van Mourik Broekman durante su intervención en el seminario. Es un documento en el que trataban de reflejar cartográficamente el esfuerzo que estaban realizando para transformar su estructura editorial y donde la revista aparecía representada como un vórtice. De algún modo, la imagen del vórtice puede vincularse con la noción deleuziana de "pliegue" que el autor de Diferencia y repetición describe como un espacio "esencialmente paradójico" en el que el interior y el exterior -el adentro y el afuera- están siempre superponiéndose entre sí, doblándose y plegándose el uno sobre el otro. En opinión de Nick Thoburn, esta permeabilidad con el entorno se da (se debe dar) en todas y cada una de las propiedades y relaciones materiales que la revista política tiene. Y para que el proceso se complete, la crítica apasionada que la revista le hace al contexto en el que vive (y con el que se pliega), debe también aplicársela a sí misma. Hay que tener en cuenta que a través de esta dinámica autocrítica, el contenido textual de la revista política también propicia una politización de su forma material, y esto contribuye a generar un tipo de texto que Katherine Hayles llama embodied text ("texto encarnado" o "texto incorporado"), pues en él se ponen en primer plano sus condiciones materiales. Resumiendo, Nick Thoburn concibe la forma material de la revista política como un pliegue que afecta a todas sus propiedades y relaciones, posibilitando a través de su contenido textual una problematización y una crítica del entorno que también conlleva un proceso de (auto)crítica y de (auto)problematización de la propia revista. A su juicio, esta actitud autocrítica debe tenerla con todos los aspectos de lo que él llama su "revisticidad" (es decir, aquellos rasgos de una revista que nos hacen que cuando nos encontremos con ella la reconozcamos automáticamente como tal). En el segundo tramo de su conferencia, Thoburn seleccionó dos aspectos específicos de esta "calidad intrínseca" de revista -su voz editorial y su estructura financiera- y analizó cómo estos pueden ser problematizados y, por tanto, politizados.
La voz editorial Curiosamente, ya en 1921 el comunista húngaro Adalbert Fogarasi aseguraba que conseguir que los trabajadores se convirtieran en eventuales periodistas que informaran sobre lo que estaba ocurriendo en sus fábricas, era algo que tenía un enorme potencial político. Además, frente a la tendencia de otros teóricos marxistas de la época a desacreditar la labor de los periodistas de los medios comerciales por considerarlos agentes del capital, Fogarasi señalaba que estos también eran producto de relaciones sociales alienadas. "No es el periodista el que ha producido la prensa capitalista, sino a la inversa", llegó a escribir. A su juicio, lo que había que buscar era que se pudiera realizar un trabajo periodístico al margen de las estructuras de la prensa comercial (que él concebía no solo como un vehículo a través del cual se difunden contenidos capitalistas, sino como una forma capitalista en sí misma), de modo que las noticias no se transformaran automáticamente en mercancías. En cierto sentido, esto es justo lo que permiten las nuevas herramientas de la Web 2.0, pero Nick Thoburn es consciente de que estas también están atravesadas por relaciones sociales capitalistas y "tienen su propia carga de alienaciones". En cualquier caso, él considera que se pueden ampliar las capacidades y potencialidades de la “forma revista” a través de la participación directa de sus lectores sin necesidad de adoptar el modelo comercial de la Web 2.0 (donde hay una abdicación de todo control editorial). Para ello, según Thoburn, habría que apostar por la creación de "estructuras editoriales híbridas", utilizando la terminología de Mute, que posibiliten combinar el trabajo de un equipo de colaboradores y una cierta dirección editorial con la incorporación de contenidos generados por los propios usuarios. Y bajo estas nuevas condiciones mediáticas, ¿sigue habiendo en la revista política un lugar para una voz editorial fuerte? Nick Thoburn cree que sí, pero esta tendrá que ser de un tipo particular: más que la proyección externa de una "línea de partido" centralizada y unificada, sería una "propiedad distribuida y emergente", el producto del conjunto de voces que ha habido en la revista a lo largo del tiempo. Es decir, estaría conformada por múltiples voces (las del grupo editorial, las de los colaboradores, las de los lectores...) pero sin depender exclusivamente de ninguna de ellas, logrando adquirir una existencia casi autónoma. Esta idea de que la voz editorial es una voz plural que tiene "vida propia" está muy próxima a lo que Deleuze, siguiendo a Pasolini, llamó "discurso indirecto libre" que es un discurso que posee una gran capacidad "volitiva y catalizadora". En este sentido, y retorciendo un poco las palabras del filósofo francés, Thoburn propone concebir la revista política como una especie de "monstruo" que escapa al control de sus creadores. "Por supuesto", señaló, "en algún momento este monstruo pierde sus poderes volitivos y agregantes, pero hasta entonces, el grupo editorial y su equipo de colaboradores no sólo tiene que alimentar esta voz casi autónoma (sin intentar dirigirla), sino también dejarse mecer y arrastrar por su movimiento".
La estructura financiera Teniendo en cuenta esa imposibilidad de una autonomía real, algunas voces han defendido la necesidad de que las revistas políticas acepten las "reglas del juego" y asuman instrumentalmente una lógica de funcionamiento comercial. Esto es, en esencia, lo que propuso en la década de los ochenta del siglo pasado el grupo British Comedia que planteaba que si los medios de comunicación alternativos querían sobrevivir y escapar del gueto activista tenían que incorporar en su gestión ciertos postulados y principios capitalistas, apostando, entre otras cosas, por una profesionalización de su estructura organizativa o por ampliar y diversificar su audiencia. A juicio de Nick Thoburn, este posicionamiento, al concebir la dinámicas empresariales y las prácticas mediáticas comerciales como herramientas neutrales (desde la premisa de que lo importante es el contenido y no la manera en que este se produzca y canalice), desecha la posibilidad de una politización de la "forma revista" y, por tanto, para él tiene poco interés. "Pero además", añadió, "creo que a una publicación izquierdista, aunque adopte voluntariamente criterios de funcionamiento capitalista, siempre le resultará muy difícil conseguir el éxito comercial". Pero entonces, ¿cómo se puede aplicar un enfoque crítico a la estructura financiera de la revista política? Según Nick Thoburn asumiendo la idea de Marx de que hay que estar, al mismo tiempo, dentro y fuera de la lógica del capital. Esta contradicción ya fue descrita por Deleuze cuando abordó la relación entre el dinero y el cine (que él concebía como un "arte industrial", pero no por su naturaleza tecnológica, sino por su "relación internalizada con el dinero"). Para el autor de Crítica y clínica, el dinero es el "enemigo más íntimo e indispensable" del cine, pues como declaró en alguna ocasión Fellini, "cuando no queda dinero, se acaba la película". "Bajo mi punto de vista", aseguró Thoburn en la fase final de su intervención, "la clave está en la no acomodación. Sin duda, a la hora de editar una revista política, al igual que cuando se lleva a cabo una película, hay que esforzarse para que sea económicamente sostenible, pero eso no debe suponer que tengamos que asumir de forma acrítica la lógica mercantil". Por todo ello, él considera que la "forma financiera" de la revista política tendría que ser una "combinación paradójica y contradictoria" de esfuerzos orientados a conseguir una viabilidad comercial (a través de suscripciones, subvenciones, estructuras de micro-pagos, ventas descentralizadas, donaciones, trabajos de consultoría...) con un rechazo firme a acomodarse a las "normas del negocio" (por ejemplo, negándose a poner el beneficio por encima de todo lo demás o apostando por publicar los contenidos con licencias libres).
|