Resumen general de los debates internos del seminario-encuentro Movimientos en las bases... |
Con la idea de posibilitar que se analizaran algunas cuestiones con más detenimiento y de facilitar la participación activa de las personas inscritas, cada una de las tres sesiones del seminario contó también con un debate interno. En el primero de estos debates, Miguel Benlloch, militante en la lucha antifranquista y anti-OTAN que en la década de los ochenta participó en la gestación de los movimientos de liberación homosexual del Estado español, leyó un texto en el que explica que este encuentro es un nuevo paso en el compromiso de UNIA arteypensamiento con los feminismos. Un compromiso que ha propiciado proyectos como Retóricas del género o Crítica queer y que hizo que en 2009 se apoyaran las Jornadas Feministas Estatales de Granada, un evento clave en la constitución del movimiento transfeminista y en la consolidación de las luchas por la despatologización de las identidades trans. En este texto, Benlloch asegura que es fundamental liberarse del rígido "corsé identitario" que nos clasifica como hombres y mujeres para intentar "construir nuestra vida desde un múltiple y a la vez único género conformado por nuestra propia individualidad en relación con los otrxs". A su juicio, el cuestionamiento del binarismo de género (con el que el sistema patriarcal y capitalista trata de controlar e instrumentalizar nuestros cuerpos, empujando a los márgenes todo lo que no se pliega a sus exigencias normativas), implica "un profundo trastoque en la organización del mundo". "Las políticas trans", señala, "afectan a mujeres y hombres, deshilvanan lo construido y pretenden contribuir no al desarrollo del uniformizador pret a porter capitalista sino, digámoslo así, a trabajar en la alta costura que construye nuestra individualidad en relación, situándonos ante una pluralidad ilimitada de maneras de sentir, de reconocerse en nuestra propia individualidad". Pero según Miguel Benlloch no podemos olvidar que la visibilidad de las nuevas construcciones identitarias que afloran desde la feminidad y la masculinidad nos exige que aprendamos a trabajar en común a partir del disenso y a concebir la divergencia y el conflicto como un motor (no como un freno). Todo ello siendo conscientes de que el centro dominador siempre está urdiendo nuevas normatividades con las que trata de encauzar y desactivar cualquier manifestación de disidencia. Tras la intervención de Benlloch, en el debate interno de la primera sesión del seminario se analizaron cuestiones como la pertinencia y el sentido de utilizar el concepto de transfeminismo (que quizás resulta más "tangible" que el termino queer -al menos en nuestro contexto- y que parece tener una gran fuerza movilizadora, como demuestra el hecho de que en este encuentro se hayan inscrito más de cien personas), la importancia de establecer líneas de continuidad con la historia de las luchas en torno al género y a la sexualidad o la necesidad de incluir en el movimiento transfeminista a las trabajadoras sexuales y a las inmigrantes. También se señaló que la principal aportación del transfeminismo es que ha conseguido conjugar una serie de prácticas y críticas que dan cuenta de una pluralidad de opresiones (planteando que el sujeto del feminismo debe ser un sujeto múltiple y en continua construcción, una "identidad en tránsito") y se debatió sobre qué se puede hacer para que el cuestionamiento del binarismo no invisibilice las violencias y discriminaciones que se siguen produciendo por motivos de género (en este sentido, algunos participantes recordaron que justo el día antes de que empezara el seminario, una mujer fue asesinada en Sevilla por su pareja). A su vez, se habló del peligro de que esta noción se convierta en algo cool (en una etiqueta apta para el consumo), de la posibilidad de incorporar "identidades masculinas" en el movimiento (siempre y cuando éstas sean fruto de un ejercicio de autocrítica y autodeconstrucción), de cómo debe ser la relación con los espacios académicos e institucionales o de la necesidad de apostar por la radicalidad (no sólo en relación al género) y de establecer alianzas transversales. Las potencialidades y dificultades de la lucha por la despatologización de la transexualidad, la defensa de los derechos reproductivos y sanitarios de las personas trans, la ubicación de los "chicos" en el movimiento transfeminista, el no binarismo en la práctica y la reivindicación de la autonomía corporal (tanto a un nivel abstracto como concreto) fueron los ejes temáticos en torno a los que se articuló el segundo debate interno de Movimiento en las bases: transfeminismos, feminismos queer, despatologización, discursos no binarios. Un debate en el que se decidió crear pequeños grupos de trabajo que analizaron detenidamente uno o varios de estos puntos, realizándose al final una puesta en común. En este debate se planteó que para que haya posibilidades de vida no binarias es necesario generar redes y espacios de sociabilidad/habitabilidad que hagan que quienes se rebelan contra las normatividades sexuales y de género se sientan acompañados; se señaló que la defensa de los derechos reproductivos de las personas trans es una "reivindicación política muy potente" (pues evidencia la "naturaleza cultural" del sistema sexo-género); se aseguró que a muchas activistas trans y feministas, la lucha por la despatologización les ha ayudado a empoderarse; o se instó a huir de un victimismo paralizador y a ver la tecnología como un posible aliado. También se debatió sobre la necesidad de afinar los discursos pro-despatologización (dejando claro que con esta reivindicación no se niega el derecho de las personas trans a acceder a un tratamiento de cambio de sexo en el sistema sanitario público, sino que lo que se critica es que para ello tengan que ser catalogadas como personas enfermas); se habló de iniciativas como la campaña internacional "Stop Trans Patologización 2012" (donde ya participan colectivos de más de sesenta ciudades de todo el mundo); se alertó del peligro de que en el seno del movimiento transfeminista se caigan en lógicas dicotómicas y se terminen construyendo categorías identitarias tan cerradas y excluyentes como las que se quieren combatir; o se reivindicó la belleza de los cuerpos trans y no normativos (que no son sólo cuerpos deseantes, sino también cuerpos deseables). ¿Es posible generar un discurso anti-normativo de sexo-género sin tener en cuenta cómo el capitalismo (que, en palabras de Aurora Iturrioz, es "el sistema que ha ideado el patriarcado para gestionar los recursos") se inscribe en nuestros cuerpos (apropiándose de lo que éstos producen) y condiciona nuestras prácticas sexuales? ¿Cuáles son las herramientas teóricas de las que disponemos para analizar y deconstruir esa relación entre cuerpo y capital? ¿Debe el transfeminismo adoptar una posición clara en relación a temas como el de la prostitución? ¿Podría servir este encuentro para definir líneas de actuación concretas? Éstas fueron algunas de las preguntas que se formularon en el debate interno de la tercera y última sesión del seminario en el que, entre otras cosas, se señaló que se debe ver a las putas autónomas como auténticas disidentes (pues rompen con el rol sexual y la función social que los sistemas patriarcales le asignan a la mujer), se reflexionó sobre cómo se interrelacionan distintos tipos de discriminaciones y opresiones (todo ello desde la premisa de que no se puede desligar el capitalismo del colonialismo; ni el machismo del racismo y el clasismo), se planteó la necesidad de desenmascarar lo que subyace bajo la ideología del amor romántico (que, no lo olvidemos, está detrás de gran parte de los casos de violencia sexista), se denunció la situación de semi-esclavitud que sufren muchas inmigrantes que trabajan en el servicio doméstico, se criticó que el feminismo institucional se ha arrogado el derecho a hablar en nombre de todas las mujeres o se advirtió del peligro de asumir la precariedad -económica y existencial- como algo natural. A su vez, se propusieron una serie de estrategias y acciones específicas, desde elaborar una guía para ayudar a las personas que piden asilo político por motivos de género (hay que tener en cuenta que muchas de ellas tienen problemas para demostrar que han sido discriminadas en sus países de origen por esta razón) a utilizar efemérides e iniciativas que ya existen para difundir nuestros planteamientos y reivindicaciones (las manifestaciones del 8 de marzo, el Día Internacional de lucha contra el racismo y la xenofobia...), pasando por gestos simbólicos pero de gran potencialidad política como autodefinirnos como putxs cuando firmemos ciertos documentos o poner como concepto "echar un polvo" cuando hagamos un ingreso bancario.
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