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Resumen del ciclo de proyecciones Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68 (Sevilla, Barcelona y Madrid: 6 mayo - 20 junio 08) |
Este ciclo forma parte del proyecto Mayo del 68: el comienzo de una época que está organizado por la Universidad Internacional de Andalucía-UNIA arteypensamiento en coproducción con la Fundació Antoni Tàpies y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, adscrita al Ministerio de Cultura y con la colaboración del Instituto Francés de Barcelona, la revista Archipiélago y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. La intención de este proyecto, cuya primera convocatoria fue el encuentro Semillas y gérmenes (que se celebró entre el 12 y el 16 de noviembre de 2007 en la sede de La Cartuja de la Universidad Internacional de Andalucía) es combatir el "relato reactivo" que se ha construido en torno a Mayo del 68. Un relato que elimina la dimensión política de este acontecimiento al describirlo como una especie de "revuelta hormonal" protagonizada por jóvenes burgueses ociosos que, en realidad, no aspiraban a transformar la sociedad, sino a liquidar los obstáculos que se interponían entre ellos y la satisfacción de sus deseos de consumo. O, en todo caso, como un conflicto estrictamente cultural y generacional que posibilitó una aceleración brusca de la modernidad (liberación sexual, relajación de las costumbres...), pero que carecía de contenido político. De este modo, señalan Amador Fernández-Savater y David Cortés, comisarios del ciclo, en el artículo Por una memoria viva de Mayo del 68 (que apareció en el diario Público el pasado 6 de mayo), "se expurga al acontecimiento de su violencia intempestiva sobre nuestro presente" y la mayor huelga general de la historia de Francia (se calcula que en las movilizaciones de Mayo participaron -de forma más o menos directa- diez millones de personas) y la única insurrección generalizada que ha experimentado una sociedad capitalista avanzada en la segunda mitad del siglo XX, se reduce a una simple "algarada estudiantil" que tuvo como principal (y casi único) escenario las "adoquinadas" calles del Barrio Latino de París.
En cualquier caso, señaló Amador Fernández-Savater en la presentación en Sevilla del ciclo Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68, este intenso despliegue mediático y editorial no está sirviendo para "rescatar la complejidad de un acontecimiento" que "cambió el curso de las vidas y la realidad misma". Por el contrario, añadió, "funciona como una especie de pantalla que impide escuchar directamente al propio Mayo. Así opera la censura en la actualidad: generando una sobresaturación de ruido que imposibilita toda construcción autónoma y profunda de sentido".
"La verdadera fidelidad", afirman Amador Fernández-Savater y David Cortés en el artículo Por una memoria viva de Mayo del 68, "no pasa por repetir, sino por volver a crear (...). Mayo no es una respuesta, un patrimonio ni una lección, sino un exceso, una interrogación, una discontinuidad, un desafío, una apertura de la historia que nos atraviesa hoy. ¿De qué modo? Proponiéndonos re-pensar lo político a distancia de la política". Para contribuir a la construcción de esa "memoria viva", el encuentro Semillas y gérmenes propició un diálogo transversal intergeneracional entre investigadores y/o militantes que están implicados en luchas actuales y protagonistas directos de las acciones y movilizaciones que se llevaron a cabo en Francia (y en otros países) durante aquellos años. Por su parte, el ciclo de proyecciones Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68 ha intentado traspasar la "pantalla de mediaciones" que se ha construido en torno a este acontecimiento ofreciendo una serie de trabajos cinematográficos que "están atravesados por las mismas interrogaciones, búsquedas y rechazos" que se manifestaron entonces. Filmes en los que "Mayo del 68 habla por sí mismo"1, en los que las preguntas, propuestas y críticas radicales que este movimiento (se) planteó adquieren un papel central, condicionando tanto su contenido como su lenguaje, tanto su proceso de producción y realización como el modo en que se distribuyen y exhiben.
Como indica el título del ciclo (que está tomado de un texto aparecido en el nº 1 de la revista Internationale situationniste), estas películas están, al mismo tiempo, contra el cine -pues plantean un pleno cuestionamiento de las formas, modelos y narrativas cinematográficas hegemónicas- y con el cine -pues constituyen una afirmación de las posibilidades del medio fílmico para registrar, transmitir, acompañar, analizar e incluso impulsar ciertos procesos de transformación social.
PROGRAMA EN SEVILLA La mayor parte de los filmes incluidos en el programa se realizaron "al calor" de las revueltas de Mayo (entre 1967 y 1970) y, según David Cortés, se podría decir que en sus fotogramas "el 68 aún está vibrando". Son películas que, por tanto, no están contaminadas por la marea de interpretaciones que se ha generado en torno a este acontecimiento2 y que desmienten el blanqueo actual del recuerdo de Mayo, expurgado de violencia, de conflicto y de política. Hay que tener en cuenta que sus autores no pretendían únicamente documentar lo que ocurría, sino también utilizar el cine como una herramienta política. Uno de los ejemplos más ilustrativos de esto son los cinétracts, cortometrajes en blanco y negro, sin sonido y muy breves -nunca superaban los cinco minutos de duración- que tenían una clara finalidad contrainformativa. Al modo de los carteles, los panfletos o las pintadas en los muros, los cinétracts (que se podría traducir como "cine-octavillas") eran anónimos -un anonimato tras el que se ocultaban cineastas profesionales como Jean-Luc Godard, Alain Resnais o Chris Marker- y, por su propia naturaleza, tenían una factura muy rudimentaria (se realizaban con medios muy precarios, buscando ahorrar costes y responder con rapidez a todo lo que estaba pasando).
A juicio de David Faroult un análisis de cómo la insurrección del 68 afectó al ámbito cinematográfico no debe obviar la creación el 17 de mayo de 1968 de los Estados Generales del Cine francés (États Généraux du Cinema français), una especie de "institución" revolucionaria que pretendía dotar al cine galo de nuevas estructuras, transformando radicalmente sus dinámicas industriales e institucionales. Una de sus primeras iniciativas fue el envío de un comunicado al Festival de Cannes instando a directores, productores, distribuidores, actores, críticos y miembros del jurado a que se opusieran a la continuación del certamen (que había empezado el día 10 de mayo) y manifestaran públicamente su "solidaridad con los trabajadores y estudiantes en huelga". Tras intensos y acalorados debates y algún que otro incidente (por ejemplo, la suspensión de la proyección de la película Peppermint frappé, de Carlos Saura, porque varias personas -entre ellas Godard- se colgaron de un telón para impedir que se emitiera), se consiguió forzar la clausura del festival, algo que no ha ocurrido en ninguna otra edición. Desde los Estados Generales del Cine también se decidió que los trabajadores de las empresas y entidades vinculadas con el mundo audiovisual debían secundar la huelga, aunque se autorizaba el rodaje, revelado y montaje de películas siempre y cuando éstas no estuvieran firmadas y hablaran de los problemas del movimiento obrero y estudiantil (como los cinétracts). Esta institución revolucionaria también declaró que no reconocía la "existencia, representatividad y reglamentos" del Centro Nacional de Cinematografía (Centre National de la Cinématographie)3 y puso en marcha una serie de comisiones para estudiar el rumbo que debía seguir el cine francés (de hecho, llegaron a redactarse varias propuestas, pero al no lograr consensuar una síntesis de las mismas, finalmente sólo se aprobó una moción muy genérica que hablaba de la necesidad de poner el cine al servicio del pueblo). A su vez, a instancia de los Estados Generales del Cine, el fotógrafo y cineasta estadounidense William Klein filmó lo que estaba sucediendo por las calles del Barrio Latino de París. Con esas grabaciones, Klein montó diez años después Grands soirs et petits matins, un documental incluido en el programa de este ciclo que, recusando cualquier tentación de didactismo (por ejemplo, no hay voz en off), logra apresar "la naturaleza más honda del acontecimiento", aquello que, como se decía en el folleto del encuentro Semillas y gérmenes, "el discurso apenas puede aferrar: la toma de palabra, la ocupación de la calle, la autoorganización, la sorpresa, lo cotidiano subvertido, etc.".
El ciclo Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68 ha incluido la proyección de A bientôt, j'espère (1967), un documental que dirigió Marker junto a Mario Marret en el que se retrata de manera directa la huelga que se llevó a cabo en la planta textil de Rhodiaceta, en la localidad de Besançon, en marzo de 1967, así como de La Charnière (1968), película sin imagen que recoge el debate que mantuvieron ambos realizadores con los obreros de esta planta textil tras el estreno de A bientôt, j'espère. Ese debate fue el origen de la experiencia colectiva de los Grupos Medvedkin, de los que se han presentado cinco trabajos: Classe de Lutte (1968) que es, en gran medida, un "retrato fílmico" de Suzanne Zédet, obrera de la fábrica Kelton-Timex que militaba en la CGT; Nouvelle société No. 5 - 7 (1969), una serie de cortometrajes en los que se denuncia la alienación en todos los planos de la existencia -no sólo en el laboral- que sufren los trabajadores en las sociedades capitalistas; Rhodia 4x8 (1969), pieza en la que se muestran los extenuantes y repetitivos ritmos de trabajo en la planta textil de Rhodiaceta utilizando como "banda sonora" una canción de la cantautora francesa Colette Magny; Lettre à mon ami Pol Cèbe (1970), un original cortometraje realizado en colaboración con Michel Desrois que se estructura en torno a un plano secuencia filmado desde dentro de un automóvil en marcha; y Sochaux, 11 Juin 68 (1970), documental que rememora uno de los episodios más brutales de represión gubernamental del Mayo francés (episodio que es ignorado por la mayor parte de los relatos que se realizan sobre este acontecimiento): el 11 de junio de 1968, la Policía decidió desalojar a los huelguistas de la fábrica de Peugeot de Sochaux, provocando dos muertos y más de 150 heridos. La apuesta por la autoría colectiva y por evitar la distinción jerárquica entre las distintas personas que participan en la realización de una película hizo que aparecieran grupos como ARC o Dziga Vertov y que se llevaran a cabo filmes como Loin du Vietnam (1967). Este último es un largometraje colectivo que plantea una crítica contundente del colonialismo y en el que colaboraron directores como Jean-Luc Godard, Chris Marker, Alain Resnais, Claude Lelouch, William Klein o Agnès Varda. Cineastas que decidieron unirse para, en sus propias palabras, "afirmar, mediante el ejercicio de su profesión, la solidaridad con el pueblo vietnamita en lucha frente a la agresión estadounidense".
CA 13, comité d'action du 13 ème arrondissement de Paris es un cortometraje que describe la actividad de un "comité de acción", tal vez la creación organizativa más importante del Mayo francés. Hay que tener en cuenta que estos comités, que estaban articulados por distritos, jugaron un papel esencial en el sostenimiento cotidiano de la insurrección, pues se encargaban de la "logística" que permitía que se llevaran a cabo las movilizaciones y acciones de protestas. Se calcula que en París llegó a haber unos quinientos comités de acción, algunos de los cuales se mantuvieron en activo durante varios años.
En 1969, Jean-Luc Godard creó junto a otros cineastas como Jean-Pierre Gorin o Jean Henri-Roger el grupo Dziga Vertov que entre ese año y 1972 llevaría a cabo una serie de películas militantes (Pravda, Vent D'Est, Lotte in Italia, Vladimir et Rosa, Letter to Jane: an investigation about a still...) partiendo de las ideas de Mao Tse Tung y de la relectura del marxismo que propuso el filósofo francés Louis Althusser. En el ciclo Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68 se ha proyectado Un film comme les autres (1968) que aunque se realizó antes de que se pusiera en marcha el grupo Dziga Vertov, Godard decidió que se incluyera dentro de la filmografía de este colectivo. Un gesto que, según David Faroult, refleja que la decisión de Godard de apostar por un cine colectivo en el que se diluyera la marca autorial se fraguó en Mayo del 68.
Desde esas premisas rueda a finales de agosto de 1968 Un filme comme les autres, una "antipelícula", en palabras de David Faroult, estructurada en torno al diálogo que mantienen tres obreros de la fábrica Renault de Flins y dos estudiantes de la Universidad de Nanterre (a quienes sólo se les ve parcialmente) sobre qué hacer tras las revueltas de Mayo: ¿cómo dar continuidad al movimiento?, ¿cómo organizarse?, ¿cómo abordar la cuestión de la toma de poder?.... Ese diálogo se entrecuza y superpone con imágenes de la insurrección (muchas de ellas filmadas por el grupo ARC) y textos de diversos escritores, filósofos y políticos de la época (entre ellos Guy Debord). A juicio de Faroult, Un filme comme les autres ("un titulo paradójico ya que quizás no haya ninguna película como ésta", aseguró) representa uno de los casos más significativos de la emergencia a finales de la década de los sesenta de distintas prácticas e iniciativas fílmicas que estaban "con y contra el cine", pues al tiempo que articulaban una crítica radical de las "estructuras, modelos y narrativas cinematográficas hegemónicas", utilizaban el cine para intentar mostrar e impulsar nuevas formas de politización y resistencia, nuevos modos de concebir el lazo social y la construcción de comunidad. Por su complejidad y radicalidad -tanto política como estética- es una película que no resulta fácil de ver, pero que, en opinión de David Faroult, nos ayuda a entender el profundo "trastorno" vital e ideológico que experimentaron muchas personas (incluyendo el propio Jean-Luc Godard) en Mayo del 68. "Un trastorno", precisó Faroult, "que les llevó a cuestionar el sistema en su conjunto y que hizo que en sus vidas hubiera un antes y un después de este acontecimiento". En el ciclo Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68 se han presentado una serie de películas que, al igual que Un filme comme les autres, se "rebelan" contra las convenciones formales y narrativas del cine, planteando que dichas convenciones no son inocuas sino que sirven para asentar y legitimar la "lógica capitalista". En unos casos, esa rebelión, esa voluntad de ruptura de las formas cinematográficas imperantes, se traduce en el uso de inéditos procedimientos de montaje -como en Le Soulèvement de la Jeunesse en Mai 68 (1968), de Maurice Lemaître, una cinta que crea una especie de ficción documental mezclando imágenes de diversa procedencia con análisis teóricos de Mayo del 68 y textos letristas- o en la aplicación de efectos visuales (filtros de color, superposiciones, juegos de desenfoques...) que generan una sensación de irrealidad, de subversión del orden cotidiano -como en Révolution n'est qu'un début. Continuons le combat (1968), film sin sonido y muy influido por la estética psicodélica que dirigió el actor parisino Pierre Clémenti (que ha trabajado con cineastas como Luis Buñuel, Pier Paolo Pasolini o Luchino Visconti).
El programa en Sevilla del ciclo Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68, que ha ofrecido más de veinte trabajos cinematográficos (muchos de ellos no estrenados hasta la fecha en España), se cerró con la proyección de dos películas que muestran el proceso de desactivación y derrota de este movimiento insurreccional: La reprise du travail aux usines Wonder (1968), de Jacques Willemont y Reprise (1996), de Hervé Le Roux. En la cinta de Willmenont aparece un grupo de trabajadores en la puerta de la fábrica de pilas Wonder de Saint-Ouen. Entre ellos hay una mujer que grita furiosa que no piensa volver a trabajar y que aceptar las condiciones pactadas por los sindicatos es regresar a la rutina de dominio y sumisión contra la que se habían rebelado. Rodado veintisiete años después, Reprise es un extenso documental en el que el cineasta francés Hervé Le Roux localiza y entrevista a varios testigos directos de ese gesto de furia y rebeldía (y también a otras personas relacionadas con la mujer y/o con la fábrica de pilas Wonder de Saint-Ouen), al tiempo que propone una reflexión coral sobre la situación de las clases populares en la Francia de los años noventa.
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