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Presentación general del encuentro Semillas y gérmenes |
Desde la convicción de que la memoria es un espacio de lucha (especialmente cuando lo que se recuerda es algo que cambió el curso de las vidas y que alteró el orden social), el proyecto Mayo del 68: el comienzo de una época surge con la intención de contribuir a la construcción de una "memoria viva" (una "memoria activa") de este acontecimiento. Hay que tener en cuenta que durante los últimos cuarenta años se ha ido fabricando una "memoria reactiva" (política, mediática, cultural) en torno a Mayo del 68 que convierte "la mayor huelga general de la historia de Francia y la única insurrección generalizada que ha experimentado el mundo desarrollado en la segunda mitad del siglo XX" (Kristin Ross) en una simple “algarada estudiantil” que se circunscribió a la ciudad de París o, en todo caso, en un conflicto estrictamente generacional y cultural (una especie de revolución sexual desprovista de carga política) que propició una aceleración brusca de la modernidad (explosión del individualismo hedonista, liberación de las costumbres...). Desde la convicción de que la memoria es un espacio de lucha (especialmente cuando lo que se recuerda es algo que cambió el curso de las vidas y que alteró el orden social), el proyecto Mayo del 68: el comienzo de una época surge con la intención de contribuir a la construcción de una "memoria viva" (una "memoria activa") de este acontecimiento. Hay que tener en cuenta que durante los últimos cuarenta años se ha ido fabricando una "memoria reactiva" (política, mediática, cultural) en torno a Mayo del 68 que convierte "la mayor huelga general de la historia de Francia y la única insurrección generalizada que ha experimentado el mundo desarrollado en la segunda mitad del siglo XX" (Kristin Ross) en una simple “algarada estudiantil” que se circunscribió a la ciudad de París o, en todo caso, en un conflicto estrictamente generacional y cultural (una especie de revolución sexual desprovista de carga política) que propició una aceleración brusca de la modernidad (explosión del individualismo hedonista, liberación de las costumbres...). En la presentación del encuentro Semillas y Gérmenes, Amador Fernández-Savater, co-director de la revista Archipiélago y de la editorial Acuarela, aseguró que el proceso de banalización y despolitización del Mayo francés no es inocente, sino que busca "neutralizar" su potencial transformador, ignorando e invisibilizando las rupturas y los disfuncionamientos que produjo, las nuevas formas de concebir el lazo social y la articulación entre vida y política que canalizó y/o generó. Frente a esa "memoria reactiva" -promovida tanto desde la derecha como desde ciertos sectores de la izquierda-, una "memoria viva" (política) del 68 no debe limitarse a contrarrestar las falsificaciones históricas y simplificaciones interpretativas que se han realizado sobre este acontecimiento (esto es, a restaurar su "verdad revolucionaria"), sino que también tiene que preguntarse cosas como ¿de qué modo puede conectarse lo que entonces sucedió y se vivió (se sintió, se pensó, se intuyó) con los desafíos y las exigencias del presente?, ¿hasta que punto el recuerdo del 68 puede servir como fuente de inspiración e interrogación para pensar e impulsar nuevas formas de politización y resistencia?, ¿qué sentido tiene su crítica radical a la vida cotidiana en un momento en el que la "alienación" no sólo afecta al ámbito laboral sino a todas las esferas de la vida de los ciudadanos? Según Amador Fernández-Savater, Mayo del 68 supuso la emergencia de una serie de preguntas radicales que siguen marcando la búsqueda de "espacios de lo político fuera, al margen y contra lo político instituido: ¿qué es una vida política? (...) ¿cómo nos organizamos sin jerarquizar o centralizar? (...) ¿qué papel tiene un militante cuando ya no se trata de dirigir, representar o adoctrinar a otros?". Las respuestas concretas que entonces se dieron fueron muy numerosas y diversas -comités de acción, ocupación de fábricas, reapropiación de la calle, toma de palabra...- pero se han analizado muy poco, como si no tuvieran valor frente a los relatos confesionales de los supuestos líderes y vedettes del movimiento (que sí han suscitado gran atención mediática). En este sentido, Fernández-Savater considera que "el mito del 68 es un mito vacío" y extremadamente difuso, lo que en gran medida ha provocado que este acontecimiento pueda relacionarse casi con cualquier cosa: desde el relativismo postmoderno y su ética y estética del todo vale hasta la miseria existencial contemporánea (narcisismo, divorcios, soledad...). "En torno a Mayo del 68", precisó, "se han dicho muchas cosas pero hay un gran desconocimiento sobre cómo funcionó concretamente y nada o casi nada se sabe sobre las prácticas organizativas que se idearon o sobre las experiencias políticas y teóricas que anticiparon esta insurrección política y existencial". En cualquier caso, la construcción de una "memoria viva" del 68 que establezca una continuidad entre este movimiento y las luchas actuales no implica convertirlo en un modelo a imitar (no hay recetas mágicas ni soluciones universales que sean válidas para cualquier contexto geográfico, cultural e histórico), sino que debe basarse en una reformulación de las preguntas y propuestas que este acontecimiento planteó a partir de los desafíos y exigencias del presente . "La búsqueda de la radicalidad", se señala en el folleto de presentación del proyecto Mayo del 68: el comienzo de una época, "pasa por la radicalidad de la búsqueda, es decir, por hundir el pensamiento y la creación en la propia experiencia, en la propia época, en la propia carne". Sin duda, muchas de las cuestiones que el 68 puso en primer plano (el valor de la igualdad, la politización de la gente cualquiera, la idea de que toda representación -política, sindical, intelectual- despotencia lo representado...) continúan ocupando un papel central en el debate político contemporáneo. Pero hoy vivimos en una "sociedad despolitizada" (Santiago López Petit) que, a diferencia de la sociedad burocrática (contra la que se gestó y desarrolló el Mayo francés) moviliza la vida en lugar de reprimirla. El objetivo ahora no es combatir la imposición alienante de sentido (disciplina, burocracia, represión) sino la ausencia de condiciones de sentido (precarización generalizada de la vida, movilización forzada, sobresaturación informativa), por lo que las herramientas teóricas y organizativas que se desarrollaron en torno al 68 ya no sirven para abrir "espacios de lo político fuera, al margen y contra lo político instituido", aunque siguen siendo muy útiles como fuente de "inspiración e interrogación". En su intento de contribuir a la recreación de una "memoria viva" del 68, el encuentro Semillas y géneros ha propiciado un diálogo transversal intergeneracional entre investigadores y/o militantes que están implicados en luchas actuales y protagonistas directos de las acciones y movilizaciones que se organizaron en Francia (y en otros países) durante aquellos años. Según Amador Fernández-Savater, la presencia de estos últimos es de un enorme valor porque rompe con la idea de que todos los protagonistas del 68 han terminado arrepentidos de lo que hicieron (concibiéndolo como un "error de juventud"), han utilizado su participación en el acontecimiento para escalar en su carrera (política, mediática, literaria, filosófica...) o han caído en una dinámica autodestructiva. "Muchos sortearon esas opciones", subrayó, "y sus capacidades de pensamiento crítico, lucha y resistencia siguen ahí, como una exigencia para las nuevas generaciones". Desde la conciencia de que el discurso tiene muchas limitaciones a la hora de transmitir la intensidad y complejidad de lo que ocurrió (y se vivió y sintió) en el 68, este proyecto ha decidido complementar sus sesiones teóricas con la proyección de una serie de trabajos cinematográficos que, de algún modo, muestran "por la vía de lo sensible" aspectos que un acercamiento estrictamente discursivo no logra aferrar: la vivencia de "la interrupción del orden cotidiano", la aparición de "nuevas formas de politización y sensibilidad allí donde nadie preveía que pudiera surgir nada", la emergencia de "alianzas imprevisibles entre personas que no estaban destinadas a encontrarse", "la celebración colectiva de una existencia súbitamente reconquistada"... Las proyecciones que se han ofrecido en este primer encuentro (Grands soirs et petits matins, de William Klein; A bientôt, j'espère, de Chris Marker y Mario Marret; La Charnière, del Grupo Medvedkine de Besançon; y Sur le passage de quelques personnes… y Critique de la séparation, de Guy Debord) se inscriben dentro de un ciclo más amplio que bajo el título Con y contra el cine: en torno al 68 se presentará en mayo de 2008 en Sevilla, Barcelona y Madrid. "Elegimos este título (que está tomado de un texto aparecido en el número 1 de la revista Internationale Situationniste", explicó David Cortes Santamarta, co-director del ciclo, en la presentación de Semillas y gérmenes, "porque en los trabajos seleccionados se plantea una crítica y un cuestionamiento de las formas hegemónicas del relato audiovisual al tiempo que se defiende la posibilidad del medio fílmico para intervenir, registrar y generar un debate sobre las condiciones de vida y la política contemporáneas”. Un elemento que tienen en común todas las películas del ciclo es que son frutos de una reflexión -más o menos intelectualizada- sobre cómo hacer un cine político o militante. En unos casos, esa reflexión lleva a una experimentación formal y narrativa radical (como en las propuestas de Guy Debord) o a prescindir conscientemente de recursos característicos del documental (por ejemplo, William Klein renuncia a la voz en off en Grands soirs et petits matins); en otros, permite una cooperación entre cineastas y obreros (A bientôt, j'espère, La Charnière) que, a veces, "pasan a la acción" y comienzan a realizar sus propias películas, a convertirse en sujetos creadores (como hicieron los grupos Medvedkin, Slon, Dziga Vertov o ARC). Esa reflexión también conduce a la gestación de unos pequeños cortometrajes anónimos, los llamados ciné-tracts, que funcionaron como auténticos "panfletos cinematográficos" contrainformativos durante las revueltas de Mayo del 68. "Estas prácticas cinematográficas", señaló David Cortes, "están atravesadas por las mismas preguntas radicales que activaron la insurrección política y existencial de Mayo del 68". Pero, a diferencia de otras producciones gráficas y audiovisuales que existen sobre este acontecimiento -desde las fotografías que tomaron Henri Cartier-Bresson o Bruno Barbey en las calles de París durante las revueltas hasta ficciones cinematográficas que describen el 68 como una especie de catarsis generacional (Soñadores, de Bernardo Bertolucci, Les amants reguliers, de Philippe Garrel...)-, han tenido muy poca difusión y hasta la fecha sólo se han proyectado en circuitos muy minoritarios.
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