Semillas            y gérmenes es la primera convocatoria del proyecto Mayo del 68:            el comienzo de una época que está dirigido por Amador Fernández-Savater            y organizado por la Universidad Internacional de Andalucía-UNIA arteypensamiento            en co-producción con la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona y la Sociedad            Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC-adscrita al Ministerio de            Cultura) y con la colaboración del Instituto Francés de Barcelona y            la revista Archipiélago. Este proyecto también incluye la organización            de un segundo encuentro en Sevilla el próximo mes de mayo -donde, entre            otras cosas, se proyectará el programa completo del ciclo Con y contra            el cine: en torno al 68 (del que en Semillas y gérmenes se            ha ofrecido una especie de prólogo)-, así como la edición de una serie            de publicaciones en las que se recogerá una selección de los distintos            materiales que se han ido (y se vayan) generando durante su gestación            y desarrollo. Celebrado entre el 12 y el 16 de noviembre de 2007 en            la sede de La Cartuja (Sevilla) de la Universidad Internacional de Andalucía,            el encuentro Semillas y gérmenes se ha estructurado en torno            a un conjunto de mesas redondas en las que se ha analizado, por ejemplo,            cómo se podría configurar una "memoria            viva" del 68  que posibilite contrarrestar el discurso reactivo que            banaliza y despolitiza este acontecimiento al describirlo como un conflicto            estrictamente generacional y cultural; cuáles fueron los factores            contextuales y las prácticas y experiencias políticas            y teóricas            que anticiparon esta insurrección política y existencial; o cómo puede            conectarse el recuerdo del 68 con las luchas del presente (un            presente marcado por un proceso de precarización general de la vida)            y contribuir a pensar e impulsar nuevas formas de politización y resistencia.            En el marco de Semillas y gérmenes también se organizó el seminario            interno ¿Qué significa una memoria política del 68?, donde se            recurrió a un debate más informal para profundizar en algunas de las            cuestiones planteadas en las mesas redondas. 
 
 Desde la convicción de que la memoria es un espacio de lucha (especialmente cuando lo que se recuerda es algo que cambió el curso de las vidas y que alteró el orden social), el proyecto Mayo del 68: el comienzo de una época surge con la intención de contribuir a la construcción de una "memoria viva" (una "memoria activa") de este acontecimiento. Hay que tener en cuenta que durante los últimos cuarenta años se ha ido fabricando una "memoria reactiva" (política, mediática, cultural) en torno a Mayo del 68 que convierte "la mayor huelga general de la historia de Francia y la única insurrección generalizada que ha experimentado el mundo desarrollado en la segunda mitad del siglo XX" (Kristin Ross) en una simple “algarada estudiantil” que se circunscribió a la ciudad de París o, en todo caso, en un conflicto estrictamente generacional y cultural (una especie de revolución sexual desprovista de carga política) que propició una aceleración brusca de la modernidad (explosión del individualismo hedonista, liberación de las costumbres...).
 
 
 La construcción de una "memoria viva" de Mayo del 68 no pasa única y exclusivamente por restaurar la "verdad revolucionaria" de este acontecimiento (esto es, por demostrar que fue una autentica revuelta política y no sólo el fruto de un conflicto generacional -una mera "algarada estudiantil"- como plantean ciertos discursos revisionistas que han proliferado en los últimos años), sino que también debe buscar "hilos de continuidad" entre este movimiento y las luchas del presente. Sólo así, el recuerdo del 68 -de las preguntas radicales que entonces se formularon, de las praxis políticas y existenciales subversivas que propició y/o canalizó...- puede servir como fuente de inspiración e interrogación para pensar e impulsar nuevas formas de politización y resistencia.
 
 
 Durante los últimos cuarenta años se ha ido construyendo una “memoria reactiva” en torno a Mayo del 68 que describe este acontecimiento como una simple “algarada estudiantil”. De este modo intenta domesticar el recuerdo del 68, neutralizar su potencial transformador y la posibilidad de que las preguntas radicales que planteó y las prácticas políticas y existenciales que propició y/o canalizó puedan conectarse con las luchas del presente. En la segunda jornada del encuentro Semillas y gérmenes se analizó cómo ha operado y opera esta "memoria reactiva", indagando en las distintas fases que ha tenido el proceso de trivialización y despolitización de Mayo del 68. Un proceso que arranca a principios y mediados de los años setenta con la irrupción en la escena mediática de los llamados "Nuevos Filósofos" y llega hasta nuestros días, cuando Nicolas Sarkozy, actual Presidente de la República Francesa, ha convertido la crítica de la "herencia del 68" en uno de los puntos centrales de su programa político.
 
 
 La “memoria reactiva” que se ha fabricado en          torno a Mayo del 68 suele presentar este acontecimiento como un suceso          insólito e inesperado que apareció “como caído          del cielo” y no condujo a nada (sólo al arrepentimiento o          la autodestrucción de sus protagonistas). Sin embargo, Prisca Bachelet,          Jean-Pierre Duteuil (dos integrantes activos de este movimiento que no          se arrepienten de haber participado en el mismo) y Kristin Ross consideran          que está arraigado en “malestares y procesos de nueva politización”          que experimentó la sociedad francesa durante los años sesenta:          desde las acciones y movilizaciones que se organizaron contra conflictos          bélicos como la Guerra de Argelia o la Guerra de Vietnam, hasta          la emergencia de luchas obreras y estudiantiles que denunciaban la alineación          burocrática, pasando por la fértil actividad de ciertas          “minorías” intelectuales (Socialismo o Barbarie, la Internacional          Situacionista,...) que elaboraron una crítica teórica radical          de las nuevas formas de dominación que estaban apareciendo. 
 
 
 A finales de los años cincuenta y principios de          los sesenta, algunos colectivos revolucionarios como Socialismo o Barbarie          (SoB) o la Internacional Situacionista (IS) comenzaron a articular su          proyecto crítico en torno a la idea de que había que poner          el énfasis en los aspectos subjetivos de la lucha política          y “politizar” la vida cotidiana y los malestares existenciales.          De algún modo, estos colectivos minoritarios anticiparon el Mayo          francés, pues en sus análisis teóricos y elaboraciones          poéticas ya se plantean muchas de las preguntas radicales que se          formularon durante las revueltas del 68 (preguntas que en los procesos          de politización clásicos nunca se habían realizado):          ¿cómo fundir vida y política, existencia y palabra?,          ¿qué se debe hacer para huir de una lógica organizativa          jerárquica y centralista?, ¿cómo se pueden romper          los roles sociales y culturales pre-establecidos y propiciar una igualdad          real y duradera?, ¿cómo conseguir una transformación          personal y colectiva sin tomar el poder?... Paradójicamente, estas          "minorías revolucionarias" no lograron sobrevivir a un          acontecimiento que habían contribuido a generar. Así, la          Internacional Situacionista se autodisolvió en 1972, mientras que          Socialismo o Barbarie ni siquiera estaba en activo durante la insurrección          de 1968 (pues después de sucesivas escisiones, se había          disuelto el año anterior). 
 
 
 Hoy vivimos en una "sociedad despolitizada"          que, a diferencia de la sociedad burocrática (contra la que se          gestó y desarrolló el Mayo francés) moviliza la vida          en lugar de reprimirla, haciendo de cada uno de nosotros empresario de          sí mismo. El objetivo ahora, por tanto, no es combatir la imposición          alienante de sentido, sino la ausencia de condiciones de sentido, por          lo que las herramientas teóricas y organizativas que se desarrollaron          en torno al 68 ya no nos sirven para abrir "espacios de lo político          fuera, al margen y contra lo político instituido", aunque          sí siguen siendo muy útiles como fuente de "inspiración          e interrogación".
 
 
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