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Conferencia de Arantxa Rodríguez: Reinventar la ciudad. Paradojas de la urbanización neo-liberal en

Arantxa RodríguezEn las dos últimas décadas, la "punta de lanza" de las estrategias de revitalización urbanística han sido los llamados "grandes proyectos urbanos" (GPUs) que tienen como objetivo fundamental la regulación estructural del tejido físico y económico a través de la reconversión de amplios espacios abandonados y/o degradados de una ciudad o área metropolitana. Durante su intervención en las jornadas Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte), Arantxa Rodríguez, profesora titular de Economía Aplicada en la Universidad del País Vasco, analizó las implicaciones políticas, económicas, sociales y culturales de este modelo de re-ordenación de lo urbano que se articula en torno a la puesta en marcha de proyectos "banderas" o "emblemáticos". Para ello se basó en los datos de un proyecto de investigación comparada -URSPIC (Urban Redevelopment and Social Polarisation in the City)- que se realizó entre 1999 y 2001 en trece ciudades europeas de características y escalas muy diversas, desde urbes "globales" como Londres hasta localidades de tamaño medio como Lille, Birmingham o Bilbao, pasando por "ciudades de rango nacional primario" como Lisboa o Copenhague. "En este proyecto", explicó Arantxa Rodríguez, "examinamos los cambios en la formulación y gestión de la política urbana que se han producido a nivel global en los últimos veinte años, utilizando como eje analítico grandes intervenciones urbanísticas que se estaban desarrollado entre 1999 y 2001 en estas trece ciudades".

Aunque estos proyectos "banderas" o "emblemáticos" no son una innovación urbanística en sí mismos, Arantxa Rodríguez considera que nunca han jugado un papel tan importante en la configuración de la política urbana como en la actualidad. Hay que tener en cuenta que estos proyectos -que exigen el desarrollo de nuevas modalidades de gestión y la participación de un amplio y variado grupo de actores sociales e institucionales- no sólo tienen una enorme influencia sobre las ciudades y áreas metropolitanas donde se realizan, sino que, a día de hoy, son necesarios para afrontar cualquier tipo de reconversión urbana.

Pero, ¿que son exactamente los grandes proyectos urbanos (GPUs)? Arantxa Rodríguez los define como intervenciones urbanísticas a gran escala puntuales y fragmentadas que suelen estar desligadas de los planes generales de ordenación urbana de una ciudad, implican una gran diversidad de actuaciones, propician la emergencia de nuevas "dinámicas institucionales y modos de gobernanza" y buscan, ante todo, la regeneración socioeconómica de espacios abandonados y/o degradados, en muchos casos, antiguas instalaciones fabriles que convierten en prósperas zonas de negocio y/o residenciales (como se ha hecho con la zona portuaria de Abandoibarra de Bilbao, donde actualmente se ubica el Museo Guggenheim y el Palacio Euskalduna de Congresos y de la Música).

Arantxa RodríguezA juicio de Arantxa Rodríguez, la importancia que han adquirido en los últimos años los GPUs refleja la profunda transformación que está experimentado la política urbanística. Hay que tener en cuenta que los cambios socioeconómicos y políticos que provoca la globalización neoliberal (recomposición de la jerarquía de sectores y localizaciones, declive industrial, aumento del trabajo precario, fuerte deterioro medioambiental...) ha hecho que se reorienten las prioridades de la gestión urbana. "Ésta", aseguró Arantxa Rodríguez, "se ha adaptado a los imperativos de la reestructuración competitiva global, concibiendo los GPUs como iniciativas necesarias para impulsar una regeneración de las ciudades y áreas metropolitanas".

La centralidad de los GPUs en la política urbanística se enmarca, por tanto, en un contexto caracterizado por la crisis del modelo industrial fordista y del urbanismo regulador (que fue el que posibilitó la construcción de la ciudad moderna). Crisis que ha generado una reestructuración competitiva global y que ha hecho que en las políticas urbanas se prescinda cada vez más de los modelos clásicos de intervención pública. No hay que olvidar que, a día de hoy, ante la imposibilidad de llevar a cabo inversiones a fondo perdido, el sector público sólo emprende operaciones urbanísticas que pueda rentabilizar. En Bilbao, por ejemplo, se inició la costosa reurbanización de la zona de Abandoibarra porque se preveía que con esa operación, el suelo se revalorizaría, lo que permitiría recuperar la inversión realizada. "Esta lógica especulativa", advirtió Arantxa Rodríguez, "ha guiado la mayoría de las grandes intervenciones urbanísticas que se analizaron en el marco del proyecto URSPIC".

En la actualidad, la prioridad de la política urbanística es el crecimiento económico y el desarrollo de nuevas posibilidades de negocio, de modo que sustituye el enfoque gestor y regulador característico del urbanismo Fordista-Keynesiano por un "enfoque empresarial y proactivo" que intenta atraer inversiones privadas y que subordina los objetivos sociales a criterios de eficiencia y competitividad. Se apuesta así por fórmulas de intervención pública más flexibles (menos burocratizadas y regularizadas) que se justifican con una retórica de competitividad y propician una progresiva privatización de la gestión urbana. "La búsqueda de la competitividad", subrayó Arantxa Rodríguez, "se ha convertido en el principal argumento de la política urbanística que se percibe como un instrumento clave para la gestión local de la economía global". Todo esto posibilita que los grandes proyectos urbanos se diseñen y desarrollen al margen del resto de las intervenciones urbanas cuyos presupuestos a menudo se ven afectados por la prioridad que se otorga a dichos GPUs (que suelen estar gestionados por entidades creadas ad hoc en las que participan numerosos agentes, muchos de ellos con intereses privados).

En este punto de su intervención, Arantxa Rodríguez analizó el caso paradigmático de Bilbao que en poco más de diez años se ha convertido, parafraseando a la francesa Ariella Masboungi, en la "nueva meca del urbanismo internacional". De hecho, su proyecto de regeneración urbana se presenta con frecuencia como un modelo a seguir por otras ciudades industriales intensamente afectadas por la crisis del fordismo. No hay que olvidar que a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, Bilbao y su área metropolitana (que agrupa a una treintena de municipios) era un ejemplo claro de zona urbana de antigua industrialización en declive, con una altísima tasa de desempleo, una segmentación socio-espacial muy acusada y una infraestructura terciaria mínima. Según la autora de Innovación, competitividad y regeneración urbana. Los espacios retóricos de la "ciudad creativa" en el nuevo Bilbao, ese declive se vio agravado por una falta de coordinación institucional y por un diagnóstico erróneo de sus causas que hizo que se priorizaran las políticas macroeconómicas y sectoriales sobre las territoriales.

Arantxa RodríguezBilbao fue además la última de las grandes ciudades del Estado español que elaboró un plan de ordenación general de su territorio. Pero cuando lo hizo -finales de los años ochenta (un momento en el que desde el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo se promovió una "política de ciudades" que dio como resultado los grandes eventos que se celebraron en Barcelona y Sevilla en 1992)- incorporó ya el "enfoque empresarial y competitivo" que caracteriza el urbanismo actual. "Era ya un plan de proyectos", recalcó Arantxa Rodríguez, "que ponía el urbanismo al servicio de la regeneración socio-económica, identificando 'áreas de oportunidad' (como la zona portuaria de Abandoibarra) y planteando iniciativas específicas para las mismas. Iniciativas diseñadas al margen -y, con frecuencia, en perjuicio- del resto de las intervenciones urbanas que se desarrollaban en la ciudad".

Seguía así un modelo de planificación de ordenación general del territorio en el que el urbanismo se concibe como una "herramienta de marketing" que intenta propiciar el crecimiento económico (atrayendo nuevas inversiones y/o consumidores). Un urbanismo especulativo que, según Arantxa Rodríguez, sólo busca una "regeneración física, morfológica, de diseño", priorizando lo económico sobre lo social y entendiendo la ciudad como un producto que hay que vender y consumir (y no como un espacio que hay que construir y habitar). Este modelo de política urbanística que tiene en los GPUs su "punta de lanza" (y que en la actualidad es el dominante), se ha articulado en el caso específico de Bilbao en torno a una serie de infraestructuras y de "proyectos banderas" diseñados por "arquitectos estrellas" (Arata Isozaki, Norman Foster, Frank Gehry, Santiago Calatrava, Rafael Moneo, César Pelli, Jean Nouvel, Tadao Ando, Zaha Hadid...), desde la creación de la nueva terminal del aeropuerto a la construcción de varios edificios singulares (Museo Guggenheim, Bilbao Exhibition Centre-BEC...), pasando por la puesta en marcha de una Red de Metro o la modernización y ampliación de las antiguas instalaciones portuarias. Proyectos que, como ha ocurrido con la mayor parte de los GPUs que se han desarrollado en Europa en los últimos años, aunque se han justificado con un discurso "empresarialista" y mercantil, han sido promovidos, liderados y, en gran medida, financiados por el sector público.