El            abandono de la ordenación del territorio y de la configuración de los            espacios públicos y privados (y/o la confusión de éstos) en manos de            un libre mercado profundamente especulador y antidemocrático, constituye            un fenómeno que exigiría una respuesta global y cohesionada de poderes            públicos y ciudadanos. Para colaborar en la construcción de un discurso            crítico y de redes democráticas de resistencia, UNIA arteypensamiento ha puesto en marcha            el proyecto Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio...            y del arte) que se ha desarrollado en dos sedes: Tarifa, del 17            al 19 de abril de 2007; y Sevilla, del 20 y al 22 de junio de 2007. A lo largo de estas jornadas, se han analizado cuestiones como la vigencia            de la acción social como instrumento de sabotaje; la crítica            a la consolidación de una política urbanística            que se articula en torno a la realización de proyectos "banderas"            o "emblemáticos"; las causas por las que España ha liderado el boom inmobiliario que se ha producido durante            los últimos años en muchos países del mundo; la insostenibilidad ambiental            y la desigualdad social que genera un modelo territorial, productivo            y cultural basado en la velocidad; el tipo de planificación urbanística            y territorial que se está llevando a cabo en la zona metropolitana            de la costa del sol (Málaga) y en la comarca del Campo de Gibraltar            (Cádiz); la influencia de la estructura psíquica inconsciente            del capitalismo tardío en la configuración de los entornos urbanos (residenciales            y comerciales) contemporáneos; la aparente disolución de las fronteras            entre "fachadas" y "zonas traseras" en nuestra sociedad; la necesidad            de abordar la economía desde una óptica multidimensional que            tenga en cuenta tanto su dimensión monetaria como física, territorial,            socio-cultural e institucional; la estrecha relación entre deterioro            medioambiental y deterioro de la calidad de la democracia; o las distintas            estrategias que ha seguido el sistema capitalista para solventar el            "problema de la reubicación de los excedentes de capital"            e imponer su lógica competitiva y devoradora. A su vez, en el marco            de estas jornadas se han presentado diferentes experiencias de activismo            centrado en el urbanismo y el medioambiente que se han desarrollado            durante los últimos años en el levante almeriense, las            comarcas del Aljarafe (Sevilla),            Campo de Gibraltar (Cádiz) y Tierra de Barros (Badajoz), la ciudad            marroquí de Larache, la región de            Galicia o el área metropolitana de Huelva, así como varias            propuestas artísticas que articulan un discurso crítico en torno a lo            urbano y a la homogeneización de las pautas culturales que promueve            la lógica del capital.
 
 En las dos últimas décadas, la "punta            de lanza" de las estrategias de revitalización urbanística            han sido los llamados "grandes proyectos urbanos" (GPUs) que            tienen como objetivo fundamental la regulación estructural del            tejido físico y económico a través de la reconversión            de amplios espacios abandonados y/o degradados de una ciudad o área            metropolitana. Durante su intervención en las jornadas Sobre            capital y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte),            Arantxa Rodríguez, profesora titular de Economía Aplicada            en la Universidad del País Vasco, analizó las implicaciones            políticas, económicas, sociales y culturales de este modelo            de re-ordenación de lo urbano que se articula en torno a la puesta            en marcha de proyectos "banderas" o "emblemáticos".            Para ello se basó en los datos de un proyecto de investigación            comparada -URSPIC (Urban Redevelopment and Social Polarisation in            the City)- que se realizó entre 1999 y 2001 en trece ciudades            europeas de características y escalas muy diversas, desde urbes            "globales" como Londres hasta localidades de tamaño            medio como Lille, Birmingham o Bilbao, pasando por "ciudades de            rango nacional primario" como Lisboa o Copenhague. "En este            proyecto", explicó Arantxa Rodríguez, "examinamos            los cambios en la formulación y gestión de la política            urbana que se han producido a nivel global en los últimos veinte            años, utilizando como eje analítico grandes intervenciones            urbanísticas que se estaban desarrollado entre 1999 y 2001 en            estas trece ciudades". 
 
 
¿Sigue            teniendo sentido la movilización en la calle en un contexto cada vez            más dominado por las nuevas tecnologías y la emergencia de formas de            comunicación que no requieren la presencia física de los agentes implicados            en las mismas? Según Manuel Delgado, profesor titular de Antropología            y autor de libros como El animal público (1999), Disoluciones            urbanas (2002) o Sociedades movedizas (2007), hechos recientes            como las multitudinarias protestas en Turquía contra el Gobierno islamista            del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), las movilizaciones            que han organizado en España colectivos afines al Partido Popular, las            manifestaciones a favor y en contra de Hugo Chávez en Venezuela o la            revuelta de los jóvenes de los barrios periféricos -banlieues-            de diversas ciudades francesas en noviembre de 2005, reflejan que la            calle sigue siendo un escenario idóneo para la acción social y el conflicto
 
 
 En el inicio de su intervención en las jornadas          Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte),          Eduardo Serrano y José María Romero, integrantes de Rizoma          Fundación (colectivo multidisciplinar malagueño que, entre          otras cosas, publica una "revista aperiódica de arquitectura"          y organiza "derivas situacionistas"), explicaron que utilizan          el acrónimo ZoMeCS (que procede de Zona Metropolitana          de la Costa del Sol) para referirse al "espacio humano"          y al "territorio social" que hay debajo de la marca registrada          (y conocida a nivel internacional) "Costa del Sol". 
 
 
 Abel La Calle, abogado y profesor de Derecho en la Universidad          de Almería, analizó las causas e implicaciones económicas,          sociales y ambientales del "pangolfismo", un fenómeno          que alude a la proliferación de promociones inmobiliarias que se          basan en la construcción de conjuntos residenciales alrededor de          un campo de golf. En los últimos años, se han creado urbanizaciones          de este tipo en numerosos puntos del Estado español, especialmente          en zonas costeras como la Playa de Macenas de Mojácar (Almería)          -un lugar que sufre altos índices de estrés hídrico,          donde la empresa Med Group está instalando una de sus "ecológicas"          comunidades residenciales con campo de golf incluido.
 
 
 En su intervención en las jornadas Sobre capital          y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte), el artista          malagueño Rogelio López Cuenca presentó dos trabajos          que, a su juicio, reflejan maneras distintas de intentar incorporar la          práctica artística al debate social. Por un lado, habló          de la propuesta de intervención en el espacio público que          realizó en el marco de la primera edición de la Bienal de          Arte, Arquitectura y Paisaje que se celebró en las Islas          Canarias entre el 25 de noviembre de 2006 y el 10 de febrero de 2007.          Por otro lado, describió su trabajo Roma 77, un proyecto          de investigación -que aún está en fase de desarrollo-          en el que analiza los procesos de construcción de la identidad          y de la memoria urbana en la capital italiana desde los llamados "años          de plomo" hasta la actualidad. 
 
 
 Los datos de la OCDE (Organización para la Cooperación          y el Desarrollo Económico) demuestran que en el periodo 1998-2005,          el Estado español ha liderado en términos relativos el boom          inmobiliario que se ha producido durante los últimos años          en muchos países del mundo (sobre todo del ámbito anglosajón).          Así, el número de viviendas construidas en España          entre 2003 y 2005 supera la suma de todas las que se han realizado en          el mismo periodo de tiempo en Reino Unido, Alemania y Francia (que tienen          una renta per capita superior y cuya población cuadruplica          la española) y es ya el país europeo con mayor número          de viviendas por cada mil habitantes. A juicio de Ramón Fernández          Durán, autor de libros como La explosión del desorden.          La metrópolis como espacio de la crisis global (1993) o El          Tsunami urbanizador español y mundial (2006), el "crecimiento          desaforado" que ha tenido en España el mercado inmobiliario          no se debe tan sólo a "factores internos" (una legislación          urbanística permisiva, falta de implantación de la cultura          del alquiler...), sino también a elementos externos de carácter          financiero-especulativo que han favorecido la entrada masiva de capital          extranjero. 
 
 
 En las "urbanizadas" sociedades contemporáneas          el tiempo es un bien escaso que tiene un precio cada vez más elevado.          La organización de las actividades productivas, del territorio          y del transporte se articula en torno a dos factores -la velocidad y la          aceleración- que, en principio, propician un "ahorro de tiempo".          "Sin embargo", aseguró Pilar Vega en el inicio de su          intervención en las jornadas Sobre capital y territorio (de          la naturaleza del espacio... y del arte), "la energía          necesaria para obtener esa velocidad que acorta los espacios y los tiempos          genera insostenibilidad ambiental y desigualdad social". 
 
 
 A juicio de Juan Requejo, licenciado en Ciencias Económicas          y Geografía por la Universidad Autónoma de Bellaterra (Barcelona),          para diseñar y desarrollar proyectos de planificación urbanística          y territorial que sean capaces de propiciar "fórmulas óptimas          de aprovechamiento de oportunidades" y contener "tendencias          transformadoras que degradan el medio y deterioran y banalizan el paisaje"          es necesario interrelacionar las distintas escalas de intervención          que concurren en la ordenación de un territorio. Hay que tener          en cuenta que las problemáticas y oportunidades que existen en          cualquier territorio están siempre condicionadas por factores que          trascienden la escala local más inmediata y que, a menudo, dependen          de dinámicas globales (como ocurre en el Campo de Gibraltar, donde          la realidad territorial no puede entenderse al margen de la organización          transcontinental de los flujos de mercancías y de los procesos          de distribución de recursos energéticos). "Si no se          realiza un análisis a escala supralocal", aseguró,          "las propuestas que se formulen difícilmente podrán          orientar de forma sensata y efectiva los procesos y actividades que influyen          en la configuración de un territorio". 
 
 
 En Marruecos se ha puesto en marcha un programa estratégico          llamado Visión 2010 con el que, entre otras cosas, se quiere          propiciar una reactivación económica mediante la creación          de grandes infraestructuras y de una serie de enclaves turísticos          de nueva planta (que contendrán fundamentalmente viviendas de segunda          residencia) que, al modo de parques temáticos, reproducen la arquitectura          y la trama urbana de las ciudades históricas de este país          norteafricano. En paralelo a este programa, se ha iniciado un "plan          nacional de lucha contra el hábitat insalubre" denominado          Villes sans Bidonvilles que pretende erradicar todos los asentamientos          de chabolas que hay en Marruecos, otorgando a sus habitantes microcréditos          para que, respetando un conjunto de estándares urbanísticos,          construyan viviendas con "materiales nobles". En muchos casos,          esto supondrá la eliminación de los asentamientos "mejor          situados" (para especular con el suelo), el derribo de viviendas          de autoconstrucción que, tras un adecuado proceso de rehabilitación,          podrían conservarse o el realojo de muchos vecinos en lugares con          los que no tienen ningún vínculo afectivo.
 
 
 Luis Andrés Zambrana, profesor titular de Economía          Aplicada en la Universidad de Sevilla y uno de los fundadores de la Plataforma          Ciudadana Aljarafe Habitable, inició su intervención en          las jornadas Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio...          y del arte) mostrando un plano de la ciudad de Sevilla realizado en          1771 "por disposición" de Pablo de Olavide. En el mismo,          se aprecia que la trama urbana de la capital hispalense se mantenía          prácticamente igual que a principios del siglo XVI, una época          en la que Sevilla llegó a ser una auténtica metrópolis          por su papel central en el comercio entre Europa y América. De          hecho, la trama urbana de Sevilla no cambió de forma significativa          hasta las primeras décadas del siglo XX, cuando la ciudad comenzó          a experimentar un crecimiento caótico y desordenado por la progresiva          incorporación de nuevos espacios situados fuera del casco histórico.          Un proceso de expansión que se produjo sin que mediara ningún          tipo de planificación que permitiera racionalizarlo. 
 
 
 La primera convocatoria de las jornadas Sobre capital          y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte) -que se          celebraron en dos sedes: Tarifa, entre el 17 y el 19 de abril; y Sevilla,          entre el 20 y el 22 de junio- finalizó con una mesa redonda en          la que participaron diferentes representantes de colectivos vinculados          a la comarca del Campo de Gibraltar. El primero en intervenir fue Marco Almaraz, presidente de la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de Tarifa (Apymeta), que aseguró que su agrupación apuesta por un turismo sostenible y contrario a la masificación que permita compatibilizar el desarrollo económico con la conservación del medio ambiente.
 
 
 En su libro El futuro de una ilusión,            Sigmund Freud asegura que el origen de la civilización está            en el momento en el que el ser humano comienza a extraer riqueza de            la naturaleza a través de un trabajo colaborativo por el que            los individuos reprimen la satisfacción de ciertos deseos instintivos            para posibilitar la supervivencia del grupo al que pertenecen. Según            Freud, esos deseos instintivos sacrificados no desaparecen sino que            se refugian en el inconsciente, dando lugar a lo que la teoría            psicoanalítica ha denominado la "fantasía fundamental"            del individuo. A día de hoy, la mayor parte de los teóricos            del capitalismo consideran que ese sacrificio individual ya no es necesario            para la supervivencia del grupo, pues vivimos en una economía            de post-escasez en la que hay suficiente riqueza acumulada para saciar            todos nuestros deseos. 
 
 
 A finales de los años sesenta del siglo pasado,          Dean MacCannell, profesor de Diseño Medioambiental y Arquitectura          del Paisaje en la Universidad de California (Davis) y autor de libros          como El turista: una nueva teoría de la clase ociosa y Lugares          de encuentro vacíos, observó que en ciertas propuestas          turísticas se daba a entender que se estaban revelando elementos          vinculados a lo que se podría denominar la "parte de atrás"          (back region) de un espacio o actividad: fábricas que invitaban          a recorrer sus cadenas de montaje, orquestas que permitían asistir          a sus ensayos, organización de visitas guiadas a morgues y cloacas...          Desde entonces, esta tendencia a revelar (o a aparentar que se revelan)          zonas y aspectos recónditos de la sociedad no sólo se ha          desarrollado de forma cada vez más intensa en el ámbito          del turismo, sino que ha colonizado todas las esferas de la vida de los          ciudadanos, convirtiéndose, en palabras de MacCannell, "en          uno de los mecanismos de control social más utilizado por el capital          en la sociedad postmoderna". 
 
 
 En diciembre de 2004, Juan Carlos Rodríguez Ibarra,          Presidente de la Junta de Extremadura, anunció un proyecto de construcción          de una refinería de petróleo en la comarca de Tierra de          Barros (Badajoz), una de las zonas de secano más fértiles          de España y en la que se produce el 80% del vino y el 60% del aceite          de oliva de Extremadura. Este proyecto ha generado un fuerte movimiento          de oposición que se ha articulado en torno a la Plataforma Ciudadana          "Refinería          No" que ha realizado numerosas iniciativas (campañas de          información, exposiciones, ciclos de conferencias, entrevistas          con diversos responsables políticos, marchas, concentraciones...)          en las que han abogado por un progreso basado en el uso de energías          limpias y en el aprovechamiento de los recursos humanos y naturales existentes.         
 
 
 Tras la catástrofe del Prestige (noviembre de          2002) surgió en Galicia un movimiento ciudadano que propició          un fecundo periodo de experimentación en la acción civil          que se prolongó durante casi cuatro años, hasta las elecciones          autonómicas de junio de 2005. Gracias a las iniciativas de este          movimiento -en las que se aunaba la cultura popular, el arte de intervención          y las nuevas tecnologías de la comunicación- se consiguió          romper una inercia que hacía que la sociedad gallega aceptara resignada          una situación de corrupción política e institucional          generalizada. "No se puede entender lo que ocurrió",          señaló Carlos Santiago, miembro del colectivo Burla Negra,          "sin tener en cuenta las connotaciones simbólicas y culturales          de esta movilización" que consiguió acabar con lo que          muchos gallegos percibían como una especie de "maldición          bíblica": la perpetuación de la derecha en el poder          del gobierno autonómico1, con un incombustible          Manuel Fraga, antiguo ministro de Franco, al frente.
 
 
 En Los costes del desarrollo económico,          E. J. Mishan planteaba que es necesario propiciar un cambio radical en          la manera habitual de observar los procesos económicos que tradicionalmente          se han analizado centrándose sólo en su dimensión          monetaria. "Pero propiciar este cambio", señaló          Esther Velázquez en el inicio de su intervención en las          jornadas Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio...          y del arte), "es muy difícil pues, como sugiere Federico          Aguilera, nos exige dejar de pensar como nos han enseñado a hacerlo,          romper nuestras barreras disciplinares (y 'departa-mentales') para adoptar          una perspectiva transdisciplinar. Y eso, no sólo supone un gran          esfuerzo intelectual, sino también un reto a los intereses académicos          establecidos". 
 
 
 Federico Aguilera, Catedrático de Economía          Aplicada en la Universidad de La Laguna (Tenerife) y Premio Nacional de          Economía y Medio Ambiente (2004), cree que gran parte de los problemas          y desastres medioambientales que se han producido durante los últimos          años en España (y, por extensión, en todo el planeta)          están vinculados a un "deterioro de la calidad de la democracia".          Un deterioro que se refleja en el hecho de que, por lo general, la toma          de decisiones sobre asuntos que afectan al conjunto de la sociedad se          realiza de manera autoritaria, sin debate, sin transparencia y, a menudo,          intimidando (directa o indirectamente) a quienes muestran públicamente          su desacuerdo. Siguiendo a Cornelius Castoriadis, Federico Aguilera considera          que para que haya una democracia real se tiene que propiciar el desarrollo          de "debates públicos abiertos y argumentados" sobre las          cuestiones que influyen en la calidad de vida de los ciudadanos y crear          dispositivos legislativos para que éstos puedan participar de forma          directa en la toma de decisiones. Para ello es necesario que, como sugiere          Pierre Bourdieu, no sólo se les emplace a participar periódicamente          en comicios y plebiscitos, sino que también se les permita elegir          el "modo de construcción colectiva de las elecciones"          (esto es, se les permita decidir cómo se toman las decisiones).
 
 
 En 1991, la presión ciudadana posibilitó          que todos los agentes sociales onubenses (organismos institucionales,          partidos políticos, sindicatos, agrupaciones empresariales...)          alcanzaran un acuerdo para impulsar la "recuperación paulatina          y escalonada" de los terrenos anexos a la Avenida Francisco Montenegro,          un espacio conocido como Punta del Sebo o puerto interior que se encuentra          situado al este del casco urbano (entre el Muelle del Río Tinto          y la estatua de Cristóbal Colón) y en el que desde los años          sesenta del siglo pasado se ubican numerosas instalaciones vinculadas          a las industrias químicas y básicas. Este acuerdo no se          materializó en ninguna iniciativa concreta y once años después          diversos colectivos ciudadanos decidieron crear la Mesa de la Ría          cuyo principal objetivo es devolver este territorio a los onubenses, impidiendo          que se construyan nuevas fábricas en el mismo y que las que hay,          una vez finalicen su ciclo de actividad, vuelvan a abrirse. Todo ello          desde la convicción de que para propiciar un modelo de crecimiento          económico basado en criterios de desarrollo sostenible, Huelva          tiene que deshacerse de estos equipamientos industriales obsoletos y contaminantes          y promover un reencuentro de la ciudad con sus frentes fluviales. 
 
 
 En el marco de su proyecto Asuntos internos. La Cultura          como cortina de humo, Isaías Griñolo está desarrollando          un trabajo en torno a la contaminación medioambiental (y también          social y cultural) que genera en Huelva la industria química y          básica en connivencia con el poder político (tanto local          como autonómico y central). Titulado Las fatigas de la muerte          I. La lógica cultural del capitalismo químico, este          trabajo es una colección de materiales muy diversos (fotografías,          vídeos, recortes de prensa...) que ha ido recopilando desde que          en el año 2002 descubrió una revista que se llamaba El          Vigilante que publicaba el Colectivo Ciudadano por la Descontaminación          de Huelva. 
 
 
 Al igual que el sociólogo urbano Robert Ezra Park,          David Harvey, profesor emérito de Antropología en la City          University of New York (CUNY) y autor de libros como La condición          de la posmodernidad o Espacios del capital. Hacia una geografía          crítica, considera que al crear la ciudad, el hombre se recrea          a sí mismo. "La ciudad y el entorno urbano", escribe          Robert Park en La ciudad y otros ensayos de ecología urbana,          "representan para el hombre la tentativa más coherente y,          en general, más satisfactoria de recrear el mundo en que vive de          acuerdo a su propio deseo". Por tanto, según Harvey, el modelo          de desarrollo urbanístico y de organización territorial          que una sociedad emprenda, refleja y condiciona el tipo de individuo (de          "ciudadano") que dicha sociedad construye. 
 
 
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