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Instituciones, dispositivos y algunas historias, por Renato Curcio |
En 1989 llegó a manos de Renato Curcio una revista monográfica publicada quince años antes por el Ministerio de Justicia de Italia que se titulaba Deterioro mental de los detenidos. En esta revista encontró una serie de artículos de investigadores como Erving Goffmman, Stanley Cohen o Laurie Taylor en los que se aseguraba que las prisiones y las instituciones totales provocan un deterioro neuro-psico-fisiológico irreversible y que éste es mayor conforme más tiempo se pasa dentro de ellas. Fue entonces cuando Curcio, que llevaba más de una década en la cárcel (en la que permanecería hasta 1993), y otros camaradas como Nicola Valentino (presente también en Umbrales), decidieron emprender una investigación para documentar ejemplos de ese deterioro y, a partir de ahí, intentar "remontar colectivamente una experiencia vivida individualmente". Esa iniciativa fue la génesis de los "talleres de socio-análisis narrativo" que la cooperativa Sensibili alle foglie realiza desde hace más de veinte años en distintos espacios y con diferentes colectivos, y en los que aplican lo que ellos llaman la metodología del "astillero" (cantiere, en italiano). "Los astilleros", explicó Renato Curcio, "son lugares en los que se construyen embarcaciones. Y nuestro objetivo es crear espacios en los que, a partir de experiencias individuales, se generen procesos de resistencia colectiva que visibilicen y contrarresten lo que las instituciones totales producen: silencio, alienación, miedo, homogeneización, soledad...". En sus astilleros no se habla de política, ni se hacen análisis teóricos. No se le dice a nadie lo que debe pensar, ni cómo tiene que comportarse. "No nos interesa saber la ideología de las personas que vienen", subrayó Curcio, "sólo que nos cuenten cosas que para ellos es importante contar, aunque no sepan muy bien por qué". Esas narraciones, que tienen formatos muy diversos (relatos orales, cartas, dibujos...), nos muestran su vivencia del malestar, su manera de afrontar -y de combatir- los "desperfectos neuro-psico-fisiológico" que las instituciones totales (y las relaciones totalizantes que se dan en instituciones a priori no totales como la familia o la empresa) les han ocasionado. Pero para Sensibili alle foglie también es fundamental prestar atención a los silencios, a lo indecible, porque en las instituciones totales o totalizadas, tan importante es lo que se cuenta como lo que no se cuenta. "En ellas", advirtió Renato Curcio, "hay muchas cosas que no se pueden decir y a menudo callarse es una cuestión de supervivencia". En este sentido, Curcio recordó que un recluso llamado Tonino que participó en los primeros "astilleros" que organizaron en la cárcel, le confesó varios años después (cuando ya ambos habían salido de prisión) que hubo una historia que nunca se atrevió a contarles. Un día le había visitado un abogado que le propuso un trato: si le pasaba cierta información, él movería los hilos necesarios para que le redujeran su condena. Tonino se negó a colaborar y cuando regresaba a su celda un funcionario le "aconsejó" que no dijera ni una a palabra de lo que había ocurrido, porque si lo hacía, le "machacarían" sin compasión. Aunque confiaba en sus camaradas, Tonino decidió no contarles nada porque temió que si se enteraban de lo sucedido le darían la espalda (pues deducirían que lo habían elegido como posible "delator" porque pensaban que podía ser chantajeado con facilidad), y eso, además de suponer un golpe afectivo muy fuerte, lo terminarían notando los guardas de la cárcel que no dudarían en cumplir su amenaza. Según Renato Curcio, este tipo de silencios y ocultaciones son muy frecuentes en las instituciones totales en las que para anular la autonomía de los sujetos, se recurre sistemáticamente a lo que podría describirse como "dispositivos contra-narrativos". Otro ejemplo. Recientemente, se ha conocido en Italia el caso de un preso que poco días antes de morir a causa de las torturas que había sufrido en prisión, le dijo a un Juez que los golpes que tenía por todo el cuerpo se debían a que se había caído por las escaleras. Es decir, en las instituciones totales (y, como ya hemos comentado, en las instituciones no totales en las que se dan relaciones totalizantes), de determinadas cosas no se habla, ya sea por miedo a las represalias o por temor a quedarse sólo. Pero eso no significa que dichas cosas no existan y uno de los objetivos de Sensibili alle foglie es detectar los "dispositivos contra-narrativos" que provocan esos silencios. En este punto de su intervención, Renato Curcio quiso aclarar qué es lo que él entiende por institución y, en concreto, por institución total, "dos nociones muy ambiguas que a menudo se utilizan para referirse a cosas distintas". Hay que tener en cuenta que el término institución hace referencia tanto al acto de instituir como a lo que genera dicho acto (es decir, a lo instituido). De hecho, las distintas teorías que existen en torno a este concepto priorizan una u otra acepción. Émile Durkheim y sus seguidores se decantan por la segunda, mientras que investigadores como Felix Guattari se quedan con la primera y definen la institución como un proceso social que no está exento de conflictos y tensiones. Al igual que Guattari, Curcio ve la institución como un proceso en el que hay algo que se instituye, pero también alguien que instituye y alguien que interpreta lo instituido, estableciéndose entre estos tres vértices una relación compleja y dinámica, con múltiples frentes y resistencias. A su vez, para Curcio cualquier institución puede ser total, pues en todas ellas se pueden dar procesos en los que quien administra (el médico, el padre, la profesora...) intenta "torcer" la voluntad de los administrados (la paciente, la hija, el alumno...), condicionando su comportamiento y marcando sus decisiones. En este sentido, considera que más que una privación, lo que provoca la institución total es una torsión (una deformación, una dislocación). Por ejemplo, actualmente en el ámbito carcelario y penal podemos distinguir cuatro grandes "dispositivos de relación totalizantes" -el disciplinario, el actuarial, el terapéutico y el discriminatorio apriorístico1-, y lo que todos ellos tienen en común es que generan una torsión. Las historias que narran los participantes de los talleres que organiza Sensibili alle foglie reflejan distintas maneras de enfrentarse a esta experiencia de la torsión. A juicio de Renato Curcio, una de las principales aportaciones de estos talleres es que posibilitan que los reclusos -o los emigrantes irregulares, o los trabajadores precarios- dejen de ser reclusos para convertirse en personas que tienen una historia que contar. Una historia que al confrontarse con otras historias similares se resignifica. Y de este modo se va generando un relato colectivo que, en palabras de Curcio, es una "bomba liberadora", pues no sólo muestra cómo actúan los dispositivos de relación totalizantes, sino que también permite llevar experiencias vividas individualmente a una conciencia reflexiva más amplia. En la fase final de su conferencia, Renato Curcio señaló que para Sensibili alle foglie cada vez es más importante trabajar desde la perspectiva de que sus "astilleros" son siempre procesos inconclusos y de que aún tienen muchas cosas que escuchar. En este sentido, recordó que en uno de los últimos talleres que han realizado, un joven de origen egipcio que vive en las calles de Milán les aseguró que a pesar de que les había narrado muchas historias, todavía no les había contado la más importante. Y no lo había hecho, les explicó, porque esa historia aún tenía que vivirla. "Debemos hacer todo lo posible", concluyó, "para que este chico continúe contándonos sus historias, para que sus relatos y sus silencios (y los relatos y los silencios de otros que como él tratan de sobrevivir en un entorno hostil), se escuchen y puedan constituirse en fuente histórica".
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