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Resumen de la conferencia Dahr Jamail: La vida diaria en el Iraq ocupado. Planes de futuro de Estados Unidos con

Dahr JamailLa "guerra psicológica" desempeña un papel crucial en cualquier enfrentamiento bélico. El gobierno estadounidense lo sabe y por eso destina al menos un tercio del presupuesto que dedica a su "cruzada contra el terrorismo" a desarrollar actividades de propaganda e información que intentan socavar la voluntad y la capacidad combativa de sus "enemigos". En una conferencia que impartió en el Council on Foreign Relations (un think tank del movimiento neocon norteamericano), Donald Rumsfeld, secretario de defensa de los Estados Unidos durante los dos mandatos de George W. Bush, aseguró que en la "lucha contra el terrorismo internacional, algunas de las batallas más importantes no se están librando en las montañas de Afganistán ni en las calles iraquíes", sino en las redacciones de medios de comunicación de ciudades como Nueva York, Londres o El Cairo. "Unas declaraciones que reflejan que en época de guerra", advirtió Dahr Jamail, periodista y responsable de la web www.dahrjamailiraq.com (que se ha convertido en una de las principales fuentes de información independiente sobre lo que está ocurriendo en Iraq), "los medios de comunicación se pueden convertir en auténticas armas de destrucción masiva".

Como operación de "guerra psicológica" se puede definir la iniciativa del Pentágono de pagar a una compañía privada -la empresa de relaciones públicas Lincoln Group- para que difunda artículos favorables al gobierno norteamericano en la prensa iraquí y de otros países árabes. O también la intervención de Peter Pace, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos, en el programa Meet the Press (NBC News) el pasado 5 de marzo, donde afirmó que las cosas en Iraq van bien, "no como para tirar cohetes, pero bien, muy bien desde cualquier punto que lo mires". Una visión optimista que, según Dahr Jamail, contrasta con la situación de violencia, inseguridad y escasez que siguen padeciendo cotidianamente los iraquíes casi tres años y medio después de que la tropas norteamericanas entraran en Bagdad.

A día de hoy, el país continúa sufriendo graves problemas de abastecimiento y, por lo general, sus infraestructuras se encuentran en bastante peor estado que antes de la caída de Sadam Hussein. La electricidad en ciudades como Bagdad sólo está garantizada durante unas tres o cuatro horas al día, lo que provoca numerosas pérdidas e incomodidades y hace que Iraq sea uno de los países con mayor porcentaje de generadores por habitante de todo Oriente Medio ("los tienen, todos aquellos que pueden costeárselos", aseguró Jamail). En amplias zonas del centro y del sur de país (incluyendo algunos distritos de la capital, por ejemplo el barrio de Ciudad Sadr), no se han reparado todavía las plantas de tratamiento y distribución de agua potable que había antes de la invasión, lo que genera numerosas indisposiciones y enfermedades (náuseas, diarrea, cálculos renales, calambres e incluso algunos casos de cólera). El desempleo afecta a más del 50% de la población activa (casi al 90%, en el caso de las mujeres) y han proliferado las bandas que se dedican al crimen organizado. Se producen unos treinta secuestros diarios (cuya motivación, en la mayor parte de las ocasiones, no es política, sino económica) y cada vez son más frecuentes los crímenes violentos contra las mujeres.

Dahr JamailEl desmantelamiento de todo el aparato estatal e institucional que había creado el régimen de Sadam Hussein ha hecho que el sistema sanitario (que en los años noventa era uno de los más avanzados de todo el mundo árabe) se encuentre en un estado pésimo. A día de hoy, los hospitales iraquíes -que están completamente colapsados por el incremento de pacientes que provoca la situación de violencia que sufre el país- tienen enormes carencias de equipamiento y de medicinas y son uno de los principales focos de enfermedades infecciosas que hay en Iraq. A su vez, la falta de supervisión y de medidas reguladoras eficaces ha permitido que se desarrolle un poderoso mercado negro en torno a los productos farmacéuticos, donde a menudo se pueden encontrar medicamentos que no hay en los hospitales. "Este mercado negro ya existía antes de la invasión", puntualizó Dahr Jamail, "pero la ocupación (que, en principio iba a traer la ley y el orden a Iraq), ha favorecido su crecimiento, diversificación y sofisticación. Hay que tener en cuenta que ni siquiera se ha creado una oficina gubernamental para presentar reclamaciones cuando las farmacias cobran más de lo establecido por un medicamento".

Más datos escalofriantes. No se sabe con exactitud el número de fallecidos que ha habido en Iraq desde que las tropas anglo-estadounidenses comenzaran la invasión el 20 de marzo de 2003, pero Dahr Jamail calcula que la cifra estará en torno a las 250.000 personas (entre civiles, insurgentes, contratistas y soldados de la coalición). Para realizar este cálculo, Jamail ha tomado como referencia un informe publicado por The Lancet, revista oficial de la Asociación Médica Británica, en el que se aseveraba que hasta octubre de 2004 habían muerto, como mínimo, 98.000 civiles, sin incluir los miles de habitantes de Faluya que perecieron durante los dos asaltos que sufrió la ciudad. "Y desgraciadamente", indicó Dahr Jamail, "desde la fecha en que se publicó ese informe hasta el momento actual, la violencia en Iraq ha seguido cobrándose numerosas víctimas (de hecho, un informe de la ONU asegura que sólo en los meses de mayo y junio de 2006 ha causado la muerte de 6.000 civiles iraquíes)".

A juicio de Dahr Jamail, cuyos artículos se han publicado en medios como The Nation, The Sunday Herald, Islam Online, The Guardian o The Independent, estos datos demuestran que la vivencia cotidiana de los iraquíes es una "auténtica pesadilla" y que, a pesar de las declaraciones optimistas del general Peter Pace y del "bombardeo" propagandístico estadounidense, "en Iraq las cosas no van bien -ni siquiera 'más o menos bien'-, sino todo lo contrario". Lo que habría que analizar es hasta qué punto la violencia sectaria que sufre actualmente este país de Oriente Medio ha sido provocada de forma consciente (aunque luego las consecuencias le hayan desbordado) por Washington que, no lo olvidemos, diseñó un proceso de reconstrucción política siguiendo criterios comunitarios. Es decir, distribuyendo parcelas de poder proporcionalmente entre las distintas comunidades étnicas que hay en Iraq -kurdos, chiítas y suníes- para establecer una especie de sistema etnocrático.

En este punto de su intervención Dahr Jamail recordó que entre junio de 2004 y abril de 2005, el embajador de Estados Unidos en Iraq fue John Dimitri Negroponte, un polémico diplomático al que se acusa de haber organizado la contra nicaragüense (grupo paramilitar que, con apoyo de la CIA, llevó a cabo acciones de guerra y ataques terroristas contra el gobierno sandinista) y de crear los llamados escuadrones de la muerte que aterrorizaron a la población de Honduras en la década de los ochenta del siglo pasado. Según Jamail, durante su estancia en Iraq Negroponte impulsó la creación de grupos para-policiales que, al modo de los escuadrones de la muerte hondureños, han torturado y asesinado a miles de personas vinculadas, directa o indirectamente, con la resistencia suní. "Apoyados por Irán e integrados por miembros de las milicias chiítas", señaló Dahr Jamail, "estos escuadrones controlan a día de hoy el gobierno y la policía iraquí, gracias, paradójicamente, a la intervención de Estados Unidos, enemigo declarado del régimen islámico que gobierna en Teherán desde 1979".

Dahr Jamail está convencido de que Estados Unidos no tiene ninguna intención de abandonar Iraq ni a corto ni a medio ni a largo plazo, pues aunque su permanencia continuada en la zona tiene altos costes humanos y presupuestarios, le posibilita controlar directamente los ricos yacimientos petrolíferos que hay en el país y consolidar su hegemonía militar, política y económica en Oriente Medio, una de las regiones más conflictivas del planeta. Según Jamail, el hecho de que Estados Unidos esté construyendo la embajada más grande del mundo dentro de la llamada "zona verde" de Bagdad y esté levantando gigantescas bases militares en distintos puntos estratégicos del país demuestra de forma elocuente esa voluntad de permanencia.

La embajada norteamericana en Bagdad -cuya construcción ya está muy avanzada- ocupará una extensión de 42 hectáreas (casi el mismo tamaño que tiene la ciudad del Vaticano) y albergará más de veinte edificios, incluyendo seis grandes bloques de viviendas con capacidad para alojar a unas 5.500 personas, varias salas de cine, diversos establecimientos de ocio y restauración, una gran piscina, un gimnasio y numerosas dependencias administrativas. Tendrá fuentes autónomas de agua y energía eléctrica (lo que permitirá que sus residentes se libren de los continuos cortes de luz que sufren los demás ciudadanos de Bagdad) y contará con numerosos dispositivos de seguridad. Se calcula que el coste total de esta "fortaleza diplomática" -en cuya ejecución se están cumpliendo los plazos previstos ("algo muy poco habitual en el Iraq ocupado", advirtió Jamail)- superará los mil millones de dólares. Y a pesar de que más del 50% de los iraquíes está sin trabajo, casi todos los obreros que están participando en la construcción de esta faraónica embajada proceden de países asiáticos como Sri Lanka o Bangladesh.

Uno de los principales proyectos del Pentágono es concentrar el grueso de sus tropas en unas trece o catorce "mega-bases" militares de carácter permanente en las que los soldados puedan disfrutar de todas las "comodidades" que tendrían en cualquier ciudad estadounidense. Varias de ellas tienen dimensiones similares -e incluso superiores- a las de la base de Camp Bondsteel (Kosovo), considerada hasta la fecha como la mayor instalación militar norteamericana en el extranjero. Por ejemplo, la base Victoria (situada junto al aeropuerto de Bagdad y cuya construcción aún no ha finalizado), aloja a catorce mil personas (entre soldados, intérpretes, contratistas y empleados auxiliares) y dispone, entre otras cosas, de centenares de bungalows con aire acondicionado, un gimnasio o un Burger King. Mayor aún es la base Anaconda, cerca de la ciudad de Balad, que ocupa casi 40 kilómetros cuadrados, tiene nueve líneas de microbuses para el transporte interior y posee, entre otras cosas, una gran piscina, varios establecimientos de multinacionales norteamericanas como Pizza Hut o Starbucks, un hospital con capacidad para hacer 400 operaciones quirúrgicas diferentes o una tienda en la que se venden todo tipo de aparatos y dispositivos de alta tecnología.

En todas estas instalaciones militares, los trabajos de carácter civil (construcción, restauración, mantenimiento...) son ejecutados por una serie de empresas privadas de capital estadounidense que se están enriqueciendo gracias a la ocupación de Iraq. "Y una de las empresas que ha obtenido más beneficios por estas actividades", denunció Dahr Jamail, "es Halliburton y su sucursal Kellogg, Brown and Root (KBR), de la que fue director ejecutivo Dick Cheney antes de ser nombrado vicepresidente de los Estados Unidos".

Dahr JamailLa invasión y ocupación de Iraq es fruto, en opinión de Dahr Jamail, de las aspiraciones "imperialistas" de la administración Bush que actualmente mantiene más de 700 bases fuera de su territorio nacional (sin contar aquellas sobre las que no hay información oficial) y ha aprobado un presupuesto de aproximadamente 66.000 millones de dólares anuales para financiar sus operaciones militares en Iraq y Afganistán. En este sentido, Dahr Jamail recordó que en la "Estrategia de Seguridad Nacional" (informe anual en el que se establecen los objetivos estratégicos de seguridad integral de la nación) que presentó George W. Bush ante el Congreso de los diputados el 20 de septiembre de 2002, se afirmaba que Estados Unidos no podía permitir que se desafiara su hegemonía militar y debía adoptar un papel activo para "disuadir" a sus enemigos, aunque para ello tuviera que actuar al margen de la comunidad internacional. "Si bien los Estados Unidos tratarán de obtener apoyo de la comunidad internacional", se llega a advertir en ese informe, "no dudaremos en actuar solos, en caso necesario, para ejercer nuestro legítimo derecho a la defensa".

A su vez, en el documento "Visión Conjunta 2020" (Joint Vision 2020), publicado por la Dirección de Políticas y Planes Estratégicos del Ejército de los Estados Unidos en junio del año 2000 (es decir, antes del 11-S), ya se señalaba que para luchar contra las futuras amenazas a la hegemonía internacional norteamericana, había que buscar una "dominación de espectro total" ("que permita efectuar operaciones militares rápidas, sostenidas, y sincronizadas en todas las áreas: tierra, mar, aire, espacio e información"), lo que obligaría a llevar a cabo acciones disuasorias (guerras preventivas) en diversas regiones del planeta. Por todo ello, Dahr Jamail teme que la estrategia de Estados Unidos en Iraq y Afganistán se extienda en los próximos años a otros países de Oriente Medio. "Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para detener este afán imperialista", subrayó Dahr Jamail en la fase final de su intervención en la sede de La Cartuja (Sevilla) de la Universidad Internacional de Andalucía, "porque si no lo hacemos, la estrategia de guerra global permanente impulsada por el gobierno de Bush seguirá consolidándose y puede terminar provocando un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles con países que, al igual que Estados Unidos, poseen armas nucleares".