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Resumen de la conferencia de Carme Nogueira: Álvarez, la travesía y otros lugares |
![]() La reflexión en torno a la distancia entre lo que ve cuando está haciendo una fotografía (o grabando un vídeo) y lo que finalmente registra la cámara está en el origen de los últimos trabajos de Carme Nogueira, en los que ha explorado qué es lo que produce esa distancia, encontrando siempre repuestas parciales que, de algún modo, han ido ampliando la pregunta. Esas respuestas, según Nogueira, nos hablan tanto de una aproximación al propio paisaje como de su modo de acercarse a él, es decir, tanto de lo que se investiga como de quién investiga y desde qué posición y presupuestos lo hace. En el inicio de su intervención en Sobre capital y territorio II, Carme Nogueira señaló que relaciona su desconfianza hacia "lo que queda encuadrado" (hacia lo que la cámara registra) con su fascinación por lo que se mueve y no sale en las fotografías, por lo que queda fuera de plano. Es una desconfianza, explicó, que no sólo viene de su conocimiento especializado del medio fotográfico (que, entre otras cosas, le ha permitido saber qué hay que hacer para que una fotografía se considere "buena"), sino también de su propia experiencia personal, de cómo ha visto que quedaban reflejados los paisajes que ha conocido. En su práctica artística, que se basa en un trabajo procesual y colaborativo y en la que se intenta dar por supuesto el menor número de cosas posibles, Nogueira investiga por qué determinados lugares son como son, qué reglas -visibles e invisibles- rigen en ellos, qué dinámicas de poder reflejan, qué memorias atesoran, cómo condicionan la identidad de las personas y colectividades que los habitan y usan... En este sentido, Carme Nogueira quiso aclarar que ella entiende la noción de lugar no como un dato puramente geográfico o físico sino, en palabras de la geógrafa María Lois -con la que Nogueira ha trabajado en el proyecto A trama rururbana1-, como una "construcción social en permanente reformulación (...) que participa activamente en la constitución de una comunidad, especialmente en la conformación de su identidad". Uno de los lugares en torno a los que ha trabajado es un grupo de edificios, conocidos como los "edificios de Fenosa" o más popularmente como "las grilleras", que hay en la Travesía de Vigo, una calle ligada al desarrollo industrial de esta ciudad gallega en la que conviven lo rural y lo urbano, dándose literalmente la espalda. Es una zona considerada "fea", algo que según Nogueira no deja de ser un modo de evitar hablar de otras cosas (por ejemplo, del abandono que sufren ciertos espacios y las personas que viven en ellos), y también una reacción ante aquello que no se comprende, que no responde a lo que las convenciones sociales (en este caso urbanísticas) consideran correcto o adecuado.
Finalmente, Nogueira llevó a cabo una intervención en un solar que hay detrás de los edificios y que actualmente está funcionando como un espacio híbrido que sirve tanto de aparcamiento como de parque y lugar de encuentro más o menos informal. En este espacio instaló tres bancos móviles que emulaban a los lujosos maceteros que en los últimos años se han colocado en algunas calles del centro de Vigo para, según la propaganda oficial, "embellecer la ciudad". La idea de Carme Nogueira era transformar un objeto decorativo en un objeto de uso que además funcionara como lo que ella denomina un "objeto de interpretación espacial" a través del cual "escuchar las vivencias y articulaciones del lugar y sus habitantes". Fue tomando fotos del solar que mostraban "restos" de lo que allí acontecía, de cómo los vecinos usaban este espacio y se apropiaban de sus bancos. Un día se le acercaron dos jóvenes (Isidro y Pablo) que le contaron cómo habían vivido la transformación de la zona y se quejaron de la escasa atención que les prestaba la administración pública. Según Nogueira, lo que le dijeron era visible en el propio solar -"o, al menos", precisó, "yo lo veía en el rastro de los bancos, en los restos que las imágenes iban dejando"-, pero para ella fue muy importante que "se hiciese presente", que esos relatos pasaran a formar parte de su obra.
La maqueta convirtió estos espacios en plaza, en lugar de socialización en el que se tejen y visibilizan alianzas y conflictos. De hecho, cuando iban a verla, numerosos vecinos se acercaban a Nogueira y le contaban distintas cosas sobre la vida en el barrio y sobre la historia de las fábricas, casi siempre en un tono nostálgico, aunque también hubo algunas evocaciones de conflictos laborales e incluso políticos. De este modo, la exhibición de su representación del entorno del barrio de Lavadores en dos enclaves concretos de dicho barrio, propició la creación de otras representaciones de este espacio. Es decir, posibilitó que surgieran una serie de narraciones, muy diferentes entre sí, en torno a lo que se estaba representando (y que, por tanto, se resignificara su representación). Se consiguió así originar una dinámica que, en palabras de María Lois, "fue capaz de generar, en un público no especializado, posicionamientos y narrativas en torno al propio objeto (a la maqueta) que, de esta manera, se convirtió en medio y no en fin del proceso artístico". Este proyecto está documentado en el catálogo Nos Camiños editado por el Centro Galego de Arte Contemporánea, Xunta de Galicia.
Otro objeto de interpretación espacial que ha creado es el "dispositivo de sala" de la exposición Aquí y ahora que realizó el colectivo Erreakzioa-Reacción en la Sala Rekalde de Bilbao en el verano de 2008. Para esta muestra Nogueira diseñó una estructura modular móvil que además de funcionar como "escaparate" y "pantalla" de los contenidos expositivos, sirvió de "escenario" y grada en una serie de actividades y conferencias que se celebraron con motivo de la exposición. Unas gradas que, según Carme Nogueira, colocaban a todos los asistentes en el mismo nivel. "Pues eso es una de las cosas", subrayó, "que he aprendido del feminismo: la necesidad de entender lo colectivo como un proceso que surge de forma natural, porque nos encontramos aquí y ahora, juntos para hablar".
La idea es que este contenedor no sólo sirva para poder transportar y exhibir fácilmente parte del material que este archivo está recopilando, sino que también contribuya a generar narraciones colectivas sobre determinadas luchas e hitos del feminismo en Galicia. Para ello están organizando reuniones con algunas de las mujeres que participaron en estas luchas en las que el contenedor -que Carme Nogueira describe como un "dispositivo móvil a disposición del contexto y del relato a documentar"- se usa primero como pizarra y, después, para guardar los materiales que estas mujeres quieran que pasen a formar parte del archivo de Sen Consigna. A estas reuniones las denominan "document-acciones" y, por el momento, se han realizado dos: una en Vilagarcía de Arousa, donde hablaron con cuatro de las protagonistas de las luchas de las mujeres en el sector de la conserva durante los años ochenta; y otra en A Coruña, donde estuvieron con algunas de las personas que participaron en la primera marcha del orgullo gay que se celebró en esta ciudad. "Rastrear las marcas de lo político en el espacio público y hacerlo evidente desde una perspectiva personal". Éste fue el objetivo del último proyecto que presentó, Rotterdam Weg, donde realizó unas inscripciones con tiza blanca -que se superponían a una inscripción en negro de la palabra "feminism"- en diez lugares diferentes de Róterdam. En estas inscripciones se hacían referencia a historias que habían ocurrido en dichos lugares. Historias relacionadas con distintos colectivos de mujeres (o historias personales de mujeres pero relacionadas con lo colectivo) y que, en muchos casos, gran parte de los habitantes de esta ciudad holandesa desconocen. Lo que Nogueira pretendía no era sólo recordar esas historias (no era sólo recuperar la memoria de lo que allí aconteció), sino actualizarlas, conectarlas con su "aquí y ahora", traerlas a su presente. Y hablar de ellas "como un sujeto que las mira desde fuera, pero no extrañado, sino como una vivencia propia".
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