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Crónica / Resumen del taller Lo colectivo como investigación

Imagen del taller "Lo colectivo como investigación"Celebrado entre el 12 y el 14 de noviembre de 2008 en la sede de La Cartuja de la Universidad Internacional de Andalucía, el taller Lo colectivo como investigación ha supuesto una nueva escala de Rutas de la potencia. En la América Latina de los contrapoderes, un proyecto de investigación militante del Colectivo Situaciones (Argentina) coproducido por UNIA arteypensamiento. En este taller, el Colectivo Situaciones ha analizado junto a un grupo de interlocutores locales cómo detectar, construir y difundir "imágenes, conceptos y modos expresivos" que se pueden emplear para politizar lo común. Además del taller, esta nueva escala de Rutas de la potencia ha incluido una conferencia abierta al público interesado titulada El actual impasse teórico y político,visto desde la singularidad argentina (y latinoamericana), en la que se planteó la necesidad de reconstruir las "racionalidades políticas" que hemos heredado (articuladas en torno a la constitución de sujetos o identidades sociales homogéneas) para afrontar los desafíos y conflictos de nuestra época. Una época de crisis de la política pero en la que existe una incesante movilidad social que, a pesar de su invisibilidad (o, precisamente, por ella), "agujerea una y otra vez los intentos de normalización, alimentando luchas en todos los niveles y actualizando las figuras que expresan lo común".

El taller se ha estructurado en tres sesiones, cada una de las cuales se ha articulado en torno a un tema central. En la primera sesión se intercambiaron imágenes y sensaciones (percepciones sensibles) sobre lo colectivo, primer paso para "pensar colectivamente" formas de politización y resistencia que se adecuen a nuestra realidad. Partiendo de dichas imágenes, en la segunda sesión se debatieron una serie de conceptos que pueden ayudarnos a conseguir ese objetivo, teniendo en cuenta que estamos en un contexto marcado, tanto a nivel local como global, por lo que el Colectivo Situaciones denomina impasse: vivimos un periodo de transición política (de pausa, de crisis, de suspensión de la política) en el que deben repensarse las formas conocidas del antagonismo y buscar modos de que éste detecte las nuevas movilidades sociales que están emergiendo. Este impasse tiene implicaciones ambiguas y paradójicas, pues supone al mismo tiempo un bloqueo y una apertura, un frenazo y un impulso, una calma aparente y una latente sensación de incertidumbre. Finalmente, en la tercera sesión del taller se analizó cómo llevar esos conceptos a la práctica sin recurrir ni a falsas polarizaciones ni a imágenes nostálgicas, cómo se pueden establecer alianzas (siempre horizontales y abiertas) con agentes sociales que están fuera de los circuitos militantes y/o con estructuras institucionales que asumen la necesidad de problematizar su "razón de ser".

Imagen del taller "Lo colectivo como investigación"En todo momento se ha seguido una dinámica participativa y abierta, aunque para iniciar los debates se han utilizado como disparadores distintos materiales en los que está trabajando el Colectivo Situaciones: un documento audiovisual en el que expresan sus sensaciones ante el impasse que vive actualmente Argentina; algunos de los textos que se incluirán en el libro El impasse1, nueva publicación que el Colectivo Situaciones realiza en el marco del proyecto Rutas de la potencia2; y un fragmento de un vídeo que, entre otras cosas, contiene una entrevista a varios jóvenes de origen boliviano que residen en Bajo flores, un barrio popular enclavado en el centro de Buenos Aires que en la actualidad está habitado principalmente por inmigrantes (procedentes, sobre todo, de Bolivia aunque también de otros países como Perú o Paraguay).

Fundado a finales de los años noventa, el Colectivo Situaciones se autodefine como un "sujeto colectivo que investiga lo colectivo" ("para nosotros, lo colectivo es el sujeto y el objeto de nuestras investigaciones militantes"). En sus diez años de actividad, este colectivo ha desarrollado co-investigaciones con diversas experiencias sociales, desde el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano al Grupo de Arte Callejero, pasando por la Mesa de Escrache Popular, la Comunidad Educativa Creciendo Juntos, la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos o el Colectivo de Contrainformación Lavaca.

Su trayectoria está marcada por lo que ocurrió en Argentina entre finales de 2001 y principios de 2003. Fue un periodo de intensa politización en el que desde sectores muy distintos de la población se llevó a cabo un cuestionamiento radical del neoliberalismo que en las décadas anteriores se había implantado de forma especialmente agresiva en Argentina (y, por lo general, en toda América Latina). La insurrección popular de diciembre de 2001 -con sus "cacerolazos", sus cortes de calle y sus manifestaciones espontáneas en las que se acuñó el famoso lema "que se vayan todos, que no quede ni uno sólo"- logró expulsar al presidente Fernando de la Rúa y abrió una época de gran experimentación política y social en la que se desplegaron experiencias de autogestión muy interesantes y potentes.

Imagen del taller "Lo colectivo como investigación"Sin embargo, esta energía social comenzó a desactivarse con la llegada al poder de Néstor Kirchner (peronista identificado con los sectores más progresistas de su partido), cuando paradójicamente se produce un reconocimiento oficial de ciertas reivindicaciones históricas de la izquierda extraparlamentaria e incluso se incorporan argumentos y consignas anti-neoliberales a la retórica institucional. Algo parecido ocurre en otros países latinoamericanos, donde la movilización ciudadana contra el profundo deterioro social, político y económico que estaba provocado el neoliberalismo, propicia la emergencia de una "nueva gobernabilidad de tono progresista" que, en todo momento, mantiene una relación ambigua y conflictiva con los movimientos sociales que han contribuido a su triunfo electoral. Es una relación ambigua porque, por un lado, hay un proceso de instrumentalización y cooptación (de apropiación institucional de símbolos y discursos antagonistas), pero por otro, también se ponen en marcha ciertas dinámicas de interacción más positivas.

En el caso de Argentina, el gobierno "progresista" de Néstor Kirchner reconoció de forma más o menos explícita el valor de muchas de las ideas y propuestas que se habían planteado en las experiencias sociales que se articularon en torno al estallido insurreccional de diciembre de 2001 (experiencias que, no lo olvidemos, habían puesto en crisis la legitimidad del neoliberalismo). De hecho, a nivel discursivo y simbólico hizo numerosos "gestos" con los que pretendía mostrar su "profunda sintonía" con los movimientos sociales -derogación de las "leyes de impunidad", uso del imaginario de las luchas de los años setenta...-, e incluso emprendió un proceso de colaboración abierta con algunos colectivos que habían tenido un papel clave en las revueltas (por ejemplo, con el movimiento de trabajadores desocupados). Pero ese reconocimiento se plantea siempre en términos estrictamente "reparadores" (es decir, bajo la forma de demandas que compensar y/o de víctimas a las que resarcir) y, desde luego, no impide que termine reproduciéndose, aunque convenientemente reciclada y camuflada, la misma lógica económica neoliberal que había provocado el colapso social y económico de Argentina.

Imagen del taller "Lo colectivo como investigación"De este modo, a partir de finales de 2003 se origina un atascamiento de las dinámicas sociales y políticas transformadoras que se habían puesto en marcha en este país latinoamericano y se inicia un nuevo ciclo que se podría describir como "post-neoliberal" (pues el neoliberalismo no desaparece, sino que se reconvierte). Se entra, por tanto, en un momento de impasse, de estancamiento temporal de la política, algo que también podría decirse que ocurre a nivel global (al menos, en los países occidentales). Este impasse genera confusión y perplejidad: no se sabe hacia dónde nos lleva, pero sí se intuye que las herramientas teóricas y discursivas que se usaron en el pasado (incluso en el pasado más reciente; en el pasado, en el caso argentino, de las asambleas barriales de entre 2001 y 2003) ya no sirven para localizar los nuevos "puntos de apertura y conflicto", los intersticios por los que, a día de hoy, se pueden introducir enunciados transformadores.

En cualquier caso, el Colectivo Situaciones considera que este impasse no debe concebirse como una derrota ("tampoco es, evidentemente, una victoria"), sino como una oportunidad para reinventarse, para tomar un nuevo impulso y analizar cuestiones que en momentos de mayor tensión política suelen quedar en un segundo plano (por ejemplo, para analizar qué hay que hacer para mantener experiencias de autoorganización a largo plazo).

En opinión de este colectivo debemos enfrentarnos al actual impasse sin recurrir a polarizaciones esquemáticas ni a una visión nostálgica de luchas pasadas. La memoria de esas luchas debe ser un punto de partida para pensar los desafíos del presente, no una especie de referencia ideal (y, por tanto, de límite) que sólo conduce a intentar reproducir literalmente las respuestas que entonces se dieron y a hacer un uso retórico -tan solemne como ineficaz, tan vacío como desmovilizador- de discursos y símbolos, de enunciados y dispositivos de intervención ideados para un contexto histórico muy distinto al actual.

Esto es lo que, según el Colectivo Situaciones, han hecho los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner que han recurrido sistemáticamente al imaginario de las luchas revolucionarias de la década de los setenta (como si la historia fuera reversible y el neoliberalismo no hubiera cambiado el modo en que el Capital impone su dominio). Una estrategia tosca pero eficaz, pues gracias a ella han conseguido, por un lado, dotarse de legitimidad (al subrayar el pasado revolucionario de los actuales dirigentes) y, por otro, sacar fuera del centro del debate público la crítica radical al modelo neoliberal y a la lógica representativa que asumió gran parte de la ciudadanía entre 2001 y 2003.

Imagen del taller "Lo colectivo como investigación"Varios interlocutores locales del taller recordaron que también en España, cuando ha gobernado la izquierda se ha producido este doble proceso de apropiación y desactivación. Por ejemplo, ha habido una apropiación de la memoria de la oposición antifranquista, hasta el punto de que se ha construido un discurso oficial en torno a ésta que obvia que en su seno hubo planteamientos teóricos y prácticos que iban más allá de la crítica al Franquismo (como se analiza en el proyecto Luchas autónomas en el Estado español 1970-1977, coproducido por UNIA arteypensamiento) y que idearon formas de resistencia que huían de la lógica de la representación y apostaban por una democracia directa. Por otro lado, las victorias electorales del PSOE en 1982 y 2004 propiciaron una fuerte desactivación de la movilización ciudadana que había emergido en los años anteriores.

Otros participantes del taller indicaron que esto es algo habitual: el poder (entendiendo éste en un sentido amplio) intenta siempre desactivar e instrumentalizar las experiencias y energías sociales que tienen un potencial transformador y desestabilizador. Para ello trata de apropiarse de sus discursos y enunciados -de "fagocitarlos", de "vampirizarlos"3, algo que hace de modo cada vez más sutil y sofisticado (y, por tanto, difícil de combatir), lo que obliga al antagonismo a repensarse y reinventarse si no quiere quedar atrapado en imágenes y formas que ya han sido asumidas por el sistema.

No tiene sentido, por tanto, que los movimientos sociales caigan en una idealización nostálgica de luchas pasadas. Eso puede paralizarles (pues la comparación con el presente les desanima) o, lo que es igual de negativo, puede llevarles a sumergirse en una dinámica onanista que les impide localizar nuevas prácticas colectivas de enunciación en las que se expresa y manifiesta lo común. Por ello, según algunos de los participantes del taller, en momentos de impasse, los colectivos militantes no sólo tienen que permanecer atentos a lo que ocurre a su alrededor, sino también intentar construir espacios de acción y reflexión que posibiliten que sedimenten las energías políticas antagonistas que se generan en periodos de mayor movilización social.

Imagen de un "cacerolazo" contra el proyecto del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de aumentar los impuestos a las exportaciones de granoEn Argentina, uno de los efectos más visibles del actual impasse es que son los sectores más conservadores de la sociedad los que, a día de hoy, están protagonizando la contestación en la calle. Incluso uno de los símbolos más significativos de la insurrección de diciembre de 2001, el "cacerolazo", ha sido utilizado en las acciones de protestas que han promovido las organizaciones patronales agrarias por el proyecto del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de aumentar los impuestos a las exportaciones de grano.

Con una imagen de uno de esos "cacerolazos" se inicia y finaliza el montaje audiovisual que el Colectivo Situaciones presentó en la primera sesión del taller Lo colectivo como investigación y en la conferencia El actual impasse teórico y político, visto desde la singularidad argentina (y latinoamericana). Este montaje muestra la perplejidad y la confusión que ellos sienten ante la situación actual, cuando ciertos enunciados revolucionarios regresan convertidos en meros fetiches retóricos, los sectores más reaccionarios de la sociedad se apropian de emblemáticas prácticas antagonistas o aparecen movilidades sociales que no se pueden explicar con las categorías políticas que estamos acostumbrados a usar (aunque algunas de ellas tengan un gran potencial transformador).

En este montaje se alternan las imágenes de la insurrección popular de diciembre de 2001 con varias escenas cotidianas del barrio de Bajo flores, fragmentos de distintos anuncios institucionales (uno, más antiguo, que describe Buenos Aires como un lugar elegante y con "clase"; otro, mucho más actual, en el que se pide a los argentinos que no caigan en actitudes xenófobas) con referencias a una noticia en la que se informa del descubrimiento de un taller textil clandestino en un local que fue utilizado como centro de detención durante la dictadura. También aparece un poema de Borges, Nostalgia del presente4, que habla de la "experiencia casi cotidiana de sentir que algo nos separa de nuestra capacidad de actuar".

Finalmente, el montaje incluye algunos sketchs de Bombita Rodríguez, "el Palito Ortega montonero". Se trata de un personaje creado por Diego Capusotto para un programa de la cadena de televisión Canal 7. Hijo de Evelyn Tacuara, "la más famosa vedette del nacionalismo católico argentino" y del Payaso Barricada, "el más renombrado clown del Trotskismo", Bombita Rodríguez fue un exitoso cantante de los años setenta que hacía "música berreta y comercial" con letras que alentaban a la lucha armada. Actualmente vive exiliado en Cuba donde, entre otras cosas, ha protagonizado una telenovela que narra las aventuras de un taxista marxista en La Habana y ha dirigido un programa (llamado VideoMarx) que graba con cámaras ocultas a burgueses en situaciones comprometidas.

Bombita Rodríguez, "el Palito Ortega Montonero"A juicio del Colectivo Situaciones, la irrupción en la escena mediática de Bombita Rodríguez ha sido "liberadora", pues este personaje cómico muestra lo anacrónico, forzado y absurdo que resulta la apelación solemne al imaginario de las luchas revolucionarias de los setenta (lo que ellos llaman el "setentismo") que está haciendo el gobierno argentino desde finales de 2003. Hay que tener en cuenta que este "setentismo" no sólo supone una utilización del pasado para legitimar el status quo actual (sugiriendo que los concienciados gobernantes de ahora son los inquietos revolucionarios de entonces), sino que también está bloqueando la emergencia de nuevas experiencias antagonistas, de nuevas figuras y categorías políticas que respondan a los desafíos y exigencias del presente.

Según el Colectivo Situaciones, Bombita Rodríguez se burla del imaginario revolucionario pero no lo hace desde una posición puramente cínica, pues su objetivo principal es ridiculizar el uso anacrónico y retórico de las luchas políticas de los setenta, no las luchas en sí mismas ni lo que éstas representan en la historia reciente de Argentina. Además, la "desolemnización" de ese imaginario posibilita una relación mucho más abierta y enriquecedora con dichas luchas que dejan de ser un referente ideal (tan intocable como inservible) para convertirse en algo real (con sus claros y oscuros, con sus ambivalencias) que incluso puede ser objeto de mofa (pero también servir como fuente de inspiración y de interrogación).

Algunos de los participantes del taller consideran que parecida función desolemnizadora cumplen ciertas iniciativas activistas actuales que recurren al humor y al sarcasmo, ya sea apropiándose irónicamente de códigos y estrategias propias de los mass media, llevando a cabo una deconstrucción de prácticas políticas tradicionales o camuflando mensajes contrahegemónicos en acciones y propuestas artísticas y culturales que tienen un claro componente lúdico y que no son percibidas (al menos, en una lectura superficial) como políticas. A su vez, en el taller se señaló que se pueden encontrar semejanzas entre Bombita Rodríguez y ciertos sketchs de Vaya semanita, un programa emitido por la segunda cadena de Euskal Telebista que aborda con humor distintas cuestiones relacionadas con el "conflicto vasco" (tema sobre el que, hasta la fecha, apenas se ha ironizado, al menos a nivel mediático). Entre otras cosas, en este programa han aparecido unos muñecos llamados los "Batasunis" (en clara alusión al programa infantil Los Lunnis de TVE), dos arquetípicos "borrokas" -jóvenes simpatizantes de la izquierda abertzale- que quieren "liberar Euskal Herría del yugo español".

Imagen del barrio de Bajo flores, Buenos Aires En el montaje audiovisual que presentó el Colectivo Situaciones hay también varias secuencias grabadas en el ya citado barrio bonaerense de Bajo flores donde se están desarrollando experiencias de autonomía que, aunque son sumamente difusas y, por lo general, carecen de un contenido político e ideológico explícito, plantean una contestación radical a la lógica neoliberal. Las nuevas formas de politización y resistencia que estas "movilidades sociales" despliegan no pueden ser explicadas con las herramientas teóricas y políticas que se idearon en los setenta (no se trata de un nuevo proletariado) y también desbordan las categorías discursivas que se elaboraron en torno al estallido insurreccional de diciembre de 2001. Representan, por tanto, un nuevo desafío para el antagonismo político en Argentina que debe buscar el modo de detectar (y de articularse con) estas experiencias para pensar nuevas posibilidades de recomposición de lo social y contribuir a la creación de contrapoderes que tengan capacidad real de influir en las condiciones de gobernabilidad.

Actualmente, los integrantes del Colectivo Situaciones están desarrollando un trabajo de co-investigación con varios jóvenes de origen boliviano de este barrio a quienes les han realizado una extensa entrevista en la que éstos hablan abiertamente de múltiples cuestiones (de sus miedos y aspiraciones, de sus gustos y fobias, de sus estrategias cotidianas para sortear la discriminación, la victimización y la guetificación -física y mental-, de su visión de la ciudad, de sus relaciones con otros jóvenes bonaerenses...). Un fragmento de esta entrevista se proyectó en la tercera sesión del taller Lo colectivo como investigación, dando lugar a un intenso debate en torno a cómo trabajar con movilidades sociales que emergen en espacios despolitizados sin caer en una actitud paternalista/asistencialista, en una lógica colonialista (que intente poner las energías que estas movilidades despliegan al servicio de nuestra "causa") o en una especie de "exotismo militante" (esto es, en una visión política romántica de las mismas).

Imagen del taller "Lo colectivo como investigación"Se llegó a la conclusión de que esto sólo se puede conseguir si se establece una relación abierta y horizontal, en la que ambas partes realicen un esfuerzo de desplazamiento y problematicen los roles que, a priori, se les asigna. Todo ello sin eludir el conflicto y el desacuerdo, asumiendo la fragilidad de este tipo de relaciones que no están exentas, lógicamente, de contradicciones. Debe ser, por tanto, un viaje de ida y vuelta, en el que se produzca un aprendizaje mutuo, una profunda articulación con el otro (no un mero intercambio). Para ello, la aproximación se tiene que hacer siempre desde la humildad y la honradez (no se trata de imponer nada -de "evangelizar"-, pero tampoco se debe renunciar a las propias ideas), apostando, en la medida de lo posible, por la creación de dinámicas colaborativas a largo plazo. Algunos participantes del taller subrayaron que es necesario no olvidar en ningún momento que tras estas movilidades sociales hay sujetos colectivos autónomos con los que se pueden establecer alianzas para realizar proyectos en común. Es decir, para realizar proyectos con ellos, no sobre ellos, para ellos o por ellos. Proyectos que posibilitan que tanto ellos como nosotros nos transformemos, superemos miedos y prejuicios, incorporemos nuevos referentes y símbolos, renovemos nuestros sistemas de comprensión, valoración y juicio.


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1.- Los textos que se repartieron fueron entrevistas que ha realizado el Colectivo Situaciones a Sandro Mezzadra, Peter Pal Pelbart, Suely Rolnik, Franco Berardi Bifo y Toni Negri. También se distribuyó un artículo del Colectivo Situaciones titulado ¿La vuelta de la política? Por falta de tiempo, los participantes sólo pudieron leer unos de estos textos, aunque después hubo un debate en el que se pudieron intercambiar impresiones de (casi) todos los textos que se habían repartido. [^]
2.- En el año 2005 se editó el libro Mal de altura. Viaje a la Bolivia insurgente que recoge testimonios y reflexiones del Colectivo Situaciones a partir de los viajes que realizó por cuatro zonas de Bolivia sacudidas por distintas dinámicas sociales de radicalidad. [^]
3.- En el taller se analizó, por ejemplo, cómo el graffiti -una manifestación expresiva que, por su carácter clandestino, por su voluntad de quebrar la ley (aunque sea sólo para llamar la atención o para expresar una malestar individual), tuvo en sus orígenes un gran potencial político- ha sido "vampirizado" por el poder, y ahora se decoran las fachadas de grandes instituciones museísticas con obras de "graffiteros de reconocido prestigio internacional" o se organizan concursos de escritores de graffitis en campañas oficiales para prevenir el tabaquismo juvenil. [^]
4.- "En aquel preciso momento el hombre se dijo: / qué no daría por la dicha / de estar a tu lado en Islandia / bajo el gran día inmóvil / y de compartir el ahora / como se comparte la música / o el sabor de una fruta. / En aquel momento / el hombre estaba junto a ella en Islandia." (Nostalgia del presente, Jorge Luis Borges). [^]