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Resumen de las intervenciones de la primera jornada: Matthieu Laurette y Eric Cédiey |
El artista multimedia Matthieu Laurette y el sociólogo Eric Cédiey participaron en la primera jornada del taller Actor, no sólo voyeur que se celebró del 18 al 21 de marzo de 2002 en la sede de La Cartuja (Sevilla) de la Universidad Internacional de Andalucía. Laurette realizó un recorrido descriptivo por su producción creativa desde que en 1993 se presentara públicamente como "artista multimedia" en el programa televisivo Tournez Manège. Por su parte Cédiey analizó las implicaciones políticas, económicas y antropológicas de algunas propuestas de Laurette (especialmente El gran trueque) y de otros autores asociados a consonni.
A lo largo de su agitada y polémica trayectoria creativa, Matthieu Laurette ha construido un discurso lúcido e irónico sobre la dimensión económica, política y mediática que determina el hecho artístico en la sociedad contemporánea. Autodenominado "artista multimedia", Laurette es una variante posmoderna (todo vale) e intelectualizada (ninguno de sus actos carece de corpus teórico) del bufón que utiliza irónicamente los recursos y medios del sistema dominante (sistema político y económico, pero también cultural y artístico) para dejar al descubierto las convenciones y contradicciones sobre las que se sustenta. Como asegura Eric Cédiey, sus propuestas no están en los márgenes del orden establecido, no se sitúan en los espacios propios de lo contracultural o alternativo. Por el contrario se sitúan en el mismo centro del sistema, en el "aquí y ahora" representado por un programa de televisión de audiencia masiva o por el espacio connotado de un supermercado. Cuando aún era estudiante en una escuela de arte, Laurette comenzó a plantearse cuestiones como la posibilidad de encontrar medios para producir y difundir sus proyectos o la necesidad de disponer de un público al que dirigirse. En 1993 decide participar en un programa de televisión (Tournez Manège) donde se autoproclama artista multimedia. Fue una aparición -subraya el sentido religioso que tiene este término en francés y en castellano- premeditada, y por eso realizó un mailing de invitación a la inauguración oficial de su condición de artista. A partir de ahí, Laurette comenzó un particular periplo por diversos programas de televisión en los que fue adoptando distintos roles y arquetipos. Laurette justifica su elección del medio televisivo como espacio adecuado para integrar sus propuestas por sus ventajas económicas ("me resulta bastante barato y me proporciona comodidades"), materiales ("me asegura medios de producción") y comunicativas ("garantiza una audiencia considerable"). Paralelamente a sus apariciones televisivas, Laurette fue buscando otros espacios para albergar y difundir sus propuestas, desde galerías comerciales a discos de remezclas, pasando por Intenet, espacios expositivos públicos o reuniones en casas particulares. Interesado en la dimensión social y política del hecho artístico, ha llevado a cabo diversas intervenciones que se centran en aspectos como la inauguración de exposiciones o los procedimientos de adquisición de obras de los museos. Laurette quiere trascender los ámbitos propios para la difusión de proyectos estéticos e intenta integrar sus propuestas en otros ámbitos ajenos al mundo del arte. Una forma de invertir, subvertir e incluso pervertir (en palabras de Eric Cédiey) el orden establecido. En esta línea se enmarca su proyecto Produits Rembourses en el que Laurette pervierte una estrategia de marketing muy utilizada por supermercados y Grandes Almacenes que consiste en ofrecer la devolución del dinero de un producto si el cliente no ha quedado satisfecho. Tomando al pie de letra esta estrategia y buscando la forma estrictamente legal de sacar provecho real de esa oferta, Laurette fue acumulando una gran cantidad de productos por los que le devolvían el dinero. A su vez, difundió por diversos medios (Internet, reuniones,...) las instrucciones necesarias para conseguir artículos gratis a través de esta técnica. En su afán por infiltrarse en el centro mismo del sistema volvió a recurrir a la televisión, y participó en un programa (un Talent show en el que los espectadores juzgan el "talento" de los concursantes) para explicar su estrategia que mezcla el activismo consumerista con la ironía conceptual. Su caso llegó a tener una enorme repercusión mediática (fue primera página de Le Monde), traspasó las fronteras francesas e incluso le convirtió en un personaje ficticio atribuyéndole ideas y frases que nunca había pronunciado. En la Bienal del Venecia presentó una pieza llamada The Freebie King que reconstruía este montaje incluyendo una réplica de él mismo en forma de figura de cera. La televisión fue también el medio que utilizó en un proyecto en San Francisco donde existe una cadena pública de Televisión a la que los espectadores pueden enviar sus propios vídeos. Esto le inspiró un montaje que buscaba subvertir la jerarquía dominante del medio televisivo y convertir a los espectadores en actores reales del proceso productivo: una grabación en la que todo aquel que quisiera podía leer un fragmento de una obra de Pierre Bordieu sobre la televisión.
Para el sociólogo Eric Cédiey, una de las cuestiones más significativas que surgen a la hora de analizar las propuestas más recientes de Matthieu Laurette es que evidencian las complejas implicaciones sociales, políticas, económicas e incluso jurídicas de una intervención artística subvencionada y promovida por una institución pública. Así ocurre con su propuesta Citizenship Project, donde investiga los cauces necesarios para obtener una nacionalidad. O también con su intervención para consonni El gran trueque, donde el presupuesto de producción del que se partía fue el origen (y también el punto final) del contenido y el continente de todo el proyecto. Un proyecto en el que Laurette volvió a utilizar la televisión como principal canal de difusión. Con ese presupuesto (algo más de un millón de pesetas o 6.000 euros) se adquirió un coche que se ofreció en un trueque público a cambio de otro objeto. Se realizó una gran campaña de difusión a través de diversos medios (folletos, web, radio, televisión,...) y del conjunto de ofertas recibidas se eligió un ordenador para el intercambio. Este a su vez se intercambió por un televisor y la cadena de trueques siguió hasta que llegó un objeto por el que nadie se interesó: un lote de 6 vasos. Como señala Cédiey esos seis vasos constituyen la auténtica "obra de arte" que conceptualmente nos remite a la idea de Ready Made de Duchamp o a la famosa ilustración de Magritte (sobre la que Foucault escribió un libro homónimo): C`eçi nèst pas une pipe. Según Eric Cédiey tanto El gran trueque como otras obras de Laurette y de otros artistas vinculados al proyecto consonni, suponen un posicionamiento y un enfoque estratégico cuyo objetivo principal es "desviar, desplazar, convertir, subvertir e incluso pervertir" el orden establecido. Emplean recursos y estrategias propias de la sociedad capitalista pero introducen elementos distorsionantes que hacen tambalear su lógica interna (efecto mariposa, teoría del caos). "En el caso de Matthieu Laurette, señala Cédiey, el resultado es tan subversivo como sorprendente y divertido". Para Cèdiey, fundador-editor de Safundi: The Journal of South African and American Comparative Studies, hay un claro posicionamiento y propósito político en El gran trueque al plantear cuestiones como la utilidad y propiedad del dinero público (apostando por una redistribución de esa riqueza) y conectar con iniciativas vinculadas a movimientos y colectivos alternativos. Cédiey nos recuerda que el trueque es una modalidad de relación económica anterior al sistema monetario de cambio que aún está contemplada (y controlada) por ciertas disposiciones legales. "Pero lo sorprendente, indica Cédiey, es que se encuentran pervivencias de este sistema de intercambio en operaciones vinculadas a las altas finanzas". |