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Kebir Sabar: La inmigración como proyecto de vida: búsqueda y recomposición de una identidad fragmentada |
Detrás de todo inmigrante existe siempre un proyecto de vida que se gesta en el país de origen y que para llevarse a cabo requiere tanto un respaldo material como un capital simbólico. El inmigrante es un sujeto que piensa y planifica su proyecto de salida con la idea, en la mayor parte de los casos, de retornar en algún momento. "Pero muchas veces ese proyecto se frustra en el camino", explicó en la última conferencia del taller El Paraíso es de los extraños Kebir Sabar, director del Centro del Mundo Árabe e Islámico Inb Jaldun Elkartea. Autor de numerosos libros y artículos que abordan la inmigración desde diversas perspectivas, Kebir Sabar lleva más de quince años trabajando con inmigrantes magrebíes en España y considera que el objetivo fundamental de su labor es contribuir a "acercarnos al otro" analizándolo en su complejidad para que "a través del conocimiento se llegue al reconocimiento" y sea posible establecer un diálogo real. Según Sabar ese acercamiento es imprescindible para construir una sociedad abierta, solidaria y multicultural y evitar así que las comunidades de inmigrantes queden excluidas del "cuerpo social de su país de residencia". Para este licenciado en Ciencias Políticas, el reto de toda sociedad es posibilitar que las comunidades que la componen conserven todo o parte de su propia identidad (sin que eso suponga desconectarse y aislarse) y no someterlas a una asimilación e integración no deseada. Para Sabar, la identidad del inmigrante magrebí está en continua construcción, y por ello en su configuración no es tan importante la procedencia cultural, religiosa o geográfica del individuo como su experiencia y su memoria, su desarraigo vital y su choque con un universo simbólico que le es ajeno. Citando su artículo "Magrebíes en el País Vasco. Memoria, espacio y comunidad" (integrado el libro colectivo El derecho a la no discriminación por razones de sexo) Sabar aseguró que la identidad del magrebí hoy en día en Occidente debe ser la del "otro en devenir pero no la del otro oriental, creado por un Occidente necesitado de una figura exótica, ni tampoco la del otro excolonizado, usado como mano de obra barata". "Los inmigrantes son hombres y mujeres, subraya Kebir Sabar, que trabajan, comen, ven la televisión, hacen sus oraciones, van al mercado, al médico, a la administración...". Su pasado forma parte integrante de su presente y su memoria está en devenir (el inmigrante, recalca Kebir Sabar, "no es un producto hecho y acabado"). En este sentido, el director del taller Rogelio López Cuenca señaló que lo más enriquecedor del planteamiento de Kebir Sabar es su aproximación a la figura del inmigrante, eludiendo tanto la victimización como su conversión en amenaza al tratarlo como un sujeto que comparte con nosotros preocupaciones, inquietudes, sentimientos y dudas semejantes. Desde una óptica occidental, se lamentó el artista malagueño, se tiende siempre a proyectar sobre el inmigrante "nuestro propio miedo hacia el otro (otorgándole un halo de amenaza) o un profundo complejo de culpa" que le convierte antes en víctima que en sujeto. Tras quince años trabajando con inmigrantes magrebíes y analizando sus itinerarios geográficos y la mutación y recomposición de sus proyecciones sociales, Kebir Sabar ha llegado a la conclusión de que se puede hablar de una "cultura de la inmigración", con sus propias memorias y mitologías, sus ritos de pasos y sus construcciones simbólicas, sus mecanismos para preservar la identidad fragmentada y sus tabúes. Una cultura marcada por el hecho de que desde el momento en que emprende el camino hasta su asentamiento (provisional o definitivo) en el lugar de acogida, el emigrante experimenta un profundo proceso de transformación y recuperación de su identidad y de su universo simbólico y de valores. Sabar, que ha realizado varios trabajos de campo sobre las distintas fases de los itinerarios de la emigración magrebí hacia España (centrándose en el País Vasco como lugar de destino), advierte que existe una gran diversidad de tipologías de proyectos migratorios que se diferencian por aspectos como los lugares y momentos de salida, las redes de asentamiento que se utilizan o las formas de recomposición de identidad que se ponen en marcha. Pero dentro de esa diversidad y en el caso concreto de la emigración marroquí hacia el País Vasco (aunque considera que sus observaciones pueden ser aplicables a todo el estado español), Kebir Sabar ha encontrado cuatro tipos fundamentales de proyectos migratorios desde los años 70 hasta nuestros días. - Los ausentes presentes. Son los pioneros que entraron desde Algeciras a finales de la década de los 60 y principios de los 70 y siguieron dos rutas principales: el Levante hacia la frontera de La Junquera y carretera Nacional IV hasta la frontera de Hendaya. En sus proyectos de ida siempre estaba implícito un claro objetivo de regreso, que al ser imposible cumplir han sustituido por retornos provisionales (una vez al año) y un intento de reterritorialización a partir del reagrupamiento de la familia en los lugares de acogida. Estos hombres han hecho de su invisibilidad su forma de vida y no se han implicado en los ritmos y hábitos de las sociedades donde viven. Además sienten temor de morir lejos de su lugar de nacimiento. "Son los ausentes presentes, precisó Sabar, porque están aquí físicamente pero psíquicamente siguen allí, y nunca están totalmente en el mismo sitio, siempre se encuentran divididos entre dos mundos". Mención aparte merecen sus esposas, que vinieron contra su voluntad y han sufrido mucho para encontrar un mínimo proceso de integración. - Los vendedores ambulantes. Se trata de hombres procedentes en su mayor parte de zonas del interior de Marruecos con tradiciones seminómadas que se dedican a la venta ambulante. Comenzaron a venir por la gran sequía de 1981 y la crisis del ganado y por lo general sólo pasan seis meses en España y los otros en su lugar de origen, sin traer nunca a la familia. - Proyectos de ruptura. Hombres y mujeres cuyos procesos migratorios suponen un trastoque de las convenciones sociales. En esta categoría se incluyen las primeras mujeres que han realizado el camino por su propia voluntad en un acto de rebeldía contra el sistema patriarcal y matrimonial dominante. Se trata de mujeres - muchas de ellas divorciadas o viudas - procedentes casi siempre de zonas urbanas y con cierta experiencia laboral previa que una vez asentadas en Euskadi trabajan mayoritariamente en el servicio doméstico o en la prostitución. También puede englobarse en esta tipología a inmigrantes varones jóvenes con cualificación profesional que sienten una mezcla de fascinación y odio por Occidente y ante la falta de expectativas en Marruecos emprenden el viaje como un modo de buscar su propia identidad. - Menores de edad. Jóvenes de 11 a 17 años que salen a la aventura (prácticamente sin planificación) y entre los que se encuentran niños que se han socializado en la calle (y que una vez en España suelen caer en las redes de la delincuencia) y otros que proceden de familias muy pobres pero aún estructuradas (y, que a veces, logran reconducir sus proyectos migratorios por vías legales). |