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La Fiambrera: Arte político y bromas en general |
La Fiambrera lleva explorando los límites de las prácticas y comportamientos artísticos en su relación con la acción política y social desde hace más de una década. Su trabajo se desarrolla en colaboración con colectivos sociales y en la mayoría de las ocasiones forma parte de campañas de acción política que trascienden el ámbito artístico. Se autodefinen como una serie de equipos que realizan "arte político y bromas en general" y cuyo objetivo fundamental es poner en marcha modos de intervención artística que buscan la consonancia con las dinámicas de los colectivos y asociaciones con los que trabajan. "De esta forma, explicaron Curro Aix y Santiago Barber (miembros de La Fiambrera Barroca) durante su intervención en la segunda jornada del Laboratorio Blanco del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, intentamos desarrollar un lenguaje artístico propio que no se ‘mire al ombligo’ continuamente y a la vez dinamizar las estrategias y los discursos de los colectivos (con frecuencia un tanto cerrados y rígidos) con los que trabajamos". Su trabajo se sitúa en un territorio fronterizo - a medio camino entre el arte y el activismo político más comprometido - intentando buscar un equilibrio entre ambos campos. Un equilibrio que confiesan no siempre haber conseguido. A lo largo de su agitada trayectoria La Fiambrera se ha escindido, multiplicado, camuflado; su lenguaje ha proliferado, rebasando el propio grupo, lo que ha supuesto, en la tónica de las leyendas urbanas, que se les atribuya intervenciones que no han realizado. Influido por los trabajos de Bartolomé Ferrando o las propuestas de arte público que se desarrollaban en Quebec o el norte de Francia, La Fiambrera surgió a principios de la década de los 90 en Valencia, una ciudad (y una época) en la que existía una escena artística alternativa (muy marcada por el perfomance y el arte de acción) bastante sólida pero que pecaba de cierta autosuficiencia y autoreferencia. Desde el principio se propusieron evitar la endogamia que caracteriza buena parte del arte contemporáneo ("un arte hecho para artistas") y buscaron nuevos espacios para exponer y difundir sus propuestas. Estimulados por los logros de los zapatistas y antimilitaristas, combinando lenguajes que hasta entonces se consideraban incompatibles, empezaron a trabajar con los movimientos sociales, entrando en contacto directo con problemas políticos y sociales. Varias estatuas de Madrid, Valencia y Sevilla a las que les colgaron carteles con su "vida laboral" fueron las protagonistas involuntarias de Parados Pétreos, una de las primeras acciones de La Fiambrera que acabó en "una perfomance judicial". En la misma línea de intervención en el espacio público y de abordaje del patrimonio histórico se enmarcaron algunas de sus acciones posteriores como Monumento en Huelga, Semana sin Publicidad o su campaña junto a la Asamblea de Lucha Contra el Paro y la Precariedad de Sevilla. En el marco de una iniciativa del Comité de Inmigración de Málaga diseñaron una agencia de viajes ficticia (Málaga Dreams: Estancias Interrétnicas) que utilizaba el imaginario romántico de los viajes exóticos que caracteriza el turismo de aventuras para denunciar las pésimas condiciones de vida de los inmigrantes. Dentro de esta campaña pusieron en circulación un folleto turístico que proponía ofertas tan "tentadoras" como el estreching (un apasionante viaje nocturno a través del estrecho en una patera). Buena parte de las acciones de La Fiambrera se han desarrollado en la Alameda de Sevilla, un barrio emblemático de la capital andaluza que sufre desde hace tres décadas un creciente proceso de especulación inmobiliaria y de destrucción de su identidad socio-cultural. En 1999, La Fiambrera entró en contacto con diversos colectivos que estaban implicados en las problemáticas de este barrio, iniciando un largo y fructífero proceso de interrelación e influencia mutua que ha dado lugar a trabajos como el Kit Alameda o el Concurso de Garitas para el Conjunto Resistencial Villardilla. "Ese proceso de colaboración, puntualizó Curro Aix, ha determinado la evolución de nuestro lenguaje artístico y ha dado lugar a que ciertos colectivos hayan desarrollado acciones a partir de códigos pertenecientes a lo que podríamos denominar lenguaje fiambrera". Como aproximación al Archivo F.X., La Fiambrera va a realizar un trabajo de análisis y documentación sobre ciertas prácticas de acción directa que se están desarrollando en torno a las protestas contra la "globalización capitalista". Para Curro Aix y Santiago Barber esas prácticas se pueden concebir como un ejemplo de iconoclastia contemporánea, ya que suponen una reacción contra iconos, símbolos y representaciones del poder. Son una forma de expolio que atenta contra un nuevo tipo de patrimonio público: el mobiliario urbano (cabinas,...) y las propiedades de entidades y empresas vinculadas a las grandes multinacionales (oficinas de bancos, ETTs, Mac Donalds,..). Como en la quema de iglesias, este ritual de iconoclastia contemporánea se realiza en el marco de excepcionalidad (y de eco mediático) que suponen las cumbres de Jefes de Estados y reuniones similares. La Fiambrera recordó que el patrimonio público está instrumentalizado y monopolizado por el poder institucional, y que políticamente conviene que se identifique a estos "destructores" como bárbaros o "violentos". Por ello, Curro Aix advirtió que es necesario revisar el concepto de expolio y no entenderlo únicamente como un mero acto de salvajismo, sino también como un gesto de subversión social y política. El objetivo de La Fiambrera con este trabajo es intentar hacer frente a la criminalización sistemática de que están siendo objeto los movimientos sociales por parte del poder político y de los medios de comunicación. Para ello tienen previsto desarrollar dos líneas de trabajo. Por un lado, la configuración de un fondo documental de textos e imágenes que describen los actos de acción directa realizados en los distintos encuentros antiglobalización. En este sentido también están recabando información in situ y conectando directamente con las redes sociales que organizan estas acciones. La segunda línea de trabajo consiste en la intervención, sobre territorios locales, sobre toda la información que recojan y la puesta en marcha a través de diversos soportes (folletos, webs,...) de mecanismos de "subversión paródica" (otro tipo de iconoclastia) que desenmascaren las intenciones de quienes sistemáticamente criminalizan los actos de acción directa de los movimientos antiglobalización. |