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Bleda y Rosa: Las huellas del tiempo en el espacio de la historia

CAVEA, Segóbriga 1999, de la Serie "Ciudades", de Bleda y RosaLa indagación sobre los efectos del paso del tiempo en lugares deshabitados pero cargados de historia (colectiva e individual), donde ha habido una presencia humana que se ha diluido, vertebra la producción creativa de María Bleda y José María Rosa, una sólida pareja artística que lleva más de una década trabajando en el campo de la representación fotográfica. En su intervención en el Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte, Bleda y Rosa presentaron tres proyectos - Campos de fútbol, Campos de batalla y Ciudades - en los que desarrollan un itinerario analítico y poético que gira en torno "a las huellas del tiempo en el espacio de la historia".

Bleda y Rosa parten de una metodología de trabajo inductiva que les lleva de lo particular a lo general, de sus propios recuerdos a un intento de rescate poético de la memoria colectiva. "Siempre partimos, aseguró José Mª Rosa, de nuestra propia experiencia personal como primer paso para intentar profundizar en cuestiones más universales". En una primera fase intentan documentarse sobre el tema que van a tratar y a partir de los datos que recogen configuran el modo de enfocar y desarrollar la propuesta . "Para nosotros, indicó José María Rosa, la fase de preparación es tan importante como el trabajo de calle, aunque en Ciudades (uno de sus últimos proyectos) la improvisación ha cobrado más protagonismo".

Partiendo de presupuestos formales y conceptuales que remiten al planteamiento documental de Bernd y Hilla Becher, las propuestas de Bleda y Rosa no se plantean únicamente un objetivo testimonial y estadístico, sino que buscan una implicación emocional. Por ello eligen encuadres parciales, que no muestran desde un perspectiva meramente testimonial el terreno de juego de un campo de fútbol o el paisaje donde se produjo una batalla histórica. Lo que realmente les interesa es descubrir qué es lo que permanece del pasado en esos lugares (donde sucedieron hechos históricos que ahora están olvidados, donde hubo vida y ahora sólo hay silencio), y analizar cómo ha cambiado su uso social y la relación que mantienen con estos espacios las personas que viven en sus inmediaciones.

Campos de fútbol
Su primer proyecto, Campos de fútbol, data de 1992. "Antes, señaló María Bleda, habíamos realizado algunos trabajos que nos ayudaron a definir nuestro lenguaje y que ahora valoramos como los primeros pasos de un proceso de aprendizaje en el que aún continuamos embarcados".

María BledaEn Campos de futbol ya se perfila el estilo que caracterizará la producción creativa de estos dos fotógrafos. La selección de los encuadres excluye todo elemento ajeno al escenario que se retrata, evitando cualquier información superflua y apostando por un uso neutro y transparente del medio fotográfico. La mayor parte de las tomas fotográficas se realizan desde un mismo punto de vista: la distribución estética de la imagen queda fijada por la portería (que pierde su función original y puede verse como una escultura deteriorada por el paso del tiempo) situada a la izquierda y abriendo campo a la derecha, mientras la línea de horizonte queda ligeramente por debajo de la mitad de la imagen.

Las fotografías de Bleda y Rosa se ponen al servicio de la representación directa de la realidad, sin incorporar adornos ni interferencias técnicas. Casi todas las tomas fueron realizadas en días nublados con el propósito de que la mancha del cielo fuera lo más neutra posible, evitando así que aparecieran sombras. "Nuestra idea no era hacer un inventario de campos de fútbol abandonados, subrayó José María Rosa, sino utilizar la seriación y repetición de una imagen que forma parte del imaginario de nuestra infancia para mostrar un único campo de fútbol universal". Hay, si embargo, dos fotografías que rompen con la puesta en escena general pero que, según Bleda y Rosa, tienen sentido dentro del conjunto pues funcionan "como accidentes topográficos que estructuran la serie".

"Estos campos de fútbol abandonados son lugares que nos interesan, matizó José María Bleda, no por su función original, sino porque se han convertido en espacios simbólicos donde pueden observarse las huellas de una historia colectiva y de infinitas pequeñas memorias individuales". Por ello, no consideraron necesario aportar datos que contextualizaran geográfica o temporalmente los campos fotografiados. "En la mayor parte de los casos, precisó María Bleda, están situados en la zona del levante, pero ese no nos parece relevante pues creemos que pueden ser identificables con los que hay en otras partes de la península, incluso de Europa y América Latina".

Campos de batalla
Con Campos de Batalla continuaron indagando en los efectos del paso del tiempo en espacios cargados de historia (en este caso lugares donde se habían producido confrontaciones bélicas, desde Sagunto en el año 219 a de J.C. a los Campos de Bailén ya en el siglo XIX). Les interesaba observar el contraste entre la idea previa de unos espacios que habían sido escenarios de batallas cruentas - con una carga dramática y una huella histórica muy fuerte - y su imagen actual, casi siempre paisajes solitarios y tranquilos, con escasa presencia humana.

"Teníamos la necesidad, señaló María Bleda, de poner una imagen a unos lugares que en la mayoría de los casos sólo conocíamos por un nombre y una fecha que aprendimos en la escuela". Bleda y Rosa conocían un tapiz conmemorativo de la batalla de Almansa, un lugar por el que pasaban con frecuencia. De esta forma fueron conscientes de que en las pinturas históricas de batallas se modificaba la perspectiva, la ubicación y hasta el paisaje con la intención de ensalzar aquello que le interesaba a quienes habían encargado el cuadro.

Asumiendo que la imagen que se suele tener de las batallas (y por extensión de los campos de batallas) procede sobre todo de las pinturas conmemorativas y del cine, Bleda y Rosa optaron por el color (los campos de fútbol eran en blanco y negro) y por utilizar un pecualiar formato panorámico con dos fotografías separadas por un espacio en blanco que muestran fragmentos continuos del mismo paisaje. Bajo la doble imagen aparece un pequeño pie de foto en el que se indica el nombre y la fecha de la batalla.

Pero más allá del dato histórico que aporta el pie de foto y de que la serie es una sugerente muestra de la diversidad de paisajes y condiciones climáticas que coexisten en la península ibérica, Bleda y Rosa consiguieron articular una especie de cartografía emocional que exploraba las huellas que habían dejado esas batallas en unos paisajes (y en los habitantes de esos paisaje) que parecían ajenos a su propia historia.

Durante el largo proceso de ejecución de esta serie (1994-1997) intentaron siempre mantener una cohesión estílistica y conceptual, adoptando el mismo punto de vista neutro - cercano a la abstracción - y evitando cualquier recurso técnico y formal superfluo. No obstante, algunas fotografías evidencian la presencia humana en los paisajes retratados, mostrando elementos (un colchón abandonado, una construcción rural, postes de electricidad) que subrayan el anacronismo entre el momento en que fue realizada la imagen y el hecho histórico al que se alude.

Ciudades
Tras Campos de batallas decidieron realizar una serie fotográfica sobre yacimientos arqueológicos de las distintas culturas que habían habitado la península ibérica: desde el poblado íbero de Castellar de la Meca a la ciudad grecoromana de Ampurias, pasando por las ruinas de Guardamar del Segura (Fenicias) o de Las Sillas (Árabe). En la línea de sus propuestas anteriores su objetivo era observar como el tiempo (ese gran iconoclasta, según Marguerite Yourcenar) transforma el espacio provocando que asentamientos urbanos que habían gozado de un gran esplendor cultural y social, terminaran desapareciendo por motivos económicos y estratégicos.

José María RosaEn Ciudades, por tanto, Bleda y Rosa se plantean las mismas cuestiones que articulaban sus trabajos anteriores pero introducen ciertos cambios metodológicos y estilísticos. Dejan más espacio a la improvisación y prescinden de la unidad formal y conceptual que estructuraba las series Campos de fútbol y Campos de batalla. "En este caso, matizó María Bleda, uno de nuestros propósitos era mostrar la heterogeneidad de las culturas que se habían asentado en la península y antes de visitar las ruinas no sabíamos que tipo de imágenes ibamos a tomar". Una estrategia de improvisación que les llevó a alternar el color con el blanco y negro y a elegir puntos de partidas temáticos distintos para cada ciudad que fotografiaban. Así en las fotografías del poblado íbero de Castellar de la Meca buscaron los límites de la ciudad - sus muros, sus escaleras de accesos - mientras que en el asentamiento romano de Segovida se interesaron por el anfiteatro, recalcando su condición de escenario doblemente vacío.

Bleda y Rosa hicieron todo lo posible para habitar previamente los espacios que querían fotografiar, con la idea de meterse en la piel de los antiguos pobladores de esas ciudades y que sus vivencias personales quedaran reflejadas en las imagenes que sacaban. El planteamiento de Ciudades ha continuado en una miniserie con imágenes de antiguos asentamientos urbanos de Túnez y Grecia, donde se ha adentrado en el interior de las viviendas y de las construcciones que aún se mantienen levantadas.

Como aproximación al Archivo F.X., Bleda y Rosa proponen una nueva serie fotográfica sobre campos de batallas pero centrándose en esta ocasión en confrontaciones que tuvieron lugar durante la guerra civil.Ya han realizado algunas fotografías en el Pico de la Muerte (en el término municipal de Gandesa), uno de los escenarios de la Batalla del Ebro, pero por el momento no pueden precisar cual va ser la metodología y el formato que van a seguir en su nueva indagación sobre tiempo, espacio e historia.