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Resúmenes de las intervenciones en el Laboratorio Blanco (Sevilla) y en el Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte |
Concebido por Pedro G. Romero, el Archivo F.X. es un fondo documental en permanente construcción de textos e imágenes sobre la iconoclastia política española entre 1845 y 1945 y su conexión con las propuestas más radicales de los movimientos artísticos de vanguardia. Comenzó a gestarse con un texto titulado Humo que se presentó en un curso de la sede de Sevilla de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y se ha ido ampliando con diversos proyectos en Sevilla, Barcelona, Valencia y Huesca. Los Laboratorios Blanco (Sevilla, del 3 al 7 de junio de 2002) y Rojo (Granada, del 10 al 14 de junio de 2002) del proyecto F.X. Sobre el fin del arte (integrado en el programa UNIA arteypensamiento) han supuesto la configuración de una nueva vía de desarrollo del Archivo F.X. que se ha enriquecido con aportaciones procedentes de disciplinas como la estética, la historia o el psicoanálisis. Julio Jara, Salomé del Campo y el Colectivo la Fiambrera han sido los artistas invitados al Laboratorio Blanco para presentar su producción creativa y explicar cómo va a ser su aproximación al Archivo F.X. El Laboratorio ha incluido también dos ciclos de conferencias: Sevilla procesos iconoclastas (con José Luis Gutiérrez Molina, David González Romero y Francisco Espinosa como ponentes) e Iconoclasia, vanguardia e historia del arte (con Juan José Lahuerta, José Díaz Cuyás y Amador Fernández Saváter). En el Laboratorio Rojo, Alberto Baraya, Chema López y la pareja artística formada por María Bleda y José María Rosa describieron y analizaron algunas de sus propuestas creativas, apuntando a su vez posibles vías de aproximación al Archivo F.X. En el marco de este Laboratorio se han celebrado también dos ciclos de conferencias: Granada, corpus iconoclasta - que contó con la presencia de José Antonio González Alcantud, Juan Manuel Barrios Rozúa y Javie López Gijón - e Iconoclastia, Lacan y psicoanálisis, en el que intervinieron Carmen Ribés, José Luis Chacón y Adolfo Jiménez. Desde sus primeras propuestas a finales de la década de los 80, Julio Jara ha configurado un discurso pretendidamente inacabado -"siempre en obra-s, en construcción permanente" - que apuesta por la disolución de la autoría y denuncia la conversión de muchas prácticas artísticas en meros procesos especulativos. Jara, que presentó su trabajo en la primera jornada de Laboratorio Rojo del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, pretende que su voz funcione como una "caja de herramientas" que permita crear un espacio (un templo) abierto a todas las diferencias y en el que sea posible la "comunicación de todo con todo". Guarda de seguridad, bedel, jardinero, artista (no importa demasiado en que orden cronológico y/o de preferencias), Julio Jara violenta los espacios y recintos donde habitualmente se exhibe y presenta el arte con un discurso desconcertante y lúcido (heredero de los charlatanes de feria, de los profetas iluminados y de los héroes vanguardistas) que en sus últimas obras recurre a un lenguaje imprevisible que ni siquiera tiene (ni puede tener) diccionario: el infrapayo. No le preocupa la búsqueda de novedad ni tampoco la creación de un estilo artístico propio. "Siempre trabajo sin olvidar la estructura edificada de antemano que quiero vandalizar (...) creo que para negar, hay que contar con el referente de lo que deseamos destruir", subrayó. Imágenes de casas destruidas por bombardeos o terremotos, paisajes enigmáticos y desolados, instantáneas de ciudades solitarias y sin presencia humana, figuras inmóviles ante un féretro que se desplaza o paralizadas en plena carrera..., el imaginario pictórico que Salomé del Campo ha desarrollado desde principios de la década de los 90 se fundamenta en un intencionado propósito testimonial. Para Salomé, sus obras son el fruto de una investigación científica con imágenes. "Mi trabajo, señala, parte de un objeto o de una cuestión específica y a partir de ahí lo voy desarrollando como si estuviese haciendo pruebas en un laboratorio: enfocándolo desde perspectivas diferentes, analizando sus distintas posibilidades". En la segunda jornada del Laboratorio Blanco del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, la creadora sevillana, que se autodefine como una pintora que trabaja con fotografías, indicó que su aproximación al Archivo F.X. se originó por una serie de coincidencias. Antes de conocer el proyecto, Salomé ya estaba trabajando con el tema de los derribos, con la idea de la casa derrumbada. "Ahora, aseguró durante su intervención en el Aula del Rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía, mi trabajo se ha enriquecido con las aportaciones derivadas de enfocarlo desde la perspectiva de la iconoclastia". La Fiambrera lleva explorando los límites de las prácticas y comportamientos artísticos en su relación con la acción política y social desde hace más de una década. Su trabajo se desarrolla en colaboración con colectivos sociales y en la mayoría de las ocasiones forma parte de campañas de acción política que trascienden el ámbito artístico. Se autodefinen como una serie de equipos que realizan "arte político y bromas en general" y cuyo objetivo fundamental es poner en marcha modos de intervención artística que buscan la consonancia con las dinámicas de los colectivos y asociaciones con los que trabajan. "De esta forma, explicaron Curro Aix y Santiago Barber (miembros de La Fiambrera Barroca) durante su intervención en la segunda jornada del Laboratorio Blanco del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, intentamos desarrollar un lenguaje artístico propio que no se ‘mire al ombligo’ continuamente y a la vez dinamizar las estrategias y los discursos de los colectivos (con frecuencia un tanto cerrados y rígidos) con los que trabajamos". El papel central que ha desempeñado la iglesia en el debate político de la sociedad española durante los dos últimos siglos explica, según el historiador José Luis Gutiérrez Molina, las frecuentes (y a veces virulentas) manifestaciones de iconoclastia anticlerical que se han producido en el país. Un papel central que sigue ocupando en la actualidad como demuestra la polémica que se ha producido por la pastoral de tres obispos vascos sobre la Ley de Partidos. Por ello, José Luis Gutiérrez Molina considera que la relación entre iconoclastia y anticlericalismo en España no puede asociarse exclusivamente a los movimientos libertarios ya que hace referencia a un debate mucho más amplio. José Luis Gutiérrez Molina, que abrió el ciclo de conferencias Sevilla: procesos iconoclastas del Laboratorio Rojo del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, cree que la cuestión anticlerical en España es un reflejo de la lucha entre modernidad y tradición, que marca el desarrollo económico del capitalismo y la construcción del Estado liberal burgués. La materialización del anticlericalismo en actos iconoclastas violentos se fundamenta en una repetición y asimilación de una serie de "lugares comunes" sobre la Iglesia, el clero y la religión católica que se fueron consolidando en el imaginario popular a lo largo de varios siglos. Dentro del ciclo de conferencias Sevilla procesos iconoclastas integrado en el Laboratorio Rojo del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, el periodista y documentalista David González Romero analizó las aportaciones de la literatura a la interiorización de esos "lugares comunes". Desde las piezas satíricas medievales a la provocativa iconoclastia del modernismo y las vanguardias históricas, pasando por su utilización con intereses comerciales en la novela de folletín o como arma política en los enfrentamientos entre liberales y conservadores durante todo el siglo XIX. La Causa General, un gran proceso judicial abierto por los vencedores de la guerra civil para informar "de los hechos delictivos y otros aspectos de la vida en zona roja desde el 18 de julio hasta la liberación", comenzó oficialmente en Abril de 1942, como una iniciativa del Ministerio de Justicia del gobierno español promovida directamente por Franco. La Causa General se dividía en once apartados que en los lugares donde triunfó el golpe militar se redujeron a dos: Alzamiento (con el que se quería contabilizar el número de muertos causados por el "terror rojo") y Tesoro artístico (en el que se incluían todos los daños derivados de los ataques a iglesias y conventos). "Sin embargo, aseguró Francisco Espinosa en su intervención en el Laboratorio Blanco del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, el proceso no se limitó a los hechos posteriores al 18 de julio del 36, sino que abarcó un periodo mucho más amplio, remontándose a octubre de 1934, incluso a abril de 1931 con la proclamación de la II República". Durante la Semana Trágica de Barcelona (julio de 1909) se quemaron muchas iglesias e imágenes religiosas pero a la vez se realizaron numerosas fotografías que daban testimonio de esos sucesos. Esas fotografías, que recogían uno de los actos más representativos de la iconoclastia anticlerical en España, se transformaron en un nuevo referente iconográfico para los barceloneses que durante muchos años pudieron reconocer (entre fascinados y horrorizados) el trazado de su ciudad recorriendo las columnas de humos que se elevaban de las iglesias, conventos y colegios religiosos que habían sido incendiadas. "En la actualidad, señaló Juan José Lahuerta durante su intervención en el ciclo Iconoclastia, vanguardia e historia del arte del Laboratorio Blanco (Sevilla) del proyecto F.X. sobre el fin del arte, esas fotografías se han convertido en un documento muy útil para analizar el urbanismo de Barcelona en aquella época". Las manifestaciones iconoclastas se suelen definir desde parámetros religiosos y políticos, pero plantean también cuestiones de orden ontológico que atañen a los modos históricos que rigen la experiencia de creación y recepción artística. En su intervención en el Laboratorio Blanco (Sevilla) del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, José Díaz Cuyás aseguró que "la iconoclastia no puede considerarse como algo periférico en la Historia del arte, y aún menos en la actualidad". Desde mediados del siglo XIX, las tendencias artísticas iconoclastas han adquirido cada vez más protagonismo, alcanzando su máxima expresión con el advenimiento de las vanguardias (en el Manifiesto de los Futuristas, por ejemplo, se pedía la destrucción de los museos). Según José Díaz Cuyas sólo se explica la escasa atención que la historiografía le ha dedicado al fenómeno de la iconoclastia por una cuestión de autolegitimación teórica. "Asumir la iconoclastia, señaló, como una constante fundamental en la Historia de la producción estética supondría renunciar al idealismo, al formalismo y a la creencia de una autonomía del arte que ha postulado el discurso de la modernidad filosófica". "El sistema capitalista, señaló Amador Fernández-Savater durante su intervención en el Laboratorio Blanco (Sevilla) del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, tiende a hacer tábula rasa y eliminar las identidades culturales y sociales a través de una homogeneización de las costumbres y de las necesidades". Desde los zapatistas en la selva Lacandona a la intifada palestina, pasando por los movimientos de resistencia global o los clubs de trueque que hay repartidos por todo el planeta, en el corazón de las luchas que cuestionan la globalización capitalista se detecta la necesidad de "hacer sociedad", de reconstruir de forma alternativa y/o antagonista los lazos sociales con el objetivo de hacer frente a las estrategias de dependencia económica y política impuestas por el nuevo orden global. En los álbumes privados de miles de turistas de todo el mundo aparece Alberto Baraya con un autorretrato de su cabeza cortada detrás de la Venus de Milo, en el Museo de Louvre. Durante más de cuatro años este artista colombiano ha paseado ese retrato por distintas partes del planeta, desde Roma hasta Nueva York, de París al templo de la Reina Hatshepsut en el Valle de los Muertos (Egipto), de la Isla de los Faisanes en el Bidasoa a la Peña de Arias Montano (en la Sierra de Aracena, Huelva), pasando por la Torre del Oro en Sevilla, el Museo Guggenheim de Bilbao, el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o la calle Venecia de Bogotá. En su intervención en el Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte, Alberto Baraya explicó el origen, desarrollo y desenlace provisional de este largo proyecto de peregrinación artística que se terminó convirtiendo en una obsesión de la que aún no se ha librado. A pesar de que la tela fue reducida a cenizas en el año 2000 con el objetivo de que ya no hubiera constatación física de su existencia, Baraya se sigue fotografiando sosteniendo el fantasma del cuadro de la cabeza cortada. En su intervención en el Laboratorio Rojo (Granada) del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, Chema López explicó la tesis doctoral que ha realizado en torno a la representación pictórica de las relaciones de poder, un tema que ha marcado su producción creativa. La tesis, que Chema López prefiere llamar ensayo, funde lecturas y observaciones procedentes de múltiples disciplinas (historia, filosofía, política, sociología, arte, cine, literatura,...), dividiéndose en cinco capítulos que siguen siempre la misma estructura: una introducción teórica, la ilustración de los temas tratados con obras pictóricas propias y una serie de anexos que complementan desde distintos enfoques los argumentos expuestos. La tesis toma como punto de partida sendas citas de Herman Melville y de Thomas Hobbes, autores de dos de las más lúcidas e inquietantes representaciones culturales del mal. De Melville extrae un fragmento de Moby Dick en el que el escritor estadounidense plantea la imposibilidad de retratar al gran Leviatán, ya que "el único modo de hacerse una mínima idea acerca de su perfil consiste en salir a cazarlo". Y el riesgo de esa aventura, añade, es "descomunal: puede hacernos trizas en un santiamén y mandarnos para siempre al fondo del abismo". Por su parte de Hobbes elige una cita en la que se describe al Estado ("la multitud unida en una persona") como una especie de encarnación del mal, un mal necesario, el gran Leviatán, "ese dios mortal a quien debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y defensa". La indagación sobre los efectos del paso del tiempo en lugares deshabitados pero cargados de historia (colectiva e individual), donde ha habido una presencia humana que se ha diluido, vertebra la producción creativa de María Bleda y José María Rosa, una sólida pareja artística que lleva más de una década trabajando en el campo de la representación fotográfica. En su intervención en el Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte, Bleda y Rosa presentaron tres proyectos - Campos de fútbol, Campos de batalla y Ciudades - en los que desarrollan un itinerario analítico y poético que gira en torno "a las huellas del tiempo en el espacio de la historia". La iconoclastia es un foco constante de conflicto en la cultura euromediterránea que se remonta a la antigüedad - confrontación entre los paganos y los cristianos primitivos - y llega hasta nuestros días - como reflejan multitud de manifestaciones artísticas actuales que han heredado la pulsión devoradora de las vanguardias históricas. Por ello, el director del centro Ángel Ganivet de Granada, José Antonio González Alcantud, considera muy útil la creación de un archivo multidisciplinar sobre la iconoclastia, ya que, a su juicio, "es un tema complejo que requiere un tratamiento analítico que integre distintos puntos de vistas". En su intervención en el ciclo de conferencias Granada: corpus iconoclasta del Laboratorio Rojo de F.X. Sobre el fin del arte, González Alcantud propuso un acercamiento al tema desde la antropología y la historia del arte, estructurándolo en tres apartados: iconoclastia y cultura pagana, la raíz iconoclasta de las vanguardias europeas y la búsqueda de pureza en la vanguardia norteamericana. Juan Manuel Barrios Rozúa: Iconoclastia: clericalismo y reacción anticlerical en Granada (1931-1939) La reacción anticlerical iconoclasta en Granada desde la proclamación de la II República a los primeros años de la Guerra Civil debe entenderse como la manifestación de una conflictividad social. En su intervención en el ciclo de conferencias Granada: corpus iconoclasta del Laboratorio Rojo de F.X. Sobre el fin del arte, Juan Manuel Barrios Rozúa aseguró que la destrucción de las iglesias y de las imágenes religiosas que se llevaron a cabo durante la década de los 30 en Granada y otras ciudades españolas tenía un claro trasfondo político. Los símbolos eclesiásticos se identificaban con las fuerzas conservadoras que mantenían una alianza tácita con la Iglesia para impedir la consolidación de un estado laico y el crecimiento del movimiento obrero. "Además, señaló Barrios Rozúa, en el caso concreto de Granada la destrucción de buena parte de su patrimonio histórico durante el siglo XX no sólo es atribuible a la reacción anticlerical, sino también al proceso de desamortización eclesiástica y al abandono público". Generalmente se define iconoclastia como la destrucción de imágenes sagradas, concepto que el diccionario de la RAE matiza introduciendo una segunda acepción: "acción de negar la merecida autoridad de maestros, normas y modelos". Durante su intervención en el ciclo de conferencias Granada: corpus iconoclasta del Laboratorio Rojo de F.X. Sobre el fin del arte, Javier López Gijón señaló que existe una amplia tipología de manifestaciones iconoclastas. La más habitual es la que se ejerce sobre imágenes y símbolos religiosos, pero también hay iconoclastia en los ataques a libros y manuscritos vistos como objetos artísticos y/o soportes de memoria (incendios de bibliotecas) o en propuestas culturales que utilizan conscientemente códigos irreverentes (como el polémico espectáculo que se presentó en la entrega de premios de la VII edición del Salón del Comic de Granada). Desde la abstracción a las performances o los happenings, el arte contemporáneo se ha caracterizado por su intención de desembarazarse/liberarse del objeto. Pero el objeto surge de su propia ausencia, de su falta. Esta idea no sólo remite al psicoanálisis lacaniano sino también al pensamiento filosófico de Hegel. Cualquier objeto (un vaso, una botella, un espacio arquitectónico,...), y no sólo el objeto arte, envuelve un vacío. En la conferencia que abrió ciclo Iconoclastia, Lacan y Psicoanálisis del Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte, Carmen Ribés señaló que el arte ha precedido al psicoanálisis en la actualización y revisión del concepto de objeto. Tanto Freud como Lacan percibieron el discurso estético como un precedente de los planteamientos psicoanalíticos. Aunque no es habitual que el psicoanálisis salga fuera de sus circuitos de difusión y discusión (congresos, publicaciones,...), sus presupuestos teóricos han influido en ámbitos muy diversos como la estética, el análisis textual, la antropología o la semiótica cinematográfica. José Luis Chacón, Responsable del Instituto del Campo Freudiano de Granada, cree que el psicoanálisis (especialmente las enseñanzas de Lacan) puede servir como una poderosa herramienta teórica para discernir aspectos a los que no se puede llegar por otros caminos. "El psicoanálisis, precisó José Luis Chacón durante su intervención en el Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte, requiere de un lenguaje extraño ya que trata sobre lo que está cifrado, sobre el deseo que es significado con relación al significante". El significante designa una pregunta -¿qué significa eso? -, que para ser respondida necesita de un nuevo significante, así como de otras herramientas analíticas procedentes de las matemáticas o la topología. En un ejercicio consciente de autoiconoclastia Adolfo Jiménez había introducido un "chiste" en el programa donde se justificaba su presencia en este Laboratorio ("aquellos significantes que acompañan mi nombre y que me representan como sujeto") destacando títulos ("ornamentos que soportan una imagen de prestigio") que ya no le adornan. Pero además de ex-profesor en la Facultad de Medicina de Málaga y de ex-psiquiatra del Hospital Psiquiátrico de la misma ciudad, Adolfo Jiménez es, fue y, por el momento, seguirá siendo psicoanalista. El psicoanalista es aquel que produce el discurso del que él es el acto, en un lazo social mínimo constituido por dos en la intimidad: el analista y el sujeto analizante. Ese lazo tiene una peculiaridad, el analista provoca al sujeto analizante (al que Lacan re-presenta como un sujeto tachado porque es un sujeto inconsciente) para que éste se estructure, trabaje. Por ello Adolfo Jiménez advirtió que su intervención en el ciclo de conferencias Iconoclastia, Lacan y psicoanálisis del Laboratorio Rojo (Granada) de F.X. Sobre el fin del arte no sería en tanto que psicoanalista, sino como sujeto analizante. "Por que todo analista, subrayó Adolfo Jiménez citando a Lacan, cuando habla ante una audiencia, lo hace como analizante". Fue, por tanto, la audiencia la que encarnó la función del analista al provocar la disertación del sujeto analizante. A su vez, para sortear la dificultad de hablar ante una audiencia múltiple, Adolfo Jiménez decidió personificarla en una sola figura (en este caso, el director del Laboratorio, Pedro G. Romero) y dirigir su disertación a partir de los efectos que detectara en dicha figura (a la que además transfirió la responsabilidad del éxito de la conferencia). |