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Armando Silva: Bogotá imaginada: de la ciudad de la arquitectura a la urbe de sus culturas ciudadanas |
Basándose en su libro Bogotá imaginada (el primero de una colección sobre "ciudades imaginadas" en América Latina y España que publicará la editorial Taurus), Armando Silva prestó especial atención al caso específico de la capital colombiana (que puede servir como punto de referencia, al menos parcial, de las culturas urbanas de otras ciudades latinoamericanas) para mostrar la importancia del orden imaginario en la construcción de la vivencia y de la percepción de la ciudad. Un orden imaginario que, por ejemplo, establece que Bogotá es un lugar muy peligroso e inseguro, cuando en realidad es la ciudad del continente cuyos índices de criminalidad más han bajado en la última década (esto es: no hay correspondencia entre el dato real y la percepción imaginada). La intervención de Armando Silva, profesor de Estética y Pensamiento Visual de la Universidad Nacional de Colombia, se completó con la proyección y audición de una serie de documentos audiovisuales y sonoros (incluidos en el proyecto Culturas urbanas en América Latina y España desde sus imaginarios sociales) donde se recogen distintos momentos y aspectos de la experiencia urbana contemporánea en las ciudades de Bogotá y México.
Para llevar a cabo este proyecto se ha seguido la llamada metodología de los "Imaginarios Urbanos" que indaga en los fenómenos urbanos contemporáneos desde la subjetividad ciudadana y se estructura en torno a tres tipos de técnicas: recogida de datos estadísticos con un enfoque perceptivo (esto es, con un acercamiento emocional a las percepciones subjetivas, lo que permite analizar como los distintos grupos sociales usan, se apropian y construyen su vivencia de lo urbano); trabajo de documentación e investigación visual sobre cada ciudad (que incluye fotografías, vídeos, imágenes en los medios de comunicación,...); y análisis comparativo de los datos reales con los imaginados. Estos análisis comparativos han aportado datos muy significativos como que los habitantes de las grandes concentraciones urbanas latinoamericanas perciben sus ciudades más grandes de lo que realmente son. O que los bogotanos (y aún más los foráneos) siguen percibiendo la capital colombiana como una ciudad extremadamente peligrosa, a pesar de que los índices de criminalidad han descendido considerablemente en Bogotá durante los últimos años. Según Armando Silva, estos desajustes entre los datos reales y la percepción de la realidad demuestran que la vivencia cotidiana de la ciudad está muy determinada por la construcción imaginaria de la misma. "En este sentido, subrayó Silva, una primera conclusión a la que llegamos es que los ciudadanos construyen su ciudad a partir de topografías que se contraponen a las que ha establecido la arquitectura física y el urbanismo oficial". En cualquier caso, es necesario asumir que no se puede seguir hablando de una única Bogotá (o de una única Caracas o de una única Sevilla), porque siempre hay muchos croquis de ciudades en una. Por ello, el equipo que dirige Armando Silva ha preferido trabajar con croquis (que ofrecen una mirada segmentada y vinculada a diferentes "puntos de vistas" ciudadanos) y no con mapas (cuyo objetivo es aportar una visión global y cerrada de un espacio concreto). En este punto el autor de Bogotá imaginada presentó algunos de las conclusiones estadísticas que se han extraído de las encuestas realizadas en el marco del proyecto Culturas urbanas en América Latina y España desde sus imaginarios sociales. Frente a datos relativamente previsibles (la autopercepción del peligro como uno de los principales problemas del modo de vida urbana en América Latina, la persistencia de tópicos generalizados como relacionar droga con Colombia o el tango con Argentina,...) también se han alcanzado otras conclusiones más llamativas (como que el color gris sea el que muchos ciudadanos han elegido para representar ciudades como Bogotá, Quito, Montevideo, México D.F., La Paz, Santiago y Sao Paulo). Otro hecho muy significativo que se puede deducir de estos análisis comparativos es el gran desconocimiento que tienen los habitantes de cada ciudad respecto al resto de las capitales del continente (por ejemplo, muchos encuestados de Bogotá no tenían ninguna referencia de Quito y sólo asociaban a Asunción con golpes militares y fútbol).
El proyecto Culturas urbanas en América Latina y España desde sus imaginarios sociales no se limita a la recogida de datos estadísticos desde una metodología cualitativa, sino que incluye también un trabajo de documentación e investigación visual y sonora sobre cada ciudad implicada (algo que sólo es posible gracias a la extensa red de colaboradores que se ha ido generando: más de 400 personas repartidas por las distintas ciudades estudiadas). En este sentido se están analizando las imágenes que de cada ciudad intentan proyectar las instituciones públicas (registrada en productos de consumo para turistas como las tarjetas postales) y/o los medios de comunicación. Y, al mismo tiempo, se intenta adoptar una actitud activa en la configuración de este imaginario, promoviendo la intervención en los medios con la realización de clips para televisión, la publicación de textos e imágenes en periódicos o la autoedición de tarjetas postales. Ya en la recta final de su intervención, Armando Silva, columnista del diario El tiempo de Bogotá, se refirió a los tres libros - Puntos de vistas ciudadanos, Imaginarios urbanos y Álbum de familia - que han servido de apoyo teórico para la realización de este proyecto pionero en el ámbito académico y cultural de América Latina (ya que hasta ahora nunca se había llevado a cabo un estudio comparado de las culturas urbanas latinoamericanas, utilizando para el análisis de cada ciudad el mismo enfoque metodológico). Puntos de vistas ciudadanos analiza los graffittis, estableciendo en primer lugar las rasgos definitorios de este modo de expresión visual propio de la cultura urbana contemporánea: marginalidad, anonimato y espontaneidad. En Imaginarios urbanos se exploran los procesos de construcción de la identidad de las ciudades a partir de una serie de fantasías / fantasmas (ambos términos comparte origen etimológico). Esto es, de una serie de fabulaciones, narraciones y simulaciones que determinan la identidad urbana pero cuya influencia no se puede aprehender empíricamente. "Por ejemplo, apuntó Armando Silva, la manera de ocupar y de vivir Bogotá está marcada por la muerte violenta en 1948 de J. Eliecer Gaitán, el primero de una serie de personajes locales famosos - con un apellido que empezaba por 'ga' - que han sido asesinados en la capital de Colombia: Gaitán, Galán y Garzón".
Si a partir de CH. S. Pierce se puede deducir que la fotografía no es un signo icónico como semejanza de lo representado, sino un índice como destello de luz que se "imprime" sobre una película de bromuro de plata (es decir, que en ella todavía hay huella de lo real, algo químico y físico que queda como residuo), esta apreciación deja de tener sentido en relación al vídeo y a la fotografía digital (que ya no pueden considerarse "residuos" de un elemento real, sino su representación matemática). Para Armando Silva esto es también aplicable a nuestra concepción de la realidad urbana contemporánea que pasa de concebirse como una ciudad para el espacio a vivirse como una ciudad para el tiempo, de estar estructurada sobre la producción a estarlo sobre el consumo, de ser una ciudad del yo en el espejo a una ciudad del otro que me mira en el espejo, de ser una ciudad real a ser una ciudad imaginada. |