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Proyección de una entrevista a W.G. Sebald, presentada por el editor y crítico literario Ignacio F. Garmendia |
Con la proyección de una entrevista al escritor de origen alemán Winfried Georg Sebald realizada por la televisión holandesa VPRO en 1998 se puso en marcha el pasado lunes 15 de diciembre Fricciones: la realidad funciona igual que la ficción, un proyecto enmarcado dentro del programa de UNIA arteypensamiento que surge con la intención de propiciar una serie de diálogos sobre las relaciones entre lo "real" y lo "ficticio". La proyección de la entrevista al autor de Austerlitz -realizada tres años antes de que éste falleciera en un accidente de tráfico- fue presentada por el editor y crítico literario Ignacio F. Garmendia que durante su intervención en el Aula del Rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía aseguró que la propuesta literaria de W. G. Sebald debe considerarse como uno de los ejemplos más representativos de la "invasión de la realidad" que caracteriza la narrativa contemporánea. Desde Vértigo (1990), su primera incursión en el terreno narrativo, hasta Austerlitz (2001), una obra que ha sido considerada como su testamento literario, la corta pero intensa producción editorial que ha llevado a cabo W. G. Sebald en poco más de una década representa, a juicio de Ignacio F. Garmendia, "uno de los caminos más novedosos y fecundos de la novela contemporánea". Para Garmendia, la obra novelística de W. G. Sebald (que, aparte de los dos libros citados, incluiría Los emigrados -1992- y Los anillos de Saturno -1995-) puede calificarse como un caso paradigmático de la tendencia a la fragmentariedad y el alejamiento puntual del territorio de la ficción que caracteriza la prosa narrativa actual. En este sentido, Ignacio F. Garmendia conecta la poética de Sebald con la propuesta de otros autores contemporáneos como Claudio Magris, Peter Handke, Martin Amis, Paul Auster o los españoles Javier Marías (Negra espalda del tiempo), Enrique Vila Matas (sobre todo en su última entrega: París no se acaba nunca), el Antonio Muñoz Molina de Sefarad o los relatos reales de Javier Cercas. Estos autores incorporan en sus obras personajes reales, datos de su propia biografía y referencias meta-literarias, articulando una propuesta narrativa que pone de manifiesto las fricciones entre la ficción y la realidad. "Más allá de la vieja dialéctica entre la novela tradicional (decimonónica) y la vanguardista o experimental, subrayó Ignacio F. Garmendia, quizás quepa concluir que algo se mueve en la narrativa contemporánea". Aunque de ese movimiento, advirtió, no debe deducirse una crisis estructural de la novela, pues existen numerosos precedentes históricos de esta apuesta por una narrativa híbrida y transgenérica: desde los viajes de Chateaubriand a los ensayos de Montaigne, pasando por las meditaciones de Goethe e incluso el Quijote. Nacido en Alemania pero afincado en Inglaterra desde su juventud, Sebald admitió abiertamente su predilección por los personajes tomados de la realidad, empezando por él mismo, que le parecen más sugestivos y verdaderos que cualquier criatura inventada. Estos personajes se proyectan en hechos históricos específicos y se ubican en lugares geográficos reconocibles (presentados, a su vez, en tiempos distintos, sucesivos o superpuestos). A veces, como en el caso de Austerlitz, son emigrantes y ex-patriados que buscan sus orígenes en un viaje (físico y psicológico) al pasado que les transporta de una ciudad a otra, de una estación de tren construida en el siglo XIX y bombardeada durante la II Guerra Mundial a un ghetto judío donde ahora existe un museo sobre el Holocausto. "Llevamos el pasado con nosotros, expresó Sebald en la entrevista que le realizó Michaël Zeeman para la TV holandesa VPRO, por ello, si uno quiere saber hacia dónde va, hacia dónde es más probable que vaya, tiene que conocer las fuerzas del pasado". A partir de esta idea de viaje iniciático hacia el tiempo pretérito, el autor de Los anillos de Saturno establece una serie de conexiones desconcertantes que, según Ignacio F. Garmendia, "enriquecen el paisaje humano sin descuidar el otro (la naturaleza)" y configuran una especie de puzzle narrativo que permite múltiples ensamblajes de sus distintas piezas. Todo ello a través de una singular destreza narrativa, un estilo elegante, preciso y depurado (aunque no exento de cierto manierismo) y una atmósfera melancólica que Garmendia identifica con "la mirada del viajero que no pertenece a ningún lugar" y va "camino de ninguna parte". En la línea de Borges, la obra de W. G. Sebald está cargada de connotaciones y referencias literarias, con una presencia continua y explícita del autor como narrador y personaje. Esta apuesta de carácter metalingüístico conlleva evidentes riesgos literarios que, según Ignacio F. Garmendia, Sebald es capaz de sortear, logrando "el triunfo de la narración pura, libre de cualquier observancia genérica y, paradójicamente, emancipada de la imaginación y de la fantasía". A caballo entre el relato de viaje, la crónica, el ensayo, la autobiografía, la semblanza histórica o la nota a pie de calle, la narrativa de Sebald es inclasificable y sólo la dinámica editorial hace que sus obras más conocidas se hayan presentado como novelas. El escritor alemán utiliza registros muy heterogéneos: desde el impulso lírico de ciertos pasajes al tono científico y erudito de sus reflexiones históricas o arquitectónicas, pasando por la recreación testimonial de relatos orales o la reproducción de citas textuales. A su vez, incorpora abundante material documental -fotografías, recortes de prensa, billetes de tren, planos,...- que no utiliza de manera subsidiaria sino como un elemento más (y, a veces, nuclear) del discurso narrativo. "En los libros de Sebald, precisó Ignacio F. Garmendia, las fotografías (y, por extensión, el resto del material que utiliza) no son meras ilustraciones ornamentales, sino que tienen un valor funcional dentro del texto, son parte de la historia". Aunque el propio Sebald es el protagonista principal de la mayoría de las historias que relata, Ignacio F. Garmendia cree que su presencia en la narración es muy discreta -como si fuera una "sombra pudorosa, reverente, distanciada"-, lo que le evita caer en el peligro de solipsismo. Garmendia señaló que Sebald recrea con tanta precisión como compasión (pero sin caer nunca en el patetismo) las modestas y azarosas peripecias vitales de personajes olvidados, describiendo con la misma actitud respetuosa objetos anodinos y sucesos históricos intrascendentes. "Siento la necesidad, subrayó en la entrevista que le hicieron en 1998 para la TV holandesa VPRO, de afirmar la idea de que nuestra vida no sólo está determinada por grandes acontecimientos, sino que todos los pequeños fragmentos de historia contribuyen a un proceso de evolución de dimensiones cada vez más reducidas en el que al final participamos todos". Ignacio F. Garmendia piensa que se puede calificar la narrativa de Sebald como "inequívocamente realista (precisa, sobria, minuciosa, depurada), aunque no prosaica", pues en todo momento aparece sublimada por un subtexto lírico que constituye uno de los principales rasgos estilísticos de la propuesta literaria del autor de Los emigrados. Esta dimensión realista es independiente de la veracidad de los hechos relatados, ya que, como el mismo Sebald sugiere en la entrevista que le realizó Michaël Zeeman, los personajes, situaciones y escenarios (reales o inventados) que utiliza en sus novelas, están sujetos a las exigencias de la narración y al formato expresivo (artístico) en que se presenta. En este sentido, Sebald recurre a las fotografías como un medio para potenciar la sensación de realidad de las historias que cuenta ("porque creemos más en la evidencia fotográfica que en cualquier otra cosa", afirma), pero como ha advertido en más de una ocasión, muchas de las imágenes que incorpora están alteradas (mutiladas, ampliadas o modificadas) o colocadas intencionadamente en contextos que las re-significan. Para Ignacio F. Garmendia, lo que nos enseñan autores como Sebald es que "la realidad es un filón en gran medida inexplorado que puede convertirse en fuente inagotable de literatura". Hermanado con el escritor suizo Robert Walser, la peregrinación es el principal modo de conocimiento de Sebald que, transfigurado en paseante, emprende en cada una de sus novelas un viaje a través del tiempo y del espacio. Porque su mirada no se agota en la mera contemplación, y en cada paisaje o escenario urbano (real o inventado) que observa y describe, el autor de Sobre la historia natural de la destrucción advierte las huellas de antiguas batallas, el rumor de viejos secretos, la memoria diluida de los hombres y mujeres que habitaron antes que él esos espacios. "Sebald, aseguró Ignacio F. Garmendia, es un devoto de la memoria personal, ajena e histórica, un coleccionista de vidas que aúna la paciencia del entomólogo y la perspicacia del analista, un hacedor de cartografías que ha trazado el mapa del mundo con las líneas de su propio rostro". |