Líneas de investigación
Proyectos en Curso
Proyectos Anteriores
Nora Barry: Cinema Online |
Creadora de The Bit Screen, el primer sitio web de películas realizadas explícitamente para Internet, Nora Barry comenzó a trabajar en la Red con la intención de desarrollar una propuesta narrativa en torno a las peculiaridades del proceso de contar historias en los nuevos medios digitales. Con experiencia previa en el campo audiovisual -fue guionista y productora de un programa infantil de televisión-, a mediados de la década de los 90 Nora Barry empezó a intuir las numerosas posibilidades creativas que brindaba este nuevo soporte tecnológico. En la tercera sesión de Remezclando la realidad con los narrative media, la autora estadounidense asemejó la estructura narrativa de las Mil y una noches con uno de los funcionamientos potenciales de Internet. "El hilo conductor de las Mil y una noches, recordó, es la historia de una joven princesa que consigue evitar su muerte al mantener activado el interés de su marido -un cruel sultán despechado que tiene la costumbre de asesinar a sus esposas el día después de casarse con ellas- contándole cada noche una historia diferente". Con sus proyectos online, Nora Barry -presidenta de la red de páginas webs sobre cine Druid Media (http://www.druidmedia.com)- pretende crear una especie de marco narrativo general que, al modo del argumento transversal de las Mil y una noches, aloje y conecte múltiples micro-historias que van sucediéndose unas a otras. Nora Barry parte de la certeza de que existen motivos argumentales que tienen carácter universal pero que, a la vez, adquieren rasgos específicos en los distintos espacios culturales y geográficos en los que se desarrollan. A juicio de Nora Barry, la fluidez, el continuo cambio de flujos informativos que se genera dentro de Internet, lo convierte en un entorno propicio para intentar recuperar y reinventar los temas narrativos universales que comparten casi todas las culturas. Además, Nora Barry cree que el ciberespacio es un escenario idóneo para la experimentación, como demuestra su influencia en otros medios. Así, las grandes cadenas de televisión norteamericanas (como la CNN) han adoptado los esquemas compositivos y de distribución de contenidos de las páginas webs. Cualquiera puede tener un lápiz y escribir. Pero eso, al menos hasta el momento, no ocurre con las herramientas digitales, pues siguen existiendo importantes barreras (sobre todo de carácter económico, aunque también conceptual) que impiden una verdadera democratización de las nuevas tecnologías. Su acceso y uso está reservado a ciertos sectores de la población. Por ello, Nora Barry cree que, tanto por cuestiones económicas como culturales, queda aún muy lejos la vieja utopía de Alexander Astruc sobre un futuro en el que todo el mundo tendría y utilizaría cámaras de cine, del mismo modo que, ya en su época, cualquiera podía usar plumas estilográficas. Cuando en ciertos festivales especializados (Dvdays, Beta Berlín...) se plantean posibles modelos de distribución del cine digital, muchas participantes aseguran que no hay espacio en el mercado actual para este tipo de producciones, salvo para los trabajos de unos cuantos autores consagrados (como Peter Greenaway). Para Nora Barry eso es sólo una situación provisional pues, según ella, las grandes productoras y distribuidoras audiovisuales están empezando a invertir en películas digitales de forma cada vez más decidida. Hay que tener en cuenta que este nuevo formato se puede presentar y difundir con más rapidez y agilidad y, a la vez, hacer llegar a un público potencial mucho más amplio (y sin limitaciones geográficas, apartes de las derivadas de la brecha digital). "Además, añadió Barry, las grandes compañías cinematográficas, inmersas en la vertiginosa dinámica consumista del capitalismo global, tienen necesidad de re-alimentar continuamente su oferta si quieren sobrevivir". En los años 60 y 70, se consolidó una comunidad cinematográfica independiente gracias a la existencia de una extensa red de cine-clubs alternativos con ramificaciones en numerosos rincones del planeta. Según Nora Barry, para que el cine digital independiente alcance una situación parecida, es conveniente que también se difunda en ciertos entornos "físicos" (festivales, organizaciones públicas de proyecciones...) que propicien el contacto y la creación de comunidad, sobre todo en zonas y regiones que disponen de escasos recursos tecnológicos. Desde ese punto de partida, Nora Barry empezó a organizar en el año 2000 Streaming Cinema, uno de los primeros festivales del mundo especializado en la emisión en streaming (en tiempo real) de películas y propuestas audiovisuales digitales. La intención era dar a conocer una serie de proyectos que carecían de distribución y difusión más allá de círculos muy restringidos, ya que, en esa época, el acceso a Internet (sobre todo con conexión de banda ancha) era aún minoritario y el cine digital estaba dando sus primeros pasos. Actualmente, la aceptación del cine online es muchos mayor, incluso algunas películas han entrado en museos y galerías de arte o se han difundido entre audiencias muy amplias. "Esa profunda evolución, precisó Nora Barry, hace que los organizadores de Streaming Cinema nos hayamos planteado la disolución del festival". Durante su intervención en Remezclando la realidad con los narrative media, Nora Barry presentó una de las últimas iniciativas que ha producido y organizado: Story Stream, un proyecto colectivo de cine online en tiempo real que explora las semejanzas y diferencias de un argumento narrativo universal -el héroe clásico que se pone en camino y debe sortear una serie de obstáculos- en distintos contextos culturales. A partir de este planteamiento narrativo básico y reconocible (en el que se basan, entre otras cosas, la Odisea de Ulyses, la mayoría de las novelas de aventuras o cuentos como Caperucita Roja) se realizaron tres breves películas digitales sin diálogos: Fast food (de Fran Ilich, México D.F.), Midwinter ballad (de Jeannette Lambert, Montreal) y Ulyses a la deriva (de Pierre Wayser, París). En Fast food, Fran Ilich nos relata la historia de una joven (aparentemente de clase media) que deambula desesperada por las calles de ciudad de México en busca de comida. Durante su periplo, se encuentra con una especie de hada madrina que le da dinero para que pueda tomar algo, pero poniéndole una condición: no puede gastarlo en un establecimiento de "comida rápida". Por su parte, Jeannette Lambert narra en Midwinter ballad la aventura llena de obstáculos y desvíos de una mujer que ha perdido sus guantes en una fría mañana invernal. Desde un planteamiento más teórico y con cierta influencia del cine mudo (especialmente de Chaplin), en la tercera de las piezas, Pierre Wayser reinterpreta el personaje de Ulyses en clave cómica a partir de la historia de un hombre que se despierta sin saber dónde está y tiene que buscar el camino de vuelta a casa. Sin haberlas visto con anterioridad, las películas fueron remezcladas en tiempo real por un realizador-vj (el venezolano Carlos Gómez de Llarena) que se encontraba en Philadelphia (EE.UU), surgiendo así un cuarto relato en el que los tres protagonistas y los tres hilos argumentales se superponían y fundían en uno sólo. En Story Stream, el experimento narrativo (la recreación de un hito argumental universal desde distintos contextos culturales, y su posterior fusión en una nuevo relato) estaba íntimamente ligado a una exploración de las posibilidades y limitaciones de las nuevas tecnologías de la información. En este sentido Nora Barry aseguró que fue un proyecto muy complejo y costoso a nivel tecnológico, pero que permitió explorar la potencialidad de Internet para recuperar y reinterpretar mitos narrativos universales. "No hay que olvidar, advirtió Nora Barry, que la globalización mediática ha provocado que de las más de 800 versiones que existían de La Cenicienta, ahora sólo nos queda la de Disney". Internet, según ella, puede contribuir a la recuperación y re-invención de la pluralidad cultural que tiende a desaparecer con el avance de la globalización capitalista. |