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S. Sayyid: Dune y la descolonización del futuro

S. Sayyid: "Dune y la descolonización del espacio"S. Sayyid concibe la ciencia-ficción como una dramatización del discurso político de la modernidad occidental que diferencia entre un nosotros (científico, racional, democrático, avanzado...) y los "otros", incapaces de progresar (tanto a nivel tecnológico, como cultural y moral) por su propia cuenta. Durante su intervención en Suturas y fragmentos, S. Sayyid trató de explicar esa idea a partir de varias hipótesis interconectadas que tenían como punto de referencia Dune, de Frank Herbert, una saga literaria que ha inspirado multitud de películas de ciencia-ficción, entre las que destaca el filme homónimo que dirigió David Lynch en 1984 o la mítica trilogía de La guerra de las galaxias. "Cada una de estas lecturas del clásico de Herbert, subrayó S. Sayyid, se adaptan al contexto socio-cultural e histórico en el que se realizaron, pero en todos los casos imaginan una Historia del Futuro en la que permanece vigente la dicotomía entre Occidente y Oriente (y, por supuesto, el dominio final del primero sobre el segundo)".

En este sentido, S. Sayyid recordó que en el último tramo de Dune, se sustituye la figura del Mehdi -un personaje de origen divino que, según la tradición islámica, representa una especie de salvador de la humanidad- por un Duque, un tipo de distinción nobiliaria que procede de la tradición aristocrática europea. En principio, parece extraño que para guiar el destino de la civilización humana se prefiera la figura de un Duque (que tiene una autoridad limitada y subsidiaria) a un Mehdi (una encarnación del poder divino). Pero a juicio de S. Sayyid no es una decisión casual ni intrascendente. "Se podría pensar, señaló S. Sayyid, que responde a un interés laico y humanista, sin embargo la verdadera razón se encuentra en el intento de mantener (aunque sea de forma inconsciente) el orden colonial".

Fragmento de la portada del libro "A Fundamental Fear" de S. SayyidNo hay que olvidar que en 500 años de dominio imperialista occidental, los gobernadores de la Metrópolis que llegaban a las colonias, nunca quisieron asumir un papel equiparable al del Mehdi, sino ejercer de pro-cónsules (figura parecida a la del Duque), un cargo que les seguía vinculando directamente al Imperio. Dune transcurre en un futuro lejano, en un paisaje que evoca el desierto y donde han surgido civilizaciones humanas híbridas que mezclan elementos culturales e identitarios de procedencias diferentes, aunque predominan las referencias a la tradiciones árabes e islámicas. En ese escenario "infiel", optar por un Duque en vez de por el Mehdi, implica resistirse simbólicamente a que el futuro de la humanidad este en manos del "otro" y ya no dependa del progreso científico y tecnológico occidental. "Es decir, precisó S. Sayyid, la sustitución del Medhi por un Duque, es un intento de proyectar en el futuro, el dominio político y cultural de Occidente en el presente".

La ciencia-ficción contemporánea es una modalidad de producción narrativa propia de Occidente que se popularizó en los EE.UU en la década de los 30 del siglo pasado, la misma época en la que apareció la noción actual de racismo. Hay que tener en cuenta que desde el siglo XV, el conocimiento científico ha desempeñado un papel central en la civilización occidental, hasta el punto de que se ha convertido en su principal elemento diferenciador. "Incluso se podría decir, aseguró S. Sayyid, que ha terminado ocupando el lugar que en otras culturas tiene la religión". De hecho, S. Sayyid cree que la ciencia-ficción representa una especie de mitología del mundo occidental contemporáneo que actualiza antiguos mitos y profecías desde un registro secularizado, y de esa forma trata de dar sentido y significado a los hallazgos y conflictos de la ciencia.

Precisamente, debido a su vinculación a la noción general de ciencia, la ciencia-ficción es, en principio, anti-política. En un sentido amplio, lo político tiene que ver con la formación de identidades y con la elección de aliados y enemigos que lleva a cabo cada individuo o colectivo en su vida cotidiana. Pero cuando una reivindicación se institucionaliza (por ejemplo, cuando se "da por hecho" la igualdad entre hombres y mujeres), se termina eliminando su dimensión política, aunque haya costado mucho esfuerzo conseguirla. Según S. Sayyid hay una tendencia a olvidar las luchas (y los motivos que las generaron), igual que se obvian las razones por las que decidimos que alguien era nuestro amigo o enemigo (que también fue, en su origen, una decisión política). Y cuando una acción, situación o decisión se conciben como natural, como algo dado de antemano, se desactiva su potencial político. Eso ocurre con la ciencia-ficción, donde se olvida que se ha asumido el discurso científico como la única manera de imaginar (y, por tanto, de construir) el futuro.

Portada de una de las primeras ediciones de la saga "Dune" de Frank HerbertLa visión del mundo que ha promovido durante los últimos 500 años el orden colonial ha generado una separación (distinción) jerárquica entre Occidente y el resto del planeta. Una separación que se ha pretendido explicar como algo natural (y, por ello, anti-político), y no como el resultado de una relación entre dominadores y dominados. A su vez, Occidente ha utilizado las colonias para experimentar proyectos utópicos ("para llevar a la práctica ficciones científicas", en palabras de S. Sayyid) en los que intentaba crear un estructura organizativa al margen de la confrontación política. Su objetivo final es convertir a los habitantes del Imperio (tanto a los de la colonias como a los de la Metrópolis) en trabajadores/consumidores pasivos (en vez de ciudadanos activos), en personas despolitizadas cuya única responsabilidad es elegir entre los distintos productos que le ofrecen (sean alimentos o candidatos a la presidencia del gobierno).

Esa dinámica colonialista sigue plenamente vigente en la actualidad, cuando se acaban de justificar dos guerras cruentas (Afganistán e Irak) recurriendo a argumentos similares (aunque convenientemente actualizados) a los que se utilizaron en la expansión colonial del siglo XIX. Incluso se ha prescindido descaradamente de la legalidad jurídica internacional, en ciertos casos, con una impunidad casi absoluta (como en las cárceles de Guantánamo o Abu Ghraib).

Para el autor de A Fundamental Fear, la ciencia-ficción popular es una de las herramientas de las que se ha valido el orden colonial para difundir su forma de concebir el mundo. En este sentido, la novela Dune, con sus correspondientes versiones cinematográficas, refleja el miedo de Occidente al triunfo en el futuro de una especie de poder despótico oriental (simbolizado en la figura del Mehdi) que, de algún modo, terminaría vengándose de tantos siglos de opresión colonial. "Aunque utiliza términos y referencias de la tradición musulmana, aseguró S. Sayyid en la fase final de su intervención en Suturas y fragmentos, Dune no descoloniza el futuro, porque termina recreando la misma estructura de poder que existe en la tierra desde hace más de 500 años".