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 La 
sede de La Cartuja de la Universidad Internacional de Andalucía acogió 
entre el 14 y el 16 de diciembre de 2004 el encuentro Economía/Cultura, 
en el que participaron Susan George, Belén Gopegui y el colectivo Precarias 
a la deriva y se proyectaron los dos últimos documentales (Los espigadores 
y la espigadora, 2000; Dos años después, 2002) y una película 
de ficción (Sin techo ni ley, 1985) de la realizadora francesa 
Agnès Varda. El objetivo del encuentro fue re-pensar la relación entre 
dos conceptos -economía y cultura- que, por lo general, no suelen asociarse. 
Y para ello se contó con la presencia de una serie de invitadas (el 
hecho de que fueran todas mujeres no era casual) que desde diversos 
campos analíticos (sociología, creación literaria y cinematográfica, 
activismo político) han reflexionado sobre las características, implicaciones 
y potenciales consecuencias de esa relación en la sociedad contemporánea. 
Una sociedad en la que la expansión del modelo neoliberal de globalización 
económica impone una especie de "dictadura economicista" donde el Mercado 
representa el principal (y casi único) espacio de legitimación de toda 
clase de conductas. 
 Precarias a la deriva es un proyecto de investigación-acción 
cuyos orígenes se remontan a la huelga general del 20-J de 2002, 
cuando una serie de mujeres se planteó la necesidad de articular 
estrategias de lucha que respondieran con eficacia a la profunda transformación 
que está experimentando el mercado laboral en la actualidad. Una 
transformación que ha generado la emergencia de nuevas formas de 
trabajos que se caracterizan por su precariedad estructural (falta de 
contratos, salarios escasos y variables, total flexibilidad y disponibilidad 
horaria...) y que, en un porcentaje muy elevado, son realizados por mujeres: 
trabajadoras sexuales, asistentas sociales, free-lances precarizadas 
(traductoras, comunicadoras, investigadoras), limpiadoras, operadoras 
de telemárketing... 
 
 En el inicio de su intervención en el encuentro 
Economía/Cultura, Belén Gopegui se lamentó 
de que el arte fuera, a día de hoy, el "más abandonado" 
de los terrenos en los que en estos momentos se intenta articular una 
acción política contra las imposiciones de la economía 
capitalista. Para la escritora madrileña, que parte de una visión 
amplia del arte que incluiría lo que ella denomina "imaginación 
colectiva" (medios de comunicación social que trabajan con 
la ficción narrativa), la poderosa industria del ocio está 
construyendo y difundiendo una visión del mundo contra la que poco 
se puede hacer si confiamos únicamente en los talentos individuales. 
 
 Lo que ocurre en Estados Unidos afecta a todo el planeta 
y, sin duda, los resultados de las elecciones que se celebraron el pasado 
2 de noviembre van a tener una enorme repercusión en la política 
internacional durante los próximos años. Tanto en América 
como en Europa, numerosas voces han advertido que la reelección 
de George W. Bush representa un profundo giro hacia el fascismo en el 
país más poderoso del mundo. Aunque Susan George, que nació 
en Estados Unidos pero actualmente reside en Francia, cree que sería 
más exacto hablar de un retorno al puritanismo político 
de la Inglaterra del siglo XVII, el momento en el que apareció 
el capitalismo. En cualquier caso, la autora de obras como Informe 
Lugano o El bumerang de la deuda señaló durante 
su intervención en el encuentro Economía/Cultura 
que en el gobierno de George Bush hijo pueden apreciarse (con más 
o menos matices) muchos de los rasgos que el politólogo Lawrence 
Britt -que analizó los regímenes de Hitler (Alemania), Mussolini 
(Italia), Franco (España), Suharto (Indonesia) y Pinochet (Chile)- 
identificaba con el fascismo. 
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