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Mesa redonda Con la música a otra parte, con Defunkid, Miguel López Mora, Javier Ojeda y Antonio "Smash". Coordina: Raúl Rodríguez |
Sobre las descargas de temas musicales con copyright a través de Internet hubo diferentes posturas aunque todos coincidieron en dos puntos: no son la causa, sino más bien un síntoma de la crisis que atraviesa actualmente la industria discográfica; y no tiene sentido criminalizar a los usuarios que recurren a las redes P2P. "Para nosotros", aseguró Defunkid, "que somos un grupo pequeño y poco conocido, las descargas han sido el único medio que hemos tenido para difundir nuestras canciones y gracias a ellas hemos conseguido cosas tan curiosas como que un podcast (especie de programa de radio que se distribuye por Internet) sobre actualidad política en Canadá utilice un tema nuestro en su cabecera".
Admitiendo que la industria discográfica es un "autentico desastre", Javier Ojeda considera que las descargas de canciones a través de Internet son tan beneficiosas como perjudiciales. "Todos", señaló, "en mayor o menor medida, tenemos algo ilegal en nuestro disco duro, si no es un álbum o una canción protegida con copyright, es un programa que nos ha pasado algún amigo". Lo perjudicial, a su juicio, es que las herramientas que permiten la descarga y el intercambio de canciones a través de Internet, ayudan a difundir una especie de lógica del "gratis total" que a medio y largo plazo termina perjudicando a todas las esferas de la industria musical (y no sólo a las grandes discográficas o a los "burócratas" de las entidades que gestionan los derechos de autor). "Porque si te acostumbras a obtener determinados productos siempre de forma gratuita", explicó, "va a ser muy difícil que luego estés dispuesto a pagar. Eso, por ejemplo, ha ocurrido en Andalucía con las actuaciones en directo, pues en los años ochenta y noventa del siglo pasado muchos organismos municipales y provinciales se dedicaron a organizar conciertos de forma gratuita (a cargo, por supuesto del erario público), de modo que la gente se acostumbró a no pagar y ahora cuesta mucho trabajo llenar una sala".
Para Antonio "Smash" uno de los principales problemas que sufre la escena musical nacional deriva de la falta total de apoyo público y privado que históricamente han recibido (y siguen recibiendo) aquellas propuestas que se salen del modelo comercial imperante. A su juicio, la aparición y consolidación de Internet puede contribuir a subsanar esa carencia histórica, "pues es una plataforma que permite hacer llegar lo que haces sin necesidad de intermediario a un público potencial muy amplio". Defunkid comparte con Antonio "Smash" la idea de que en España no se ha potenciado nunca la cultura musical, hasta el punto de que las mejores recopilaciones de flamenco se han realizado en otros países (especialmente en Francia). "Ni los medios de comunicación", aseguró, "ni las instituciones públicas, ni las compañías discográficas han sabido mimar y potenciar lo bueno y sólo han buscado el éxito fácil (que se obtiene muy rápidamente, pero que se agota muy pronto)". A su juicio, esa falta de cultura musical (que impide, por ejemplo, valorar el trabajo artesanal o técnico que hay detrás de cualquier composición o interpretación) es mucho más perjudicial para los músicos que la sensación de "gratis total" que pueden potenciar las redes de intercambio de archivos. Tanto Javier Ojeda como Miguel Mora piensan que la "piratería" perjudica mucho más a los músicos que a las discográficas que, aunque parezca paradójico, suelen estar relacionadas con las empresas tecnológicas que facilitan las descargas y/o que fabrican las herramientas que permiten la copia de cds y dvds. Miguel Mora cree que el segundo elemento que sale más perjudicado con la generalización de las descargas indiscriminadas y el top manta es el propio público, "pues la sobreabundancia de información no procesada", aseguró, "la facilidad de acceder sin ningún esfuerzo ni implicación personal a decenas de miles de canciones, impide una degustación plena de lo que se escucha". En este sentido piensa que hoy ningún chaval de 15 ó 16 años podrá sentir lo que él sintió cuando, tras varios meses ahorrando, se pudo comprar el álbum Pornography (The Cure, 1982). "Escuché una y otra vez todas las canciones de ese disco sin cansarme", rememoró. Ahora, cualquier persona puede tener la discografía completa de la banda de Robert Smith casi sin esfuerzo, pero con toda probabilidad, antes de que le haya dado tiempo a escuchar una sola vez todas las canciones, se descargará cualquier otra cosa que le haga olvidar a los Cure, entrando en una espiral consumista que le impide profundizar en los matices que hay detrás de cada tema.
Javier Ojeda y Miguel Mora reconocen que, gracias al desarrollo tecnológico, se han multiplicado las posibilidades de dar a conocer las propias creaciones sin necesidad de recurrir a intermediarios (situándose, por tanto, al margen de la industria discográfica). El problema está, según Ojeda, en que la mayoría de los músicos (sobre todos, los más mayores) sólo son capaces de sobrevivir dentro del engranaje de la industria musical más convencional, pues ese ha sido siempre su modo de ganarse la vida. Y ese conservadurismo metodológico, añadió, "no implica que su propuesta haya dejado de tener interés desde un punto de vista artístico". En este sentido, Javier Ojeda comparte con Miguel Mora la idea de que aunque haya que asumir que el avance tecnológico es irreversible (y que el negocio de la música se está transformando radicalmente), no se puede acabar de golpe con todo lo anterior. "No podemos exigirle a alguien como Cesaria Evora", subrayó el cantante de Danza Invisible, "que cambie su forma de trabajar". Ya en la fase final de la mesa redonda que cerró las Jornadas Críticas de Propiedad Intelectual de Málaga, Defunkid quiso señalar que, bajo su punto de vista, el hecho de haber conseguido un disco de forma gratuita y sin demasiado esfuerzo, no implica necesariamente que se vaya a valorar menos que si se hubiera comprado. A su juicio, el problema está en la cultura musical previa del receptor que es la que permite discernir y valorar el trabajo/esfuerzo -técnico y creativo- que hay detrás de cualquier disco o canción. "Creo que hay que relativizar", indicó Defunkid, "ese temor al 'gratis total' que supuestamente potencian las redes P2P". Sin duda, muchos de esos chavales que se descargan compulsivamente música por Internet van a quedar atrapados en una lógica consumista que les haga buscar sólo la novedad (y, por tanto, les impida disfrutar pausadamente de lo que escuchan). Pero habrá otros que, un buen día, gracias a las redes P2P descubran, por ejemplo, a un grupo como Smash. "Y a partir de ahí", elucubró Defunkid, "quizás se interesen por esa época de la música española, conozcan a otros grupos, enriquezcan su cultura musical y, finalmente, si se enteran de que Antonio 'Smash' ofrece un concierto en su ciudad, vayan a verle y animen a otros a que lo hagan". Porque cada generación tiene su propia forma de percibir y valorar la música y no tiene sentido caer en alarmas apocalípticas que anuncien el fin de la cultura aplastada por la maquinaria tecnológica. |