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Presentación de la campaña Compartir es bueno |
Estos mensajes sólo generan miedo entre los internautas y, sobre todo, una gran confusión en la opinión pública. Hay que tener en cuenta que a pesar de los deseos de los dirigentes de la SGAE e incluso de las declaraciones de ciertos mandos policiales, en España, a día de hoy, tanto la copia privada como el intercambio de archivos utilizando redes PSP es completamente legal. Es decir, compartir música, películas y otros productos culturales a través de Internet, no es delito. Para difundir este mensaje y denunciar la criminalización que sufren los usuarios de las redes P2P, a mediados del año 2005 un grupo heterogéneo de activistas que trabajan en diferentes colectivos que defienden la libre circulación de la información y el conocimiento, puso en marcha la campaña Compartir es bueno (http://www.compartiresbueno.net/). "Nuestro propósito", precisó Teresa Malina (identidad colectiva que actúa como portavoz de la campaña Compartir es bueno) en su intervención en las Jornadas Críticas de Propiedad Intelectual de Málaga, "es que la campaña pueda llegar a la mayor cantidad de sectores sociales posibles, difundiendo el discurso en defensa del copyleft más allá de los círculos restringidos en los que habitualmente se mueve". Para ello, han buscado un lema sencillo, directo, que alude al sentido común y que es difícilmente rebatible: "compartir es bueno (y legal)". Desde la convicción de que ya ha llegado la hora de lo que denominan "el destape digital", los impulsores de esta campaña han organizado una serie de "descargas-protestas colectivas" de archivos protegidos con copyright y han repartido cds con películas y música variada en diversos espacios públicos (como las sedes de la SGAE de Bilbao y Zaragoza o el stand de la Policía Nacional en el pabellón nº 8 del SIMO -Feria Internacional de Informática Multimedia y Comunicaciones de Madrid). De este modo, señalan en su web, no sólo apuestan por el P2P (Peer to Peer -par a par-, el intercambio a través de las redes virtuales), sino también por el F2F (Face to Face -cara a cara-, el intercambio a través del contacto presencial).
El objetivo de estas acciones, se asegura en la web de Compartir es bueno, es hacer un uso estratégico del sistema legislativo sobre copyright y derechos de autor para "darle la vuelta" y conseguir visibilizar la práctica del libre intercambio de cultura que realizan más de dos millones de personas en todo el Estado español. "Porque a pesar de que los medios de comunicación e incluso el propio gobierno, se empeñan en hacer que parezca lo contrario", insisten en la web, "compartir cultura no es delito. Compartir es legítimo y es legal. Compartir es bueno". En el marco de esta campaña también se ha elaborado un manifiesto en el que se señala que "los bienes intelectuales no pueden estar sujetos a propiedad" porque: "no están limitados por naturaleza"; cuesta lo mismo producirlos para uno que para muchos (en la actualidad, las tecnologías de la comunicación y de la información hacen posible una "era de la abundancia", al menos en el espacio de la producción inmaterial); y el hecho de que los use y disfrute una persona no impide que los usen y disfruten las demás (como sí ocurre con los bienes materiales). En este sentido, Teresa Malina recordó que el estatuto jurídico que originó la legislación sobre el copyright data de 1710, cuando en Gran Bretaña se aprobó una normativa por la que se le otorgaba a una sola compañía los derechos exclusivos de imprenta de todo el Reino de Inglaterra. Es decir, el copyright nació para crear un monopolio cuyo objetivo era controlar (censurar) y manipular todo lo que se publicara. "A grandes rasgos", aseguraron, "esa sigue siendo su función principal: controlar y monopolizar la información y el conocimiento, aunque para ello tenga que provocar artificialmente una escasez (que es el único modo que tiene el mercado capitalista de generar riquezas)". El copyright, como comentaba el colectivo Alqua en las II Jornadas Copyleft (celebradas en Barcelona entre el 15 y el 18 de abril de 2004) es "anacrónico, avaro e improductivo". Quizás, en otros momentos históricos los sistemas legislativos sobre los derechos de propiedad intelectual e industrial han incentivado la creación y la innovación, pero a día de hoy, cuando el avance tecnológico permite la reproducción y distribución de contenidos (artísticos, informativos o científicos) a muy bajo coste, sólo provoca lo contrario. A su vez, la noción de autoría en la que se basa el copyright obvia que toda producción artística, intelectual o técnica es siempre fruto de un conjunto de saberes colectivos aprehendidos. En contraposición al copyright restrictivo, el copyleft es generoso (la apropiación individual del conocimiento colectivo se cede libremente a la comunidad); pone en marcha procesos comunicativos cíclicos y horizontales (en los que emisor y receptor intercambian sus roles) y responde con agilidad a las problemáticas específicas de la nueva cultura digital (en la que, por ejemplo, se diluye la diferencia entre el original y la copia). Todo ello sin olvidar que ya hay numerosas iniciativas (desde el software libre a las propuestas literarias del colectivo Wu Ming, pasando por proyectos webs como Flickr -un sistema de gestión de fotografías online-, Wikipedia o el sello discográfico Magnatune) que han demostrado que las modalidades alternativas al copyright restrictivo pueden ser económicamente viables y propiciar una mejora cualitativa y cuantitativa del conocimiento (desmontando el argumento de que el copyright es imprescindible para incentivar la creación y garantizar el sustento de los autores).
A juicio de Teresa Malina, tras la experiencia que ha ido acumulando en los últimos años el movimiento copyleft en el Estado español (a través de iniciativas como los hacklabs o las jornadas críticas en torno a la propiedad intelectual que se han celebrado en Madrid, Barcelona, San Sebastián y Málaga), es el momento de pensar posibles estrategias de acción que permitan responder de forma coordinada y eficiente a la ofensiva en favor del copyright restrictivo que están llevando a cabo las grandes multinacionales de la industria del ocio y de la cultura en colaboración con las entidades que gestionan los derechos de autores y editores. Según los organizadores de la campaña Compartir es bueno estamos en un "momento crítico" en el que, como señaló Lawrence Lessig (fundador de Creative Commons) en la primera edición del Copyfight de Barcelona, se están tomando decisiones cruciales que determinarán si nos encaminamos a un proceso definitivo de "fosilización y captura comercial de la cultura" o si se podrán sentar las bases de un nuevo modelo de producción y distribución de la información y el conocimiento que esté al margen de las rígidas e insolidarias leyes que impone la lógica del mercado (y su búsqueda del máximo beneficio). Para reflexionar sobre esas posibles estrategias de acción, en la fase final de la intervención de Teresa Malina en las Jornadas Críticas de propiedad intelectual de Málaga se desarrolló un intenso y animado debate en el que, entre otras cosas, se planteó la necesidad de crear una plataforma que englobe las distintas luchas que existen en España contra los intentos de privatizar la cultura y el conocimiento, contestando sector por sector (música, literatura, artes visuales, mundo científico y académico...) el discurso oficial en torno a la propiedad intelectual. En este punto, algunos participantes subrayaron la conveniencia de trabajar especialmente en el ámbito educativo y de presionar a las instituciones públicas para que las obras que produzcan y editen estén siempre bajo licencia copyleft ("pues no tiene sentido que haya que pagar derechos de autor para poder acceder a trabajos que han sido sufragados con un dinero que es de todos"). También se subrayó la necesidad de diseñar estrategias comunicativas que permitan dar una mayor visibilidad social a las acciones y reivindicaciones del movimiento copyleft y de reclamar a las autoridades competentes que exijan total transparencia a las entidades que gestionan los derechos de autor (obligándoles, por ejemplo, a que expliquen de forma clara y detallada cómo distribuyen el dinero que recaudan). A su vez, se propusieron una serie de iniciativas jurídicas, tecnológicas y comunicativas concretas como la edición de un disco colectivo en favor de la cultura libre, la creación de una gran archivo digital que recoja todas las obras que hay bajo licencia copyleft o la puesta en marcha de acciones legales contra el canon impuesto a los cds y dvds vírgenes ("porque hay que defender nuestros derechos en los tribunales, no sólo en la calle, e intentar institucionalizar este debate"). |