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Resumen de las intervenciones de la tarde del sábado 17 de abril: Andrea Cappoci, Act Up (Francia), Brian Holmes, Toni Negri

Toni NegriAndrea Cappoci (del colectivo italiano LASER) abrió la sesión de la tarde del sábado 17 de abril recordando que, hoy día, la posibilidad de acceder, reproducir y distribuir información científica -un paso indispensable para permitir la evolución y transformación de la ciencia- sigue dependiendo de las restrictivas leyes del copyright. Unas leyes que, según Khalil Elouardighi (de Act Up París), tienen un efecto directo en el precio de los medicamentos de enfermedades como el sida. De manera que hay fármacos con costes de fabricación muy bajos que se están vendiendo en muchas zonas de África, Asia y Latinoamérica a precios desorbitados. El intelectual italiano Toni Negri cerró esta cuarta sesión de las II Jornadas Copyleft con una ponencia en la que reflexionó sobre la necesidad de re-formular las categorías de la lucha anticapitalista (apostando por iniciativas como la creación de modelos alternativos a la legislación de los derechos de propiedad) para poder hacer frente a las nuevas estrategias y herramientas que utiliza el neo-liberalismo en la imposición de su poder bio-político.

Ciencia abierta [Ponente: Andrea Cappoci (Laser, Italia)]
La materia prima de la ciencia es la información que hoy en día constituye el medio de producción más importante en los países occidentales. Sin embargo, la posibilidad de acceder, reproducir y distribuir información científica -un paso indispensable para permitir la evolución y transformación de la ciencia- sigue dependiendo de las restrictivas leyes del copyright. Por ejemplo, los textos que publican las revistas científicas, una de las principales fuentes de difusión del conocimiento más actualizado, aparecen bajo licencia copyright, lo que dificulta el acceso y uso de los mismos. "El trabajo de un científico, recordó Andrea Cappoci (del colectivo italiano LASER), exige estar siempre al tanto de las últimas novedades y descubrimientos, y, para ello, es necesario poder acceder libremente a los datos y resultados de otras investigaciones, tanto en tu especialidad como en áreas afines". A partir de esa premisa, Andrea Cappoci cree que los artículos de las revistas científicas deben estar a disposición de quien lo desee de forma completamente gratuita.

Desde la convicción de que en una sociedad verdaderamente democrática, todo el mundo debe tener derecho a acceder libremente a la información que se genera, el colectivo italiano LASER (Laboratorio Autonomo Scienza, Epistemologia e Ricerca) apuesta por una ciencia abierta y pública. Esto es, una ciencia libre de la legislación restrictiva sobre el derecho de propiedad -tanto industrial (patentes) como intelectual (copyright)- que, a su vez, tenga en cuenta las condiciones laborales y sociales de los sujetos del conocimiento científico (científicos e investigadores).

Andrea Cappoci (Laser, Italia)En la era del capitalismo global, el trabajo intelectual, a la par que se ha multiplicado, ha experimentado un profundo proceso de informalización (se ha vuelto precario). De este modo, se ha generado una nueva clase de proletariado -el cognitariado- que ya no puede recurrir a los mecanismos de defensa (sindicatos, huelgas...) que tenían los trabajadores de la época fordista. A ese cognitariado pertenecen numerosos científicos (sobre todo, jóvenes investigadores) que carecen de derechos laborales básicos, viven con unos salarios de miseria, están sometidos a una creciente temporalidad y, además, deben mostrar continuamente creatividad, iniciativa propia y capacidad de adaptación ante cualquier cambio. "Desde luego, aseguró Andrea Cappoci durante su intervención en las II Jornadas Copyleft, hoy día, tener un título universitario (y, por ejemplo, trabajar de becario en un laboratorio) no es ninguna garantía para que respeten tus derechos laborales".

Con este panorama tan desalentador, Andrea Cappoci considera imprescindible articular una compleja estrategia de resistencia donde confluya la lucha contra el actual sistema de propiedad intelectual y la denuncia de la informalización de los trabajadores inmateriales. En este sentido, según Cappoci, un posible modelo de acción se encuentra en las recientes movilizaciones de becarios e investigadores contra la precariedad laboral en Francia.

A su vez, Andrea Capocci cree que en un mundo donde cada vez cobra más relevancia el trabajo cognitivo, la libertad de acceso a la información y al conocimiento es un asunto que interesa a toda la sociedad. "Por ello, subrayó, debemos exigir que la toma de decisiones tecnológicas y la elaboración de las políticas científicas, no se quede exclusivamente en manos de los expertos, sino que se abra a ámbitos sociales mucho más amplios". El colectivo LASER considera que la ciencia es patrimonio de la sociedad en su conjunto y que, por tanto, hay que evitar su aislamiento social y luchar contra los intentos de privatización que está sufriendo. En este sentido, apuesta por una ciencia abierta que garantice el carácter público de la formación universitaria y que, además de buscar un aumento de la productividad, permita una mejora integral de las condiciones laborales de los trabajadores científicos.


Lucha contra el sida y patentes de medicamentos [Ponente: Act Up (Francia)]

Siguiendo los pasos del primer Act Up que apareció en Nueva York en 1987, un grupo de activistas parisinos creó dos años después una plataforma de acción para luchar contra la marginalización social que sufren los pacientes de sida en una sociedad que les sigue culpando, aunque sea forma sutil, de haber contraído la enfermedad y negando el acceso libre a la información que hay sobre ella. Su objetivo es conseguir que los enfermos tengan un papel visible y activo en las políticas sociales y sanitarias, tratando a su vez de romper el hermetismo que rodea los programas de investigación científica sobre el sida y la relación jerárquica que se establece entre médicos y pacientes seropositivos.

Khalil Elouardighi (representante de Act Up París)Desde 1997, Act Up París reivindica el acceso universal a los tratamientos antiretrovirales, lo que les ha introducido de lleno en la lucha contra las patentes. Hay que tener en cuenta que pocos productos tienen potencialmente tantos consumidores como los medicamentos. Consumidores que, además, están dispuestos a pagar mucho dinero para obtenerlos. "El sistema legislativo que regula actualmente los derechos de propiedad intelectual e industrial, señalo Khalil Elouardighi (representante de Act Up París), tiene un efecto directo en el precio de los medicamentos y, por extensión, en la situación sanitaria de cualquier país". Al carecer de infraestructuras y de un mercado consolidado, las compañías farmacéuticas ofrecen los medicamentos a un precio mucho mayor en los países pobres que en los ricos. De manera que hay fármacos con costes de fabricación muy bajos que se están vendiendo en muchas zonas de África, Asia y Latinoamérica a precios desorbitados.

Generalmente se suele asegurar que el objetivo de las patentes y del copyright es incentivar la innovación y la creación. Así, las patentes sobre los medicamentos se justifican con el argumento de que son una herramienta normativa necesaria para rentabilizar las grandes inversiones que exige la creación de nuevos fármacos, entre otras cosas por las altas remuneraciones de los equipos científicos que los descubren y fabrican. También se recurre a otro lugar común ampliamente extendido: sólo la privatización fomenta la competitividad y garantiza una labor eficaz de los trabajadores.

Sin embargo, Act Up París cree que son dos argumentos tan tendenciosos como falsos. "Por un lado, precisó Khalil Elouardighi, diversos estudios han demostrado que el principal estímulo de los profesionales que trabajan en la investigación farmacéutica no es la obtención de dinero, sino de prestigio". Por otro lado, no hay ningún dato que corrobore que la gente que trabaja en empresas privadas se encuentra más motivada que quiénes lo hacen en organismos e instituciones públicas, al menos en el ámbito de la investigación terapéutica. De hecho, en los últimos años, la mayor parte de los medicamentos contra el VIH han sido descubiertos por laboratorios vinculados al sector público.

Además, las corporaciones farmacéuticas privadas sólo destinan entre un 10% y un 20% de sus beneficios a la investigación de nuevos medicamentos, un porcentaje mucho menor que el que le dedica la administración pública. No hay que olvidar que se trata de un sector privado muy joven que ha experimentado un crecimiento vertiginoso en poco más de veinte años. Su primera expansión se produjo en la década de los 70, cuando el avance de la investigación médica multiplicó las posibilidades de fabricación de medicamentos, desbordando al sistema farmacéutico público que fue cediendo terreno a la iniciativa privada. Entre mediados de los años 80 y los primeros años de la década de los 90 (coincidiendo con los gobiernos de Reagan y de Bush padre), las compañías farmacéuticas comenzaron a exigir una liberalización del precio de los medicamentos que, hasta entonces, había estado regulado como un bien de primera necesidad.

Durante ese periodo, las farmacéuticas descubrieron que podían obtener grandes beneficios limitándose a copiar otros medicamentos ya consolidados en el mercado. De ese modo, la lógica avariciosa del capitalismo neo-liberal entraba de lleno en el campo de la salud, y en las farmacias de los países occidentales empezaron a proliferar productos muy semejantes que sólo se diferenciaban entre sí por sus envoltorios y etiquetas. En ese contexto, las inversiones en investigación de medicamentos originales (cuyos beneficios no siempre estaban asegurados) o en fármacos para enfermedades poco comunes, se redujeron sensiblemente. "Y esa reducción, subrayó irónicamente Khalil Elouardighi, ha tenido consecuencias a medio y largo plazo, pues la profunda crisis económica que sufre actualmente la industria farmacéutica está motivada, ente otras cosas, por la escasez de nuevos medicamentos para copiar".

Desde la certeza de que no se puede dejar en manos privadas algo que es de interés público, Act Up París considera necesario pensar alternativas integrales al actual sistema farmacológico y sanitario. Entre otras reivindicaciones, Act Up París exige que se pueda acceder libremente a la información que genere cualquier investigación médica. Y que, a su vez, se prohíban las campañas de promoción de medicamentos que las empresas farmacéuticas organizan en hospitales y centros de salud. No hay que olvidar que el principal objetivo de esas campañas -que recurren a reclamos de todo tipo (viajes, regalos...)- es lograr que los médicos (auténticos demiurgos de las sociedades contemporáneas) receten marcas farmacéuticas concretas.

En los últimos 30 años, sólo se han fabricado tres medicamentos para tratar enfermedades específicas de los países del sur. Y, curiosamente, los tres fármacos fueron descubiertos por casualidad. "A las compañías farmacéuticas, subrayó Khalil Elouardighi, no les interesa fabricar medicamentos para estos países, pues en ellos no hay un mercado que genere beneficios". Una de las enfermedades que más azota a los países en vías de desarrollo es el sida que, según reconoce el Fondo Monetario Internacional (FMI), se ha convertido en uno de los obstáculos más importantes para reducir la pobreza. Sin embargo, la Organización Mundial del Comercio (OMC) -que impone a todos sus miembros el cumplimiento de unas directrices en materia de derechos de propiedad intelectual e industrial- sigue tratando los medicamentos como bienes de consumo que están sujetos, por tanto, al pago de patentes.

Desde 1999, Act Up París, junto a otros colectivos de activistas seropositivos, participa en una intensa campaña de sensibilización social para intentar que, en determinados países, se legalice la fabricación de medicamentos genéricos sin tener que pagar patentes. Esa lucha ha tenido algunos frutos. Por ejemplo, desde el año 2001, las grandes compañías farmacéuticas, ante la pésima imagen pública que estaban dando (de corporaciones capaces de sacrificar vidas humanas por la rentabilidad económica), han rebajado el precio de sus fármacos contra el VIH. Actualmente, la OMC también permite que, en caso de "emergencia nacional" (la epidemia del sida en África, lo es), esos países puedan fabricar medicamentos genéricos, pero sólo para consumo interno. Esto es, no pueden exportarlos, ni otros países pueden importarlos. "Pero para fabricar esos genéricos, precisó Khalil Elouardighi, hace falta una infraestructura tecnológica de la que carecen la mayor parte de los países pobres". Incluso aquellos que la tienen (Brasil, India, Sudáfrica...), aún no han podido crear fármacos genéricos de los medicamentos antiretrovirales de última generación (mucho más eficaces y con menores efectos secundarios).


General intellect, política y nuevas formas de construcción del comunismo [Ponentes: Brian Holmes y Toni Negri]
En una sala abarrotada de público, el intelectual italiano Toni Negri cerró la tercera sesión de las II Jornadas Copyleft con una ponencia en la que reflexionó sobre la necesidad de re-formular las categorías de la lucha anticapitalista para poder hacer frente a las estrategias y herramientas que utiliza el neo-liberalismo en la imposición de su poder bio-político. Antes de Toni Negri, intervino el escritor y traductor Brian Holmes (colaborador habitual de la revista francesa Multitudes) que cree que la expansión de la comunidad del software libre y la creación de modelos alternativos a la legislación de los derechos de propiedad (las licencias copyleft), ha permitido la emergencia de uno de los más eficaces e incisivos "frentes de lucha" que han surgido en los últimos años contra los dispositivos de poder sobre los que se asienta el dominio capitalista en la sociedad de la información.

Toni NegriA juicio de Brian Holmes, otro frente de lucha igual de interesante se encuentra en las movilizaciones multitudinarias (desde las que se han celebrado contra la guerra de Irak, a las concentraciones ante las sedes del PP el pasado 13-M) que han logrado convocarse al margen de los grandes circuitos mediáticos. "En ambos casos, precisó Brian Holmes, sería conveniente dar un paso más, y encontrar vías para que esas acciones y prácticas antagonistas amplíen su foco de influencia y logren estimular una verdadera transformación social". En este sentido, Brian Holmes -que apuesta por la transversalidad de la lucha política y social- cree que un posible modelo de acción está en las estrategias de los "intermitentes" (trabajadores temporales del sector cultural en Francia), donde confluyen, según él, tres elementos claves: La utilización consciente de sus saberes técnicos y especializados como herramientas para la lucha y la transformación socio-política. La propuesta de soluciones políticas y legislativas que se oponen radicalmente a las dinámicas normativas del neo-liberalismo y de los modelos social-demócratas burocratizados. Y la ampliación y modificación progresiva de sus objetivos y estructuras organizativas, para incluir a otros sectores sociales y profesionales, y abordar problemáticas políticas y culturales que trascienden sus reivindicaciones corporativas.

La fuerza de las movilizaciones en las citas antiglobalizadoras y contra la guerra de Irak (en la que han participado millones de personas de todo el planeta) ha dado visibilidad a un contrapoder multitudinario que se opone al nuevo orden mundial (económico, cultural, simbólico, político...) del neoliberalismo. Para el pensador político italiano, Toni Negri, el gran reto pendiente está en encontrar la forma de convertir esa inmensa energía latente antagonista en una estrategia de resistencia que permita acometer una acción transformadora a gran escala. Y para ello, no se pueden reproducir los modelos organizativos jerárquicos del movimiento obrero clásico (sindicatos, partidos políticos...), ni mantener planteamientos discursivos ajenos a las nuevas dinámicas sociales, políticas y tecnológicas.

En este sentido, el autor de El tren de Finlandia cree que es necesario re-pensar la lucha y la militancia política para poder hacer frente con eficacia y flexibilidad a un nuevo orden económico y simbólico (bio-poder) que interviene en todas las esferas de la vida (no sólo en el ámbito laboral) e intenta vampirizar y neutralizar los procesos de transformación social, política y tecnológica que se generan en los márgenes del sistema. Un bio-poder sumamente fuerte y sólido que influye en la totalidad de los ciclos de producción y reproducción: desde las relaciones interpersonales a los sistemas de representación del mundo o los procesos de construcción de las identidades colectivas e individuales. "En esta situación, subrayó Toni Negri, no basta con atacar a la máquina, sino que debe llevarse a cabo un sabotaje al conjunto de mecanismos normativos y de dispositivos simbólicos que utiliza el sistema para autolegitimarse y hacer que la totalidad del sujeto se ponga a trabajar a su servicio".

Toni Negri piensa que hace falta una nueva definición de la acción social antagonista que se deshaga de la rigidez teórica que caracteriza las interpretaciones más ortodoxas del marxismo. Para el autor de libros como Imperio o Spinoza subversivo, en la configuración de este nuevo modelo de lucha social, se debe evitar la intermediación de una vanguardia que "tira del carro" (y que al final siempre adquiere privilegios) y la creación de dinámicas jerárquicas y burocráticas. "Los nuevos movimientos sociales, aseguró Negri, deben apostar por una militancia de la diferencia, organizada a modo de retícula descentralizada y en la que la toma de decisiones se hace de forma colectiva". Para Toni Negri, un ejemplo de ese nuevo modelo de lucha social se pudo apreciar en las movilizaciones del 13-M, cuando de forma espontánea (y desde múltiples focos de emisión simultáneos) se convocaron numerosas concentraciones ante las sedes del PP para "exigir la verdad", logrando cambiar el rumbo de las elecciones generales en España (con importantes repercusiones a nivel internacional).

En un mundo en el que la principal fuente de producción de riquezas es el intelecto, la nueva fuerza social que hereda la misión histórica del proletariado es una difusa y heterogénea "intelectualidad de masas" (una especie de "cognitariado") que Toni Negri denomina multitud y define como "multiplicidad de singularidades individuales independientes, pero interconectadas en red". Esta noción de multitud (cuya energía surge de la confluencia de las singularidades individuales que la componen) supone una re-elaboración del concepto de clases que se opone tanto a la idea de pueblo (una supuesta unidad indivisible y natural), como a la de masa (un todo indiferenciado en el que se diluyen las diferencias individuales).

A su vez, frente a la noción clásica de clase social (concepto heredado de la revolución industrial), la idea de multitud se basa en la certeza de que la mayor parte del trabajo ya no depende de una acumulación de horas (jornada laboral fija); no es fruto de una actividad mecánica (producción en cadena); ni se circunscribe a un territorio autónomo y cerrado (la fábrica, la oficina) claramente diferenciado del espacio de ocio. "En la etapa actual del capitalismo, explicó Toni Negri, el trabajo es fundamentalmente inmaterial, está ligado a la inteligencia y a los afectos y se caracteriza por una precariedad estructural (temporalidad, flexibilidad, adaptabilidad continua...)".

Toni NegriEn este sentido, Toni Negri propone sustituir la concepción clásica del trabajo asalariado, por la noción mucho más amplia y flexible de "trabajo vivo" que plantea que la producción y creación de riquezas -materiales e inmateriales- no se genera sólo en las actividades que se ejercen dentro de la esfera laboral, sino en muchos otros momentos de nuestra vida cotidiana: desde las tramas de cooperación social que benefician al tejido empresarial (por ejemplo, las tareas domésticas) al trabajo cognitivo, afectivo y relacional. "Por eso, señaló Toni Negri, ya no tiene sentido pedir el pleno empleo o una jornada laboral de 35 horas (algo que siguen haciendo los sindicatos tradicionales), sino plantear reivindicaciones -como la aprobación de una renta básica universal- que responden a las nuevas necesidades y demandas de la ciudadanía".

La tendencia a la intelectualización del trabajo es irreversible (lo que condena a la pobreza a sectores amplísimos de la población). Y en este nuevo contexto, ni los partidos políticos, ni los sindicatos, son herramientas útiles para intentar transformar la sociedad. "Pero tenemos la posibilidad (y el deber), señaló Toni Negri, de buscar otras formulas de acción social que nos permitan articular nuevas estrategias de resistencia y convertir a la multitud en un sujeto político activo que genere 'un poder constituyente'". Así, por ejemplo, frente a la rigidez y homogeneidad institucionalizada de la celebración del "Día del trabajo" que organizan los sindicatos tradicionales, el autor de Imperio apuesta por la estrategia de apropiación del espacio público urbano (a través de una heterogeneidad y una pluralidad de acciones políticas) que se propone en la MayDay Parade, una fiesta multitudinaria del nuevo precariado global que se realiza en Milán el 1 de mayo desde hace cuatro años (y que este año también se ha celebrado en Barcelona).