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Resumen de las intervenciones del jueves 15 de abril de 2004: Presentación de las jornadas | Presentación X-Evian | Mesa redonda: "Licencias libres en el mundo del arte" |
En una primera aproximación, se pueden subdividir los recursos procomún a partir de dos criterios analíticos: por su nivel de apertura, esto es, pueden estar abiertos a todo el mundo (como, por ejemplo, los océanos o las carreteras), o estar limitados a algunos sectores concretos de la población (como los pastos o las zonas de riegos); y por su nivel de regulación, desde el uso de las calles y los espacios públicos urbanos (sometidos a ciertas normativas específicas) a la aspiración de aire (totalmente desregulada). "El ejemplo por excelencia de procomún abierto y desregulado, recordó Miquel Vidal, está en el conocimiento y la cultura previa al siglo XIX (y también en buena parte de la ciencia y de la educación contemporánea), antes de la progresiva expansión del foco de influencia del copyright y de las leyes de propiedad intelectual".
Miquel Vidal considera que es un error plantear el debate sobre el copyright y las patentes en términos de rentabilidad económica e innovación, pues es un fenómeno mucho más complejo que afecta a elementos básicos de la convivencia y la cooperación social como el derecho al libre acceso a la información o la posibilidad de favorecer la creación intelectual y la investigación científica. "No es un debate meramente técnico sobre licencias, precisó Miquel Vidal, porque lo que está en juego es la noción de libertad y de comunidad". No hay que olvidar que el procomún permite que individuos y grupos puedan cooperar y alcanzar un beneficio colectivo (por ejemplo, a través de las redes P2P de intercambios de archivos), sin la restricción abusiva que impone el mercado capitalista: la sumisión de cualquier actividad al valor absoluto e inalienable de la propiedad privada. Las industrias y las legislaciones basadas en el copyright propietario son anacrónicas, con modelos mercantiles y organizativos que fueron pensados para una realidad cultural y comunicativa muy diferente a la que vivimos en la actualidad. Pero eso no implica que vayan a desaparecer, al menos a corto y medio plazo, pues desde la posición de poder que ocupan intentarán mantener a toda costa (incluso recurriendo a la criminalización de la inmensa mayoría de la población) un sistema económico y jurídico que les beneficia. "Por todo esto, señaló Miquel Vidal, nuestro futuro depende de que seamos capaces de llevar a cabo una reformulación completa del concepto actual de propiedad privada". En el ámbito de las nuevas tecnologías de la comunicación (y, por extensión, en cualquier otro campo), los conflictos entre el modelo capitalista de la propiedad privada y el modelo distribuido que promueve el procomún, se producen en tres niveles diferentes y complementarios: en una capa física (redes de cables, licencias de emisión y radiodifusión...), en una capa lógica (patentes de programación, protocolos de acceso...) y en una capa textual o de contenidos (criptografía, legislación sobre copyright...). Según Miquel Vidal, para que la apuesta por la libre circulación de los conocimientos, la cooperación social sin mando y la autogestión pueda ser efectiva, es necesario trabajar de forma integral sobre estos tres niveles, conectando el desarrollo de redes inalámbricas y de otras infraestructuras de telecomunicación (capa física), con la creación de protocolos abiertos y software no propietario (capa lógica) y de un sistema plural y complejo de licencias libres (capa de contenidos). Desde las patentes sobre la vida o los medicamentos hasta el papel que desempeñan las sociedades gestoras de derechos de autor como la SGAE, las II Jornadas Copyleft han mostrado la insostenibilidad del copyright restrictivo en la emergente sociedad digital (que permite una "era de la abundancia", al menos en el espacio de la producción inmaterial), a la par que su profunda dependencia de un sistema económico y jurídico anacrónico. Y aunque cada caso tiene sus particularidades y requiere soluciones específicas (no tiene sentido, por ejemplo, implementar el modelo del software libre a la lucha contra las patentes de semillas), hay algo que unifica a los distintos proyectos presentados en el marco de estas jornadas: su apuesta por la producción y distribución de información al margen de las rígidas e insolidarias leyes de un mercado basado exclusivamente en la propiedad privada y en la lógica del beneficio económico. "Y no hay que olvidar, subrayó Miquel Vidal en la fase final de su intervención, que existen muchas modalidades de procomún que son viables económicamente (el software no propietario, las propuestas literarias del colectivo Wu Ming...), lo que contradice el argumento (muy utilizado para justificar la imposición de leyes cada vez más represivas) de que el copyright es imprescindible para incentivar la creación y garantizar el sustento económico de los autores".
En las II Jornadas Copyleft que se celebraron en Barcelona presentaron la versión 4.0 (que también podría considerarse, según ellos, la 0.4) que está siendo distribuida en discos liberados del canon que imponen la SGAE a los CDS vírgenes. Metabolik ha optado por la distribución Debian de GNU-Linux, ya que, a su juicio, además de ofrecer "un sistema operativo completo e infinidad de programas, representa la comunidad de software libre independiente más grande de la red y uno de los proyectos tecno-políticos más asentados y estables". El cognitariado (los trabajadores de las redes de producción inmaterial) se puede organizar transversalmente gracias al copyleft que permite proteger, y a la vez compartir y desarrollar de forma colectiva, saberes e instrumentos técnicos cada vez más complejos y eficientes. En su inteligente hackeo de las leyes del copyright, el copyleft ofrece la posibilidad de copiar, reproducir, distribuir (sin fines comerciales) e incluso modificar software libre, con la única condición de que se haga siempre sin añadir otras restricciones y de que se cite a su(s) autor(es). X-Evian es copyleft, producto de la reutilización, copia y transformación de saberes anteriores. Y, lógicamente, permite su reproducción (total o parcial), modificación y libre distribución, siempre y cuando se haga respetando los términos de las licencias copyleft. Metabolik define X-Evian como "un dispositivo hacktivista para la desobediencia que permite la alteración y el desplazamiento táctico de los códigos tecnológicos para su reapropiación social". Hay que tener en cuenta que mediante su mecanismo de autoinstalación, este Live-CD puede infiltrarse con facilidad en cualquier ordenador de dominio público y reemplazar las interfaces del poder tecno-capitalista (Windows, explorer...). A su vez, ofrece un paquete completo de aplicaciones multimedias y de autoedición, tiene las herramientas necesarias para conexiones wireless, y está preparado, gracias a una pre-selección de enlaces en el navegador, para situar a los usuarios en las coordenadas del ciberespacio donde se ubican las redes de trabajo mediactivistas y hacktivistas (direcciones webs y listas de correos de telemática antagonista). Todo ello a través de un escritorio de diseño intuitivo y visual (alejado del tópico de los interfaces austeros y áridos con los que se asocia el software libre), pero a la vez ligero y ágil que posibilita trabajar cómodamente con una memoria RAM no demasiado potente. En un mundo en el que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información determinan las estructuras culturales, sociales, políticas y económicas, Metabolik BioHacklab considera que los proyectos de software libre no pueden limitarse a ser meras exhibiciones y compilaciones de habilidades técnicas y funcionales. En este sentido, X-Evian nace de una alianza consciente entre lo técnico y lo social, como una herramienta que construye espacios autónomos de resistencia e interactúa con otras iniciativas de acción política.
Por su parte, Jorge Cortell recordó que el estatuto jurídico que originó la legislación sobre el copyright surgió con la intención de otorgar a una sola compañía los derechos exclusivos de imprenta de todo el Reino de Inglaterra. "Es decir, precisó Jorge Cortell, que la ley nació para crear un monopolio cuyo objetivo era controlar (censurar) y manipular todo lo que se imprimiera". Admitiendo que existen ciertas diferencias entre la tradición jurídica anglosajona y la europea, Cortell advirtió que en ésta última se deben distinguir dos partes: unos derechos inalienables, que reconocen la autoría de una creación; y otros alienables, que cumplen la misma función del copyright anglosajón (prohibición de copiar, reproducir o distribuir una obra sin pagar los correspondientes permisos). "Esta segunda parte, indicó, genera un conflicto de intereses entre la sociedad contemporánea (con medios tecnológicos que favorecen la copia, reproductibilidad y distribución casera) y aquellos a los que la ley intenta proteger, que no son los autores sino sus intermediarios monopolísticos (editoriales, discográficas...)". Mientras tanto, el periodo de protección de las obras se va ampliando progresivamente y las prácticas ciudadanas de copia e intercambio se criminalizan. Pero Jorge Cortell también cuestiona el propio concepto de "propiedad intelectual". La propiedad es "antagónica y excluible", es decir, que si yo tengo algo, no lo tienes tú, y viceversa. Los productos del intelecto, por su propia naturaleza, no pueden ser ni antagónicos ni excluibles. "Si yo tengo una idea, ejemplificó Cortell, y tú otra, y las intercambiamos, ambos terminamos teniendo dos ideas". La creación no puede ser propiedad exclusiva de sus autores (y mucho menos de sus intermediarios), pues la cultura, el conocimiento y la información pertenecen a todo el mundo. Las sociedades de gestión de los derechos de autor (SGAE, VEGAP,...), ¿sirven para proteger los intereses de los creadores o los de la industria? Antes de ofrecer una respuesta a esta cuestión, Jorge Cortell quiso señalar que hay diferencias organizativas entre las distintas entidades de gestión, y mientras algunas funcionan con transparencia, otras tienen sospechosos agujeros económicos. En cualquier caso, a juicio de Cortell, todas ellas tienen un problema de orden conceptual: ¿qué gestionan? y ¿cómo y por qué lo hacen? Estas sociedades gestionan el uso de productos culturales (el derecho de copia y reproducción), otorgando a algo inmaterial un estatuto tangible, la categoría de propiedad. "Ahora bien, señaló Cortell, los productos tangibles (como los ladrillos) se venden y se alquilan, pero en ningún caso, se cobra por su uso, que es lo que sí hacen las sociedades de gestión de los derechos de autor".
Tanto Javier Gutiérrez como Jorge Cortell comprenden y justifican el copyleft y otras modalidades de licencias libres que han surgido durante los últimos años como alternativa al copyright restrictivo. Según Jorge Cortell, en la era digital, la copia, reproductibilidad y distribución de las obras se puede llevar a cabo con mucha facilidad y escasos costes económicos, lo que rompe el "injusto y precario equilibrio" que existía entre autor, mediador y público. Los modelos alternativos al copyright son necesarios si se quiere mantener viva la creación, porque el sistema actual de propiedad intelectual no funciona y genera numerosos conflictos. Entre la desregulación total de los derechos de autor y la tendencia actual a una protección absoluta, Jorge Cortell cree que existen numerosas alternativas (unas más viables y sostenibles que otras). Desde modelos de protección limitada (con licencias temporales no hereditarias) a la cobertura pública de la creación y la investigación, pasando por las opciones combinadas (ofrecer la posibilidad de acceder gratuitamente a una obra en ciertos circuitos, a la vez, que se pone a la venta en otros canales) que ya han llevado a cabo con éxito colectivos literarios como Wu Ming e incluso músicos como David Bowie o George Michael. En cualquier caso, Cortell estima que habría que apostar por un modelo que fuera económicamente sostenible, pero que también respondiera a un objetivo ético: la búsqueda de la felicidad individual y social. A juicio de Javier Gutiérrez, el copyleft representa una manera novedosa, útil y absolutamente respetable de concebir la producción creativa, pero no cree que contradiga la necesidad de desarrollar una legislación que posibilite a los autores ("a aquellos autores que lo deseen", precisó) percibir ciertas compensaciones por la explotación comercial de sus obras. "Las licencias copyleft, afirmó Javier Gutiérrez, garantizan el reconocimiento de la autoría y, en ningún momento, plantean contradicciones a la decisión de determinados autores de optar por recibir una remuneración económica cuando sus obras son utilizadas y generan beneficios a terceros".
Por su parte, Javier Gutiérrez señaló que en la legislación española la propiedad intelectual está limitada por otros derechos (como los derechos a la información y a la educación) y, por ejemplo, permite el uso privado de cds regrabados. El problema, según Javier Gutiérrez, está en el aprovechamiento perverso que hacen de esos límites, ciertas instancias para sacar réditos comerciales de las obras de muchos autores. "Los piratas son aquellos que no se someten a la ley del mar, recordó el director del VEGAP, que es una ley natural (como los derechos de autor en la tradición jurídica europea) basada en un pacto de no agresión". En este sentido, Javier Gutiérrez cree que los principales responsables de la piratería cultural en España no se encuentran detrás del "top manta", sino en ciertos despachos de corporaciones privadas, medios de comunicación e incluso instituciones públicas, desde los que se promueve la utilización sistemática de creaciones intelectuales para beneficiarse (a nivel económico o de prestigio) con ellas, sin recompensar a sus autores. |