Entre
el 9 y el 12 de marzo de 2006 se celebraron en diversos espacios de
Málaga las Jornadas críticas de propiedad intelectual en las
que se han analizado posibles vías políticas, jurídicas y tecnológicas
que permitan luchar contra las contradicciones y limitaciones de los
actuales sistemas legislativos sobre derechos de autor, copyright y
patentes. Este encuentro -en el que han participado más de cuarenta
ponentes- ha representado el último capítulo (hasta la fecha) de un
proyecto iniciado en Madrid en el año 2003 y que ya ha tenido otras
convocatorias en Barcelona (del 15 al 18 de abril de 2004), Málaga (4
y 5 de junio de 2004) y Donosti (del 24 al 26 de junio de 2005). A lo
largo de los cuatro días que duraron las jornadas, se analizaron, entre
otras cosas, las relaciones entre las artes visuales y el diseño gráfico
con la propiedad intelectual; la emergencia de proyectos editoriales
y discográficos para publicar y distribuir obras con algún tipo de licencia
copyleft (Traficantes de sueños, Magnatune...); la existencia de iniciativas
jurídicas contra la imposición de un canon a los Cds vírgenes o para
introducir el término copyleft en sentencias judiciales; o la puesta
en marcha de campañas contra las patentes de software (que ha conseguido
una victoria parcial con el rechazo de la Unión Europea a la Directiva
sobre patentabilidad impulsada por el irlandés Charlie McCreevy, comisario
europeo para el mercado interior) o contra el préstamo de pago en bibliotecas
públicas (una tasa que ya se aplica en países como Francia).
A juicio de los organizadores de estas
jornadas, en otros contextos históricos, los actuales sistemas legislativos sobre derechos
de autor, copyright y patentes quizás hayan podido incentivar la creación y la innovación
(aunque también el control y la censura), pero a día de
hoy, cuando el desarrollo y expansión de las nuevas tecnologías
de la comunicación está multiplicando exponencialmente
las posibilidades de producción, distribución y recepción
de obras intelectuales, artísticas y científicas, sólo
sirven para proteger los intereses y privilegios de las grandes multinacionales
y de una especie de nueva casta aristocrática formada por ciertos
editores y artistas (que incluso traspasan sus derechos a sus herederos).
Pero, ¿qué es el copyleft?, ¿cuál
es su origen conceptual y terminológico?, ¿cómo y
por qué se ha convertido en un instrumento jurídico y político
fundamental en todos los campos relacionados con la producción
intelectual y el uso y acceso a la información y al conocimiento?
En el inicio de su intervención en las Jornadas Críticas
de Propiedad Intelectual de Málaga, Emmanuel Rodríguez
-fundador de la editorial Traficantes de sueños y miembro de la
Universidad Nómada- recordó que el copyleft es más
una noción política que jurídica que fue acuñada
en el ámbito del software libre a mediados de los años ochenta.
"En esa época", rememoró, "comenzó
a extenderse en el mundo de la informática y de las telecomunicaciones
un afán mercantilista que desbarataba la dinámica cooperativa
y colaborativa que había prevalecido hasta entonces en las comunidades
de programadores (ligadas, por lo general, a instituciones académicas
y científicas alejadas de la lógica del máximo beneficio
del mundo empresarial)".
En el preámbulo de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos se proclama que una de las máximas aspiraciones
de la humanidad es la "libertad de palabra". A su vez, el artículo
19 de este documento reconoce el derecho de todos los hombres y mujeres
a recibir informaciones y opiniones y a difundirlas por cualquier medio
de expresión. Por su parte, la UNESCO ha elaborado un manifiesto
en defensa de la biblioteca pública que define como "un espacio
para la educación, la cultura y la información" y como
un "agente esencial para el fomento de la paz y del bienestar de
los seres humanos". Partiendo de la convicción de que la función
fundamental de las bibliotecas es facilitar el acceso a la información
y al conocimiento, el manifiesto señala que "ni sus fondos
ni sus servicios estarán sujetos a ninguna forma de censura ni
a presiones comerciales". En parecidos términos se expresa
el IFLA (Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones
Bibliotecarias) que afirma que las bibliotecas deben ser "una puerta
de acceso al conocimiento, el pensamiento y la cultura", contribuyendo
de esta forma al mantenimiento de "la libertad intelectual"
y ayudando "a preservar los valores democráticos básicos
y los derechos civiles universales".
En los últimos años, las grandes multinacionales de la
industria de la cultura, en connivencia con las sociedades que gestionan
los derechos de autor y ciertos organismos gubernamentales, están
llevando a cabo una feroz ofensiva jurídica y mediática
para intentar ampliar el foco de influencia de la legislación
sobre copyright. En España, por ejemplo, el gobierno lanzó
recientemente una campaña publicitaria institucional en la que,
bajo el lema "ahora la ley actúa", se difundía
un mensaje ambiguo que hacía pensar que el intercambio de archivos
a través de las redes P2P constituye un acto delictivo. Además,
es muy habitual que en los medios de comunicación se relacione
indirectamente a estas redes con tramas mafiosas de venta ilegal de
música e incluso con la pornografía infantil o el terrorismo.
Desde hace varios años, existe en Europa un poderoso
grupo de presión que, con la excusa de "armonizar el sistema
de registro de patentes en los Estados miembros de la UE", está
intentando que se apruebe una Directiva comunitaria (norma de cumplimiento
obligado) que incluya la programación informática en el
ámbito de lo patentable. Impulsada por el ex-Ministro de Economía
de Irlanda, Charlie McCreevy (que también ha sido comisario europeo
para Mercado Interno y Servicios), esta Directiva entra en conflicto con
los sistemas legislativos sobre patentes de gran parte de los países
miembros de la UE y fue rechazada en julio de 2005 por el Parlamento Europeo.
"Sin embargo", advirtió Alberto Barrionuevo en el inicio
de su intervención en las Jornadas Críticas de Propiedad
Intelectual de Málaga, "McCreevy, apoyado por los lobbies
de las multinacionales del software (BSA, EICTA, CFC, ACT...) y de forma
muy especial por Microsoft, sigue presionando para que en un futuro próximo
Bruselas apruebe la patentabilidad del software".
En el campo de la edición de libros, las modalidades
alternativas al copyright restrictivo (que permiten, por ejemplo, la descarga
gratis de una obra completa a través de Internet), ¿son
económicamente viables? Emmanuel Rodríguez, fundador de
la editorial Traficantes de sueños, cree que sí porque,
además de abaratar sustancialmente los costes de producción
y distribución, posibilitan que los libros sean más conocidos
y eso termina favoreciendo su venta en librerías. Hay que tener
en cuenta que a la mayoría de los lectores, cuando un libro le
interesa, no le importa pagar un precio razonable para tener una versión
en papel del mismo. "Pues hoy por hoy", aseguró, "los
libros en su formato convencional siguen teniendo un gran valor objetual
y su lectura resulta mucho más cómoda y agradable".
"La salud es un estado de completo bienestar físico,
psíquico y social, y no sólo la ausencia de enfermedad o
dolencia". Esta definición holística y positiva de
salud que propuso A. Stampar en 1945 -y que, un año después,
asumió la Organización Mundial de la Salud (OMS) como punto
"uno" de su carta fundacional- ha quedado algo desfasada, pues
según sus críticos resulta demasiado utópica, estática
(no admite gradación en los estados de salud) y subjetiva (¿cómo
se mide el bienestar?). A día de hoy, se apuesta por una definición
más posibilista y dinámica que identifica la salud con "el
logro del más alto nivel de bienestar físico, mental, social
y de capacidad de funcionamiento" que permitan los factores sociales
que condicionan la vida de un individuo o de una colectividad.
El proyecto Copyfight
nace de la colaboración entre Óscar Abril Ascaso - productor
cultural y curador del Festival Sónar de músicas avanzadas-
y el Colectivo Elástico, que reúne a algunos de los "blogeros"
más influyentes de España (José Luis de Vicente,
Nacho Escolar –músico y actual director del diario Público -, Antonio Córdoba
y Marta Peirano). Su objetivo es promocionar la cultura libre y plantear
un debate en torno a la crisis de la propiedad intelectual, desde la
convicción de que la cuestión de los derechos de autor
y la propiedad intelectual afecta cada vez a más sectores sociales
y productivos
En los últimos años, el desarrollo tecnológico
ha introducido cambios sustanciales en el mundo de la producción
inmaterial, transformando los procesos de creación, distribución,
difusión y recepción de los contenidos culturales. Estos
cambios se han notado de forma muy especial en el ámbito de la
música, donde han surgido nuevas formas de consumo que ponen en
peligro el modelo de negocio impulsado por las grandes compañías
discográficas en colaboración con las entidades que gestionan
los derechos de autor (con la SGAE al frente) y los principales medios
de comunicación. Para analizar estas cuestiones, las Jornadas Críticas
de Propiedad Intelectual de Málaga se cerraron con una mesa
redonda que contó con la presencia de Miguel López Mora
(creador del proyecto musical Digital 21), Antonio "Smash" Rodríguez,
(miembro de los Smash, una mítica banda underground sevillana
de finales de los años sesenta), Javier Ojeda (vocalista del grupo
Danza Invisible) y A. López, Defunkid (músico y responsable
de la página web http://www.lamundial.net)
Con la connivencia de grandes empresas del ámbito
de la informática (fundamentalmente Microsoft, pero también
otras como Apple) y a través de programas como Carnivore (software
usado por el FBI que se instala en los proveedores de acceso a Internet
y permite rastrear todo lo que un usuario hace durante su navegación
web), el gobierno estadounidense está intentando introducirse en
los ordenadores personales de los ciudadanos de todo el mundo (no sólo
de los norteamericanos). "Supuestamente", indicó Jorge
Cortell durante su intervención en las Jornadas Crítica
de Propiedad Intelectual de Málaga, "lo hace para luchar
contra determinados delitos –tanto informáticos como de otras
clases-, "pero, ¿qué le impide utilizar esas puertas
traseras de nuestros ordenadores para 'husmear' todo lo que hay en ellos
y controlar nuestros movimientos y actividades?".
Desde su experiencia como abogado, Javier de la Cueva
comenzó a barajar hace ya un par de años la posibilidad
de que la SGAE, en su feroz ofensiva por recaudar fondos, terminaría
demandando -consciente o inconscientemente- a algún local que pusiera
música Copyleft. Por eso, a mediados de 2005 le propuso a Defunkid
(músico y responsable de la página web lamundial.net)
que enviara al subdirector general de la Propiedad Intelectual una reclamación
oficial en la que le preguntara cómo podía cobrar, sin ser
socio de la SGAE, el dinero que le correspondía por el canon que
se impone a los cds y dvds vírgenes. En la reclamación,
que se presentó por vía oficial el 15 de junio de 2005,
se planteaba que la obligación de ser miembro de una entidad de
gestión para cobrar esa tasa, podía constituir una vulneración
de derechos fundamentales como el de igualdad o el de libertad de asociación.
A juicio de David Bravo, abogado y autor de Copia
este libro, las redes P2P (peer to peer) son una especie de
gran biblioteca universal, aunque los medios de comunicación (incluso
ciertos sectores dentro del movimiento copyleft) no parecen percibirlas
así y suelen decir de ellas que sólo sirven para promover
la piratería. Bajo su punto de vista, la razón por la que
se acusa a los usuarios de estas redes de "piratas" es muy simple:
de esa forma se agota cualquier posibilidad de debate y discusión.
"Es como una palabra comodín", señaló David
Bravo en el inicio de su intervención en las Jornadas Crítica
de Propiedad Intelectual de Málaga, "que transmite un
mensaje muy simple y demagógico y permite desactivar cualquier
posible discrepancia a las tesis defendidas por la industria discográfica
y cinematográfica".
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