- Se percibe un distanciamiento de la sociedad ante la
presencia pública. En la sesión anterior se decía
que las convocatorias se están debilitando y se aprecia una especie
de rechazo o incomodidad social ante algunas de nuestras actividades.
- Se planteó que la razón de este olvido social podía
estar en la ausencia de un mensaje concreto que permita al foro explicar
por qué hace lo que hace y que este punto débil se podía
reforzar si se incorporaban otras experiencias y problemáticas
en su discurso. Tomando como ejemplo los dos colectivos que también
participan en el encuentro en cuyo discurso universalizan sus reclamaciones.
- Se tiene que profundizar en el aprendizaje y uso de herramientas que
permitan trabajar en red (por, ejemplo, la informática).
- Es necesario reforzar la autonomía del foro ante la dependencia
de las personas implicadas socialmente en él, ya que se depende
de la disponibilidad de determinados miembros y eso puede ser un problema
en determinados momentos.
Se acordó que en próximas reuniones se
analicen más detenidamente los puntos que es necesario que trabaje
todo el grupo y cuáles se pueden ir delegando en grupos más
pequeños y operativos. Eso es una forma de crecer y de hacer el
foro más fuerte e independiente.
Para dar a conocer estas dos experiencias se hicieron
unas exposiciones por parte de los representantes de estos grupos, y que
se transcriben a continuación.
PEACEFUL TOMORROWS (MAÑANA EN PAZ)
Juan Gutiérrez. Mañana
en paz es un colectivo que reúne a familiares de víctimas
del 11S (donde murieron cerca de 3.000 personas). Lo que les unió
no fue el trauma, la pérdida y el horror, sino la respuesta que
daban a eso. Una respuesta que se caracterizaba por dos cosas. Por un
lado, partía de que en el momento de la tragedia se sintieron
abrazados por la sociedad (algo que también percibieron los afectados
del 11M). Es decir, para ellos, el recuerdo del horror siempre ha estado
ligado a la evocación del abrazo que recibieron de sus conciudadanos.
Por otro lado, su respuesta ha tratado de mostrar el absurdo de responder
al horror con otro horror, movilizándose en contra de las guerras
en Afganistán e Irak. Esto es, les unió el "no a
la guerra". Un no a la guerra en nombre de mi hija, de mi marido,
de mi hermano... Ellos se definen como personas que quieren transformar
su dolor y su pérdida en acción por la paz. Una acción
que se traduce en una consigna muy concreta y contundente: "no
a la guerra".
Ellos sienten que tienen mucha fuerza, que su
voz tiene capacidad de influir en la sociedad. Es una voz que no deja
indiferente, que provoca reacciones encontradas. Su objetivo es "desenjaularse",
comprometerse con luchas que intentan que a nadie más le suceda
lo que les ha pasado a ellos. En este sentido buscan conexiones con
el "otro". Una de sus primeras iniciativas ha sido contactar
con familiares de fallecidos en Irak y Afganistán. Es decir,
con los del otro lado, con los que la administración Bush considera
los enemigos del pueblo estadounidense. /p>
Así, pocos meses después de comenzar
el ataque a Afganistán ellos estaban allí para intentar
hermanarse con las víctimas de lo que podría considerarse
el "otro bando". Tratan de hermanarse con todas las víctimas,
más allá de la actitud que éstas tengan, aunque
lógicamente establecen una relación más estrecha
con aquellas que identifican la lucha por la paz (y no la venganza)
como su principal objetivo. Con todas las víctimas comparten
el horror y el hecho de haber sobrevivido a ese horror; pero con éstas
últimas también comparten el compromiso por la paz.
Un ejemplo de su forma de funcionar. En Afganistán
se encontraron con una mujer que había perdido a toda su familia
(hay que tener en cuenta que allí las familias son muy numerosas).
Ella se había salvado porque en el momento en el que las tropas
norteamericanas bombardearon su casa, estaba visitando a unos vecinos.
Esta mujer consiguió que una amiga le tradujera al inglés
una especie de carta donde contaba su tragedia y reclamaba justicia.
Los representantes de Mañana en paz consiguieron que pudiese
contar su historia en una rueda de prensa que convocaron en la Embajada
de EE.UU. en Kabul. Posteriormente, la han invitado a dar charlas en
varias ciudades norteamericanas.
A mi me gusta decir que ellos se "desenjaulan".
Es decir, que no sólo vencen su horror, sino que intentan comprender
el horror del otro, incluso buscando cosas que a ellos no les ha pasado.
Por ejemplo. Les acompañé a Guatemala donde estuve viendo
la exhumación de los habitantes de un pueblo maya que habían
sido asesinados hace veinte años por un grupo que ellos llaman
los "patrulleros". Asistiendo a la exhumación estaba
una mujer cuyo hijo fue asesinado cinco días antes de casarse.
Nos dijo que había tenido que cambiar la preparación de
la boda por la preparación de un funeral y que ella había
vivido dos horrores: el horror de perder a un hijo; y el horror de no
haber tenido acceso al cadáver para poder enterrarlo. Pero esta
mujer ha vivido además un tercer horror: que no se le haya reconocido
como víctima.
Vinculado al grupo Mañana en Paz
hay un argentino -que trabaja en un barrio marginal de la periferia
de Buenos Aires- que asegura que la riqueza del "Occidente omnipotente"
también está matando. Es decir, a su juicio, las víctimas
del hambre también deberían considerarse como víctimas
del terrorismo. De un terrorismo de Estado y/o de Mercado.
Otra persona relacionada con la red que está
tendiendo Mañana en Paz es un sacerdote católico
de Sudáfrica que perdió las manos y un ojo por una carta
bomba que le enviaron. Este sacerdote (que también se auto-define
como víctima del terrorismo de Estado) escribió una poesía
en la que exclamaba que ya era hora de decir "basta": "basta
de estar acostumbrados a generar muertes" en el Tercer Mundo por
culpa del hambre y de la pobreza. Muertes que se pueden evitar y que
son igual de injustas e indiscriminadas que las que provocan los atentados.
Peaceful tomorrows (Mañana en Paz),
que asistió al tercer Congreso Internacional sobre Víctimas
del Terrorismo (celebrado el pasado mes de febrero en Valencia), tiene
un objetivo tan amplio como claro. Ellos quieren construir un mundo
en el que haya más paz y más convivencia. Es decir, un
mundo mejor, más justo. Entre otras cosas organizan acciones
con las que intentan juntar a todos los que -directa o indirectamente-
se sintieron afectados por los atentados del 11S a través de
la creación de lo que ellos llaman un "círculo de
esperanza". Esto es, rodear el perímetro de la Zona Cero
de Nueva York con velas encendidas. Porque, para ellos, el fuego es
símbolo del horror que sufrieron, pero también de luz
y esperanza. Lo que quieren es llevar esperanza en su mensaje y no sólo
recordar el horror sufrido, sino también el arte y el valor de
seguir viviendo.
Si alguien tiene más interés por
la filosofía y las actividades de este grupo puede acceder a
su web (http://www.peacefultomorrows.org/;
sólo está en inglés) o hacerse con un ejemplar
del libro Mañana en paz, de David Potorti (que está
editado en España por la editorial Icaria).
DISCOTECA REPÚBLICA CROMAÑÓN. GRUPO MEMORIA Y JUSTICIA POR LOS PIBES ("PASO")
Diego Rozengardt. El 28, 29 y 30 de diciembre
de 2004, el grupo Callejeros -una banda de rock medianamente conocida
en Argentina- actuó en la discoteca República Cromañón
de Buenos Aires. El día del último concierto, alguien
del público lanzó un fuego de artificio que prendió
en el techo de la discoteca que comenzó a incendiarse. Pero el
problema no fue el fuego, sino el humo tóxico que el techo comenzó
a desprender. Un humo que provocó que la gente quedase atontada
y se desmayase.
En la discoteca había cuatro o cinco veces
más cantidad de público de la que legalmente podía
albergar: su capacidad era de 1.000 personas y, según los cálculos
que se han hecho, había más de 4.000. A su vez, tenía
una sola puerta de emergencia que, además, se abría para
adentro. Así, cuando se inició el incendio y mucha de
la gente que había en la discoteca fue hacia la puerta, se encontró
que estaba cerrada con candado por su parte exterior. A todo esta serie
de irregularidades, habría que añadir la pésima
gestión de las autoridades en la organización de las tareas
de rescate y salvamento: tardaron mucho en llegar, enviaron a todos
los heridos al mismo hospital (que se saturó)... De hecho, se
calcula que el 40% de las personas que fallecieron fue por rescatar
a otros que estaban dentro. Esa mala gestión es responsabilidad
del Alcalde.
El pulso de la investigación determinó
que el local incumplía numerosas normas de seguridad y que nunca
se le debía haber concedido autorización para estar abierto
al público. Se supo, por ejemplo, que la Policía permitía
el exceso de público porque algunos agentes cobraban cierta cantidad
de dinero por la gente de más que entraba (parece que cien pesos
por cada quinientas personas). Es decir, que antes del suceso la Policía
sabía perfectamente cuánta gente accedía de más
al recinto. Y eso responde a una lógica corrupta del sistema
en la que participan tanto empresarios como políticos y fuerzas
de seguridad.
Tras el incendio, desde algunos sectores mediáticos
se comenzó a transmitir la idea de que no había sido más
que un desgraciado accidente, obviando datos fundamentales como el exceso
de público, el mal estado de las instalaciones, la falta de puertas
de emergencia o la negligencia y corrupción de ciertos responsables
políticos y policiales... Gran parte de lo que pasó era
evitable y, por tanto, no puede considerarse un accidente. Hubo una
cadena de omisiones y decisiones que hizo posible que ocurriera lo que
sucedió. Y en esa cadena había responsabilidades públicas.
Tampoco aceptábamos que se le llamara tragedia. En todo caso
era una tragedia individual (para cada una de las familias), pero, a
nivel colectivo, fue una especie de homicidio. Una masacre.
Posteriormente, desde ciertos medios de comunicación,
se intentó culpar a las propias víctimas de lo que les
había pasado. La lógica perversa en la que se basaba esa
acusación era la siguiente: los chicos que habían ido
al concierto eran unos drogadictos y borrachos irresponsables que habían
causado el incendio por encender unas bengalas en un lugar en el que
estaba prohibido hacerlo. Lo terrible no era sólo que mentían
con esa generalización, sino que utilizaran ese argumento para
deslegitimarles como víctimas. Después, incluso se culpó
a los familiares, acusándoles de irresponsables por haber dejado
ir a sus hijos y/o hermanos a un "boliche" que estaba en tan
malas condiciones.
En general, la prensa, en un primer momento,
tuvo una reacción muy amarillista y morbosa y, después,
se plegó al poder político, dejando que los representantes
gubernamentales fueran los que tuvieran más protagonismo. En
su primera comparecencia pública, el Alcalde (Aníbal Ibarra)
mostró un apoyo explícito a los dueños de las discotecas,
como si ellos hubiesen sido las principales víctimas de este
suceso. Después nos ofreció "plata" para que
no pidiésemos responsabilidades políticas. Hay que tener
en cuenta que no es lo mismo dar dinero para permitir que supervivientes
y familiares de víctimas puedan salir adelante, que ofrecer "plata"
a cambio de que no se implique a las administraciones públicas
en el proceso judicial. Y esto último era lo que pretendía
el Alcalde.
La primera concentración que organizamos
los familiares de las víctimas de Cromañón fue
brutalmente reprimida por la Policía (que, lógicamente,
seguía órdenes de las autoridades que le tienen terror
a ver gente en la calle, pues saben que, en realidad, el poder lo tienen
los ciudadanos).
Desde muy pronto se intentó poner en marcha
un despliegue iconográfico y simbólico para recordar a
las víctimas del 30-D, creando, por ejemplo, camisetas, chapas
o carteles con sus fotografías. A mi me llama la atención
que hayáis logrado que se os reconozca como víctimas.
A nosotros se nos sigue considerando como "familiares de las víctimas".
Enseguida, los familiares comenzamos a organizarnos
para gestionar tanto nuestra rabia política como nuestras acciones
judiciales. En un primer momento, hubo un intento de la derecha de instrumentalizar
nuestra lucha con la única intención de "voltear"
al alcalde de Buenos Aires (que era, al menos nominalmente, progresista)
y tomar ellos el poder institucional. Conseguimos neutralizar esta iniciativa
y alejarnos públicamente de su discurso reaccionario que utilizaba
este suceso para intentar imponer más mano dura y más
medidas represivas. También determinados partidos de izquierda
se sumaron a nuestras movilizaciones, intentando acaparar un protagonismo
que no les correspondía. Pero ni unos ni otros lograron acabar
con nuestra independencia partidista.
Uno de los primeros actos que se decidió
realizar fue una marcha todos los jueves (que fue el día en que
ocurrió la masacre de Cromañón). Una marcha que
comenzaba cerca de la discoteca y concluía en la Plaza de Mayo
(que es el "lugar de la protesta" para los bonaerenses). Paralelamente,
por la cercanía geográfica o por afinidades de otro tipo,
se fueron creando grupos más pequeños de familiares. Estos
grupos, que tenían un gran valor terapéutico, estaban
formados no sólo por familiares de víctimas y supervivientes,
sino también por algunos amigos de la causa (psicólogos
y gente que se había sentido "tocada" por este acontecimiento).
A mi juicio, esta gente es absolutamente indispensable.
A diferencia de las asociaciones de afectados
del 11M, esto grupos pequeños tienen un funcionamiento muy informal:
carecen de una estructura organizativa clara, no tienen una Junta Directiva,
en las reuniones se discute todo sin ningún tipo de orden...
Todo esto puede resultar muy agotador (a veces se habla de un detalle
mínimo durante tres horas), pero, al mismo tiempo, creo que este
funcionamiento espontáneo y horizontal es lo que posibilita que
estos grupos sigan estando tan activos.
Transcurrido un tiempo se decidió sustituir
las marchas semanales por marchas mensuales que se celebran los días
30 de cada mes (salvo, lógicamente, en febrero que se pasa al
28 de dicho mes o al 1 de marzo). Poco a poco se fueron creando lazos
entre los distintos grupos que se habían formado y desde mediados
de marzo de 2005 se celebra todos los sábados una asamblea que
permite articular de forma conjunta todas las acciones. Para la marcha
que conmemoraba los seis meses de la masacre se propuso elaborar un
documento que, como el texto que leyó Pilar Manjón en
la Comisión parlamentaria sobre el 11M, expresara el sentimiento
común de todos los afectados. Este hecho fue muy importante pues
permitió que reconociéramos que la articulación
de los distintos grupos era algo fundamental para organizar la lucha.
A partir de entonces, todos los meses se elabora un documento consensuado
-unos más generales y otros más coyunturales- que se presenta
en las marchas que celebramos cada día treinta.
Entre las acciones que hemos llevado a cabo
(y que, de algún modo, han ayudado a nuestra cohesión)
hay tanto actividades que tienen que ver con la lucha y la movilización
(marchas...) como otras cuyo principal objetivo es la construcción
de un espacio de memoria, de debate y reflexión (desde la creación
de murales en plazas públicas hasta la organización de
recitales o muestras de fotografías, pasando por la iniciativa
de plantar un árbol por cada uno de los chicos fallecidos). También
estamos tratando de poner en marcha un movimiento anti-impunidad que
parte de la convicción de que sucesos trágicos aparentemente
muy distintos (como un atentado terrorista o un incendio en una discoteca)
son, en realidad, consecuencia de una lógica muy similar. Y es
esta lógica la que hay que combatir. Es decir, el objetivo de
nuestra lucha no es sólo pedir responsabilidades penales y políticas
por lo que ocurrió en la discoteca Cromañón, sino
también denunciar la dinámica de corrupción que
hace posible este tipo de tragedias.
Otra cosa que nos aunó fue articular consignas
que nos representaran a todos. Por ejemplo, "República Argentina
es República Cromañón", porque la lógica
de corrupción y cicatería que posibilitó la masacre
del 30-D no es algo aislado y puntual, sino que está arraigada
profundamente en la sociedad argentina. Cromañón, se puede
decir, es una foto exacerbada de la realidad argentina. Una segunda
consigna fue "todos somos sobrevivientes", no sólo
porque cualquiera podría haber estado en esa discoteca, sino
también porque todos estamos expuestos a esa dinámica
de corrupción que nos puede llevar a la muerte. Otras consignas
que hemos utilizado han sido "juicio y castigo a todos los responsables"
(tanto penales como políticos) o "los derechos humanos se
defienden todos los días".
Finalmente quiero reflexionar sobre una serie
de cuestiones que me parece necesario tener muy en cuenta. Por un lado
sobre la noción de victimización. Creo que es necesario
salir del lugar que la sociedad reserva a las víctimas que parece
que deben estar todo el día lamentando su pérdida y desligadas
de cualquier tipo de reivindicación social y/o política.
Esto último es algo que incluso le cuesta asumir a muchos de
los miembros de nuestro colectivo que dicen que ellos son "apolíticos"
y que sólo están implicados en esta lucha por su hijo.
Pero realmente estamos haciendo algo político. Político
en términos de participación ciudadana, no como algo partidista.
Para salir de esa victimización hay que adoptar una actitud activa,
hacer cosas en la calle. Por otro lado, creo que el caso Cromañón
ha demostrado que las responsabilidades están siempre encadenadas,
que no tiene sentido echarle toda la culpa a un sólo responsable
(a modo de chivo expiatorio).
A su vez, el caso Cromañón ha sido
muy emblemático en Argentina porque en este país, los
poderosos (ya sean políticos, empresarios, policías, militares...)
suelen quedar impunes de los abusos e injusticias que cometen (incluso,
a veces logran un cierto ascenso social). Hace trece años, por
ejemplo, pasó algo parecido en otro "boliche" (donde
murieron trece personas) y a los responsables de esa masacre no les
ha ocurrido nada porque su causa judicial prescribió. Por eso,
nosotros pensamos que el objetivo de exigir responsabilidades penales
y políticas por el incendio de la discoteca Cromañón
no es sólo que se juzgue y castigue a los culpables, sino también
luchar contra la impunidad que hace posible que sucedan tragedias como
ésta. Por ello, el objetivo final de este colectivo no es que
se castigue -penal o políticamente- a todos los responsables
de la masacre, sino que se acabe la impunidad en Argentina. Y para ello,
también hay que luchar contra la impunidad cotidiana que permite
que se cometan abusos sistemáticamente sin que se haga nada.
Ivana Molinari. Yo voy a intentar analizar
las diferencias y semejanzas que existen entre ambas experiencias. Pero
en primer lugar, quiero subrayar que creo que es muy importante intentar
buscar puntos en común, aunque sean muy generales, entre los
miembros de las distintas asociaciones de afectados por los atentados
del 11M (más allá de sus posibles diferencias ideológicas).
Esto es algo, a mi juicio, fundamental, pues cada vez que se muestra
desunión, el movimiento se debilita. Ante la sociedad, en general,
y ante los medios de comunicación, en particular, tenemos que
mostrar que no estamos divididos. Porque en la unión está
la fuerza. Tenemos que mostrar nuestro apoyo a todas y cada una de las
víctimas, no sólo a las víctimas de un determinado
partido o posición política (porque si fuera así,
no estaríamos apoyando a las víctimas, sino a la ideología
partidaria que representan).
Igual que vosotros, el colectivo de afectados
por el incendio de la discoteca Cromañón ha sufrido continuos
intentos de manipulación por parte de los medios de comunicación
que, entre otras cosas, han llegado a responsabilizar a las propias
víctimas y a sus familiares de la tragedia. Incluso inventando
cosas como que había una especie de guardería para dejar
a los niños más pequeños en el baño de mujeres.
Eso es mentira, esa "guardería" no existió nunca,
pero algunos medios lo utilizaron para desacreditar a los padres y,
de algún modo, justificar lo que pasó. Hay que salir a
desmentir todas esas calumnias, aunque cueste mucho trabajo hacerlo.
A su vez, creo que para difundir tus ideas y
sentimientos, hay que adoptar una actitud activa. Crear tus propios
medios de comunicación (por ejemplo un boletín o una página
web), recurrir a la prensa alternativa o a los medios extranjeros (que
siempre van a tener una actitud más distanciada, menos influida
por los intereses de los grupos locales de poder). Hay que tener en
cuenta que los grandes medios de comunicación nunca han publicado
íntegramente los documentos consensuados que hemos ido elaborando.
Sólo han extraído los fragmentos que les interesaban.
Por otro lado, bajo mi punto de vista, también
es esencial que los portavoces y representantes de los afectados no
sean siempre los mismos, así como que las víctimas dejen
de ser un número (son personas con nombres y apellidos, con una
vida concreta que le ha sido arrebatada). Con las consignas, siempre
intentamos que la población asumiera que todos éramos
víctimas potenciales de la corrupción y que, por tanto,
todos éramos supervivientes. Esa consigna se puede trasladar
perfectamente a la realidad española, pues, como se decía
en las primeras manifestaciones tras los atentados del 11M, cualquier
podría haber viajado en los trenes de la muerte.
También en nuestro caso, como ha comentado
Diego Rozengardt, hemos tenido que sortear muchos intentos de instrumentalizar
políticamente nuestra lucha. Ha habido un padre que estaba en
la lista de un partido político de izquierda (en el que ya militaba
antes del 30-D) y algunos medios empezaron a decir que todos estábamos
vinculados a grupos de extrema izquierda y anti-sistema y que lo único
que queríamos era derrocar al gobierno. Nos han llamado de todo:
comunistas, anarquistas, incluso golpistas (porque, según algunos
medios, al tratar de destituir al alcalde de Buenos Aires, demostrábamos
que nuestro objetivo fundamental era desestabilizar a las instituciones).
Uno de los grandes peligros del caso Cromañón
es que, al haber tantas responsabilidades intermedias (materiales, políticas,
policiales...), es muy difícil llegar a saber quiénes
son los principales culpables de la muerte de 194 personas aquel terrible
30 de diciembre de 2004. Hay que tener en cuenta que, a día de
hoy, todavía no se sabe quiénes eran los verdaderos dueños
de la discoteca. Esto demuestra que no hay sólo responsabilidad
(tanto política como penal) por la dejación y corrupción
administrativa que impide que se controlen adecuadamente las condiciones
de higiene y de seguridad de las discotecas y otros locales de ocio,
sino también por la falta de mecanismos jurídicos y policiales
que permitan detectar (y penalizar) las oscuras operaciones empresariales
y financieras que hay detrás de estos negocios.
Siguen existiendo muchas incógnitas sin
resolver en la investigación y, desde luego, los veinticinco
procesados que hay por el momento no son los únicos culpables.
Por ello tenemos que pedir que se continúe investigando y que
se llegue hasta el final (cueste lo que cueste y caiga quien caiga).
Porque lo único que está claro es que nada está
claro. De algún modo, esto también se puede extrapolar
a la investigación sobre los atentados del 11M. Hay que exigir
que se siga investigando hasta que se sepa todo lo que ocurrió.
Aunque para ello haya que insistir una y otra vez que esa reclamación
está absolutamente al margen de cualquier interés partidista.
Como ha comentado Diego, nosotros también
intentamos conectar con otros colectivos de víctimas que existen
en Argentina. Por ejemplo, las llamadas "víctimas de gatillo
fácil" (gente que ha recibido disparos de las fuerzas de
seguridad por causas nunca justificadas) o con familiares de desaparecidos
en el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires que tuvo
lugar el 17 marzo de 1992. Todos somos víctimas, pero, ¿qué
es lo que nos une?: la lucha contra la impunidad y la reivindicación
de transparencia y justicia. Hay que unir causas para ampliar el sentido
de nuestra lucha y conseguir implicar a la mayor cantidad de gente posible.
Diego Rozengardt. En pos de la unidad,
hay cosas en las que todos tenemos que ceder. Entre nosotros, ha habido
ciertas discrepancias en varios asuntos, por ejemplo, en relación a
la responsabilidad de la banda de rock Los Callejeros. En cualquier
caso, el hecho de que haya muchos grupos no implica que estemos muy
divididos. Por el contrario, gracias a que existe esta estructuración
en pequeños grupos, puede funcionar con cierta eficacia el espacio de
coordinación o de articulación que hemos montado. Bajo mi punto de vista,
el logro en colectivos como el nuestro (formado por gente que procede
de ámbitos y experiencias muy diferentes) está en aceptar las diferencias.
Creo que sólo partiendo de la diferencia se pueden llegar a encontrar
puntos en común (y no al revés).
Por otro lado, me parece que es necesario pensar
en los distintos tipos de responsabilidades que hay detrás de casos
como la masacre en la discoteca República Cromañón o los atentados del
11M en Madrid. No sólo hay que detectar y castigar la responsabilidad
penal (que, a veces, es muy difícil de demostrar), sino también la responsabilidad
política e incluso social y moral. Esto quizás requiere una reflexión
teórica más profunda que la que podemos llevar a cabo en este encuentro,
pero considero que es muy necesario que la tengamos en cuenta.
Una muestra de la creación de lazos con estos encuentros
donde se comparten experiencias es la petición de los integrantes del
grupo Memoria y Justicia por los Pibes ("Paso") para participar en la
concentración que la Red Ciudadana tras el 11M realiza cada primer domingo
de mes en el "Bosque del recuerdo". Petición que recibió un asentimiento
general de todos los integrantes del foro.
Dentro de todas estas líneas de trabajo estaba muy presente
la necesidad y la intención de crecer como grupo, entendiendo ese crecimiento
como un fortalecimiento de sus miembros y una apertura hacia otros afectados
u otras experiencias de otros colectivos. Quedó claro en todo el proceso
del encuentro que los integrantes de la Red Ciudadana tras el 11M han
conseguido crecer como grupo terapéutico y de ayuda, y siguen latentes
las ganas de crecer como grupo y ayudar a gente externa al grupo. Su proceso
en estos dos años ha sido positivo, y tienen ganas de seguir haciéndolo
positivo.