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Conferencia de Amador Fernández-Savater: 11-M, polvo y tormenta: la acción política en el filo de una navaja |
Entre el 7 y el 10 de noviembre de 2006 se ha celebrado la segunda convocatoria del proyecto Nueva derecha: ideas y medios para la contrarrevolución que trata de analizar las causas de la expansión, tanto a nivel nacional como internacional, de un nuevo populismo conservador que rompe con ciertos consensos instituidos (fenómeno revisionista), mezcla de forma tan contradictoria como eficaz el neoliberalismo económico con la apelación a valores tradicionales (la patria, la religión...) y ha sabido ver y utilizar el potencial estratégico de los nuevos medios de comunicación y de la cultura de red (el caso Libertad Digital o los Peones Negros). El objetivo de este proyecto es huir de un análisis superficial sobre las causas de la emergencia y consolidación de esta nueva derecha, intentando ir más allá de una mera condena moral (tan autocomplaciente como estéril) para detectar y entender cuáles son los mecanismos de seducción que pone en juego, los malestares y las frustraciones que manipula o su forma de relacionarse con la experiencia fragmentada de lo social y de lo laboral en el mundo contemporáneo. Si en el primer encuentro, que se celebró en octubre de 2005, se identificaron algunos de los rasgos constituyentes de la "nueva derecha", la idea de este segundo seminario ha sido analizar su dimensión discursiva, es decir, la reacción intelectual en la que se ha apoyado para legitimar desde un punto de vista teórico sus planteamientos y aspiraciones. Utilizando ciertos medios de comunicación como auténticas "máquinas de guerra" propagandística, esta corriente intelectual neo-conservadora (algunos de cuyos portavoces más representativos estuvieron, en su día, vinculados a la extrema izquierda, cosa que va mucho más allá de la mera anécdota, como demostró en este encuentro Jacques Rancière) está produciendo y difundiendo una serie de relatos, imágenes y discursos que, entre otras cosas, tratan de convertir la percepción de fragilidad e incertidumbre característica de la globalización en pánico social y paranoia securitaria y de imponer la interpretación de numerosos conflictos políticos, sociales y económicos (por ejemplo, la revuelta de los jóvenes de los banlieues -suburbios- que se produjo en Francia en noviembre de 2005) como conflictos culturales, étnicos y religiosos entre esencias inmutables y, por tanto, irreconciliables. En el marco de este seminario se pudo ver el documental El mundo según Bush, dirigido por William Karel, que se proyectó el miércoles 8 de noviembre en sustitución de la conferencia Israel, la Ley revelada y la re-legitimación del Estado liberal, de Juan Aranzadi (quien, por motivos de salud, no pudo participar en el encuentro). En este documental se muestra la estrategia discursiva seguida por el gobierno de Georges W. Bush para justificar la invasión de Iraq y defender la guerra preventiva ante potenciales amenazas. Una estrategia impulsada por Paul Wolfowitz, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Richard Perle (que, como otros miembros del círculo de confianza de Bush, tienen intereses en compañías vinculadas a las industrias armamentística, de seguridad y/o del petróleo) que se articuló mediante una serie de mensajes y declaraciones que de forma indirecta mezclaban la condena al régimen de Sadam Hussein (asegurando que poseía armas de destrucción masiva) con los atentados a las Torres Gemelas y referencias a Al-Qaeda y Bin Laden. A pesar de haber quedado demostrado públicamente que la decisión de invadir Iraq y otras iniciativas claves en política exterior se habían basado en mentiras y manipulaciones, en noviembre de 2004 George W. Bush volvió a ser elegido presidente de los Estados Unidos. A juicio de Amador Fernández-Savater, esa victoria reflejó que el apoyo a las tesis neoconservadoras de amplios sectores sociales de Estados Unidos no es sólo un "mal sueño" ligado a un contexto coyuntural específico (las secuelas del 11-S) o a una especie de irreversible alienación ideológica de gran parte del pueblo norteamericano. "Es algo más profundo", señaló el autor de Filosofía y acción en la presentación del seminario Nueva derecha: ideas y medios para la contrarrevolución (II), "que no se circunscribe exclusivamente a los Estados Unidos (donde el resultado de las últimas elecciones legislativas ha supuesto un revés para las aspiraciones de los neocons del Pentágono). Algo que tiene que ver con la profunda crisis que atraviesa el sistema de partidos y con la ausencia de respuestas efectivas a una serie de problemas reales que afectan a los ciudadanos contemporáneos (precarización general de la vida, debilitamiento de los lazos sociales, transformación de la noción de trabajo...)". Hay dos hechos recientes que, a su juicio, demuestran de forma muy ilustrativa la expansión de este nuevo populismo conservador en la escena política europea (donde, no lo olvidemos, en los últimos años han tenido bastante éxito figuras vinculadas directamente con la extrema derecha como Haider, Le Pen o Pim Fortuyn). Por un lado, el amplio respaldo social que ha logrado el discurso rupturista y combativo de Nicolas Sarkozy (ministro del interior en el gobierno de Dominique de Villepin) que, a día de hoy, es uno de los candidatos con más opciones de ganar las elecciones presidenciales que se van a celebrar en Francia en la primavera de 2007. En reiteradas ocasiones, Sarkozy ha instado a sus seguidores a "reinventar la República" y a combatir "el pensamiento único impuesto por el espíritu igualitario del 68" al que responsabiliza de la desintegración social y del declive moral y económico que sufre la sociedad francesa. Típico discurso de la nueva derecha. Por otro lado, la capacidad que han demostrado tener los medios de comunicación más beligerantes de la nueva derecha española (El Mundo, Libertad Digital, la COPE) de condicionar el debate político a través de la difusión sistematizada y serializada de enrevesadas teorías conspiratorias en torno al 11-M. "Numerosas informaciones aparecidas en estos medios", recordó Amador Fernández-Savater, "han sugerido de forma más o menos explícita que los atentados en los trenes de cercanías del 11 de marzo de 2004 fueron, en realidad, un golpe de Estado encubierto para derrocar al Partido Popular". Según estas teorías, sus similitudes formales con otros atentados islamistas (utilizar la fecha simbólica del día 11, llevar a cabo ataques simultáneos en distintos espacios...), son sólo una cortina de humo para ocultar la verdadera autoría (al menos, intelectual) de la masacre. Y el precio político que el gobierno de Zapatero ha tenido que pagar por la "ayuda recibida" para llegar al poder, está siendo la negociación (claudicación o rendición, en los términos utilizados por los medios de la nueva derecha) con ETA. Estas tesis conspiratorias (que muchos prefieren llamar "conspiranoicas") han llegado al Congreso de los Diputados, donde el Partido Popular ha realizado varias preguntas sobre los posibles "agujeros negros" de las investigaciones sobre el 11-M. Durante su intervención en el Aula del Rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía, Amador Fernández-Savater quiso subrayar que existe una conexión directa entre los distintos proyectos de UNIA arteypensamiento en cuya organización ha participado: ¿Qué significa hoy pensar políticamente?, Nueva derecha: ideas, y medios para la contrarrevolución, Reilustrar la Ilustración: universalismo, ciudadanía y emancipación y Explicar el mundo a partir de lo ocurrido. "Todos estos proyectos", indicó, "tratan de ser jirones de un mapa de conceptos para pensar nuevas formas de politización en un tiempo histórico marcado por la vivencia de la guerra en sus múltiples encarnaciones". Una "guerra de todos contra todos" que determina nuestra experiencia de lo social y de lo laboral, convirtiendo el mundo en un campo de batalla, en un espacio inhóspito y hostil en el que combaten distintos egoísmos (colectivos o individuales). En este punto, Amador Fernández-Savater indicó que la elaboración lenta y trabajosa de ese mapa de conceptos es una tarea colectiva y citó en ese sentido los nombres de algunos de sus compañeros en la experiencia de la Red Ciudadana tras el 11-M. En este contexto de "guerra social" (expresión que antes designaba la "afirmación conflictiva de lo común contra el enemigo de clase", mientras ahora alude a una forma de neutralizar lo común, es decir, de gobernarlo), el poder político y económico se autolegitima a través de un discurso tan tendencioso como eficaz (que Santiago López Petit llama el "discurso de lo obvio"): si lo social es la guerra de todos contra todos, sólo las instituciones (el sistema de partidos, el Estado de derecho, el Mercado) pueden garantizar la protección del interés colectivo. Por ello, Amador Fernández-Savater cree necesario insistir en que esta guerra social es, ante todo, una "guerra librada contra lo social y sus capacidades de autoorganización y cuidado de lo común". A su juicio, el problema no es tanto que las oligarquías políticas provoquen de modo deliberado los conflictos sociales (aunque a menudo sí lo hagan), sino que son capaces de instrumentalizarlos, de utilizarlos en su propio beneficio. Por ejemplo, no provocaron el enfrentamiento que se produjo el 23 de marzo de 2006 entre jóvenes procedentes de barrios periféricos parisinos y manifestantes contra los "Contratos de Primer Empleo" (CPE), pero sí que aprovecharon ese hecho para demonizar a los primeros y neutralizar la potencia conflictiva de los segundos (enfrentados a la alternativa entre la "militarización" de las manifestaciones o la colaboración con la policía). En estos conflictos sociales aparecen elementos de "ingobernabilidad" que plantean numerosos problemas al poder político, pero también refuerzan enormemente su legitimidad como "mediación necesaria" en la "guerra de todos contra todos" (véase por ejemplo la relegitimación del sistema de partidos en el País Vasco o la aparición de interlocutores religiosos válidos en los banlieues franceses). Para Amador Fernández-Savater, uno de los motivos fundamentales por los que ha triunfado esta lógica de "guerra de todos contra todos" hasta convertirse hoy en el paradigma dominante, es la derrota del movimiento obrero. "El debilitamiento de lo colectivo", explicó, "arrastra a la ruina a la figura del semejante, haciendo que el otro se vuelva un objeto, un obstáculo, un enemigo". Esto se refleja en fenómenos que aparecen cada vez con más frecuencia en dos espacios de sociabilidad que han estado históricamente relacionados con el movimiento obrero: el trabajo, donde la decadencia de las formas colectivas de defensa de los trabajadores ha posibilitado que surja un nuevo tipo de conflicto, el mobbing, que convierte a los compañeros en enemigos; y los barrios populares, en los que la llegada de inmigrantes es percibida por sus pobladores originales como una amenaza a la seguridad y a la convivencia. Según el co-director de la revista Archipiélago es "la hegemonía de los automatismos capitalistas la que produce esta guerra de todos contra todos", promoviendo una lógica individualizada de "sálvese quien pueda", poniendo brutalmente en crisis todas las referencias, etc. Ante esta situación, la izquierda tradicional sólo es capaz de proponer una política de gestos y discursos simbólicos tan bienintencionados como estériles (retórica multiculturalista, apuesta por una etérea alianza de civilizaciones...), mientras la nueva derecha asume la guerra social como paradigma proliferante e irreversible que "obliga" a tener una actitud beligerante en nombre de la seguridad, justificando abiertamente la "guerra preventiva" (invasión de Iraq) o la aplicación de medidas de excepción (toque de queda en los banlieues franceses en noviembre de 2005, etc). En España, entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, un "acontecimiento portador de muerte" hizo que se interrumpieran los automatismos cotidianos que constituyen el funcionamiento del sistema (y de nuestra lógica individualista y productiva en él), abriendo un gran vacío que el gobierno trató de colmar pidiendo a la población que apoyara sus decisiones en todo momento: con ese espíritu se convocó la manifestación del 12 de marzo. El acontecimiento generó numerosos episodios de tensión y enfrentamiento en las calles y la asamblea que reunió en Madrid a gente de los movimientos sociales se propuso "reaccionar como un bloque para defenderse de lo social en vías de fascistización", sin llegar finalmente a ningún acuerdo fuerte. Frente a esa visión estratégica que apostaba por un repliegue identitario ("respondiendo con saberes previos a lo nuevo"), lo social dio el 13 de marzo una repuesta insólita, caracterizada por la "multiplicidad, el anonimato, la autonomía y la creatividad": de forma espontánea, miles de personas se concentraron ante la sede del Partido Popular en Madrid (y también en otras ciudades españolas) para exigir que el gobierno dijera la verdad. "Una respuesta", subrayó Amador Fernández-Savater, "que impedía la neutralización de la política por el miedo y su administración estatal". Pero ni siquiera un acontecimiento de estas dimensiones y repercusiones es, en sí mismo, irreversible. Hay que inventar nombres para designar y explicar lo vivido y a partir de ahí pensar cómo seguir haciendo política. Según Amador Fernández-Savater, las redes sociales en las que militaba antes del 11-M no le han servido para "elaborar" lo que vivió durante esos tres días y el único espacio que ha encontrado para "persistir en el acontecimiento" (para prolongar las preguntas y los efectos de lo sucedido) ha sido la Red Ciudadana tras el 11-M, un colectivo que agrupa a heridos, familiares de fallecidos y gente afectada socialmente por lo ocurrido en Madrid el 11 de marzo de 2004. "En esa red", señaló Amador Fernández-Savater, "me he encontrado 'gente cualquiera' unida por el dolor y la respuesta ante el dolor (como ocurrió el 13-M). Gente que no pone en el centro el odio y la venganza sino los afectos y los cuidados mutuos; que trata de no quedar atrapada en la posición impotente y resentida de la víctima; que pone lo común por encima de las ideologías (resistiéndose a la manipulación partidista y a la lógica de bandos); y que no separa la vida de la política (pues para ellos, la acción pública es terapéutica, les permite no hundirse, seguir adelante)". A su juicio, lo que une a los integrantes de este colectivo no es un sentimiento de pertenencia identitaria ni una toma de conciencia de una "verdad" que debe ser divulgada, sino la vivencia compartida de un problema: la necesidad de reinventar la vida cuando todos los sentidos de los que disponían se desmoronaron aquel fatídico 11 de marzo. "Y ese proceso de reinvención del sentido", añadió, "se hace de forma colectiva. Por tanto, ¿cómo no abrir el oído para escuchar ahí el latido de la política?".
La Red Ciudadana tras el 11-M actúa en un contexto
incómodo, marcado por el proceso de desactivación de las
luchas sociales que se ha producido con la llegada al poder de José
Luis Rodríguez Zapatero. Esa desactivación ha hecho que,
por ejemplo, la muerte de once trabajadores en la extinción de
un incendio forestal en la provincia de Guadalajara en julio de 2005 (un
suceso que desveló las condiciones laborales de enorme precariedad
en las que desempeñan su labor muchos profesionales vinculados
a servicios públicos, especialmente en el entorno rural) no generara
la movilización que se llevó a cabo ante un acontecimiento
similar como la catástrofe del Prestige. Una de las razones
principales de esa falta de movilización está en el temor
a ser instrumentalizados por el Partido Popular y sus medios afines (que
son, de hecho, los únicos que han prestado atención a las
acciones de protestas que han desarrollado los familiares de esos trabajadores
fallecidos). Es el problema de la política a la contra, basada
en el enemigo. Del mismo modo, la experiencia de la Red Ciudadana tras el 11-M tiene que hacer frente a un doble obstáculo. Por un lado, la despolitización generada por el discurso hegemónico en la izquierda que considera que con la derrota electoral del Partido Popular "ya se ha cumplido la faena": "la izquierda ya no será criminalizada tras el 11-M", "las tropas han vuelto a casa", etc. Por otro lado, el hecho de que quien hoy insiste en descubrir "la verdad" sobre el 11-M y "persiste (a su manera) en el acontecimiento" es la nueva derecha virtual y organizada (AVT, etc.). Tras la desactivación de lo social que propició la victoria del PSOE en las elecciones del 14 de marzo de 2004, lo político en sentido estricto (vinculado a la adscripción ideológica y partidista) ha vuelto al primer plano. La agresividad del discurso de la nueva derecha convierte el "todos íbamos en ese tren" en "en ese tren llegó ZP": así, las víctimas del 11-M ya no son de todos y de nadie, sino que se les asocia con un bando concreto contra otro, apareciendo de nuevo el fantasma de las dos España (con toda la carga de dolor y miedo que representa). Es en este contexto donde ha emergido el colectivo de los autodenominados "Peones Negros. Surgido en torno al blog Enigmas del 11-M que gestiona Luis del Pino en Libertad Digital (cuyos posts -artículos- han superado a veces los 1.500 comentarios), este colectivo denuncia los posibles agujeros negros que hay en la investigación sobre los atentados de Atocha desde el convencimiento de que la versión oficial es, en sus palabras "una patraña". En su afán por demostrar que el 11-M fue un golpe de Estado fruto de una conspiración (en la que habría participado desde el PSOE hasta altos mandos de la seguridad del Estado, servicios secretos extranjeros y miembros de ETA), los Peones Negros han llegado a auto-organizarse en el terreno de lo virtual para leer el voluminoso sumario en busca de "agujeros" que corroboren sus hipótesis. Y además, ya en el mundo de los átomos, los días 11 de cada mes celebran en distintas ciudades españolas concentraciones en las que, apropiándose de muchos de los símbolos y lemas que se utilizaron anónimamente entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, piden que se sepa "toda la verdad" sobre los atentados de Madrid. A diferencia de la Red Ciudadana tras el 11-M, los Peones Negros se relacionan con el acontecimiento 11/14-M a partir de una completitud. Es decir, no parten de un hundimiento de sentido (de la vivencia de un vacío que les obliga a reinventar su vida), sino de una certeza que les posibilita identificar de modo preciso quiénes son los enemigos a batir (Zapatero y, por extensión, quienes no luchen suficientemente contra la "balcanización de España", incluido el PP cuando "vacila") y encontrar una "causa" de orden simbólico y carácter totalizador que articule su lucha. Según el autor de Filosofía y acción, los Peones Negros son un fenómeno que nos desafía a pensar la naturaleza de la nueva derecha, su capacidad de explotación de malestares sociales y frustraciones cotidianas que no saben politizarse autónomamente. "La lucha de la Red Ciudadana tras el 11-M", señaló Amador Fernández-Savater en la fase final de su intervención en la sede de La Cartuja de la Universidad Internacional de Andalucía, "no se basa en saberes previos, sino en preguntas (¿qué es justicia?, ¿qué es memoria?, ¿qué se puede hacer para que no se repitan masacres como las de Madrid?), en un vacío que se elabora como problema". A su juicio, habría que pensar si ésta y otras iniciativas similares (las movilizaciones contra el desastre del Prestige o por el "no a la guerra", la lucha de los familiares de los fallecidos en el incendio de Guadalajara o en la discoteca República Cromañón de Buenos Aires...), que se caracterizan por aglutinar a "gente cualquiera" que intenta articular una respuesta existencial y política a una lógica de muerte, no representan un nuevo "ciclo de luchas". "Miles de vidas sacudidas por la lógica de guerra", concluyó, "cuya politización como afectados que hablan en nombre propio, buscando lo común más allá de las ideologías que nos separan, está amenazada por la lógica de bandos y por nuestra propia pereza para ver lo político fuera de los lugares y las formas donde esperamos encontrarlo". |