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Conferencia de Emmanuel Rodríguez: Nueva derecha: la rebelión de las élites y el colapso de la izquierda |
Emmanuel Rodríguez, autor de El gobierno imposible; trabajo y fronteras en las metrópolis de la abundancia, analizó la irrupción en el Estado español de proyectos políticos y discursos mediáticos encuadrables dentro de ese fenómeno global que podemos denominar "nueva derecha". A su juicio, no se trata de una simple radicalización del discurso liberal-conservador, ni de un resurgimiento del franquismo, sino de una de las ramificaciones locales (y, por tanto, adaptadas a las realidades concretas de cada país o región) de la expansión de una derecha populista en Estados Unidos y Europa. Un hecho que apenas se ha conceptualizado a pesar de la capacidad de este movimiento de desestabilizar el consenso de gobernabilidad que existe en las democracias occidentales entre fuerzas progresistas y conservadoras. No hay que olvidar que esta nueva derecha, cuyos discursos atraen a personas de sectores sociales muy diferentes (incluyendo algunos que han estado tradicionalmente ligados a la izquierda), no se conforma con tener un papel marginal, sino que aspira a constituirse en un polo de hegemonía. Según Emmanuel Rodríguez hay tres rasgos que comparten las distintas versiones nacionales y regionales de esta corriente que comenzó a tomar fuerza a principios de los años ochenta gracias a las iniciativas políticas, sociales y económicas promovidas por Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Por un lado, su marcada agresividad, tanto en las prácticas que lleva a cabo como en la retórica que emplea. Una agresividad que se articula a través de la incorporación de categorías morales al debate político y que se materializa en el uso sistemático de medidas extremas (excepcionales) como táctica de gobierno. El mejor ejemplo en este sentido está en George W. Bush que ha justificado algunas de sus decisiones mas polémicas con citas bíblicas y ha plagado su mandato de una sucesión de medidas excepcionales (que, con frecuencia, recortan derechos fundamentales de los ciudadanos) destinadas a combatir fantasmas externos (el terrorismo internacional) e internos (el narcotráfico, la delincuencia, la inmigración, la pornografía...). No es, por tanto, un discurso renuente y comedido, sino claramente rupturista, que utiliza un lenguaje apocalíptico e intenta acabar con ciertos acuerdos de mínimos en temas como la educación, el medio ambiente o las pensiones vigentes en Europa y en Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. "Lo más paradójico", subrayó Emmanuel Rodríguez, "es que esta nueva derecha, en un tan perverso como eficaz circulo vicioso de autolegitimación, ha logrado aprovecharse de los miedos y miserias morales que provocan las políticas neoliberales para justificar sus propias medidas represivas". Otro rasgo común de esta nueva derecha es su populismo, y no solo en un sentido ideológico. "La nueva derecha", explicó Emmanuel Rodríguez, "es, hoy por hoy, más popular que la izquierda. Y ante esa constatación, la izquierda no arregla nada echándose, indignada, las manos a la cabeza. Es necesario que se pregunte por qué se ha llegado a esa situación". Emmanuel Rodríguez cree que la expansión de esta nueva derecha ha sido fruto del colapso de la izquierda, al menos de la más oficial, a la hora de relacionarse con la propia realidad que pretende representar. El tercer y más novedoso rasgo que caracterizaría a esta derecha populista a nivel global sería su uso inteligente y estratégico de los medios de comunicación. "La nueva derecha", aseguró Emmanuel Rodríguez, "ha sido capaz de adecuarse perfectamente al nuevo orden mediático, utilizando todo tipo de medios comunicativos (emisoras de radio, cadenas de televisión, publicaciones periodísticas -tanto digitales como en papel-, weblogs...) como instrumentos propagandísticos". Además lo ha hecho re-apropiándose de herramientas contrainformativas que empezó a desarrollar la izquierda radical en las décadas de los sesenta y los setenta. Así, frente al rigorismo formal de los medios "serios" convencionales, despliegan una retórica hiperbólica y agresiva que abusa del sarcasmo y de la soflama y basa sus denuncias en hipótesis y especulaciones fuertemente tendenciosas y escasamente contrastadas (pues su objetivo no es la búsqueda de la verdad, sino el desgaste del adversario). Teniendo en cuenta estos tres rasgos, ¿podríamos decir que en España existe algo identificable con esa nueva derecha populista y rupturista? A juicio de Emmanuel Rodríguez, sí, y no es un movimiento marginal y minoritario, sino que tiene influencia en la orientación ideológica (tanto en temas sociales como políticos) del principal partido de derechas del país. Esa influencia ya se reflejó en el cambio de actitud que experimentó el gobierno de Aznar durante su segunda legislatura, cuando abandonó cualquier intento de consenso y recurrió a un estilo comunicativo mucho más agresivo. En nuestro país, la nueva derecha se concentraría en medios como la COPE, Radio Intereconomía, Libertad digital e incluso ciertos sectores del diario El Mundo, mientras la derecha tradicional conservadora, de inspiración católica y ligada a los círculos monárquicos y/o a las élites franquistas, se ha refugiado en periódicos como ABC o La Razón. Curiosamente, muchos de los portavoces mediáticos más representativos de esta derecha populista de nuevo cuño estuvieron vinculados en el pasado a colectivos de extrema izquierda, incluso en algunos casos a organizaciones armadas como GRAPO o ETA. Pero no hay que olvidar que la mutación ideológica que han experimentado estos adalides de la nueva derecha populista española se corresponde con la que se ha producido en ciertos sectores del país desde los primeros años de la transición y la llegada al poder del PSOE hasta la actualidad. Sectores que vieron de primera mano como un gobierno de izquierda conseguía desactivar todo el movimiento social que había emergido en España durante la década de los setenta. Una desactivación que se consiguió gracias a que muchos antiguos militantes de las organizaciones de extrema izquierda se re-colocaron en organismos de gestión institucional (corporaciones municipales y autonómicas, sindicatos...) o en las plantillas de los grupos mediáticos y culturales hegemónicos. Otros muchos, por coherencia ideológica o por falta de contactos y oportunidades, fueron excluidos de ese reparto de poder. A este segundo grupo pertenecen algunas de las firmas más representativas de la nueva derecha española, por ejemplo, Gabriel Albiac, cuyos artículos de los años ochenta reflejan el desencanto que ya estaban empezando a sentir numerosos activistas de la izquierda radical. Según Emmanuel Rodríguez la incapacidad de esa gente de constituir una alternativa política propia desde la izquierda, les llevó primero al desencanto, después al resentimiento y finalmente a defender planteamientos sociales y políticos muy cercanos a la extrema derecha. Conociendo desde dentro las contradicciones y debilidades de la izquierda, a estos "sesentayonchistas invertidos" les resulta fácil desacreditar y desmontar los discursos progresistas oficiales. "Y lo hacen con éxito, señaló Emmanuel Rodríguez, porque reflejan el cinismo y la hipocresía que hay detrás de cierta retórica progresista políticamente correcta pero carente de un verdadero proyecto ideológico". De algún modo, su crítica es subversiva, pues atacan a un bloque de poder que ha dirigido el país durante gran parte de las décadas de los ochenta y de los noventa (y que lo sigue haciendo en la actualidad). Por ejemplo, su crítica a los nacionalismos periféricos -catalán, vasco...- es, en gran medida, una crítica a las dinámicas clientelistas que genera. A su vez, la nueva derecha ha sido capaz de reinventar sus propias tradiciones políticas, valorizándolas y convirtiéndolas en un motivo de orgullo. Hay que tener en cuenta que durante muchos años, en la sociedad española ha habido un antifranquismo latente que ha hecho que la derecha estuviese "acomplejada" y que para acceder al poder necesitara adoptar -al menos, en apariencia- un "talante" centrista. Pero a través de sus artículos en las páginas de El Mundo y Libertad digital o de sus soflamas en las tertulias radiofónicas de la COPE, los portavoces de la nueva derecha española han conseguido liberarla de ese complejo, incluso que aceptara con orgullo (o al menos, sin remordimientos) su pasado franquista. "Uno de los ejemplos más ilustrativos de este proceso de re-valorización de la derecha", recordó Emmanuel Rodríguez, "es la operación de revisionismo histórico puesta en marcha por autores como Pío Moa o César Vidal en torno a la Guerra Civil, el régimen de Franco o la transición". Estos autores plantean que en los años de la II República, la derecha representaba la tradición liberal, democrática y constitucional del país frente a una izquierda "golpista", de resonancias estalinistas, que con sus "medidas revolucionarias" (con las que, según ellos, intentaba demoler las instituciones democráticas e instaurar una dictadura del proletariado) provocó el levantamiento de Franco. A juicio de Emmanuel Rodríguez, este revisionismo se aprovecha de ciertas lagunas e interpretaciones sesgadas sobre la España de los años treinta que existen en gran parte de los trabajos históricos sobre ese periodo que se han llevado a cabo desde una óptica progresista. Trabajos que, por ejemplo, eluden o minimizan hechos como la represión que ejerció la República sobre el movimiento libertario (el principal órgano de base de la clase obrera en la España de la época). Esas lagunas también se pueden detectar en los análisis históricos realizados por la izquierda oficial sobre la transición, en los que, por ejemplo, se enmascara bajo la figura retórica del consenso, el pacto de silencio que permitió que muchos miembros de las élites reformistas del franquismo se convirtieran automáticamente en demócratas de toda la vida. En un momento en el que, a nivel global, el sistema democrático representativo vive una fuerte crisis de legitimidad, la nueva derecha ha conseguido establecer un puente de comunicación directa con sectores muy amplios de la sociedad. Todo ello a través de un discurso demagógico y populista que, adecuándose perfectamente a las exigencias del nuevo orden mediático, está siendo sumamente efectivo. "Pero", se preguntó Emmanuel Rodríguez en la fase final de su intervención en el seminario Nueva derecha: ideas y medios para la contrarrevolución, "¿es posible fabricar un antivirus con las herramientas discursivas que hoy día maneja la izquierda oficial para contrarrestar los efectos de una nueva derecha que cada vez tiene más capacidad de contagio?". |