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Conferencia de Juli Highfill: Érase una vez el pensamiento libre en Kansas

Juli HighfillEn Kansas, en las últimas elecciones presidenciales de noviembre de 2004, el partido conservador obtuvo más del 60% de los votos (sólo en otros seis estados, Bush obtuvo un porcentaje tan alto). Sin embargo, a principios del siglo XX, en este estado había numerosas publicaciones izquierdistas, incluso una pequeña localidad del sudeste de Kansas, Girard, fue la base del periódico socialista de mayor circulación de los EE.UU: The Appeal to Reason (La llamada a la razón). En 1913, este semanario que exigía la jornada laboral de ocho horas o la nacionalización de ferrocarriles y bancos, llegó a sacar 750.000 mil ejemplares, aunque poco después entró en declive debido a la fiebre patriótica y a la represión política de los años de la guerra. Su último dueño fue Emmanuel Julius, un redactor de origen judío que se casó con una mujer de la localidad -Marcet Haldeman- con la que mantuvo siempre una relación muy liberal e igualitaria (entre otras cosas, decidieron unir sus apellidos con un guión, algo inaudito en los EE.UU de la época).

The Appeal to Reason dejó de publicarse en 1922, pero tres años antes, la Haldeman-Julius Press de Girard puso en marcha una iniciativa editorial que alcanzó el éxito de manera inmediata: "The Little Blue Books" (los libritos azules), una colección de libros de pequeño formato y a un solo color que se distribuían por correo a precios muy económicos y que abarcaba todo tipo de ámbitos temáticos, desde grandes obras de la literatura universal (Sofocles, Shakespeare, Cervantes, Melville, Tolstoi, Wilde...) a textos divulgativos de matemáticas, economía o historia, pasando por manuales para adquirir habilidades prácticas, (Cómo escribir telegramas, Cómo hacer nudos...), diccionarios o libros de filosofía (de y sobre Platon, Spinoza, Kant, Nietzsche...). También publicaron varios libros sobre educación sexual y métodos anticonceptivos (Lo que toda joven debe saber, La fisiología de la vida sexual, La vida homosexual...) en una época en la que era muy difícil que los jóvenes pudieran acceder a este tipo de información, así como títulos que trataban la religión de forma favorable (incluyendo biografías sobre Mahoma, Lutero o San Francisco de Asís) junto a otros de contenido claramente anticlerical (Por qué soy infiel, Contradicciones de la Biblia, Los horrores de la Inquisición... ).

Partiendo de la convicción de que la clase trabajadora norteamericana tenía hambre de conocimientos, los Haldeman-Julius publicitaron la colección con eslóganes como "la democracia impresa" o "la universidad de papel" y consiguieron que a finales de los años veinte hubiera ejemplares de estos "Little Blue Books" en las casas de numerosas familias de todo el territorio de los Estados Unidos. Entre 1919 y 1951 editaron más de seis mil títulos distintos, poniendo en circulación unos quinientos millones de ejemplares. De hecho, en su momento de mayor expansión (entre 1928 y 1930), recibían en torno a los 3.000/4.000 pedidos diarios.

El propio Emmanuel Haldeman-Julius escribió decenas de estos libritos azules (¿Puede ser popular el conocimiento?, ¿Es el conocimiento de Dios un delirio?, ¿Está mejorando en realidad el mundo?...) en los que defendía la libertad de pensamiento y las ideas progresistas. A su juicio, la baja formación del pueblo estadounidense le hacía especialmente vulnerable a teorías irracionales como la supremacía racial, el patriotismo o el fundamentalismo religioso. Pero si a estos ciudadanos se les daba la oportunidad de formarse y de adquirir conocimientos, podrían rebelarse contra dichas teorías y cuestionar las imposiciones autoritarias.

"Emmanuel Haldeman-Julius", aseguró Juli Hihgfill, profesora de Literatura Moderna en la Universidad de Michigan y colaboradora de la web librodenotas.com, "creía en el poder creativo y transformador de la inteligencia humana colectiva, en que la razón triunfaría y el conocimiento podría transformar la vida cultural y social". A día de hoy, esa confianza nos puede resultar demasiado ingenua. Igualmente nos parece inconcebible que una iniciativa editorial como "The Little Blue Books" alcance tanta popularidad en Estados Unidos. Pero durante esos años, los libritos azules mantuvieron vivo el modelo del librepensador entre los trabajadores y agricultores norteamericanos que tenían alguna curiosidad intelectual.

Juli HighfillEn esa época, la izquierda pensaba que todo el mundo, con independencia de su nivel económico y formativo, tenía una curiosidad y una creatividad innata, un deseo de desarrollarse intelectualmente que iniciativas como la de "The Little Blue Books" trataban de alimentar. A su vez, en las comunidades rurales del interior de los EE.UU había una gran vitalidad y diversidad política. "Mi abuelo en Oklahoma", recordó Juli Highfill, "que sólo pudo ir a la escuela durante tres años, tenía una caja con treinta y nueve Libritos azules. Tuvo una vida en la que el trabajo duro le dejaba poco tiempo para leer y estudiar, pero está claro que tenía ganas de hacerlo". No fue nunca, en sentido estricto, un hombre progresista, pero siempre defendió la libertad e independencia de pensamiento, igual que lo hicieron otros muchos que, como él, vivían y trabajaban en pequeños pueblos de Estados Unidos.

A día de hoy, sin embargo, los habitantes de estos pueblos no pueden ser librepensadores. Y no porque les esté prohibido de manera explícita, sino porque queda fuera de sus posibilidades vitales. "Se ha instalado un conformismo todopoderoso y mortal", explicó Juli Highfill, "que no permite desviación alguna del modelo a seguir". Si alguien se atreve a buscar el conocimiento por su propia cuenta y decide consultar fuentes informativas no oficiales, se le considerara "un tipo raro" y se convertirá automáticamente en un sospechoso. Además, la derecha, a través de una sofisticada y múltiple telaraña mediática lleva muchos años fomentando un profundo anti-intelectualismo entre los ciudadanos estadounidenses. Por su parte, los intelectuales progresistas, sometidos a una dinámica de meritocracia creciente (una profesionalización y especialización del trabajo intelectual) se han refugiado en las universidades donde hablan y escriben únicamente los unos para los otros.

Juli Highfill cree que en la actualidad existe en el interior de los EE.UU un déficit de conocimiento mucho mayor que cuando Haldeman-Julius iniciaron su proyecto de los "libritos azules". Los habitantes de estos territorios asisten perplejos e inquietos a la progresiva desaparición de su estilo de vida y ven como la izquierda es incapaz de ofrecerles nada que les ayude a comprender esa transformación, a encarar con esperanza un presente y un futuro sumamente inciertos. La derecha, en cambio, recurre a una serie de interpretaciones tan demagógicas como efectivas y les ofrece un sistema de creencias seguro y estable al que agarrarse. Para difundir sus planteamientos utiliza una amplia red organizativa que va desde emisoras de radio, periódicos locales o canales de televisión hasta las llamadas "mega-iglesias" y sus círculos de estudios bíblicos (a los que, según cálculos recientes, pertenecen unos cuarenta millones de personas, entre ellos muchos jóvenes procedentes de familias obreras y cuyos padres y abuelos fueron firmes defensores de la libertad de pensamiento).

Para Juli Highfill la razón por la que millones de estadounidenses se han visto atraídos por el discurso de estas mega-iglesias es de raíz epistemológica. "No sólo les indican cómo deben vivir", precisó, "sino también cómo saber cómo deben vivir". En la época en la que Hadelman-Julius Press publicó su colección "The Little Blue Books" existía una mayor certidumbre epistemológica, una confianza generalizada en la modernidad y en los frutos del progreso científico y tecnológico (que, como escribió el propio Emmanuel Hadelman-Julius, nos conducirían a un "mundo más feliz, más sano, más confiado y enérgico"). Pero, en los tiempos desconcertantes de la globalización neoliberal, ¿cómo puede responder la izquierda a la latente necesidad de conocimiento de los ciudadanos contemporáneos?

Juli HighfillEn este punto de su intervención, Juli Highfill hizo referencia a la noción de mitopoiesis desarrollada por Amador Fernández-Savater que la define como "creación colectiva de mitos, relatos o historias vinculadas estrechamente a una comunidad". Si en su momento, los "libritos azules" fueron un modelo de proyecto mitopoiético que ayudaba a comprender el mundo de principios del siglo XX, en la actualidad, Internet es la mejor herramienta que existe para producir narrativas de sentido que se adapten a las necesidades de nuestro tiempo. El problema, según Highfill, es que por el momento, Internet sigue siendo un instrumento demasiado especializado y sujeto a las lógicas -económicas y simbólicas- capitalistas. Pero, ¿sería posible un proyecto en la red, ambicioso y ampliamente publicitado, que superando el ruido cacofónico de la sociedad de la información, promoviese entre los ciudadanos de Kansas (o de Alabama, o de Idaho) un discurso progresista sobre todo tipo de cuestiones?

No podemos olvidar que el consuelo que ofrece la derecha a mucha gente de clase obrera rural en EE.UU es de corta duración, pues se ve superado por el curso de los acontecimientos en un mundo que se transforma continuamente. Por todo ello, según Juli Highfill, la izquierda debe liberarse de su prejuicios y salir de la torre de marfil en la que se ha refugiado durante las últimas décadas. "Debe recuperar su fe en la capacidad intelectual de los hombres y mujeres de a pie (...), resucitar la figura del libre pensador que dialoga con los demás en la búsqueda incesante del entendimiento, que no busca consuelo, sino el placer liberador de los horizontes en permanente expansión". Sólo así, añadió, se puede desarrollar "un esfuerzo colectivo que produzca nuevos conocimientos y programas políticos que sirvan para encarar esa cuestión tan provocadora y persistente: ¿cómo sabemos cómo vivir?".