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Amador Fernádez-Savater: Presentación del seminario Nueva derecha: ideas y medios para la contrarrevolución (I)

Amador Fernández-SavaterTras la celebración el pasado mes de mayo del seminario ¿Qué significa hoy pensar políticamente?, UNIA arteypensamiento y la editorial Archipiélago han retomado la colaboración para organizar unas jornadas en las que se ha analizado la expansión del pensamiento (neo)conservador en Europa y EE.UU. "Un tema resbaladizo que aún no se ha estudiado con detenimiento", advirtió Amador Fernández-Savater en la presentación del seminario, "y que nosotros no concebimos como una realidad claramente definida y acotada, sino más bien como un fenómeno complejo y poliédrico con múltiples ramificaciones". La re-elección de Bush como presidente de los EE.UU en los comicios del 2 noviembre de 2004, dejó perpleja a la izquierda del mundo entero (especialmente a la europea) que no podía entender el éxito de un candidato sobre el que pesaban escándalos de gran envergadura (la quiebra de la empresa Enron, los abusos en la cárcel de Abu Ghraib...) y que había basado algunas de las decisiones más importantes de su mandato anterior en mentiras y manipulaciones demostradas públicamente (existencia de armas de destrucción masiva y de conexiones entre Al-Qaeda y el gobierno de Sadam Hussein para justificar la invasión de Irak...).

"Además", señaló Amador Fernández-Savater, "la reacción del electorado español después de la gestión del gobierno de Aznar tras los atentados del 11-M en Madrid, nos hizo creer que había un umbral de aceptación de la mentira y de la manipulación que no se podía traspasar". Pero eso no pareció afectar al electorado estadounidense y para explicar la nueva e indiscutible victoria electoral de George W. Bush (que venció a Kerry por más tres millones de votos), amplios sectores de la izquierda europea recurrieron a argumentos tan reduccionistas y tópicos ("los estadounidenses son unos paletos iletrados, agresivos, patrioteros y fundamentalistas que ni siquiera sabrían señalar donde está España en un mapa") como autocomplacientes (algo así nunca podría ocurrir en Europa, como si el éxito electoral de Haider, Berlusconi, Le Pen o Pin Fortuyn hubiese sido meramente anecdótico).

Sin duda, nos sobran prejuicios y nos faltan muchas claves analíticas para entender la realidad estadounidense. Hay que tener en cuenta que gran parte de los votantes de Bush proceden de los sectores sociales más desfavorecidos por las políticas neoliberales. Granjeros y campesinos que dependen de los subsidios estatales para poder sobrevivir en un mundo globalizado en el que su trabajo ya nos es competitivo y cuyos hijos están participando en una guerra que provoca víctimas (casi) a diario en las filas del ejército estadounidense.

¿Y por qué esa gente vota diametralmente en contra de sus propios intereses sociales y económicos? Según Amador Fernández-Savater, autor de Filosofía y acción y co-director de la revista Archipiélago, los análisis de autores norteamericanos como Juli Highfill -que colabora con la web librodenotas.com- o Thomas Frank -que recientemente ha publicado ¿Qué pasa con Kansas?- nos pueden ayudar a comprender en toda su complejidad esta paradoja. Ambos autores han investigado el profundo proceso de viraje político que ha experimentado un estado como Kansas, en el que existía una tradición sindical y política de izquierda muy fuerte, pero que en las últimas elecciones ha apoyado masivamente a Bush.

Amador Fernández-SavaterThomas Frank asegura que la opinión en torno a cuestiones como el aborto, la eutanasia o los matrimonios homosexuales fue determinante en el voto de muchos estadounidenses, especialmente de las zonas rurales, incluso en mayor medida que la guerra de Irak o la marcha de la economía. A través de una sofisticada maquinaria mediática y corporativa (que analizó Juan Jesús Mora Molina en la conferencia que cerró el seminario), los conservadores han codificado todos los conflictos sociales y económicos entre ricos y pobres, como conflictos morales. De este modo, han logrado re-dirigir el "resentimiento de clase" de estas víctimas de las políticas neo-liberales hacia diversos fantasmas (inmigración, violencia generalizada...) que enfrenta a defensores de los valores tradicionales (la familia, el sentimiento de comunidad, la seguridad ciudadana...) contra las élites izquierdistas y progresistas que serían las principales responsables de la desintegración social y del declive moral que sufre la sociedad estadounidense.

En este contexto cabría preguntarse si hay rasgos comunes entre la expansión de los conservadores en EE.UU y la emergencia de un populismo derechista en Europa (Haider, Berlusconi, Le Pen, Pin Fortuyn...) que también se ha aprovechado de la falta de respuestas de la izquierda oficial a problemas reales que afectan a millones de personas: precarización general de la vida, debilitamiento de los lazos sociales, transformación de la noción de trabajo y agotamiento de los dispositivos tradicionales que servían para defender los derechos de los trabajadores...

Pero, ¿por qué se ha decidido utilizar la expresión "nueva derecha" para hablar de este fenómeno político? ¿No es sólo la derecha tradicional de origen liberal conservador un poco más radicalizada? Y, por otro lado, ¿no existen demasiadas diferencias entre alguien como Le Pen -que se opuso frontalmente a la guerra de Irak y está relacionado con la extrema derecha autárquica- y la explosiva mezcla de inspiraciones bíblicas (pueblo elegido, eje del mal) con estrategias expansionistas que hay detrás de las principales decisiones en política internacional tomadas por la administración Bush? "Lo que entendemos como nueva derecha no es un objeto teórico definido y preciso", advirtió Amador Fernández-Savater, "y este seminario no es más que un primer intento de analizar y comprender este fenómeno, de descubrir si los diversos indicios de un resurgimiento de un populismo derechista en distintas partes del planeta, responden a un mismo impulso".

A juicio de Amador Fernández-Savater, la novedad de esta nueva derecha deriva de su agresividad: propone una ruptura radical con algunos de los grandes acuerdos sociales que han posibilitado la gobernabilidad de los sistemas democráticos representativos de las sociedades occidentales durante las últimas décadas. En España, por ejemplo, plantean una lectura histórica revisionista de las causas y consecuencias de la Guerra Civil. "Por tanto, subrayó Fernández-Savater, no es la derecha de siempre un poco más radicalizada, ni tampoco una simple reedición del fascismo clásico, sino una derecha en ruptura, muy agresiva, que utiliza los medios de comunicación como instrumentos de propaganda y que, a menudo, recurre a dispositivos de movilización simbólica de connotaciones claramente antiparlamentarias".

Otro rasgo común de todos estos nuevos movimientos de derecha populista es que mezclan un liberalismo económico feroz con una retórica de defensa y recuperación de ciertos valores tradicionales (la familia, la patria, el respeto...), aludiendo a una guerra de civilizaciones (Oriente vs Occidente, Cristianismo vs Islam) e identificando mayo del 68 como el origen de la decadencia social y moral que sufre la sociedad occidental. Lo curioso es que gran parte de los portavoces más emblemáticos y activos de esta nueva derecha estuvieron vinculados en el pasado a colectivos y organizaciones de la izquierda radical. "Probablemente por eso, señaló Amador Fernández-Savater, son capaces tanto de aprovecharse de las miserias y debilidades de la izquierda (las conocen de primera mano) como de su extensa cultura en materia propagandística y contrainformativa".

El objetivo del seminario Nueva derecha: ideas y medios para la contrarrevolución es analizar sin prejuicios este fenómeno, buscar sus causas y efectos y no limitarse a la indignación moral y a la condena política, tan bienintencionada como inútil. "Nos interesa, señaló Amador Fernández-Savater, intentar comprender las causas de esta expansión neo-conservadora, qué mecanismos pone en juego, sobre qué imaginarios se asienta, cómo se relaciona con la experiencia fragmentada de lo social y de lo laboral en el mundo contemporáneo".

Amador Fernández-SavaterEn cualquier caso, Fernández-Savater quiso aclarar que la utilización del término "contrarrevolución" en el título del seminario no trata de relacionar a estos neoconservadores con pensadores conservadores clásicos como Mounier, De Maistre o De Bonald que se opusieron activamente a la Revolución Francesa. Mientras estos autores defendían los valores tradicionales y el orden establecido como reacción al proyecto de renovación integral del Antiguo Régimen que trajo consigo la Revolución Francesa, la nueva derecha tiene una vocación utópica. "Con toda la fuerza de movilización mítica y simbólica que ese impulso utópico propicia", subrayó el autor de Filosofía y acción. No es, por tanto, una reacción a un proyecto revolucionario previo, sino un intento de remodelación social que, en el caso de los neocon norteamericanos, permitiría la construcción de una idílica "sociedad de propietarios". Paradójicamente, la izquierda (al menos, la más oficial) ha adoptado una actitud pragmática (¿conservadora?) y se ha convertido en la más firme defensora del orden establecido, en la guardiana de los fundamentos e instituciones de las democracias representativas.

Esta nueva derecha populista pretende liquidar de manera radical todas las realizaciones que aún permanecen vigentes del gran proyecto revolucionario de autonomía e igualdad surgido de la Revolución Francesa y consolidado gracias a las luchas del movimiento obrero: estado del Bienestar, autogobierno, regulación laboral, declaración de los Derechos Humanos... "Teniendo en cuenta", advirtió Amador Fernández-Savater, "que no hace otra cosa que intentar eliminar aquello que la izquierda oficial ya empezó a desmontar hace mucho tiempo, pues para garantizar su propia supervivencia en el poder, ha convertido su gestión de lo social en una cuestión meramente técnica, despojada de contenido ideológico".

En este contexto, la nueva derecha ocupa el vacío que la izquierda ha dejado. Y lo hace, recurriendo al miedo, con tanta virulencia como eficacia. Así plantea soluciones concretas (por lo general, sumamente represivas y demagógicas) a problemas reales que preocupan a la gente -inseguridad en las calles, violencia, precariedad laboral...-, y ante los que la izquierda oficial -una izquierda liberal, pija, sofisticada, burocrática, bienpensante, que carece de propuestas políticas de peso y permanece ajena a los conflictos de las capas sociales más desfavorecidas- sólo ofrece soluciones abstractas, repletas de tópicos y de declaraciones retóricas.