La noche española. Flamenco, vanguardia y cultura popular



En 1991 el historiador del arte Ángel González García publicó el escrito titulado La noche española, consideraciones sobre el funcionamiento de las representaciones de lo "español" -flamenco, toros, semana santa… hasta la "guerra civil española"- en el arte europeo moderno y de vanguardia. 

A partir de esta reflexión han sido escasas las voces que han intentado arrojar alguna luz sobre las preguntas allí planteadas. La presencia de estos elementos de lo flamenco -un ecosistema cultural que va del cante jondo hasta los toros, desde el pintoresquismo hasta la afición gitana- es tan extraordinaria y reiterada, al menos hasta 1945, que nos causa sorpresa ese vacío crítico, un vacío que sólo ha comenzado a rellenarse en los últimos años con exposiciones sobre la influencia del arte español en el arte internacional de fin de siglo. Sorpresa, por el papel que lo flamenco juega en la configuración y desarrollo de lo moderno y específicamente de lo moderno español, tanto en el terreno del arte como en las construcciones de una nueva identidad; y por el papel que la representación de lo flamenco juega en las diversas crisis de la modernidad artística europea, léase: Manet, realismos, art nouveau, Picasso, clasicismo, rappel à l'ordre, Picabia, orfísmo, dada, surrealismo, Bataille, etc.

Estos encuentros pretenden restaurar parte de la atención que el tema merece, con el antecedente del seminario Flamenco, un arte popular moderno que ya celebramos en 2004 bajo la dirección de José Luis Ortiz Nuevo y Pedro G. Romero. Estas nuevas jornadas quieren poner sobre la mesa el asunto desde una doble perspectiva: por un lado, en el simposio de Madrid, ahondando en los significados que la representación de lo moderno tiene en la pintura moderna y de vanguardia, aportando casos de estudio concretos y abriendo un amplio abanico sobre los orígenes, a veces ocasionales, de estas representaciones de lo flamenco; por otro, en Sevilla, dando voz, poniendo atención al punto de vista que viene de la propia cultura flamenca considerada hasta ahora una cultura subalterna, apostando por una desjerarquización de las miradas culta y popular, tal y como hasta ahora se venía haciendo.

Se persigue también un punto de confluencia entre estas dos aproximaciones, un espacio que sin esconder antagonismos ni desacuerdos pueda constituirse en escena en la que tenga lugar este encuentro paradójico entre flamencos y modernos. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía presentará en 2007 la exposición La noche española. Flamenco, vanguardia y cultura popular 1864-1939, una aproximación inédita a ese lugar común y el pretexto principal para la puesta en marcha de estos seminarios.

Pensamos, además, que esa confluencia de puntos de vista puede ayudar a desarrollar más los conocimientos que tenemos sobre el cante, el toque y el baile flamencos, puesto que si es acuerdo general que se trata de un arte y que a las reglas del arte debemos someter sus orígenes, evolución y tiempo presente, no estaría de más actualizar las consideraciones estéticas que el arte flamenco merece. Pues como dice Ortiz Nuevo, "como el ferrocarril, la estética es una ciencia que adelanta con los tiempos una barbaridad".

Estas ideas previas deberían indicarnos el marco del territorio donde vamos a movernos, o al menos, las coordenadas de un mapa con el que acotar ese territorio. Identificar y mostrar todos estos rasgos asumidos por lo flamenco en las artes modernas: pintura, escultura, fotografía, cine, artes decorativas e industriales, etc. Así, un aporte de conocimientos que amplíe y complete otros esfuerzos que se están llevando a cabo por dibujar más correctamente los distintos rasgos que conforman las expresiones conocidas como arte flamenco, tanto en las representaciones de lo flamenco por parte de la cultura de las vanguardias como el efecto que, a la postre, tienen esas representaciones en el propio flamenco.

Por ejemplo, una obra tan paradójica para la modernidad como De las excentricidades del Cardenal Pirelli de Ronald Firbank -cumbre a la vez del decadentismo modernista y del experimento vanguardista, de la narrativa queer y del conservadurismo católico, del objetivismo moderno y de la subjetividad posmoderna- hace del flamenco esa amalgama, un liquido amniótico que permite el extraño maridaje entre modernidad y primitivismo, vanguardia y tradición.

Un dibujo final que definitivamente inserte al flamenco como una más de las artes modernas con las que cronológicamente convivió. Una más, y singular desde luego, porque en éste se resuelven las crisis y críticas del movimiento moderno con un funcionamiento paradójico ejemplar. Además, desde el flamenco se sitúa una mirada distinta, cercana, democrática, abierta, una vía clara con la que aproximar a públicos más amplios lo que ha sido la experiencia estética del arte y la vanguardia moderna. En definitiva, un ejercicio doble que ensanche tanto la concepción que tenemos del arte moderno como la experiencia de aquello que sucede cuando hacemos flamenco.



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