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Presentación de las películas Ghazeia, danseuses d'Egypte y D'ailleurs Derrida de Safaa Fathy

Safaa FathyEn la última sesión del seminario Representaciones árabes contemporáneas. El Cairo, que se ha celebrado en el Instituto Francés de Sevilla y en el Centro José Guerrero de Granada entre el 23 y el 28 de abril de 2004, la cineasta Safaa Fathy presentó sus películas Ghazeia, danseuses d'Egypte (1994), un documental sobre dos bailarinas egipcias que proceden de contextos socio-culturales muy diferentes, y D'ailleurs Derrida (1999), una propuesta fílmica que se acerca a la vida y obra del filósofo francés Jacques Derrida. Realizado en 1993, Ghazeia, danseuses d'Egypte es el retrato de dos mujeres egipcias que proceden de ámbitos culturales muy alejados, pero que comparten, a niveles diferentes, el estigma social de su profesión: Lucy, una de las cantantes y bailarinas más conocidas de El Cairo; y Sabah que actúa en bodas y bautizos por pequeñas localidades rurales del delta del Nilo. Con una visión muy diferente de la vida (del baile, del amor, de los hombres...), ambas mujeres tienen que hacer frente a un entorno social hipócrita que, por un lado, reclama (y admira) su trabajo, pero por otro les niega visibilidad social.

Tras sortear numerosos obstáculos (como la oposición de su familia que no quería que fuera bailarina), Lucy ha conseguido convertir su baile y su cante en un actividad artística. Ahora es una figura conocida y respetada en todo el país que sale por televisión y vive en un piso muy confortable de El Cairo. La situación de Sabah es muy distinta. Ella pertenece a una especie de casta de bailarinas rurales que está en peligro de extinción. Tradicionalmente, estas bailarinas (que heredaban la profesión de sus madres) han vivido en pequeñas comunidades campesinas muy conservadoras y aisladas, con las que establecían un pacto de tolerancia implícito (sustentado en un invisibilización de su labor) que garantizaba la convivencia. Su origen histórico no está claro, aunque algunas teorías aseguran que proceden de los gitanos nómadas asentados en Egipto que, con su sedentarización, han ido abandonando la tradición de heredar la profesión de sus padres y madres.

"Ghazeia, danseuses d'Egypte es una película hecha para la memoria, señaló Safaa Fathy, para dejar testimonio de la tradición de estas bailarinas rurales que, tanto por la expansión del fundamentalismo como por la homogeneización cultural que propicia la globalización, tienen cada vez más problemas para sobrevivir". De hecho, son ellas mismas las que no quieren que sus hijas sean bailarinas. "El origen de la película, rememoró Safaa Fathy durante su intervención en Representaciones árabes contemporáneas. El Cairo, parte de un recuerdo de mi infancia: la llegada en determinadas celebraciones de un grupo de bailarinas a las que sólo podían ver los hombres".

Safaa FathyA partir de la historia de Lucy y Sabah, Safaa Fathy muestra la relación compleja y ambigua que existe (y que ha existido siempre) en la sociedad egipcia (y, por extensión, en el resto del mundo árabe) respecto al cuerpo, el papel social de la mujer o la vida nocturna. "Una complejidad, precisó Safaa Fathy, que no se suele tener en cuenta en el mundo occidental". En este sentido, a juicio de Safaa Fathy, con la desaparición de estas comunidades de bailarinas rurales, no peligra el baile en sí, sino la existencia de ese espacio de libertad y tolerancia que permitía que, en comunidades rurales muy conservadoras, la gente pudiera escapar de la rigidez de su vida social cotidiana.

En 1999, Safaa Fathy estrenó D'ailleurs Derrida (De otra parte, Derrida) una película que se sitúa a medio camino entre el retrato biográfico y la escenificación fílmica de algunas de las claves del pensamiento de Jacques Derrida. D'ailleurs Derrida -que fue proyectada en el Centro José Guerrero de Granada con traducción de Cristina de Peretti (leída por Nadine Janssens)- está acompañada de un libro, Touner les mots. Au bord d'un film, co-escrito por Safaa Fathy y el propio Derrida. Rodada en distintos espacios de cuatro países (Argelia, España, EE.UU y Francia) que están vinculados -directa o indirectamente- a la vida del autor de Márgenes de la filosofía, la película de Safaa Fathy pretende explorar la relación que existe entre la biografía de Derrida y su trabajo.

En varias escenas del filme, Derrida explica como algunos acontecimientos de su vida (su infancia y adolescencia en Argelia, su experiencia en la cárcel, la muerte de su madre...) han influido de forma decisiva en su obra filosófica. Así, al principio de la película, Derrida visita un museo colonial y reflexiona sobre su doble condición de emigrante judío y de ciudadano francés expatriado en una colonia norteafricana durante los años 30 y 40 del pasado siglo. "Soy una especie de producto post-colonial, asegura, y todo lo que hago, lo que trato de pensar, tiene cierta afinidad de sincronía con el post-colonialismo".

En otro momento de D'ailleurs Derrida, el autor de La escritura y la diferencia recuerda el día de 1989 que vio por primera vez en Toledo el cuadro del Greco El entierro del Conde de Orgaz y comenzó a escribir su texto Circofensión. Justo un año antes, su madre -que en el momento de rodar D'ailleurs Derrida ya había fallecido- fue considerada clínicamente muerta, pero al cabo de unas horas recobró el conocimiento. Algunos fragmentos de Circofensión, que el mismo Derrida describe como una "especie de velatorio para acompañar la muerte de su madre", se reproducen en la cinta de Safaa Fathy.

Fotograma de D'ailleurs DerridaA lo largo del film, Jacques Derrida reflexiona sobre temas muy diversos. La supremacía del cristianismo o, más exactamente, de las tradiciones abrahámicas (de las que también forman parte el Islam y el judaísmo) en el mundo actual, alcanzado a culturas ajenas como la japonesa o la India ("hasta nuestra forma de intentar deshacernos del cristianismo, es cristiana"). Los límites y servidumbres de la escritura (entendiendo ésta en un sentido amplio) que siempre estará marcada "tanto por la exclusión, el silencio y lo no-dicho, como por lo que se dice"). Su desconfianza hacia un "nosotros fusional" (en el que se diluye la responsabilidad de los individuos), y su apuesta por un "nosotros hecho de interrupciones y de distancias". La dimensión política del secreto, concebido como "aquello que se resiste a la trasparencia, a la ciudadanía". Su identificación con la figura del "marrano", expresión que hace referencia a los judíos conversos españoles del siglo XIV que siguieron practicando su religión de forma clandestina. O su idea de que la experiencia pura de la hospitalidad, sólo se puede tener en una situación de catástrofe.

Safaa Fathy también nos muestra a Derrida -que asegura que ante la cámara se siente apresado "como un pez en una pecera"- en varios espacios de su vida cotidiana parisina: desde el jardín de su casa hasta el desván en el que almacena parte de su extensa biblioteca, pasando por una de sus clases en un aula abarrotada donde va "todos los miércoles a las cinco de la tarde desde hace aproximadamente treinta años". En ese aula, Safaa filma a los alumnos mientras escuchan a Derrida disertando sobre la idea del "perdón" a partir de los testimonios de Hegel, Mandela, Clinton y Tutu, "cuatro personajes de confesión cristiana y protestante que saben mucho acerca de la amnistía, el perjurio, el arrepentimiento y la reconciliación".

Ya en el tramo final del documental, el autor de Mal de archivo asegura que su deseo más tenaz es "volver a empezar, revivirlo todo, lo bueno y lo malo". En este punto, Derrida señala que hay una dimensión trágica ineludible en la existencia de todo hombre, pues el sentido último de nuestra vida, sólo lo podemos comprender en el momento previo a nuestra muerte. "Puede resultar, subraya, que lo que he que vivido como bonito, bueno, noble...., algo me venga a anunciar al final de mi vida que fue malo, que ahí hubo una mentira, una falta, la simiente de una catástrofe (...) Y, por lo tanto, en el último segundo me entero de algo que corrompe o pervierte toda la memoria feliz que conservo".