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Resumen de la conferencia de Gema Martín Muñoz: Irak, en el marco regional de Oriente Medio |
En un contexto internacional en el que, por los efectos de la globalización, los países tienden a reagruparse en conjuntos regionales que interactúan entre sí, desde la primera Guerra del Golfo (1991), el mundo árabe en general y Oriente Medio en particular, han experimentado un proceso completamente inverso: se han debilitado como sistemas transnacionales con capacidad de articular estrategias políticas que les posibiliten defender sus intereses y controlar su propio destino. De hecho, las instituciones regionales que existían anteriormente, desde la Liga de Estados Árabes al Consejo de Cooperación del Golfo, lejos de consolidarse, se han ido desintegrando paulatinamente y, a día de hoy, no existen iniciativas que nos permitan pensar que a corto y medio plazo esa situación va a cambiar. "Y lo más paradójico", señaló Gema Martín Muñoz, profesora de Sociología del Mundo Árabe e Islámico de la Universidad Autónoma de Madrid y autora de libros como Irak, un fracaso de Occidente (1920-2003) o Marroquíes en España. Estudio sobre su integración, "es que se trata de una región que agrupa toda una serie de potencialidades que la convierten en una de las áreas, en términos geo-políticos y estratégicos, más importantes del planeta". Alberga gran parte de las reservas de hidrocarburos que hay en el mundo, así como los principales centros simbólicos (santos lugares) de las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e Islam (en sus distintas ramas). Pero nada de eso ha redundando en beneficio de los habitantes de la zona, que sienten que durante los últimos cien años han sido sometidos y humillados por diversas potencias occidentales y organismos internacionales. A juicio de Gema Martín Muñoz es necesario tener en cuenta ese sentimiento si se quieren comprender las raíces del odio y de la frustración que han llevado a la radicalización (y a la justificación de la violencia) de amplios sectores de las poblaciones de esos países. Un sentimiento que, lógicamente, ha sido aprovechado por las organizaciones islamistas más radicales. La persistencia de esta situación de humillación ha terminado causando un profundo cisma entre las poblaciones de los países de Oriente Medio y sus clases dirigentes (cuya legitimidad y credibilidad está cada vez más debilitada). Los gobiernos de estos países carecen de proyectos políticos y sociales a medio y largo plazo y su único objetivo es perpetuarse en el poder, sin importarles demasiado los medios que tengan que usar para conseguirlo. La mayoría de ellos ha establecido una "relación clientelar" con EE.UU, plegándose a sus intereses estratégicos en la región. A cambio, la administración de George W. Bush les promete que no se inmiscuirá en sus "asuntos internos", lo que se traduce en que pueden usar los instrumentos represivos que consideren necesarios para luchar contra los movimientos opositores de sus respectivos países (y eliminar sin contemplaciones cualquier manifestación de disidencia). En este contexto, las únicas fuerzas políticas opositoras que han podido mantener su base social y su capacidad organizativa, son los partidos islamistas. Esto significa, según Gema Martín Muñoz, que cualquier proceso de reforma democrática que se lleve a cabo en esos países tiene necesariamente que contar con la participación (y probablemente, la victoria electoral) del islamismo político. Es decir, no puede haber una verdadera democratización de las sociedades árabes, si se margina a los islamistas (justo lo contrario de lo que se suele pensar en Europa y EE.UU.). "La relación clientelar entre los gobiernos de Oriente Medio y la administración estadounidense", señaló la autora de Irak, un fracaso de Occidente (1920-2003), "ha provocado la (casi) total desaparición en toda la región de los pocos mecanismos jurídicos y políticos que existían para garantizar el respeto al estado de derecho". De este modo, la zona de Oriente Medio se ha convertido en una de las partes del planeta donde más han aumentado los casos de violaciones de los derechos humanos en los últimos quince años. Esto es fácilmente observable en un país como Jordania que a finales de la década de los ochenta inició una serie de reformas democráticas (que incluían la integración de las fuerzas islamistas en la vida política), pero que tras la primera Guerra del Golfo, el 11-S y, sobre todo, después de la invasión y ocupación militar de Irak, ha entrado en un proceso de involución totalitaria. Como el resto de los países de la zona, ha aprobado una legislación antiterrorista que incumple las más mínimas exigencias que debe tener un estado de derecho. No hay que olvidar que su territorio fue masivamente utilizado por las tropas aliadas durante la invasión de Irak y que, a día de hoy, alberga varias "cárceles secretas" controladas por los EE.UU. en las que, según investigaciones de diversas organizaciones de derechos humanos, se tortura a los detenidos. Las encuestas que en los últimos años se han realizado en esta región muestran que ha crecido enormemente el anti-americanismo, un sentimiento que está presente en todos los planos del universo ideológico (desde las élites políticas y económicas a los sectores más populares) y con el que se identifican de forma muy especial los más jóvenes (hay que tener en cuenta que en estos países el 60% de la población tiene menos de 20 años). "No es un sentimiento de rechazo a los valores culturales e ideológicos del mundo occidental", explicó Gema Martín Muñoz, "sino a la política intervencionista seguida por la administración Bush". De hecho, la mayoría de los encuestados desearía que en sus países se respetara el estado de derecho y se tomasen medidas para permitir una verdadera democratización de la sociedad. "Ahora bien", matizó la autora de El Estado Árabe. Crisis de legitimidad y contestación islamista, "casi todos piensan que esa democratización debe hacerse en el marco de un estado islámico, no mediante una importación del modelo laico desarrollado en los países occidentales". La invasión de Irak en el año 2003 y la posterior ocupación militar del país ha supuesto también un importante espaldarazo a la política israelí en Palestina. De hecho, en el Irak post-Sadam parece que se están reproduciendo las mismas estrategias que se llevan aplicando desde hace más de medio siglo en los territorios ocupados de Palestina. EE.UU, que cuenta con numerosos asesores israelíes en Bagdad, ha identificado a la comunidad árabe suní iraquí con el baasismo y el régimen de Sadam Hussein. "Pero eso es un error de dramáticas consecuencias", advirtió Gema Martín Muñoz, "pues aunque el núcleo central del 'sadanismo' era suní, no representaba a esta comunidad en su totalidad: sólo a pequeños círculos unidos al dictador por fuertes lazos tribales y familiares". Y no hay que olvidar que también muchos suníes padecieron directamente las medidas represivas del régimen de Sadam Hussein. Las grandes campañas militares emprendidas por el ejército estadounidense contra los principales núcleos urbanos suníes de Irak -Faluya, Ramadi...- persiguen el mismo objetivo que las operaciones desarrolladas por Israel contra los palestinos: fomentar la des-urbanización y des-estructuración social de esta comunidad (y con ello, impedir que pueda articular mecanismos de respuesta política). Aparte de causar numerosas bajas civiles, estas campañas han hecho que muchos de los habitantes de estas ciudades se hayan convertido en refugiados dentro de su propio país y que ahora tengan que sobrevivir en condiciones miserables en zonas rurales inhóspitas y desprotegidas. "Mucho me temo", aseguró Gema Martín Muñoz, "que esta estrategia de des-urbanización se va aplicar en un futuro próximo en otras zonas de Oriente Medio". La propia constitución iraquí, impulsada por los EE.UU, está potenciando un repliegue comunitario de tipo sectario y, según Gema Martín Muñoz, fomenta la confrontación entre las distintas etnias de Irak (que ahora luchan por ver cuál de ellas obtiene más parcelas de poder) y puede conducir a la desmembración definitiva del país. De este modo, EE.UU. ha creado un problema donde antes no lo había, pues aunque durante los años de Sadam Hussein se produjeron rebeliones de kurdos y chiíes, no fueron contra los suníes (de hecho, las poblaciones de estas tres comunidades están muy mezcladas), sino contra el gobierno. Esta estrategia de segregación comunitaria es defendida por diversos autores vinculados a la administración de George W. Bush que proponen la creación de etnocracias en la región (entidades estatales en torno al hecho comunitario, en el caso de Irak al hecho de ser kurdo, suní o chií), como ya hicieron las potencias colonialistas europeas a principios del siglo XX (dando lugar, por ejemplo, a la creación de Israel). La desconfianza hacia las potencias occidentales y los organismos internacionales que sienten las poblaciones de los países de Oriente Próximo se agudiza cuando se constata que se aplica un "doble rasero" para medir las distintas situaciones y problemáticas que hay en la zona. Un caso muy ilustrativo en este sentido es la ofensiva internacional que se ha puesto en marcha para acabar con la presencia militar de Siria -uno de los países que forma parte del "eje del mal"- en El Líbano. Una ofensiva que no sólo favorece los intereses geo-estratégicos de EE.UU, sino también de Francia, que intenta volver a ganar cierta influencia en Oriente Medio a través de su clientela histórica: los cristianos maronitas (que dirigían El Líbano antes de la guerra civil). Ambos países presionaron al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que emitiera una resolución en la que se instaba a todas las fuerzas extranjeras a salir de El Líbano y a respetar la soberanía del país. "Ésta y otras resoluciones de la ONU", aseguró la autora de Marroquíes en España. Estudio sobre su integración, "demuestran que se mide de forma muy diferente la legitimidad de una ocupación militar dependiendo del país que la lleve a cabo". La administración estadounidense, inquieta por el aumento del anti-americanismo en toda la región, trata de justificar ética y moralmente su política intervencionista en Oriente Medio recuperando el viejo argumento colonialista de que su único objetivo es llevar la paz, el progreso y la democracia a estas sociedades. Pero para la mayor parte de los ciudadanos se trata de una justificación tan oportunista como contradictoria que sólo busca mejorar la deteriorada imagen de los EE.UU. en la zona. "Desde luego", subrayó Gema Martín Muñoz en la fase final de su intervención en el seminario Representaciones árabes contemporáneas. La ecuación iraquí, "difícilmente podrás tener credibilidad como defensor de la democracia y de los derechos humanos cuando mantienes Guantánamo (u otros centros de internamientos alegales repartidos por todo el planeta) y utilizas países títeres para torturar a presos". |