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Presentaciones de Ciudades imaginadas. Verónica Pallini: Buenos Aires imaginado

Verónica PalliniVerónica Pallini, licenciada en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires, cree que una de las posibilidades más interesantes del enfoque metodológico que propone la teoría de los imaginarios urbanos es que, a partir del análisis multidisciplinar de los deseos y experiencias de los ciudadanos contemporáneos (concebidos como sujetos activos), permite desarrollar una lectura prospectiva del fenómeno urbano. De este modo, tiene la potencialidad de constituirse en una herramienta política que ayude a profundizar en la configuración de un nuevo modelo de ciudad, propiciando la emergencia de un urbanismo que, en palabras del propio Armando Silva, "no excluya al ciudadano de la ciudad". "Y además de proporcionarnos instrumentos analíticos multidisciplinares que nos permiten entender mejor la experiencia urbana contemporánea", explicó Verónica Pallini en el inicio de su intervención en la sede de La Cartuja de la Universidad Internacional de Andalucía, "esta teoría también nos puede servir para abordar problemáticas urbanas concretas y/o locales".

En este sentido, a Verónica Pallini le interesa especialmente el modo en el que el proyecto Culturas urbanas desde sus imaginarios sociales ha trabajado el espacio iberoamericano desde la perspectiva de lo local. "Una perspectiva", señaló, "que, con demasiada frecuencia, se deja de lado". Según Pallini, gracias a la relación entre lo global y lo local que plantea la teoría de los imaginarios urbanos (con su enfoque metodológico transnacional e interdisciplinar), se pueden establecer puentes de comunicación y cooperación entre las distintas localidades que participan en este proyecto.

No hay que olvidar que actualmente existen muy pocas iniciativas que propicien la puesta en marcha de procesos de relación (a nivel administrativo, cultural, comercial...) entre las ciudades latinoamericanas. "Esa falta de comunicación", recordó Verónica Pallini, "fue muy visible en el primer encuentro de Interlocal (una red de colaboración entre ciudades iberoamericanas para el desarrollo de proyectos culturales), pues la mayoría de las personas que asistieron (concejales y responsables de cultura de numerosos municipios de América Latina) no conocían al resto de los participantes; ni siquiera, en muchos casos, a los que procedían de su propio país".

Ese desconocimiento del "otro" también se refleja en los distintos cuestionarios que se han realizado para el proyecto Culturas urbanas desde sus imaginarios sociales. Por ejemplo, muchos encuestados en Buenos Aires no tenían (casi) ninguna referencia de ciudades como Quito, mientras que la mayoría de los caraqueños entrevistados sólo asociaron lejanamente Montevideo con el fútbol o Santiago de Chile con Pinochet. Además, la escasa información que los ciudadanos tienen de las otras ciudades suele estar muy influida por la imagen que de ellas dan los medios de comunicación que, por lo general, sólo se ocupan de las mismas cuando están relacionadas con algún hecho trágico, polémico o, en el mejor de los casos, pintoresco.

Verónica PalliniEl acercamiento analítico transversal e interdisciplinar al fenómeno urbano que propone esta teoría de los imaginarios nos permite investigar los "intangibles" que condicionan la vida de las ciudades. "Intangibles", preciso Verónica Pallini, "a los que, a menudo, se hace referencia para explicar determinados comportamientos ciudadanos, pero que en muy pocas ocasiones se tienen en cuenta a la hora de elaborar políticas culturales (sobre todo de ámbito local)". Recurriendo tanto a procedimientos metodológicos cuantitativos como cualitativos, la teoría de los imaginarios urbanos también posibilita explorar las diferencias que existen entre prácticas y representaciones. "Esto es", precisó Pallini, "las diferencias que hay entre lo que los ciudadanos dicen que hacen, temen y desean y lo que realmente hacen, temen y desean".

En la investigación de los imaginarios urbanos de Buenos Aires uno de los primeros problemas que se planteó fue determinar el género de la ciudad. "Parece un chiste", advirtió Verónica Pallini, "pero no lo es. En general, se piensa Buenos Aires en femenino, sin embargo se trata de una ciudad cuyos hitos simbólicos y referenciales más representativos tienen claras connotaciones masculinas: el Obelisco, el tango...". Para la elaboración de la investigación -"que nunca supimos bien si titular Buenos aires imaginada o Buenos Aires imaginado", precisó Pallini-, se decidió realizar una serie de entrevistas en profundidad que permitiera ir más allá de los clichés y tópicos que los bonaerenses tienen sobre sí mismos y su ciudad. La finalización del trabajo de campo coincidió con la insurrección popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 (que logró expulsar al presidente Fernando de la Rúa y poner en evidencia a las élites políticas y económicas del país). Un acontecimiento que, según Verónica Pallini, "provocó un profundo cambio identitario del porteño (quebrantando la imagen autocomplaciente y orgullosa que tenía de sí mismo)", lo que les obligó a re-pensar el proyecto y a revisar todo el trabajo que habían hecho hasta entonces.

Tres frases-lemas describen algunos de los rasgos fundamentales del imaginario bonaerense: "Buenos Aires sos Gardel", "Buenos Aires no duerme" y "Buenos Aires me mata". A modo de metonimia, el primero de estos lemas identifica la ciudad con su personaje más emblemático: Carlos Gardel, un hombre de origen humilde que, curiosamente, no se sabe muy bien donde nació. Gardel murió joven, tras alcanzar la gloria en París, la ciudad que representa el modelo de referencia cultural, educativo y urbanístico del Buenos Aires moderno (el que comenzó a construirse a finales del siglo XIX y principios del siglo XX). Gardel encarna el paradigma del ascenso social, del triunfador con un punto canalla y melancólico, "el espejo idealizado en el que se miran todos los porteños".

"Buenos Aires no duerme" fue el título de un evento cultural de 24 horas de duración que se celebró hace unos años en la capital de Argentina y que, aún hoy, muchos habitantes de la ciudad recuerdan con nostalgia. Pero en la actualidad, si Buenos Aires no duerme, no es tanto por su oferta cultural como por el miedo que tienen los porteños a perder su trabajo, a ser desplazados del mercado laboral por falta de productividad. De hecho, este miedo es mucho más fuerte que el temor a la inseguridad ciudadana y a la delincuencia (un problema que ha sido, en gran medida, amplificado por los medios de comunicación). Por último, "Buenos Aires me mata" es el título de una tira cómica de un periódico muy leído en Argentina, pero ese lema paradójico también alude a la incomodidad del clima porteño (donde la humedad no baja nunca del 50%), algo que está muy presente en la percepción -corporal y metafórica- de su ciudad que tienen los bonaerenses.

Buenos Aires ha sido y es la ciudad más europea de América Latina, aunque según Verónica Pallini, en los últimos años se está "latinoamericanizando" a gran velocidad. Con una extensión de 200 kilómetros cuadrados y una población censada de unos tres millones de habitantes, Buenos Aires es una ciudad grande, pero no descomunal. Sin embargo, hoy día no se puede entender esta urbe sin tener en cuenta su área metropolitana, donde viven más de ocho millones de personas que pasan gran parte de su vida cotidiana en el centro de la ciudad. Entre la capital federal y su conurbación, la región de Buenos Aires concentra prácticamente el 30% de la población total del país. Pero hay un dato muy significativo que no se puede obviar: de un tiempo a esta parte (especialmente desde el año 2001) ha disminuido de forma muy notable el número de habitantes de sus barrios céntricos, sobre todo por el desplazamiento de muchas familias de clase media y alta a zonas periféricas más vigiladas y seguras.

Verónica PalliniA juicio de Verónica Pallini, en Buenos Aires hay un "set de emblemas ciudadanos" que, en menor o mayor medida, comparten (casi) todos sus habitantes (con independencia de la edad, el género o la clase social a la que pertenezcan). A pesar de los profundos cambios identitarios que generó la crisis de diciembre de 2001, esos emblemas siguen siendo percibidos de forma positiva por la mayoría de los bonaerenses. Uno de los principales hitos simbólicos de la ciudad es el Obelisco, un monumento con claras connotaciones fálicas (lo que encaja perfectamente con el carácter machista del porteño) que se suele asociar con momentos de fiesta y celebración. Por el contrario, la Plaza de Mayo se identifica como el lugar de la protesta y la reclamación política, función que cumple desde octubre de 1945 (cuando fue ocupada por decenas de miles de personas para exigir la liberación de Juan Domingo Perón). Otros espacios muy representativos de la ciudad serían la calle Florida y las galerías Pacíficos (que se conciben como el corazón comercial de Buenos Aires), los cafés de la calle Tortoni, el barrio de San Telmo (asociado al tango y a la vida bohemia) o el Palacio de Aguas Argentinas (un edificio del finales del siglo XIX que se identifica con la modernidad y el inicio de la edad de oro de la ciudad).

Marcada por la dualidad (bella y agresiva, encantadora y odiosa, latinoamericana y europea...), otra característica fundamental de Buenos Aires es la fuerte identidad de sus barrios. De hecho, para la mayoría de los bonaerenses el barrio es una referencia cultural deseada y evocada (el lugar de pertenencia, donde han construido su identidad), mientras el centro es percibido como un espacio inseguro, frío y hostil. Según revelan los datos de las encuestas que se realizaron para el proyecto Buenos Aires imaginado, lo que más gusta a los porteños de su ciudad es la gente, la arquitectura y los espacios públicos. Por el contrario, lo que valoraron de forma más negativa fue el ruido, la inseguridad ciudadana y el tráfico en superficie (no así el metro que, por lo general, se considera que funciona bastante bien).

El 38,6% de los entrevistados señalaron que Buenos Aires es una ciudad gris. "Pero igual que ocurría en el caso de Ciudad de México", precisó Verónica Pallini en la fase final de su intervención en el seminario Imaginarios urbanos: de ida y vuelta, "se trata de un gris con diferentes tonalidades". Un gris que, por un lado, se puede identificar con la melancolía del tango y de las ciudades portuarias y, por otro, con la contaminación, la inseguridad ciudadana y el empeoramiento progresivo de la calidad de vida de los bonaerenses. "En cualquier caso", concluyó Verónica Pallini, "Buenos Aires se resiste a ser una ciudad temerosa, triste y aburrida". Y a pesar de que las diferentes crisis que ha sufrido Argentina durante los últimos años han dejado huella tanto en el imaginario como en la vida cotidiana de los porteños, éstos siguen pensando que Buenos Aires es una "ciudad viva, brillante y luminosa, una ciudad que tiene la mejor noche del mundo y en la que siempre hay algo que hacer".