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Presentaciones de Ciudades imaginadas. Miguel Ángel Aguilar: Ciudad de México imaginada.

Miguel Ángel AguilarEn el inicio de su intervención en el seminario Imaginarios urbanos: de ida y vuelta, Miguel Ángel Aguilar, profesor e investigador en la Licenciatura de Psicología Social en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM), aseguró que "toda ciudad se puede decir en imágenes y metáforas", la cuestión es saber cuál de ellas se relaciona por igual con las experiencias y los deseos de sus habitantes. A su juicio, la ciudad contemporánea, como el aleph borgiano, es un espacio de lugares múltiples que puede evocarse en su proyección a ras del suelo (en los monumentos, calles y edificios que nos hablan de su pasado), pero también en su búsqueda de una expansión vertical y virtual, en su huida hacia arriba y su sacralización de la velocidad y la tecnología.

En cualquier caso, la cartografía imaginaria de Ciudad de México (y de gran parte de las urbes históricas de América Latina y Europa) no se puede entender sin partir de su centro (de su casco antiguo), pues es allí donde sus habitantes comienzan a imaginarse la ciudad. El centro -el lugar del rito y de la memoria- es el tronco vivo de México D.F. del que han partido sus múltiples y variadas ramificaciones, dando lugar a una copa cada vez más frondosa y enrevesada. Es en los recorridos (personales y colectivos, poéticos y políticos, físicos y simbólicos) que realizan sus habitantes y sus visitantes del centro a la periferia y de la periferia al centro, donde se van gestando los imaginarios compartidos de esta ciudad latinoamericana. "Una urbe", subrayó Miguel Ángel Aguilar, "que se nos ha revelado en esta investigación como una suerte de ciudad matriuska, pues en ella, un lugar contiene a otro que, a su vez, alberga a otro que, a su vez, contiene a otro ... Y así, sucesivamente".

Más que su historia o su patrimonio arquitectónico, lo que llama la atención de Ciudad de México es su número de habitantes. Desde luego, la ciudad ha crecido de forma espectacular durante el siglo XX. Si en 1900, la población de toda su área urbana no superaba los 350.000 habitantes, treinta años después se había triplicado y en 1960 ya pasaba de los cinco millones. En la actualidad, se calcula que tendrá en torno a dieciocho millones de habitantes. Por ejemplo, sólo en el distrito de Iztapalapa viven 1.750.000 personas, más que en todo el área metropolitana de la ciudad de Sevilla. Otro dato significativo es que en 1990, casi el 20% de la población total del país residía en México D.F. (que ocupa menos del 0,25% del territorio nacional).

Miguel Ángel Aguilar"Se trata de una ciudad", indicó Miguel Ángel Aguilar, "que tiene vocación de país (pues, de algún modo, es autosuficiente) y que en su expansión ha ido fagocitando a muchas localidades que había a su alrededor". Sus límites son siempre provisionales y difusos, y es imposible tener una imagen global de la misma, pues continuamente se amplía y diversifica. "Esto", precisó Aguilar, "es muy interesante desde el punto de vista de la teoría de los imaginarios urbanos, ya que determina muchas experiencias cotidianas de sus ciudadanos". Por ejemplo, es habitual que los taxistas no sepan localizar ciertas direcciones, lo que obliga a sus clientes a adoptar una posición activa si quieren llegar a su destino. Además, ante la imposibilidad de representarse en su cabeza el plano de la ciudad, muchos habitantes de México D.F. reconocen "que no saber es para ellos mejor que saber", pues de ese modo pueden seguir usando la ciudad sin tener la responsabilidad del anfitrión.

Para tratar de comprender los imaginarios urbanos de una ciudad tan marcada, física y simbólicamente, por su tamaño y número de habitantes, hay que analizar la manera en que los ciudadanos la recorren. En este sentido, Miguel Ángel Aguilar cree que un acercamiento a su red viaria y de transportes públicos nos puede proporcionar datos muy esclarecedores del modo en que los mexicanos perciben su urbe "y van relacionando espacios y actividades para crear referencias cotidianas".

Inaugurado en 1969, el "metro" de México cuenta en la actualidad con 175 estaciones (once de ellas ubicadas en municipios contiguos) y tiene un promedio de 4,4 millones de desplazamientos diarios. "El metro", aseguró Miguel Ángel Aguilar, "ha creado una ciudad fugaz bajo la ciudad visible, pues no es sólo un sistema de transporte, sino también un punto de referencia fundamental para la mayoría de sus habitantes, un lugar de citas, de contacto entre extraños, de encuentros y ligues; fuente de empleo para vendedores ambulantes y limosneros y centro de aprovisionamiento de artículos de todo tipo (discos compactos, dulces, carteras, publicaciones periodísticas...)". A su juicio, lo interesante desde el punto de vista de la teoría de los imaginarios urbanos es que en este espacio invisible y subterráneo transcurre una parte muy significativa de la vida cotidiana de la ciudad. "Incluso se podría decir", añadió, "que la ciudad que se ve (la ciudad a ras del suelo) no es más que el techo del metro".

Además, a esa ciudad visible le ha crecido una especie de "segundo piso": su red viaria, por la que circulan diariamente millones de vehículos privados y públicos (taxis, autobuses...). Según la mayoría de los encuestados en el marco del proyecto Ciudad de México imaginada, la situación del tráfico es uno de los principales problemas de esta localidad, pues impide que se materialice una de las principales aspiraciones de cualquier urbe moderna: la velocidad y la fluidez de sus comunicaciones. En este sentido, una de las iniciativas más importantes del ex-alcalde de México, Andrés Manuel López Obrador (que recientemente ha dejado su puesto al frente del consistorio municipal para presentarse como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones que se celebrarán en julio de 2006), ha sido la puesta en marcha de un ambicioso plan para mejorar y modernizar la infraestructura vial de la ciudad.

Junto a la situación del tráfico, los principales "estigmas urbanos" de México D.F. son, según la mayoría de los entrevistados, la inseguridad ciudadana y la contaminación. "Una valoración", subrayó Miguel Ángel Aguilar, "muy parecida a la que han realizado los habitantes de otras ciudades analizadas (Caracas, São Paulo...) en el marco del proyecto Culturas urbanas desde sus imaginarios sociales". Por el contrario, lo que más aprecian de su ciudad es la belleza del centro histórico y la amplitud y variedad de su oferta cultural y de entretenimiento.

Desde una lógica racional no dejan de ser datos paradójicos y contradictorios, pues ¿cómo se puede disfrutar de actividades recreativas en un lugar inseguro y congestionado?, ¿cómo puede haber belleza en un espacio tan caótico, contaminado y ruidoso? En este sentido, Miguel Ángel Aguilar quiso recordar que los imaginarios urbanos nunca se basan en criterios cartesianos y racionales y es absurdo tratar de encontrar en ellos una coherencia lógica. "La experiencia urbana", añadió, "es siempre contradictoria, por ello es muy habitual que los habitantes de las grandes metrópolis latinoamericanas aseguren que su ciudad les disgusta, pero que no podrían vivir en otro sitio".

Un dato llamativo que se puede extraer del resultado de estas encuestas es que para evaluar los aspectos que menos les gustan de la ciudad, los entrevistados han utilizado doce opciones, de las cuales, tres -inseguridad, contaminación y tráfico- han acaparado casi el 55% de las respuestas. Sin embargo, a la hora de indicar las cosas que valoran de forma más positiva, se han mencionado dieciséis aspectos, sin que ninguno de ellos destaque demasiado sobre los demás. "Curiosamente", subrayó Miguel Ángel Aguilar, "lo que los encuestados declararon que no les gustaba coincide con la visión que se ofrece de Ciudad de México en los medios de comunicación; mientras que lo que más les satisface tiene que ver con experiencias personales e íntimas. Es decir, nuestras insatisfacciones son públicas y nuestras satisfacciones privadas".

Miguel Ángel AguilarEl proyecto Ciudad de México imaginada ha incluido la producción de una guía fotográfica (que contiene cerca de 350 imágenes) que, en un ejercicio de interpretación analítica, trata de mostrar los lugares y las percepciones más mencionadas por las personas que realizaron los formularios. Por ejemplo, el 70% de los encuestados consideran que el color que más caracteriza a esta ciudad es el gris, seguido del rojo y del verde. En esta guía fotográfica se intenta mostrar dónde está ese gris, pero partiendo de la premisa de que no es un gris uniforme sino de diferentes tonalidades, cada una de las cuales se puede identificar con distintas realidades y experiencias urbanas. "Hay, por ejemplo, un gris horizonte", explicó Miguel Ángel Aguilar, "que es el de las vistas panorámicas de la ciudad, con la nebulosa que provoca la contaminación; pero también un gris a ras del suelo que es el efecto de la mezcla entre el asfalto, los edificios en construcción y las viviendas de ladrillo visto (muy habituales en ciertas áreas de los barrios periféricos): el gris de la ciudad dura que crece continuamente sobre sus propios límites". Operando al modo de una metonimia, ambos grises sirven para representar la percepción cromática global de esta urbe tumultuosa y frenética.

Un apartado fundamental de este proyecto ha sido el análisis de los imaginarios urbanos que existen en torno al centro histórico de Ciudad de México. "Un espacio", señaló Aguilar, "que concentra muchas de las cualidades -positivas y negativas- de esta ciudad, donde se depositan sus miedos, sus fantasías y sus anhelos colectivos y que acoge sus principales referentes iconográficos y sus rituales -políticos y festivos- más emblemáticos". Con la idea de investigar las dimensiones cognitivas y afectivas asociadas al casco antiguo de esta ciudad, se llevaron a cabo una serie de entrevistas grupales en las que participaron 35 personas que oscilaban entre los 18 y los 40 años. Entre las cosas que más valoraron de dicho casco antiguo estaba su "autenticidad" y su "diversidad", frente a la artificialidad arquitectónica y la homogeneidad socio-cultural que suele caracterizar otros espacios metropolitanos. A su vez, muchos de los participantes en esta investigación destacaron el hecho de que es un lugar que tiene valores simbólicos y referenciales específicos para grupos sociales muy diferentes.

Ya en la fase final de su intervención en la sede de La Cartuja de la Universidad Internacional de Andalucía, Miguel Ángel Aguilar aseguró que, durante los últimos años, en Ciudad de México la calle se ha convertido en un espacio de refugio para aquellos que no tienen hueco en la economía formal. De este modo, han emergido en distintos puntos de la ciudad (incluyendo a su centro histórico) una serie de zonas ocupadas por abigarrados mercadillos informales que crean una especie de gran "túnel comercial" bajo el cual fluye una multitud siempre en movimiento. "Y ese túnel", subrayó Miguel Ángel Aguilar, "se funde con el otro gran túnel que recorre la ciudad: el metro". Ambos espacios aparecen en las entrevistas que se han realizado para el proyecto Ciudad de México imaginada como lugares amenazantes, en los que se materializa unos de los temores que sienten de forma más intensa los habitantes de las grandes urbes contemporáneas: "el miedo al otro, a extraviarse en la multitud y ser engullido por ella".