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Prácticas artísticas. Intervención de Isaías Gríñolo: El poder tóxico miente SIEMPRE |
En el marco de su proyecto Asuntos internos. La Cultura como cortina de humo, Isaías Griñolo está desarrollando un trabajo en torno a la contaminación medioambiental (y también social y cultural) que genera en Huelva la industria química y básica en connivencia con el poder político (tanto local como autonómico y central). Titulado Las fatigas de la muerte I. La lógica cultural del capitalismo químico, este trabajo es una colección de materiales muy diversos (fotografías, vídeos, recortes de prensa...) que ha ido recopilando desde que en el año 2002 descubrió una revista que se llamaba El Vigilante que publicaba el Colectivo Ciudadano por la Descontaminación de Huelva. En esa época, Griñolo iba con frecuencia a la capital onubense desde Mazagón. En el camino, siempre se encontraba con una garita de madera y brezo que se utilizaba para la observación de la laguna Primera de Palos y desde la que también se podían ver las instalaciones industriales que CEPSA ("una compañía creada por el régimen franquista") posee junto a dicha laguna. En una de las paredes de la garita alguien había escrito un mensaje tan sencillo como inquietante: "el polo mata". "Una pintada", explicó Isaías Griñolo, "que hacía referencia a los más que probables efectos nocivos que tiene el Polo Químico que hay en el área metropolitana de Huelva (muy cerca, por cierto, del Parque Natural de Doñana, una de las principales reservas ecológicas de Europa) sobre la salud de los habitantes de la zona". La pintada estaba bastante desdibujada y desde la convicción de que estas manifestaciones públicas del sentir ciudadano tienen que ser concebidas (y tratadas) como auténticos "monumentos", decidió "restaurarla", gastando en la operación unos 18 euros. Diez días después, Isaías Griñolo se dio cuenta de que alguien la había borrado, así que, pasado un tiempo prudencial, decidió realizarla de nuevo. "Pero esta nueva pintada no duró mucho", recordó, "pues la garita salió ardiendo (sin que todavía se sepa quien causó el incendio) y fue sustituida por una especie de balcón que sigue funcionando como mirador, pero en el que ya no hay espacio para escribir nada". Las fatigas de la muerte I. La lógica cultural del capitalismo químico incluye fotografías de éstas y otras pintadas, así como documentación sobre las acciones que desde los años setenta del siglo pasado se realizan en Huelva contra el Polo Químico. En este sentido Griñolo señaló que, al igual que Lucy R. Lippard, cree que es necesario que los artistas colaboren, directa o indirectamente, con los movimientos ciudadanos pero sin intentar dirigir sus acciones ni apropiarse de sus discursos, evitando en todo momento cobrar un protagonismo excesivo o caer en una lectura meramente esteticista de la lucha social. "Con este trabajo", explicó, "lo que he querido hacer es señalar, al modo en que lo hace el escrache1, quiénes son los responsables (y quiénes los cómplices) de la contaminación que, a todos los niveles, padece Huelva". No hay que olvidar que, como sugiere Joan Benach en su libro Atlas de Mortalidad en Áreas Pequeñas en España (1987-1995), la polución medioambiental que genera el Polo Químico está detrás del 40% de los casos de cáncer que se diagnostican en la capital onubense y es el motivo fundamental por el que esta ciudad tiene uno de los índices más altos de personas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares de todo el Estado español. Este Polo Químico fue creado por el régimen franquista que, según Isaías Griñolo, también fue el que comenzó a gestar el plan de convertir el área comprendida entre la bahía de Algeciras y la ría de Huelva en la gran reserva energética del sur de Europa. "Lo paradójico", señaló Griñolo, "es que un partido como el PSOE, que defiende que es necesario deshacerse de todos los símbolos de la dictadura de Franco que aún quedan en las ciudades españolas (estatuas, placas conmemorativas, nombres de calles...), no hace nada para que este espacio industrial heredado directamente de la política desarrollista del franquismo, se desmantele". Hay que tener en cuenta que ni siquiera se ha cumplido la vieja promesa de que no se instalarían nuevas fábricas contaminantes (ni se renovarían o ampliarían las existentes, una vez acabaran su ciclo de actividad) en la Punta del Sebo, la zona de este espacio industrial que se encuentra más cerca del casco urbano. De hecho, como ya denunciaron José Pablo Vázquez y Juan Manuel Buendía (integrantes de la Asociación Mesa de la Ría) durante su intervención, Endesa ha obtenido permiso (a pesar de no disponer de licencia de obras) para empezar a construir una central de ciclo combinado justo al lado del monumento a Cristóbal Colón, uno de los pocos elementos simbólicos que tiene la ciudad de Huelva. Al lado de este monumento, el 12 de octubre de 2004 la Mesa de la Ría organizó una gran fiesta reivindicativa (con actuaciones musicales, talleres, cuentacuentos, charlas...) a la que asistieron más de 20.000 personas. El mismo día se convocó un acto institucional en el Monasterio de Santa María de la Rábida (a escasos tres kilómetros de la Punta del Sebo) en el que los representantes del poder político y económico de Huelva estuvieron prácticamente solos, únicamente les acompañaban varias decenas de personas que, en la mayoría de los casos, se desplazaron hasta allí porque se había organizado un concurso de pintura infantil. Ese contraste, según Griñolo, refleja el divorcio que existe entre los onubenses y sus instituciones que siempre han estado al servicio de unas empresas químicas que, en sus palabras, "llevan más de cuarenta años envenenándonos impunemente". Para conseguir esa impunidad, el "poder tóxico" utiliza todo tipo de estratagemas y, desde luego, no duda en recurrir a la mentira, la manipulación mediática, el soborno (en sus distintas encarnaciones) y, llegado el caso, la intimidación y la represión. "La lógica cultural del capitalismo químico" (subtítulo del proyecto de Isaías Griñolo) hace referencia al intento del poder tóxico de colonizar el espacio social y simbólico para que nada interfiera en sus planes de negocio. "En Huelva", explicó, "las compañías que forman parte de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas-AIQB (Fertiberia, Atlantic Copper, CEPSA, Enagas, Unión Fenosa...) manejan la vida política, social y cultural de la ciudad gracias a su dinero". Recurriendo a múltiples formas de patrocinio y mecenazgo, estas corporaciones financian (y controlan) todo tipo de entidades, espacios y eventos, desde clubes y acontecimientos deportivos (el Recreativo de Huelva, la regata Palos - La Gomera...) hasta monumentos, museos y actos culturales, pasando por parques infantiles, medios de comunicación, cursos universitarios, fiestas populares e incluso zonas verdes (como la citada laguna Primera de Palos). Este "soborno" a gran escala sirve, en opinión de Griñolo, tanto para comprar voluntades como para camuflar los efectos nocivos sobre la salud y el medio ambiente que provocan sus vertidos tóxicos y sus emisiones de gases contaminantes. Además, haciendo gala de un descarado cinismo, estas empresas aseguran que tienen un compromiso sincero con el desarrollo sostenible, una noción que, según ha afirmado recientemente la Asociación de Industrias Químicas y Básicas (AIQB) de Huelva en una declaración institucional, no es para ellos una simple "etiqueta, sino una meta irrenunciable y una obligación hacia las generaciones venideras". Sin embargo, Isaías Griñolo considera que, hasta la fecha, la AIQB no ha tomado ninguna medida efectiva para propiciar una reducción real de la contaminación que genera el Polo Químico y su "compromiso con el desarrollo sostenible" se ha limitado a la creación de un paseo -que ha costado tres millones de euros- que va desde el casco urbano hasta la estatua de Cristóbal Colón, atravesando la avenida de Francisco Montenegro (es decir, pasando al lado de las instalaciones industriales que hay en la Punta del Sebo). "Pero esto no debe sorprendernos", subrayó Isaías Griñolo, "porque el poder tóxico miente siempre. Y lo hace sin ningún pudor". Miente, por ejemplo, la empresa Fertiberia cuando asegura que su preocupación por el desarrollo sostenible les ha impulsado a crear una Cátedra de Estudios Agroambientales para desarrollar fertilizantes respetuosos con el medio ambiente, pero entretanto sigue vertiendo en una zona de marismas situada a apenas medio kilómetro de Huelva toneladas de fosfoyesos radiactivos. O CEPSA cuando dice que la existencia de zonas verdes cerca de sus instalaciones demuestra que sus actividades industriales no son tan contaminantes, ocultando que al lado de esas "pequeñas reservas verdes" hay numerosos enclaves de gran valor ecológico que están completamente destrozados. Y miente también la AIQB cuando afirma que el Polo Químico genera 4.000 empleos directos y unos 16.000 indirectos, cifras que a menudo se utilizan para justificar la necesidad de conservar este complejo industrial a pesar de sus efectos perniciosos sobre el entorno. "En las fábricas del Polo Químico", puntualizó Griñolo, "trabajan unas 3.000 personas (es decir, mil menos de las que ellos dicen). Es mucho más difícil calcular el número de empleos indirectos que genera, pero desde luego, la elevada cifra que ofrece la AIQB, 16.000, sólo se explica porque en este apartado incluyen a todos los empleados de las empresas que, puntual o periódicamente, realizan trabajos para las industrias del Polo Químico". En su intento de controlar el espacio social y cultural para ponerlo al servicio de sus intereses, el poder tóxico no sólo miente y soborna sino que, a menudo, actúa con virulencia contra aquellos -individuos o colectivos- que se atreven a criticarlo, desacreditando sus acciones y propuestas (como ha hecho la AIQB con la Asociación Mesa de la Ría, a la que acusa de tener una actitud demagoga y de no querer el progreso económico de Huelva) y/o propiciando que se tomen represalias de índole muy diversa -legal, laboral...- contra ellos. El propio Isaías Griñolo ha sido objeto de esta estrategia de intimidación y represión: una exposición sobre el proyecto Las fatigas de la muerte I. La lógica cultural del capitalismo químico que iba a presentar en la sala Imagen de la Caja San Fernando de Sevilla, en marzo de 2006, fue "suspendida" por presiones de una serie de empresarios onubenses. "Este acto de censura pura y dura", advirtió Isaías Griñolo en la fase final de su intervención en las jornadas Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte), "entra dentro de la lógica cultural del capitalismo químico que, a través de sus representantes y con la complicidad del poder político y cultural, recurre a todo tipo de artimañas para intentar imponer sus reglas del juego y desactivar cualquier iniciativa ciudadana contraria a sus intereses".
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