siguenos en:

Síguenos en FecebookSíguenos en Twitter

 

Inicio arrow Sobre capital y territorio arrow Resúmenes de Sobre capital y territorio I [2007] arrow Conferencia de Ramón Fernández Durán: Tsunami urbanizador español y mundial
Conferencia de Ramón Fernández Durán: Tsunami urbanizador español y mundial

Ramón Fernández DuránLos datos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) demuestran que en el periodo 1998-2005, el Estado español ha liderado en términos relativos el boom inmobiliario que se ha producido durante los últimos años en muchos países del mundo (sobre todo del ámbito anglosajón). Así, el número de viviendas construidas en España entre 2003 y 2005 supera la suma de todas las que se han realizado en el mismo periodo de tiempo en Reino Unido, Alemania y Francia (que tienen una renta per capita superior y cuya población cuadruplica la española) y es ya el país europeo con mayor número de viviendas por cada mil habitantes. A juicio de Ramón Fernández Durán, autor de libros como La explosión del desorden. La metrópolis como espacio de la crisis global (1993) o El Tsunami urbanizador español y mundial (2006), el "crecimiento desaforado" que ha tenido en España el mercado inmobiliario no se debe tan sólo a "factores internos" (una legislación urbanística permisiva, falta de implantación de la cultura del alquiler...), sino también a elementos externos de carácter financiero-especulativo que han favorecido la entrada masiva de capital extranjero.

En el inicio de su intervención en las jornadas Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte), Ramón Fernández Durán analizó desde una perspectiva histórica el proceso de crecimiento económico y urbanístico en el que se enmarca la gestación de esta "burbuja inmobiliaria mundial" que está teniendo repercusiones devastadoras sobre el territorio español y provocando que millones de ciudadanos se endeuden por 20, 30, 40 e incluso 50 años. Hay que tener en cuenta que en los dos últimos siglos el crecimiento urbano se ha intensificado de forma espectacular. En el año 1800, cuando comienzan a utilizarse combustibles fósiles (especialmente el carbón), el mundo tenía aproximadamente mil millones de habitantes, de los que sólo el 3% (unos 30 millones) vivía en áreas urbanas (ubicadas la mayoría de ellas en Europa occidental). Una única ciudad, Londres, superaba el millón de habitantes.

Un siglo después, el 15% de la población mundial (que por entonces ya sobrepasaba los 1.600 millones de personas) habitaba en espacios urbanos y se calcula que al menos diez ciudades (algunas fuera de Europa, como Nueva York) tenían más de un millón de habitantes. Este incremento en más del 50% de la población mundial -que desde el fin del primer milenio hasta 1800 no había variado demasiado- fue fruto del desarrollo tecnológico que había propiciado la Revolución Industrial y el uso de combustibles fósiles como fuente energética.

Ramón Fernández DuránPero a pesar de este fuerte incremento, en esa etapa las energías renovables todavía seguían cubriendo la mayor parte de las necesidades energéticas de toda la humanidad. Algo que ya no es posible en los inicios del tercer milenio, cuando la población mundial rebasa los 6.600 millones de habitantes, de los que aproximadamente la mitad -es decir, unos 3.300- reside en zonas urbanas, muchos de ellos en las casi 400 ciudades de los cinco continentes que tienen censos superiores al millón de personas. "Por primera vez en la historia de la Humanidad", puntualizó Ramón Fernández Durán, "la población urbana supera a la rural, un proceso que se acelerará en las próximas décadas, especialmente en los países del 'Sur' donde, a día de hoy, al menos 1.000 millones de personas (casi el 30% de la población mundial que vive en zonas metropolitanas) habitan en gigantescos suburbios de ciudades del llamado 'tercer mundo' que, por lo general, carecen de servicios y dotaciones".

Ha sido en las tres últimas décadas del siglo XX cuando el proceso de crecimiento poblacional y urbanístico ha alcanzado mayor intensidad y se ha hecho definitivamente global. Antes, en los años setenta, la conjunción de una serie de factores y acontecimientos (crisis energéticas, colapso del modelo de producción fordista, quiebra del patrón dólar-oro...) provocó un brusco freno del crecimiento económico y, con ello, de los procesos de concentración urbana. A mediados de los ochenta, la centralidad que adquieren los procesos financieros y especulativos en la economía estadounidense (y, por extensión, en la economía global) propicia una nueva fase de expansión urbano-metropolitana en todo el planeta. En el "Norte", este crecimiento es más espacial que demográfico, generando una creciente ocupación del territorio con densidades bajas y un desarrollo urbanístico horizontal y difuso, al modo de una mancha de aceite. En el "Sur" se crean auténticas megalópolis que pasan a ocupar los primeros lugares del mundo en términos demográficos: México D.F., Sao Paulo, Lagos, Yakarta... Todas estas grandes zonas metropolitanas están "altamente interconectadas entre sí", escribe Ramón Fernández Durán en su libro El Tsunami urbanizador español y mundial, "constituyendo (junto con los paraísos fiscales) la trama esencial territorial del nuevo capitalismo global".

Tras la caída del Muro de Berlín y el posterior desmoronamiento de la URSS y del bloque comunista (que posibilita que tanto los países de Europa del Este como China se incorporen progresivamente a la economía de mercado), la centralidad de los procesos financieros y especulativos se intensifica todavía más, aumentando la actividad financiera de las empresas no financieras y generándose un creciente proceso de "financiarización" de la propia sociedad (pues los ciudadanos, al menos en los países occidentales, tienden cada vez más a organizar su vida de acuerdo a una estricta lógica financiera). A este fenómeno también contribuye el proceso de privatización de antiguos servicios públicos que se lleva a cabo en numerosos países -que en España propicia la emergencia de "colosos empresariales transnacionales" como Repsol o Telefónica- y el hecho de que el petróleo1 se mantenga a precios bastante bajos. Además, en esta época el capital financiero encuentra un nuevo filón en la llamada "Nueva Economía", en torno a la cual se realizan operaciones especulativas de gran envergadura.

Pero toda esta "exuberancia irracional"2 de los mercados financieros se quiebra con el estallido de la "burbuja de las empresas puntocom" a principios del año 2000, lo que provoca que se colapse el Nasdaq (mercado electrónico de acciones de Estados Unidos) que arrastra en su caída primero a Wall Street y después a la mayoría de las bolsas del planeta. En ese momento, gran parte del dinero financiero transnacional se refugió en el sector inmobiliario, aposentándose sobre todo en países del mundo anglosajón (Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Nueva Zelanda, Australia...), donde la mercantilización de la vivienda y la desregulación urbanística es mayor. Pero estos flujos de capital financiero también llegaron a otros países europeos (especialmente a España) y, de forma puntual, a territorios periféricos como China (aunque aquí las operaciones urbanísticas se concentraron en determinados enclaves de sus ciudades más importantes).

A nivel global, este trasvase de capital financiero al sector inmobiliario se vio favorecido por la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos y del Banco Central Europeo de bajar los tipos de interés para evitar que la crisis de la Nueva Economía provocara un crack bursátil. Una decisión que posibilitó, por ejemplo, abaratar los créditos hipotecarios, facilitando el endeudamiento. "Se comienza a gestar así", subrayó Ramón Fernández Durán, "una mastodóntica burbuja especulativa en torno al negocio inmobiliario que ha sido calificada por The Economist como el mayor proceso especulativo de la historia del capitalismo".

Pero, ¿por qué en España la expansión del mercado inmobiliario ha sido más fuerte que en los demás países de su entorno? Según el autor de Transporte, Espacio y Capital, una de las razones principales es la existencia de un marco legislativo muy permisivo en materia urbanística -sobre todo a partir de la llamada "Ley de Álvarez Cascos" (aunque ya en los años ochenta se había impulsado una desregulación del sector de la vivienda)-, así como de una coyuntura económica favorable que hizo durante varios años muy accesible la financiación hipotecaria (que además fue ampliando sus plazos para atraer a más clientes). Otro motivo ha sido la consolidación de España como destino turístico residencial de "sol y playa". De hecho, cada vez hay más ciudadanos extranjeros (especialmente europeos comunitarios) que deciden comprar aquí una vivienda para pasar los años de su jubilación o como segunda residencia.

A esto hay que añadir la entrada masiva de capitales internacionales en el sector inmobiliario español, incluyendo grandes cantidades de "dinero negro" procedentes tanto de particulares como de redes mafiosas. "Estos capitales", explicó Fernández Durán, "conciben la vivienda y el suelo como pura inversión, por lo que han potenciado las modalidades de promoción urbanística que se revalorizan con más rapidez (por ejemplo, los conjuntos residenciales en torno a campos de golf)". En cualquier caso, el boom inmobiliario español no está ligado únicamente a la creación de viviendas, sino también a la construcción de oficinas, centros comerciales (en los últimos cinco años se han inaugurado más de 150) e infraestructuras logísticas y de transportes (en cuya financiación ha participado tanto capital público como privado).

Este cúmulo de factores internos y externos provoca a partir del año 2000 una gran subida del precio del suelo -primero en las zonas turísticas, después en las áreas metropolitanas y finalmente en todo el territorio español-, llegando a alcanzarse ritmos de crecimiento anual que oscilaban entre el 15% y el 20%. "Es un fenómeno que se refuerza a sí mismo", subrayó el autor de La explosión del desorden. La metrópolis como espacio de la crisis global, "pues el ascenso espectacular de los precios de los activos inmobiliarios atrae más inversiones especulativas, lo cual caliente aún más los precios, incentivando nuevas entradas de capital y creando una espiral de crecimiento insostenible que hasta hace poco más de un año parecía imparable".

Ramón Fernández DuránEn respuesta a este auténtico "tsunami urbanizador", en torno a 2004/2005 se empiezan a poner en marcha, en diferentes puntos de la geografía española, diversas iniciativas ciudadanas que se oponen a un modelo de desarrollo urbanístico que está teniendo efectos devastadores sobre el territorio. Por lo general, estas iniciativas surgen para defender determinados espacios naturales de alto valor ecológico que se ven amenazados por proyectos urbanísticos de distinta índole, pero ante la dimensión que va adquiriendo este fenómeno, logran trascender la esfera local, articularse a escalas territoriales más amplias e incidir en el debate público. A partir de mayo de 2006, estas iniciativas en defensa del territorio confluyen con las movilizaciones por una vivienda digna que se llevan a cabo en diversas ciudades españolas. Movilizaciones en las que se denuncia que a pesar del boom constructor que está viviendo España, millones de ciudadanos no pueden acceder a una vivienda digna (un derecho garantizado por el artículo 47 de la Constitución Española) o, para hacerlo, tienen que endeudarse al límite de sus posibilidades.

La consolidación de esta movilización social en defensa del territorio y contra la especulación inmobiliaria coincide con una serie de intervenciones judiciales de gran repercusión mediática que han evidenciado la corrupción política que se ha generado en torno a este proceso de crecimiento urbanístico. "Además", advirtió Ramón Fernández Durán en la fase final de su intervención en las jornadas Sobre capital y territorio (de la naturaleza del espacio... y del arte), "han comenzado a cambiar las dinámicas económicas globales que han posibilitado el reciente boom inmobiliario internacional". El precio del petróleo se ha disparado y los tipos de interés llevan ya dos años subiendo (lo que encarece los créditos hipotecarios), una tendencia que no parece que vaya a modificarse ni a corto ni a medio plazo. De hecho, en Estados Unidos, uno de los epicentros de este tsunami urbanizador global, hace ya varios meses que estalló la burbuja inmobiliaria y ya hay indicios que señalan que este proceso de recesión se está empezando a producir en España.

 

___________
1.- Según Ramón Fernández Durán, a día de hoy, las dos variables más importantes de la economía mundial son el precio del petróleo -que afecta de forma directa o indirecta al precio de las demás mercancías- y los tipos de interés -que condicionan las actividades financieras-.

2.- Expresión utilizada por Alan Greenspan, que fue presidente de la Reserva Federal de EE.UU. entre 1987 y 2006.