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Federico Guzmán: "Valor es dar cuando es necesario. Experimentos artísticos de intercambio y donación"

Federico Guzmán durante su intervención en las jornadas 'Sobre capital y territorio III' En activo desde mediados de la década de los ochenta, Federico Guzmán es un "artista visual, poético y de la imaginación" que conjuga el trabajo individual con el colectivo y concibe la práctica artística como un laboratorio para "ensayar visiones alternativas, democráticas, solidarias y ecológicas" que vuelvan a poner el intercambio económico al servicio del planeta y de los hombres, mujeres y seres vivos que lo habitan. Guzmán inició su intervención en Sobre capital y territorio III  saludando al modo saharaui. Un saludo largo y comunicativo que finaliza siempre con la expresión "Marhaban bikum ainda aleikum" que podría traducirse como "bienvenido a nuestra familia". A su juicio, este saludo refleja y condensa una "filosofía de vida" -basada en el respeto, la compasión y el reconocimiento de la dignidad y la humanidad del otro- con la que se siente completamente identificado.

En este sentido, Federico Guzmán aseguró que él ha aprendido mucho de la generosidad, la creatividad y el tesón de los saharauis, un pueblo que sigue dándole una gran importancia a la "ancestral cultura del don" y que desde hace casi cuatro décadas sufre un exilio tan violento como invisible que le obliga a depender de la ayuda internacional (con todo lo que esto conlleva). Por ello sintió una gran alegría cuando supo que, gracias a la mediación de su admirado Hakim Bey ("un poeta anarco sufí de Nueva York, estudioso de los márgenes y las herejías en el Islam"), en el marco de la dOCUMENTA13 de Kassel se iba a presentar The Art of Sahrawi Cooking  (El arte de la cocina saharaui), un proyecto que supone la continuación y expansión del libro Dining in Refuge Camps (Cenando en los campamentos de refugiados) que la artista norteamericana Robin Kahn1 publicó tras su participación en la edición de 2009 de ARTifariti.

"Durante más de tres meses (del 9 de junio al 15 de septiembre de 2012)", explicó Guzmán, "se instaló en el parque Karlsaue de Kassel una jaima tradicional saharaui2 en la que se han llevado a cabo numerosas actividades y eventos (desde degustaciones de cuscús a proyecciones de documentales o ciclos de conferencias y mesas redondas) que no sólo han servido para hacer más visible la situación de opresión y desarraigo forzado que padece este pueblo, sino también para reivindicar y mostrar la riqueza de sus tradiciones culturales y artísticas y, sobre todo, la fortaleza y dignidad de los saharauis que, a pesar de todo lo que han pasado, sigue siendo gente abierta y generosa".

Portada del libro 'Dining in Refuge Camps. The Art of Sahrawi Cooking' de Robin Khan  / Interior de la jaima tradicional saharaui que se ha instalado en la dOCUMENTA13 de Kassel

En torno a ochenta y cinco mil personas visitaron esta jaima que, entre otras cosas, albergaba un dibujo de Federico Guzmán en el que, utilizando metafóricamente la figura de una acacia del desierto (el único árbol que crece en el territorio en el que actualmente vive el pueblo saharaui), se muestran las raíces, ramificaciones y potencialidades de ARTifariti, unos encuentros internacionales de arte y derechos humanos que se celebran desde el año 2007 y en los que, hasta la fecha, han participado cerca de dos centenares de artistas de más de una veintena de nacionalidades diferentes. Guzmán ha usado también la figura de la acacia del desierto en un mural que ha concebido para la futura sede del Ministerio de Cultura de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). En el centro de dicho mural hay un libro abierto sobre el que aparece escrito en árabe el viejo proverbio saharaui "la espina, desde que nace, ya pincha". "Un proverbio que he utilizado para resaltar que los saharauis, aunque se le has expulsado de su territorio, siguen manteniendo sus señas identitarias y culturales", subrayó.

Dos obras de Federico Guzmán que utilizan metafóricamente la figura de una acacia del desierto

Federico Guzmán considera que, al contrario de lo que el poder (político, económico, mediático...) nos quiere hacer creer, vivimos en un mundo de recursos abundantes, sobre todo en lo que respecta al ámbito de la producción inmaterial. El problema está en cómo éstos se encuentran redistribuidos. O, dicho con otras palabras, el problema está en la existencia de un sistema económico que para perpetuarse necesita crear artificialmente escasez. Guzmán señaló que obras suyas como Arte = Capital  (un homenaje al artista alemán Joseph Beuys que utilizó a menudo esta expresión para evidenciar que el verdadero valor -el verdadero capital- económico no es el dinero sino la creatividad) o Valor es dar cuando es necesario se articulan en torno a esta idea que, a su juicio, también está detrás del eslogan "BIACS No. Arte todo los días" que empleó la Plataforma para la Reflexión sobre Políticas Culturales-PRPC para criticar la celebración de la segunda edición de la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla.

Federico Guzmán: Arte = Capital / Federico Guzmán: Valor es dar cuando es necesario

En el marco del taller que impartió en la décima edición del festival Zemos98, Federico Guzmán instaló en el patio del Centro de las Artes de Sevilla a la que se ha convertido en su mascota: la mula Taína, una escultura en goma espuma de un animal -"lento, resiliente y con una gran capacidad de carga"- por el que siente una enorme afinidad. La escultura, adornada con talabartería tradicional, transportaba un cargamento de bienes comunes, del mismo modo que lo hace su tocayo digital, el popular programa de intercambio de archivos eMule. Partiendo de esta escultura que fusiona lo virtual con lo terrenal y el pasado con el presente, en el taller, cuyo título fue Preferiría hacerlo. Arte = Capital, se planteó la necesidad de repensar la noción de autoría y la distinción entre obra original y copia (entre obra única y obra seriada o reproducible), así como de potenciar la libre circulación del trabajo de los creadores sin que éstos tengan que renunciar a recibir una justa retribución por lo que producen.

La Mula Taína en el patio del Centro de las Artes de Sevilla / Imagen del taller Preferiría hacerlo. Arte = Capital

Tras describir brevemente una serie de trabajos (TomacoEl latido de la tierraMama tierra...) en los que, asumiendo la influencia de la cultura popular y apostando por el mestizaje de elementos heterogéneos, se muestra la sabiduría y la potencialidad creadora de la naturaleza y/o se plantea que hay que concebir al ser humano como "una hebra del tejido de la vida", Federico Guzmán habló de Copilandia, un proyecto que se desarrolló en un barco fondeado en el río Guadalquivir (justo frente a la Torre del Oro) entre el 28 de diciembre de 2005 y el 8 de enero de 2006. Equipado con fotocopiadoras, ordenadores con conexión a internet, grabadoras de cds y dvds y todo tipo de materiales artísticos, durante los doce días que duró el proyecto, este barco se transformó en una especie de "utopía pirata", en una "isla libre de propiedad intelectual que flotaba con los movimientos tectónicos de la cultura".

Como ya explicó Federico Guzmán en las Jornadas Críticas de Propiedad Intelectual de Málaga (jornadas que organizó UNIA arteypensamiento en marzo de 2006), Copilandia  se concibió como un "proyecto colaborativo de recombinación cultural" que, desde que "soltó amarras" desbordó las expectativas de sus organizadores. En el barco se expusieron piezas concebidas y/o realizadas por más de una decena de artistas nacionales e internacionales (Vandana Jain, Larry Miller, Joy Garnett, Yoko Ono, el colectivo peruano Espacio la culpable, Kiki Smith, Jordi Mitjà, José Vicente Losada...) y se llevaron a cabo numerosas actividades, desde conciertos y sesiones de djs hasta performances o espectáculos de spoken word, pasando por presentaciones de libros, actuaciones de magia o charlas y mesas redondas sobre temas relacionados con la propiedad intelectual y la libre distribución de información y conocimiento3.

"Fue una experiencia agotadora pero inolvidable", aseguró Federico Guzmán. "Amigos, familiares, turistas y curiosos se acercaron al barco para ver copiar y compartir los dibujos, audios, vídeos, libros, fotos, poemas o panfletos que albergaba. Y al final muchos de ellos incluso se atrevieron a hacer sus propias aportaciones y recombinaciones" (...). "Para nosotros es muy importante resaltar que Copilandia no fue -nunca pretendió ser- un espacio neutro. Se concibió y funcionó como una utopía pirata que reivindicaba el libre intercambio de ideas y conocimientos, como un espacio autónomo e intencionadamente efímero que todo el mundo podía abordar, ocupar, infiltrar".

Cartel de Copilandia (realizado a partir de un cuadro de Victoria Gil) / Imagen del interior del barco en el que se desarrolló Copilandia

Guzmán quiso aclarar que en Copilandia y los otros proyectos críticos con la propiedad intelectual que ha promovido4, en ningún momento se ha pretendido defender que los creadores no deban aspirar a recibir una compensación económica por su trabajo. "Lo que estos proyectos han planteado", puntualizó, "es que, como artistas, tenemos la posibilidad de participar de un espectro de economías que van más allá del mercado y que el valor del arte se crea y comparte colectivamente". (...) "Bajo mi punto de vista", añadió, "un dominio público amplio favorece la libre circulación de ideas y conocimientos. Y eso termina beneficiando tanto a los autores como a la sociedad en su conjunto".  

El siguiente proyecto del que habló Federico Guzmán fue Violento mercado, una performance que llevó a cabo en la ciudad de Cali a finales del mes de abril del año 2006, poco antes de que se aprobara el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que, entre otras cosas, ha posibilitado la entrada de la poderosa agroindustria norteamericana en Colombia. En esta intervención, que formaba parte del programa de la VI Edición del Festival de Performance de Cali, una estruendosa excavadora amenazaba con aplastar una escultura circular realizada con frutas y hortalizas tropicales. "Resultó muy interesante observar la reacción de los espectadores", indicó Guzmán. "La mera posibilidad de que aquella máquina destrozara comida se les antojaba inadmisible y muchos de ellos se abalanzaron hacia la escultura para coger las frutas antes de que la excavadora las pisoteara. Incluso hubo gente que, sin poder contener su indignación, comenzó a tirarle cosas al conductor".

     
Imágenes de la acción Violento mercado (Cali, Colombia 2006)


Con esta acción alegórica -que, al igual que otras muchas obras suyas, también tenía un fuerte componente lúdico (pues él concibe el juego no sólo como un elemento fundamental del aprendizaje, sino también como "condición previa y necesaria para la generación de cultura")- Federico Guzmán quería explorar la conflictiva relación entre economía y ecología, dos palabras que tienen la misma raíz etimológica: el término griego oikos, que significa casa, patrimonio, dominio. "La eco-nomos", explicó Guzmán, "es la norma que permite administrar la casa; mientras que el eco-logos  es el principio subyacente que rige (o que cuida de) todo lo que ocurre en ella... Lo lógico sería que el logos  (el espíritu, la sabiduría, el conocimiento) estuviera por encima del nomos. Pero en la actualidad, desgraciadamente esto no es así: la norma que establece el capitalismo global se antepone a todo lo demás y termina condicionando no sólo la vida y el bienestar de los seres humanos sino también del resto de los seres vivos y del planeta en su conjunto". Y lo más perverso es que esto se ve como un proceso natural.

Violento mercado no es el único trabajo que Federico Guzmán ha realizado en Colombia. En 1998, junto al colectivo Cambalache puso en marcha en Bogotá un proyecto llamado museo de la calle que, posteriormente, también se ha desarrollado en otros lugares, como el desaparecido mercadillo de la Alameda de Hércules de Sevilla. La idea era "promover el reciclaje cultural y el intercambio no monetario de bienes y servicios", y para ello, los miembros de este colectivo convirtieron un carro de balineras (ruedas de acero) en una especie de museo rodante que se desplazaba por el espacio público con un cargamento de trastos y cachivaches que se ofrecían en trueque a los transeúntes.

Federico Guzmán explicó que este proyecto fue una de las ramificaciones del trabajo que llevó a cabo en el barrio del Cartucho -una zona que, por aquel entonces estaba experimentando un profundo proceso de transformación urbanística- con un grupo de alumnos de la Universidad Nacional de Colombia, en la que durante el primer semestre de 1998 impartió una asignatura titulada Proyectos en el espacio público.

Situado justo al lado de algunos de los enclaves más emblemáticos de Bogotá (la Catedral, el Palacio de Gobierno, la sede del Senado...), el Cartucho era, en palabras de Guzmán, el "subconsciente oscuro dentro del Superyó de la ciudad, un lugar depauperado y azotado por la violencia pero que tenía una enorme vitalidad". "Cuando empezamos a trabajar en él", rememoró, "ya habían comenzado las labores de demolición y lo primero que se nos ocurrió fue elaborar un archivo documental que recogiera la memoria de este barrio. Pero pronto decidimos que sería mejor ofrecer a sus vecinos algo más tangible. Y así surgió el proyecto A toda mecha, un salón de belleza itinerante que proporcionaba servicios de peluquería y estilismo a todo el que se atrevía a pasar por nuestras manos y que, además, también funcionó como lugar de confidencias, pues mucha gente nos terminó contando cómo y por qué había acabado viviendo en el barrio".

El Museo de la Calle en el Barrio de El Cartucho (Bogotá, Colombia) / Cartel del salón de peluquería A toda mecha

En la fase final de su charla, Federico Guzmán señaló que el trabajo que en los últimos años han realizado numerosos artistas para intentar propiciar el cambio social, aunque ha generado interesantes experiencias de empoderamiento colectivo, ha tenido escaso éxito a un nivel macropolítico pues, por ejemplo, no ha servido para impedir o frenar la destrucción de políticas públicas, la violación de los derechos humanos o el progresivo proceso de naturalización de la precariedad laboral. A su juicio, esta imposibilidad de "transcender lo local" está, en gran medida, provocada por la persistencia de unas condiciones contextuales que obligan a los artistas a trabajar siempre a corto plazo y de forma entrecortada, "criando cultivos que mueren en otoño y rebrotan en primavera".

Para intentar revertir esta situación ("pues crear bienes comunales no es un asunto temporal"), Guzmán considera que los artistas tienen que tomar conciencia de que su trabajo no se limita a generar representaciones, sino que deben buscar el modo de establecer una relación lo más directa, abierta y duradera posible con los contextos y comunidades en los que intervienen, ofreciéndoles bienes y servicios que realmente necesitan. "O, dicho con otras palabras", concluyó, "hay que ir más allá del paradigma del 'artista invitado' y encontrar nuevas maneras de hacer socialmente útil nuestra creatividad". Porque, como nos enseña la cultura saharaui del don, "en última instancia, la vida no es más que el regalo que todos recibimos y lo que hacemos con ella es el regalo que nosotros entregamos".  

         

 

DOCUMENTACIÓN COMPLEMENTARIA:
Audio de la conferencia de Federico Guzmán

 

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1.- Esta artista, junto a Victoria Gil y Kirby Gookin, fue fundadora con Federico Guzmán del colectivo Agencia de viaje, en 1991, y del colectivo GRATIS, en 1994.   [^]
2.- Hay que tener en cuenta que la jaima -que siempre ha jugado un papel fundamental en la cultura saharaui (pues es su principal espacio de socialización)- ha adquirido en los últimos años una fuerte carga política, convirtiéndose en uno de sus principales símbolos de resistencia. De hecho, desde que en noviembre de 2011 los saharauis levantaran el campamento Gdeim Izik cerca de la ciudad de El Aaiún para protestar contra la ocupación marroquí (campamento que fue arrasado apenas tres semanas después de que se erigiera), el gobierno de Marruecos ha prohibido expresamente la instalación de jaimas en todo el territorio del Sáhara Occidental.   [^]
3.- El material generado por este proyecto -que organizó el colectivo Gratis en el marco del Festival Sevilla Entre Culturas y contó con la producción de BNV- puede consultarse en los Anarchivos  del Centro de las Artes de Sevilla.   [^]
4.- Proyectos como Isla del Copyright (1995) o Além da Água=Copiacabana (1996), ambos con el colectivo GRATIS y precedentes de Copilandia.   [^]