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aufBruch, por Peter Atanassow y Sibylle Arndt

Sibylle Arndt y Peter Atanassow (aufBruch) durante su intervención en UmbralesFundado en 1997, aufBruch, palabra que significa tanto "salida" como "fractura", es un grupo de teatro independiente que realiza montajes basados en textos y mitos clásicos con reclusos de la prisión de Tegel, Berlín y del Centro de Internamiento de Menores de esta ciudad alemana (en casos puntuales, también han trabajando con presos de otros centros penitenciarios; por ejemplo en el año 2004, llevaron a cabo una obra llamada Der Bürgermeister [El dragón] en una prisión cercana a Moscú). Su objetivo es contribuir a "hacer más permeables" los muros de las cárceles, propiciando una interacción "entre los que están dentro y los que están fuera" y generando un debate público en torno a la relación entre prisión y sociedad. Para conseguirlo intentan hacer un teatro de calidad, exigente, que tenga una factura "profesional" y sea reconocido por sus valores artísticos, por su "singularidad". Todo ello desde la convicción de que los presos, por su propia experiencia vital, tienen a menudo una gran capacidad para expresar ciertas emociones y que el material dramático clásico adquiere un significado especial cuando se representa en el contexto de una prisión.

En la segunda sesión del ciclo de conferencias y debates de Umbrales, Peter Atanassow, director de aufBruch, aseguró que a lo largo de su trayectoria este grupo ha experimentado una gran evolución. Al principio, sólo podía realizar pequeños montajes para salas a las que, como mucho, asistían unas 60 ó 70 personas. Ahora, lleva a cabo un mínimo de tres producciones anuales, y un buen porcentaje de ellas son al aire libre, lo que posibilita tener una audiencia más amplia y hacer representaciones mucho más espectaculares. Eso sí, les sigue estando vedada la posibilidad de presentar las obras fuera de prisión, salvo las que realizan para el Centro de Internamiento de Menores de Berlín. "A este respecto", explicó Atanassow, "la legislación alemana es muy estricta. Si hiciéramos actuaciones fuera de las cárceles, los presos tendrían que estar todo el tiempo encadenados, excepto en el momento de la representación, y eso es algo a lo que nos negamos".

Sibylle Arndt y Peter Atanassow (aufBruch) durante su intervención en UmbralesEn sus obras1, proponen una actualización de distintas tradiciones mitológicas, utilizan textos de autores dramáticos de diferentes épocas y el coro juega siempre un papel fundamental. Según Peter Atanassow, la decisión de recrear mitos clásicos no es un mero capricho estético o un simple y provocador gesto esnob. "Creemos", explicó, "que en el contexto de la prisión, el uso de la mitología antigua tiene un potencial enorme. Hay que tener en cuenta que, desde una óptica contemporánea, la mayor parte de los personajes míticos serían criminales y deberían estar encarcelados. Su biografía tiene muchas más similitudes con la de las personas que están en prisión que con la de un ciudadano 'normal'. Por ello, los presos, cuando se meten en la piel de estos personajes, logran expresar cosas que un actor profesional no es capaz de transmitir".

Por otro lado, la utilización de la figura del coro como elemento articulador del discurso dramático de aufBruch responde a motivos tanto de índole conceptual como metodológica. Les sirve para reflexionar sobre cómo el destino individual se inscribe en el del cuerpo social (y viceversa). Y, al mismo tiempo, funciona como un elemento integrador que contribuye a que los presos asuman que forman parte de una colectividad en la que tienen que convivir (y cooperar) con personas muy diferentes a ellos. "Esto es algo sumamente importante en una prisión como la de Tegel", señaló Atanassow, "donde sólo un tercio de los reclusos son de origen alemán (reflejo de lo que ocurre en la sociedad berlinesa) y los presos están agrupados en bandas 'nacionales' que a menudo se enfrentan entre sí".

El trabajo de aufBruch ha conseguido tener una gran repercusión social. De hecho, es uno de los proyectos de teatro en prisión más conocidos de Europa y, a día de hoy, sus montajes se han convertido en auténticos acontecimientos culturales. A ellos no sólo acuden los familiares de los presos que actúan y gente interesada por la dimensión más política de este tipo de proyectos, sino también aficionados al teatro en general (que suelen ser personas de clase media que no han tenido jamás contacto con el mundo penitenciario). Para estos últimos, la experiencia es muy impactante y, de algún modo, les lleva a reconsiderar los prejuicios que tienen sobre las prisiones y sobre las personas que viven en ellas. En este sentido, Sibylle Arndt, directora de producción de aufBruch, recordó el caso de una mujer que les confesó que tras asistir a una de sus representaciones, decidió aceptar la solicitud de trabajo que le hizo una persona que había estado en la cárcel por un delito sexual, "porque comprendió que ya había cumplido su condena y que ella no debía juzgarle de nuevo".

Sin duda, el interés por asistir a estos montajes no está exento de un cierto componente morboso, pero Arndt y Atanassow piensan que eso no desactiva el potencial político de la experiencia que propicia, pues al final lo que los espectadores retienen es el contacto directo con la realidad de la prisión, su vivencia en carne propia de la violencia del encierro. Así, aunque al principio sienten mucha curiosidad por saber qué delitos han cometido los reclusos que intervienen en la función a la que asisten, cuando empiezan a ver la obra eso se les olvida. "Sin embargo", subrayó Peter Atanassow, "de lo que nunca dejan de ser conscientes es del lugar en el que están. Nunca dejan de percibir cómo éste anula la libertad y la identidad de quienes entran en él. Y eso, a nuestro juicio, tiene un indudable potencial político".

Imagen del montaje Atriden, de ausBruch [Fotografía: Thomas Aurin]Pero, ¿por qué han decidido realizar un teatro tan espectacular y "academicista" que exige que los actores se sometan a una disciplina muy férrea y hace del virtuosismo una especie de seña de identidad? Pues, ante todo, porque es un tipo de teatro que les interesa y que consideran que puede aportar muchas cosas. "Aunque también lo hacemos", precisó Sibylle Arndt, "por razones prácticas y metodológicas. Hay que tener en cuenta que trabajamos con personas que, por lo general, carecen de formación teatral, y si optásemos por una propuesta más experimental, creo que no conseguiríamos que se implicaran tanto". Además, al enfrentarse a un nivel de exigencia tan alto, estos reclusos pueden demostrar que son capaces de "rendir profesionalmente". Y no hay que olvidar que uno de los principales objetivos de aufBruch es formar a personas presas para que cuando cumplan su condena, puedan plantearse iniciar una carrera profesional en el mundo del teatro.

Hay una cosa que intentaron dejar clara a lo largo de su intervención: ellos ni son terapeutas ("unos profesionales que en la actualidad tienen mucho poder dentro de las prisiones, al menos en Alemania") ni forman parte de la institución penitenciaria. "Trabajamos de forma completamente autónoma", subrayó Peter Atanassow, "sin que en ningún momento la dirección de la cárcel interfiera en lo que hacemos. Y eso es algo a lo que no vamos a renunciar (aunque a veces nos genere muchos quebraderos de cabeza), porque sabemos que gracias a esa independencia los reclusos con los que colaboramos confían en nosotros y ven nuestro proyecto, no como una actividad que les convendría realizar para quedar bien, sino como un espacio de libertad".

 

 

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1.- En Umbrales se proyectaron vídeos de dos de sus últimos montajes: Atriden (2007), una pieza en la que aparecen personajes míticos como Electra, Orestes o Agamenon y que incluye textos de Esquilo, Sófocles, Jean-Paul Sartre o Heiner Müller; y Wolokolamsker Chaussee - Hannibal (2009), donde revisan desde una perspectiva contemporánea la figura histórica de Aníbal, general y estadista cartaginés que con un ejército cosmopolita logró combatir a la todopoderosa Roma durante más de una década. [^]



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