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David González Romero: Virgen fatal. Avisos sobre literatura anticlerical en Sevilla

Imagen del Archivo F.X.La materialización del anticlericalismo en actos iconoclastas violentos se fundamenta en una repetición y asimilación de una serie de "lugares comunes" sobre la Iglesia, el clero y la religión católica que se fueron consolidando en el imaginario popular a lo largo de varios siglos. Dentro del ciclo de conferencias Sevilla procesos iconoclastas integrado en el Laboratorio Rojo del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, el periodista y documentalista David González Romero analizó las aportaciones de la literatura a la interiorización de esos "lugares comunes". Desde las piezas satíricas medievales a la provocativa iconoclastia del modernismo y las vanguardias históricas, pasando por su utilización con intereses comerciales en la novela de folletín o como arma política en los enfrentamientos entre liberales y conservadores durante todo el siglo XIX.

El anticlericalismo en España, señaló David González Romero, alberga "una amalgama de actitudes y pensamientos" que van desde el puritanismo protestante - con su búsqueda de una purificación de la experiencia religiosa prescindiendo del culto a las representaciones iconográficas - a las actitudes deístas o el llamado tolerantismo. En muy pocas ocasiones, al menos en las obras anteriores al último tercio del siglo XIX, esa literatura anticlerical procede de actitudes agnósticas, ateas o "indeferentistas". Esta actitud sí puede encontrarse en obras posteriores, como La Bruja (1917), del sevillano José Mas, donde se relata la historia de una joven mujer fatal que triunfa en París con una escenografía de una saeta de la Macarena.

Siguiendo a Julio Caro Baroja, David González Romero aseguró que en la mayoría de los casos esa literatura es fruto de un "anticlericalismo creyente" que se opone políticamente a la ortodoxia católica oficial en un país en el que la extroversión del rito religioso ha funcionado (y en cierta medida sigue funcionando) como "aglutinante del espacio social". De forma más intensa que en otros países católicos, en España la religión no es algo que sólo afecte a la esfera de lo individual, si no que rige la vida social de los ciudadanos (determinando los ritos de pasos como el bautismo, la comunión o el matrimonio). "Esto ha generado, recordó David González Romero, un anticlericalismo muy agresivo caracterizado por su fuerte carga política".

Imagen del Archivo F.X.El caso de Sevilla es especialmente significativo. Desde el siglo XVI es una capital religiosa con una tendencia muy acusada a la adoración de imágenes, a la exteriorización del ritualismo de lo sagrado religioso. Pero a la vez es una ciudad abierta a influencias exteriores que ha alojado algunos de los principales focos de anticlericalismo en España. "Desde los primeros intentos de reforma protestante, apuntó David González Romero, nos encontramos con una literatura anticlerical hecha por y para Sevilla por autores como Cipriano de Valera o Juan Pérez de Pineda que tuvieron que exiliarse para evitar el castigo de la poderosa jerarquía eclesial española". Autores que sufrieron un exilio geográfico pero también simbólico, como Blanco White o José Marchena a principios del siglo XIX, y José Mas o Cansino Assens varias décadas más tarde, que mantuvieron una apasionada relación de amor-odio, de atracción y repulsión con la capital andaluza. "Todos sufrieron, subrayó David González Romero, el mal de la virgen fatal, y nunca supieron decidirse entre llamar a su ciudad virgen o puta".

En un repaso histórico por las manifestaciones literarias del esquizofrénico mal de la virgen fatal, David González Romero estableció tres momentos claves ("tres avisos") de la literatura anticlerical en Sevilla. Todos ellos coinciden con periodos políticos conflictivos, muy marcados por los cambios sociales y por una profunda confrontación dialéctica entre tradición y modernidad.

1º Aviso. La Reforma.
Durante el siglo XVI, Sevilla y Valladolid se convirtieron en las sedes principales de un movimiento de heterodoxia católica muy influido por la difusión en Europa de las ideas protestantes. Es un movimiento de protesta, surgido en el interior del seno de la Iglesia y encabezado por frailes como Cipriano de Valera, que abogan por la supresión de ciertas prácticas rituales al considerarlas fruto de supersticiones e idolatrías. En Sevilla, el foco de expansión de esas ideas lo constituyó una comunidad de monjes del Convento de San Jerónimo que logró ejercer una gran influencia en familias importantes de la ciudad. La represión de la jerarquía eclesiástica llevó al exilio a sus representantes más destacados que se instalaron en primera instancia en Alemania y después en Ginebra o Londres.

Desde su exilio forzado, algunos de estos perseguidos escribieron folletos y libros (siempre muy marcados por el discurso político) donde recogían los "lugares comunes" de la literatura anticlerical: fobia al papado y al dogma de su infalibilidad, negación de la materialización mundana de lo sagrado (dogma de la transubstanciación), rechazo a la adoración de las imágenes y santos, crítica de la venta de misas,... Esta primera manifestación literaria del anticlericalismo se refleja en obras como Tratado para confirmar los pobres cautivos de Berbería, de Cipriano de Valera, o la traducción que llevó a cabo el doctor Juan Pérez de Pineda de La Imajen del Anticristo, del italiano Bernardino de Ochino. La incautación casual de la obra de Bernardino, en la que se identifica al Papa de Roma con el Anticristo (incluso en su portada hay una ilustración que muestra al Sumo Pontífice de rodillas recibiendo "las leyes" de manos de un macho cabrío) fue la auténtica causante de la represión generalizada que se realizó contra este primer núcleo del protestantismo sevillano.

Imagen del Archivo F.X.2º Aviso. Ilustración y romanticismo.
El segundo gran momento de la literatura anticlerical hecha por y para Sevilla (aunque casi siempre escrita y publicada muy lejos de la ciudad) se produjo a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, coincidiendo con la llegada a España de las ideas de la Revolución francesa e influido por el reformismo ilustrado de autores como Pablo de Olavide. Una de las figuras más representativas de este periodo es José de Marchena, autor de libros como Lecciones de filosofía moral y elocuencia que, indicó David González Romero, rebaten los fundamentos míticos del catolicismo nacional y denuncian "las supersticiones y patrañas de los Cristos azotados, de las hostias profanadas y chorreando sangre".

También está presente la "materia anticlerical" en la producción literaria de otros autores vinculados a la iglesia y a la alta sociedad sevillana como Félix Reinoso, Alberto Lista, Justino Matute o José María Blanco White. Desde sus libros de carácter autobiográficos a sus textos periodísticos, sus ensayos e incluso sus novelas, la obra de Blanco White reúne todos los compendios de anticlericalismo literario. En este sentido David González Romero considera especialmente ilustrativa la novela Vargas. A tale of Spain - cuyo argumento se basa en una obra titulada Cornelia Bororquía que escribió a finales del siglo XVIII un clérigo desconocido llamado Luis Gutiérrez -, donde Blanco White utiliza técnicas propias de la narrativa romántica y de la novela histórica para describir con gran maestría literaria uno de los "lugares comunes" del anticlericalismo español: el asedio sexual que sufre una joven inocente por parte de un alto miembro del clero.

3º Aviso. El liberalismo y la 2ª apostasía sevillana.
Tras la Revolución de 1868, la primera que proclamó la libertad religiosa en España, hubo una nueva explosión de literatura anticlerical, coincidiendo con la puesta en marcha de la 2ª Reforma Protestante en Sevilla. La reforma estuvo liderada por Juan Bautista Cabrera (primer obispo protestante español) y Nicolás Alonso Marselau, quienes fundaron tres publicaciones periódicas - El Eco del Evangelio, La Razón y El Cristianismo - que sirvieron de plataforma de difusión de las ideas protestantes y de todo tipo de "lugares comunes" del anticlericalismo católico.

El clérigo ortodoxo Francisco Mateos Gago, que calificó a esta Reforma como 2ª Apostasía., mantuvo una encendida polémica periodística con Bautista Cabrera y Nicolás Alonso Marselau. Polémica con un amplio eco en la sociedad sevillana de la época que incluso llegó al terreno de las amenazas personales. Según David González Romero, la radicalización de los argumentos de esta polémica, que en cierta medida camuflaba un enfrentamiento político entre republicanos y conservadores, junto a la repetición y asimilación de los "lugares comunes" del anticlericalismo, estuvieron en el origen de algunos de los violentos actos iconoclastas que se produjeron en Sevilla durante este periodo.